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Enfermedad

Enfermedad
Bajo un gran aumento de 15549x, esta micrografía electrónica de barrido (MEB) mostró algunos de los detalles ultraestructurales observados en la configuración de la pared celular de varias bacterias Gram-positivas Mycobacterium tuberculosis. Como organismo aerobio obligado, M. tuberculosis solo puede sobrevivir en un ambiente que contenga oxígeno. Esta bacteria tiene una longitud que oscila entre 2 y 4 micras, y una anchura entre 0,2 y 0,5 micras. Véase PHIL 9997 para una versión coloreada de esta imagen. Las bacterias de la tuberculosis se activan y comienzan a multiplicarse si el sistema inmunitario no puede impedir su crecimiento. Las bacterias atacan el cuerpo y destruyen el tejido. Si están en los pulmones, las bacterias pueden llegar a crear un agujero en el tejido pulmonar. Algunas personas desarrollan la enfermedad activa de la tuberculosis poco después de infectarse, antes de que su sistema inmunitario pueda combatir las bacterias. Otras personas pueden enfermar más tarde, cuando su sistema inmunitario se debilita por otra razón. Los bebés y los niños pequeños a menudo tienen sistemas inmunitarios débiles. Las personas infectadas con el VIH, el virus que causa el SIDA, tienen sistemas inmunitarios muy débiles. Otras personas también pueden tener sistemas inmunitarios débiles, especialmente aquellas con alguna de estas condiciones: abuso de sustancias; diabetes mellitus; silicosis; cáncer de cabeza o cuello; leucemia o enfermedad de Hodgkin; enfermedad renal grave; bajo peso corporal; ciertos tratamientos médicos (como tratamiento con corticosteroides o trasplantes de órganos); tratamiento especializado para la artritis reumatoide o la enfermedad de Crohn. Dominio Público.

La enfermedad, desde una perspectiva católica, se entiende no solo como una aflicción física, sino como una experiencia que abarca la totalidad de la persona humana en su unidad somático-espiritual. La Iglesia Católica ofrece una visión profunda del significado de la enfermedad y el sufrimiento, viéndolos a la luz del misterio pascual de Cristo. Aunque la enfermedad es una consecuencia del pecado original, también puede ser una oportunidad para la solidaridad, la oración y la participación en la obra redentora de Cristo. La atención a los enfermos es una parte integral de la misión de la Iglesia, que se manifiesta a través de los sacramentos de curación, la pastoral de la salud y el compromiso de los profesionales sanitarios y las comunidades de fe.

Tabla de contenido

La Enfermedad en la Tradición Católica

Desde los tiempos del Antiguo Testamento, aquellos afligidos por la enfermedad reconocían su finitud y reflexionaban sobre la relación entre la dolencia física y el pecado1. Sin embargo, la enfermedad y el sufrimiento de los justos también podían ser una ocasión para expresar la esperanza en el Señor y la fidelidad a Él, como se ve en los ejemplos de Job y Tobías1. En el Nuevo Testamento, la enseñanza de Cristo transformó la comprensión del sufrimiento. Jesús, el «médico de almas y cuerpos»2,3,4, no solo se dejó tocar por los enfermos, sino que hizo suyas sus miserias, llevando nuestras dolencias y enfermedades5. Sus curaciones fueron signos de la llegada del Reino de Dios y anunciaron una curación más radical: la victoria sobre el pecado y la muerte a través de su Pascua5.

La Iglesia, siguiendo el mandato de Cristo de «curar a los enfermos»6, se esfuerza por llevar a cabo esta misión cuidando a los enfermos y acompañándolos con su oración de intercesión6. La enfermedad, aunque es una realidad difícil de la vida, no disminuye la dignidad humana de la persona7. Al contrario, en la debilidad y la fragilidad, la Iglesia ve una llamada de Dios para apreciar el valor inalienable de la vida humana7.

El Significado del Sufrimiento

El sufrimiento es una realidad más amplia y compleja que la enfermedad, profundamente arraigada en la humanidad misma8. Para los creyentes, la clave para interpretar este misterio es la Cruz de Cristo9. El Verbo Encarnado asumió plenamente nuestra debilidad en el Calvario, y desde ese momento, el sufrimiento ha adquirido un significado que lo hace extremadamente valioso9. El dolor, en todas sus manifestaciones, se convierte en participación en la obra salvífica del Redentor9. Solo si se unen a los sufrimientos de Cristo, nuestros propios sufrimientos adquieren pleno sentido y valor, convirtiéndose, a la luz de la fe, en fuentes de esperanza y salvación9.

