Epafras (figuras bíblicas)

Epafras fue un colaborador cercano del Apóstol San Pablo, mencionado en sus epístolas, particularmente en la Carta a los Colosenses y la Carta a Filemón. Se le reconoce como un evangelizador diligente que estableció la Iglesia en Colosas y trabajó incansablemente por el bienestar espiritual de las comunidades cristianas en Laodicea e Hierápolis. Su profundo celo por la fe y su dedicación a la oración por los creyentes lo presentan como un modelo de servicio y fidelidad en la Iglesia primitiva.
Tabla de contenido
Origen y Contexto Bíblico
Epafras es una figura del Nuevo Testamento que desempeñó un papel significativo en la expansión del cristianismo en Asia Menor. Su nombre es una forma abreviada de Epafrodito, aunque las fuentes bíblicas y patrísticas distinguen a Epafras de Epafrodito de Filipos1. Mientras que Epafrodito fue el delegado de la comunidad de Filipos enviado para asistir a San Pablo en Roma y llevarle una ofrenda económica, y quien cayó gravemente enfermo durante su misión, Epafras es presentado en un contexto diferente1,2.
Es importante notar que San Pablo menciona a Epafrodito como su «hermano, colaborador y compañero de milicia», así como «vuestro mensajero y ministro para mis necesidades»1,2. Se le pidió a la comunidad de Filipos que lo recibiera con alegría y lo honrara, pues estuvo a punto de morir por la obra de Cristo1,2. En cambio, Epafras es conocido principalmente por su labor en las iglesias del valle del Lico.
El Evangelizador de Colosas
Epafras es identificado en la Carta a los Colosenses como «uno de vosotros, siervo de Cristo Jesús» (Colosenses 4:12), lo que sugiere que era originario de Colosas. Se le atribuye la evangelización de esta ciudad, donde estableció una comunidad cristiana3. San Pablo lo llama «nuestro amado consiervo» y «fiel ministro de Cristo por vosotros» (Colosenses 1:7). Esta descripción resalta su rol como un obrero del Evangelio, fiel a la enseñanza apostólica y dedicado al servicio de la comunidad.
Su ministerio no se limitó a Colosas. Las Escrituras indican que Epafras también trabajó diligentemente por las iglesias de Laodicea e Hierápolis, dos ciudades cercanas a Colosas en la región de Frigia (Colosenses 4:13). Esto demuestra su amplio alcance misionero y su preocupación por el crecimiento espiritual de varias comunidades.
Compañero de Prisión de San Pablo
En la Carta a Filemón, Epafras es mencionado como «mi compañero de prisión en Cristo Jesús» (Filemón 1:23). Esta referencia sugiere que Epafras compartió el encarcelamiento con San Pablo, probablemente durante el primer cautiverio del Apóstol en Roma. Ser «compañero de prisión» implica una profunda solidaridad y compromiso con la causa del Evangelio, incluso en medio de la adversidad.
Durante este tiempo, Epafras no solo acompañó a Pablo, sino que también continuó su labor de intercesión. San Pablo testifica que Epafras «siempre se esfuerza por vosotros en sus oraciones, para que estéis firmes, perfectos y plenamente convencidos en toda la voluntad de Dios» (Colosenses 4:12). Esta dedicación a la oración por los fieles subraya su papel como un intercesor constante y un pastor espiritual.
Legado y Significado
El testimonio de Epafras en las epístolas paulinas lo presenta como un ejemplo de fidelidad, celo evangelizador y amor pastoral. Su trabajo en Colosas, Laodicea e Hierápolis fue fundamental para el establecimiento y la consolidación del cristianismo en esa región. Su disposición a sufrir la prisión junto a San Pablo y su incansable oración por las comunidades son cualidades que lo destacan como un siervo ejemplar de Cristo.
Aunque las Escrituras no proporcionan detalles sobre su muerte o su posterior carrera, su mención en las cartas de San Pablo asegura su lugar en la historia de la Iglesia primitiva como un colaborador esencial en la difusión del Evangelio.