Epístola a Diogneto
La Epístola a Diogneto (Epistola ad Diognetum) es uno de los más bellos y elocuentes textos apologéticos de la antigüedad cristiana, considerado una joya literaria y teológica. Este escrito anónimo, dirigido a un pagano de nombre Diogneto, ofrece una defensa apasionada y racional de la fe cristiana, contrastando la vida de los cristianos con la idolatría pagana y las prácticas judías, y destacando la singularidad del modo de vida cristiano en el mundo. Aunque su autor y fecha exacta de composición son desconocidos, se estima que fue escrito entre los siglos II y III, y es valorado por su profunda exposición de la esencia de la identidad cristiana: ser el «alma del mundo»1.
Tabla de contenido
Naturaleza y Contenido del Texto
La Epístola a Diogneto es fundamentalmente una apología o defensa del cristianismo. A diferencia de las apologías públicas del siglo II, este texto tiene una afinidad más cercana con escritos como el Ad Donatum de San Cipriano, ya que está dirigido a un pagano inquisitivo y bien dispuesto1. El autor, que se identifica a sí mismo en los capítulos finales como un «discípulo de los Apóstoles,»1 busca responder a las preguntas de Diogneto sobre la naturaleza de la nueva religión2,3.
Preguntas de Diogneto
El texto comienza reconociendo la profunda curiosidad de Diogneto, quien desea saber cómo los cristianos adoran a su Dios. Las preguntas específicas que motivan la epístola son:
¿Qué Dios adoran los cristianos y cuál es la forma de religión que observan que les permite despreciar el mundo y la muerte?2,3.
¿Por qué rechazan tanto a los dioses griegos como a las supersticiones judías?2,3.
¿Cuál es el origen de la afectuosa comunión que tienen entre ellos?2,3.
¿Por qué esta nueva práctica religiosa ha surgido solo recientemente y no hace mucho tiempo?2,3.
Estructura y Temas Principales
La epístola se desarrolla en diez capítulos coherentes, seguidos de dos capítulos finales (XI y XII) que muchos estudiosos consideran un fragmento de una homilía posterior debido a su estilo florido y oscuro, y su falta de relación con el resto de la carta1.
El cuerpo principal de la epístola aborda varios temas cruciales:
1. Refutación de la Idolatría Pagana
El autor argumenta que la adoración de ídolos es ridícula y vana. Describe cómo los dioses paganos están hechos de materiales corruptibles como piedra, bronce, madera, plata, hierro o alfarería, y que son incapaces de sentir, ver o moverse3. Los paganos demuestran su propio desprecio por estos ídolos al no designar guardias para los hechos de piedra o alfarería, mientras que deben encerrar y vigilar los hechos de plata y oro para evitar robos3.
2. Distinción de las Prácticas Judías
El autor también critica las prácticas judías, aunque reconoce que los judíos adoran al único Dios, Creador de todo3. Sin embargo, considera que sus formas de culto son erróneas y necias, pues suponen que Dios necesita sacrificios y el humo de las ofrendas, como si pudieran darle algo a Aquel que no necesita nada3. El autor también tacha de «ridículas y indignas de mención» las supersticiones judías sobre la comida, la observancia de los sábados, la jactancia de la circuncisión y las fantasías sobre el ayuno y las lunas nuevas3.
3. El Modo de Vida Cristiano: El Alma del Mundo
El corazón de la apología reside en la descripción de la vida de los cristianos, que es presentada como un «método de vida maravilloso y confesadamente sorprendente»3. Los cristianos no se distinguen por su país, idioma o costumbres. Habitan en sus propias ciudades, pero viven como «peregrinos» o forasteros. Participan en todo como ciudadanos, pero lo soportan todo como extranjeros. Toda tierra extranjera es su patria, y su patria es una tierra extraña3.
El pasaje más famoso y citado de la epístola compara a los cristianos con el alma del mundo1,4:
«Están en la carne, pero no viven según la carne. Moran en la tierra, pero son ciudadanos del cielo. Obedecen las leyes válidas, e incluso van más allá de las exigencias de la ley en la conducta de sus vidas. Aman a todos los hombres, y sin embargo, todos los hombres los persiguen. No son comprendidos, y sin embargo son condenados; se les da muerte, y sin embargo su vida es vivificada… Son deshonrados, y sin embargo en medio del deshonor encuentran honor. Su buen nombre es injuriado, y sin embargo es presentado como evidencia de su justicia… Cuando se comportan como hombres honestos, son castigados como criminales; mientras son castigados, se regocijan como si estuvieran siendo exaltados… Para expresarlo simplemente: lo que el alma es para el cuerpo, los cristianos son para el mundo.»5,4
Este modo de vida implica:
Moralidad estricta: Tienen una mesa común, pero no un lecho común (lo que implica pureza sexual y rechazo a la promiscuidad)3.