El Papa Juan Pablo II enfatizó que a través del sufrimiento, se participa en la obra redentora de Cristo para la Iglesia y la humanidad, especialmente cuando se experimenta «por amor y con amor, compartiendo, por don de la gracia de Dios y por propia y libre elección, el sufrimiento de Cristo crucificado»10. Esta perspectiva permite que la prueba del sufrimiento se convierta en una fuente de bien10.

La Dignidad de la Persona Enferma

La Iglesia Católica sostiene una concepción precisa de la persona humana y su destino en el plan de Dios, guiando su enfoque hacia los enfermos y el misterio del sufrimiento11. La medicina y las curas terapéuticas deben dirigirse no solo al bien y la salud del cuerpo, sino a la persona en su totalidad y en su unidad somático-espiritual11. La enfermedad y el sufrimiento no son experiencias que conciernen solo a la sustancia física del hombre, sino al hombre en su integridad11. Por lo tanto, la atención sanitaria católica tiene la responsabilidad de tratar a los necesitados de una manera que respete la dignidad humana y el destino eterno de todos12.

La dignidad de la vida humana fluye de la creación a imagen de Dios, de la redención por Jesucristo y de nuestro destino común de compartir una vida con Dios más allá de toda corrupción12. Los enfermos y los discapacitados nunca deben sentir que son una carga; son personas visitadas por el Señor10. Los enfermos terminales, en particular, merecen la solidaridad, la comunión y el afecto de quienes los rodean10.

La Misión de la Iglesia en la Salud

La Iglesia considera el servicio a los enfermos como una parte integral de su misión7. Esta misión se realiza a través de programas de atención que pueden restaurar, incluso en la enfermedad y el sufrimiento, una profunda conciencia de su existencia a cada paciente13. La vulnerabilidad humana, inherente a nuestra naturaleza como unidad de cuerpo y alma, es la base de una ética del cuidado, especialmente en el campo médico13. Esta ética se expresa en la preocupación, la dedicación, la participación compartida y la responsabilidad hacia las personas que nos son confiadas para asistencia material y espiritual en su momento de necesidad13.

El Rol de los Profesionales de la Salud

Los médicos, enfermeras y demás personal médico tratan con personas en su momento de prueba, cuando tienen una aguda sensación de la fragilidad y precariedad de la vida10. Deben recordar siempre que su trabajo se dirige a individuos, personas únicas en quienes la imagen de Dios está presente de manera singular y en quienes Él ha invertido su amor infinito10. El servicio de atención médica es un «ministerio terapéutico» y un «servicio a la vida», y los profesionales de la salud deben considerarse colaboradores de Dios, quien, en Jesús, se muestra como el «médico de almas y cuerpos»2.

La Iglesia aprecia el arduo trabajo de otros en este campo y ofrece su apoyo a las estructuras públicas para responder a las necesidades de una atención integral de la persona14. Esta motivación se sustenta en una visión de la salud que no es meramente la ausencia de enfermedad, sino una tensión hacia la plena armonía y un equilibrio saludable a nivel psicológico, espiritual y social14.

Los Sacramentos de Curación

La Iglesia ofrece «recursos de curación» a través de la oración y los sacramentos15. Los sacramentos de la Penitencia y la Unción de los Enfermos son llamados «sacramentos de curación»15,16. Estos culminan en la Eucaristía, que es el «viático» para la vida eterna15.

Unción de los Enfermos

El sacramento de la Unción de los Enfermos tiene sus raíces bíblicas en la Epístola de Santiago (5:14-15): «¿Está enfermo alguno de vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, y oren sobre él, ungiéndole con óleo en el nombre del Señor; y la oración de la fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si ha cometido pecados, le serán perdonados»17,18. Este sacramento proporciona al enfermo la gracia del Espíritu Santo, por la cual toda la persona es llevada a la salud, se fomenta la confianza en Dios y se da fuerza para resistir las tentaciones del Maligno y la ansiedad por la muerte19.

