El buey y la mula en el pesebre
En la tradición católica, el buey y la mula (o asno) forman parte icónica del pesebre navideño, simbolizando la humildad de la Encarnación de Cristo. Aunque no se mencionan explícitamente en los Evangelios, su presencia se basa en profecías bíblicas como Isaías 1:3, interpretadas por los Padres de la Iglesia y popularizadas por San Francisco de Asís en Greccio en 1223. Representan la creación que reconoce a su Creador, el judaísmo y el paganismo ante el Salvador, y el vínculo entre el pesebre y el altar eucarístico, enriqueciendo la devoción navideña con un profundo sentido teológico y litúrgico.1,2,3
Tabla de contenido
Origen bíblico y profético
La inclusión del buey y la mula en el escenario del nacimiento de Jesús no proviene directamente de los relatos evangélicos, sino de una interpretación profética arraigada en el Antiguo Testamento. El Evangelio de Lucas (2:7) describe cómo María colocó al Niño en un pesebre, el lugar donde los animales comen, pero omite detalles sobre su presencia. Sin embargo, la tradición cristiana remite a Isaías 1:3: «El buey conoce a su dueño y el asno el pesebre de su amo», un pasaje que contrasta la fidelidad de los animales con la ingratitud del pueblo de Israel.2,4,3
Esta profecía se vincula también con Habacuc 3:2 en la versión de la Septuaginta, que habla de Dios manifestándose «en medio de dos animales». Los exegetas antiguos vieron en estos versos un anuncio del Mesías nacido en un establo, rodeado de criaturas que, a diferencia de los hombres, reconocen inmediatamente a su Señor. Así, el buey evoca la fuerza y la laboriosidad judía, mientras que la mula (o asno) representa a los gentiles, unidos en adoración ante el Redentor.2,5
Tradición en los Padres de la Iglesia
Los Padres de la Iglesia fueron pioneros en esta simbología. San Gregorio Nacianceno, en su Oración 38 sobre la Teofanía, exhorta a los fieles a conocer al Dueño como el buey y la mula conocen su pesebre, invitando a la adoración del Verbo encarnado.5 San Agustín profundizó en el simbolismo eucarístico: el Niño acostado en el pesebre prefigura el pan del cielo, ya que «acostado en un pesebre, se convirtió en nuestro alimento».1
En el arte y la liturgia primitiva, estos animales aparecen como testigos mudos de la humildad divina, integrándose en mosaicos y homilías. La tradición se consolida en la Edad Media, donde el buey y la mula ilustran la universalidad de la salvación: judíos y paganos, simbolizados por ellos, se postran ante el pesebre.2,3
San Francisco de Asís y el pesebre de Greccio
El punto culminante histórico llega con San Francisco de Asís en Greccio, el 25 de diciembre de 1223. Inspirado por su peregrinación a Tierra Santa y los mosaicos de Santa María la Mayor en Roma, Francisco recreó el nacimiento de Jesús en una cueva. Pidió a su amigo Juan preparar un pesebre con heno, un buey y un asno, sin estatuas, para «ver con los ojos del cuerpo los inconvenientes de aquel Niño nacido en Belén».1,3
Durante la Misa, celebrada sobre el pesebre, un testigo vio al Niño Jesús vivo en brazos de Francisco, confirmando la gracia del evento. Tomás de Celano, su primer biógrafo, describe la alegría colectiva: los presentes regresaron a casa transfigurados. Este acto fundacional del pesebre viviente popularizó el buey y la mula en la piedad cristiana, extendiéndose por el mundo.1,6
Simbolismo teológico
El buey y la mula trascienden lo decorativo para encarnar verdades profundas:
Humildad de Dios: El Verbo se hace pequeño, compartiendo espacio con animales, simbolizando su pobreza voluntaria.2,6
Eucaristía: El pesebre como altar, donde el heno prefigura la hostia; los animales, la creación que se alimenta del Cordero.1,2