La Unción de los Enfermos es un sacramento de fe, un sacramento para toda la persona, cuerpo y alma19. Aporta consuelo y gracia particulares a quienes están cerca de la muerte, preparándolos para afrontar este momento final de la vida terrenal con fe viva en el Salvador Resucitado y firme esperanza en la Resurrección19. Es importante recordar que el sacramento no es solo para aquellos que están a punto de morir, sino para cualquiera que esté en peligro de muerte por enfermedad o vejez19.

Penitencia y Eucaristía

El sacramento de la Penitencia-Reconciliación es fundamental para la curación espiritual, ya que la enfermedad se ha relacionado históricamente con el pecado1. La Eucaristía es la gracia curativa por excelencia que el Señor dio a su Iglesia16. Dondequiera que se celebra la Santa Misa, especialmente cuando están presentes personas enfermas y sufrientes, la Iglesia, como comunidad sanadora, encuentra su cumplimiento, se expresa el amor sanador y redentor de Cristo, y se logra la curación al restablecer la comunión con Dios y con los hermanos y hermanas16.

Cuidado Pastoral y Acompañamiento

El acompañamiento pastoral de los enfermos debe entrelazarse con la catequesis sobre el poder terapéutico y salvífico de los sacramentos de la Iglesia, que permiten el encuentro con Cristo, «medicina corporal y espiritual»16. La Iglesia está llamada a acompañar con misericordia a los más débiles en su camino de sufrimiento, para preservar su vida teologal y guiarlos a la salvación7.

El Papa Francisco ha resaltado que la familia siempre ha desempeñado un papel importante en el cuidado, ya que su presencia sostiene al paciente y su amor representa un factor terapéutico esencial15. El cuidado de los demás es un compromiso que abarca a toda la comunidad cristiana, pues cuando un miembro sufre, todo el cuerpo sufre15.

Cuidados Paliativos

La Iglesia Católica promueve los cuidados paliativos como una forma especial de caridad desinteresada13. Los cuidados paliativos buscan aliviar el sufrimiento del moribundo, incluso si esto conlleva el riesgo de acortar sus días, siempre y cuando la muerte no sea deseada como fin o medio, sino solo prevista y tolerada como inevitable13. La suspensión de tratamientos fútiles no debe implicar el abandono de la atención terapéutica20. La obligación de cuidar siempre al enfermo proporciona criterios para evaluar las acciones a emprender en una enfermedad «incurable»: el juicio de que una enfermedad es incurable no puede significar que la atención haya terminado13.

Rechazo de la Eutanasia y el Suicidio Asistido

La Iglesia enseña que la vida humana es un don sagrado e inviolable7. Por lo tanto, el suicidio y la eutanasia nunca son opciones moralmente aceptables21. Poner fin a la vida de un enfermo que solicita la eutanasia no es de ninguna manera reconocer y respetar su autonomía, sino al contrario, desautorizar el valor tanto de su libertad, ahora bajo el dominio del sufrimiento y la enfermedad, como de su vida, excluyendo cualquier posibilidad de relación humana, de sentir el significado de su existencia o de crecimiento en la vida teologal7.

La renuncia a medios extraordinarios o desproporcionados «no equivale al suicidio o la eutanasia; más bien expresa la aceptación de la condición humana ante la muerte»20. Sin embargo, no es lícito suspender los tratamientos necesarios para mantener las funciones fisiológicas esenciales, siempre que el cuerpo pueda beneficiarse de ellos, como la hidratación, la nutrición, la termorregulación y el soporte respiratorio proporcionado20.

Conclusión

La enfermedad, en la visión católica, es una realidad compleja que interpela profundamente la existencia humana. Lejos de ser un mero evento biológico, se convierte en un campo para la manifestación de la fe, la esperanza y la caridad. La Iglesia, siguiendo el ejemplo de Cristo, se compromete a acompañar, cuidar y sanar a los enfermos en todas sus dimensiones: física, psicológica, social y espiritual. A través de los sacramentos, la pastoral de la salud y el testimonio de sus miembros, la Iglesia ofrece consuelo y un sentido trascendente al sufrimiento, invitando a todos a participar en la obra redentora de Cristo y a vivir la enfermedad como un camino hacia la santidad y la comunión con Dios.

Citas

  1. Parte II - La oración de la Iglesia - II. La oración de la comunidad eclesial - C. Los santos misterios de la vida cristiana - 2. Los santos misterios de la curación - B. El misterio de la santa unción 1) Cristo sana cuerpo y alma, Sínodo de la Iglesia Católica Griega Ucraniana. Catecismo de la Iglesia Católica Ucraniana: Cristo – Nuestra Pascua, § 463 (2016). 2 3

  2. Papa Juan Pablo II. A los participantes en un Congreso Internacional sobre la Pastoral de la Salud organizado por el Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud (8 de noviembre de 1997) - Discurso, § 3 (1997). 2

  3. Capítulo IV - Buenos administradores de la multiforme gracia de Dios - Renovada acción pastoral, Papa Juan Pablo II. Christifideles Laici, § 54 (1988).

  4. Introducción, Congregación para la Doctrina de la Fe. Carta Samaritanus bonus sobre el cuidado de las personas en las fases críticas y terminales de la vida (14 de julio de 2020) (2020).

  5. Sección segunda los siete sacramentos de la Iglesia, Catecismo de la Iglesia Católica, § 1505. 2

  6. Sección segunda los siete sacramentos de la Iglesia, Catecismo de la Iglesia Católica, § 1509. 2

  7. III. El «corazón que ve» del samaritano: La vida humana es un don sagrado e inviolable, Congregación para la Doctrina de la Fe. Samaritanus bonus, § III (2020). 2 3 4 5 6

  8. V. La enseñanza del magisterio, Congregación para la Doctrina de la Fe. Carta Samaritanus bonus sobre el cuidado de las personas en las fases críticas y terminales de la vida (14 de julio de 2020), § V.1 (2020).

  9. Papa Juan Pablo II. A los Enfermos en la Décima Jornada Mundial del Enfermo (11 de febrero de 2002) - Discurso, § 3 (2002). 2 3 4

  10. A los obispos de California, Nevada y Hawái (EE. UU.) en su visita «ad limina», Papa Juan Pablo II. A los Obispos de California, Nevada y Hawái (EE. UU.) en su visita «ad Limina» (2 de octubre de 1998), § 5 (1998). 2 3 4 5 6

  11. Establecimiento de la comisión pontificia para el apostolado de los agentes sanitarios, Papa Juan Pablo II. Dolentium Hominum, § 2 (1985). 2 3

  12. Parte II la responsabilidad pastoral y espiritual de la atención sanitaria católica - Introducción, Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos. Directrices Éticas y Religiosas para los Servicios de Atención Sanitaria Católica, § 9 (2016). 2

  13. Cuidados paliativos al final de la vida, Benedict M. Guevin, O.S.B. El Uso de Opioides y Sedantes al Final de la Vida, § 2. 2 3 4 5 6

  14. A los participantes en la conferencia patrocinada por la Oficina Nacional para la Pastoral de la Salud de la Conferencia Episcopal Italiana, Papa Juan Pablo II. A los participantes en la conferencia patrocinada por la Oficina Nacional para la Pastoral de la Salud de la Conferencia Episcopal Italiana (12 de mayo de 2001), § 3 (2001). 2

  15. V. La enseñanza del magisterio - 10. El acompañamiento pastoral y el apoyo de los sacramentos, Congregación para la Doctrina de la Fe. Samaritanus bonus, § V.10 (2020). 2 3 4 5

  16. La Iglesia: Una comunidad llamada a estar presente, a acoger, a cuidar y a sanar - Acompañamiento, Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral. Acompañar a las personas con angustia psicológica, en el contexto de la pandemia de COVID-19, § V (2020). 2 3 4

  17. Sección segunda los siete sacramentos de la Iglesia, Catecismo de la Iglesia Católica, § 1526.

  18. Comentario, Congregación para la Doctrina de la Fe. Nota sobre el Ministro del Sacramento de la Unción de los Enfermos (2005).

  19. Papa Juan Pablo II. A los enfermos, ancianos y discapacitados en Wellington (23 de noviembre de 1986) - Discurso, § 5 (1986). 2 3 4

  20. V. La enseñanza del magisterio - 2. La obligación moral de excluir el tratamiento médico agresivo, Congregación para la Doctrina de la Fe. Samaritanus bonus, § V.2 (2020). 2 3

  21. Parte V cuestiones en el cuidado de los gravemente enfermos y moribundos - Introducción, Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos. Directrices Éticas y Religiosas para los Servicios de Atención Sanitaria Católica, § 54 (2016).