Universalidad salvífica: Buey (judíos) y mula (gentiles) reconocen al Salvador, cumpliendo Isaías.2,4
Creación redimida: Participan en la alabanza, como en los himnos de Efrem el Sirio, donde pastores ofrecen corderos al Cordero de Dios.7
En homilías papales, como la de Benedicto XVI (2006), el pesebre evoca la necesidad humana de pan espiritual, con Cristo como alimento verdadero.2
Presencia en la liturgia y devoción popular
La Iglesia incorpora esta tradición en la liturgia navideña. En la Misa del Gallo, el Evangelio evoca el pesebre, y los belenes se exponen desde Nochebuena hasta la Epifanía.3,8 El Ritual de Bendiciones incluye oraciones por animales, recordando la dominación humana sobre la creación (Génesis 1:20-29), bendiciéndolos para servicio humano.9,10,11
En la devoción popular, el Santo Bambino de Ara Coeli en Roma, con su belén monumental, destaca el buey y la mula. En España, belenes como el de la Almudena o el de Murcia integran estos animales, fomentando la catequesis familiar.3,12
Representación en el arte cristiano
Desde las catacumbas, animales simbolizan virtudes: el buey, fuerza fiel; la mula, perseverancia.13 En el Renacimiento, Giotto inmortalizó Greccio en Asís. Hoy, belenes napolitanos o catalanes detallan su realismo, con el buey calentando al Niño con su aliento.1,3
Enseñanzas del Magisterio reciente
Papas han resaltado su mensaje:
Juan Pablo II y Benedicto XVI enfatizaron la humildad divina frente al consumismo.2,6
Francisco, en Admirabile signum (2019), narra Greccio como origen del belén, uniendo Incaranación y Eucaristía.1
León XIV (2025), ante jóvenes, ve en el pesebre espacio para todos, con José, María, pastores, buey y mula.12
Controversias y evolución
Aunque la historicidad es legendaria, la Iglesia valora su valor pedagógico. No hay contradicción con la Escritura; más bien, ilustra la tradición viva.3
En resumen, el buey y la mula en el pesebre encapsulan la ternura divina, invitando a la conversión y la alabanza. En un mundo acelerado, recuerdan que la verdadera Navidad es encuentro con el Niño pobre, rico en amor.1,2,4
Citas
Papa Francisco. Admirabile signum, § 2 (2019). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8
Navidad - Misa de medianoche, Papa Benedicto XVI. 24 de diciembre de 2006: Navidad - Misa de medianoche (2006). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10
Cuna, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Cuna (1913). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8
Santa Misa en la solemnidad del nacimiento del Señor, Papa Francisco. Santa Misa en la Solemnidad del Nacimiento del Señor (24 de diciembre de 2020) (2020). ↩ ↩2 ↩3
Sobre la teofonía, o cumpleaños de Cristo, Gregorio de Nacianceno. Oración 38, § XVII (s/d). ↩ ↩2
Papa Benedicto XVI. 24 de diciembre de 2011: Misa de medianoche, § 24 de diciembre de 2011: Misa de medianoche (2011). ↩ ↩2 ↩3
Efrén el Sirio. Sobre la Natividad de Cristo en la carne, §Himno 5 (s/d). ↩
Parte dos ars praedicandi - IV. La época navideña - A. Las liturgias de la Navidad, Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Directorio Homilético (29 de junio de 2014), § 114 (2014). ↩
Conclusio ritus, Sagrada Congregación para el Culto Divino. De Benedictionibus (Libro de Bendiciones), § 278 (1993). ↩
Sagrada Congregación para el Culto Divino. De Benedictionibus (Libro de Bendiciones), § 279 (1993). ↩
Lectio verbi dei, Sagrada Congregación para el Culto Divino. De Benedictionibus (Libro de Bendiciones), § 274 (1993). ↩
A los jóvenes de la Acción Católica Italiana (19 de diciembre de 2025), Papa León XIV. A los jóvenes de la Acción Católica Italiana, § 1 (19). ↩ ↩2
Animales en el arte cristiano, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Animales en el arte cristiano (1913). ↩