Caridad y paciencia: Aman a todos y oran por sus perseguidores. Son pobres, pero enriquecen a muchos. Carecen de todo, pero tienen todo en abundancia4.
Esperanza en la vida futura: Su desprecio por la muerte y su paciencia ante las vejaciones de la vida se basan en la esperanza del mundo venidero2,6.
4. La Revelación de Dios en Cristo
Finalmente, el autor aborda la pregunta de por qué esta religión surgió «solo ahora.» Explica que Dios, el Creador invisible, envió a Su Hijo para salvar al hombre después de permitir que la humanidad descubriera su propia debilidad, su propensión al pecado y su incapacidad para salvarse por sí misma7. Dios no envió a Su Hijo como un tirano, sino con amor y mansedumbre, para salvar y no para juzgar7.
Autoría, Fecha y Contexto Histórico
La Epístola a Diogneto es un texto anónimo, y su autoría y datación han sido objeto de un extenso debate académico.
Autoría Desconocida
El manuscrito único en el que se conservó la epístola (que lamentablemente se perdió en el asedio de Estrasburgo en 1870) la atribuía, junto con otros escritos, a San Justino Mártir1. Sin embargo, esta atribución ha sido generalmente rechazada, ya que el estilo literario de la epístola —caracterizado por su elocuencia contenida, fluidez de pensamiento y claridad límpida— es muy superior a la prosa apresurada de Justino1.
El autor del texto principal (capítulos I-X) es desconocido, pero debe haber sido un cristiano ferviente y un maestro de la elocuencia clásica1. En el siglo XVIII, fue clasificado erróneamente con los escritos de los Padres Apostólicos debido a una mala interpretación de las palabras del autor de los capítulos XI-XII, quien se describe a sí mismo como un «discípulo de los Apóstoles»1.
Datación y Contexto
La fecha de composición se sitúa en algún momento entre la época de los Apóstoles y la era de Constantino1.
Contexto de Persecución: Fue claramente compuesta durante una persecución severa1. Los cristianos son descritos como aquellos que son condenados, puestos a muerte, perseguidos y castigados como criminales a pesar de su conducta honesta5,4.
Uso de Escrituras: El autor no cita directamente la Sagrada Escritura, pero está «saturado» de las Epístolas de San Pablo, así como de los Evangelios, 1 Pedro y 1 Juan7.
Fechas Sugeridas:
Algunos estudiosos han sugerido fechas tempranas, como el tiempo de Justino (mediados del siglo II), mientras que otros la han situado más tarde, en el final del siglo II (c. 170-300)1.
La Enciclopedia Católica señala que la fecha podría ser tan tardía como las persecuciones de Valeriano o Diocleciano7. Una sugerencia más sensible la sitúa entre 250 y 3101.
La identificación de Diogneto con el maestro de Marco Aurelio que llevaba el mismo nombre es plausible, pero no está confirmada1.
Influencia y Significado Teológico
La Epístola a Diogneto es un documento de inmenso valor para la comprensión de la vida cristiana primitiva y la apologética.
La Excelencia Trascendente del Cristianismo
El texto se alinea con la corriente apologética que enfatizaba la excelencia trascendente del cristianismo8. Los apologetas de la época, como Tertuliano y Atenágoras, contrastaban la coherencia lógica de las doctrinas cristianas y su elevada enseñanza ética con las inconsistencias del politeísmo8,9.
En este sentido, la Epístola a Diogneto proporciona una de las descripciones más vívidas y conmovedoras del impacto social y moral de la fe en los primeros siglos. El autor demuestra que la religión cristiana es la única que tiene el poder de transformar al hombre de esclavo del pecado a hombre libre espiritual8.
La Vida Cristiana como Testimonio
La descripción de la vida cristiana en la epístola sirvió como un modelo ejemplar de testimonio para la Iglesia posterior.
Papa Pío XII citó el pasaje sobre los cristianos como ciudadanos del cielo que obedecen las leyes y las superan, para exhortar a los fieles a presentar una imagen digna en circunstancias difíciles5.
San Juan XXIII también utilizó el mismo pasaje para ilustrar la verdad, la unidad y la paz que deben brillar en la Iglesia, enfatizando que los cristianos son el alma del mundo4.
El texto resalta que la vida cristiana es una manifestación de la gracia de Dios, que permite a los creyentes vivir en el mundo sin ser del mundo. Esta visión de los cristianos como una «nueva raza» que obedece la ley de su Soberano, Cristo, a pesar de las leyes y costumbres de los países donde residen, también se encuentra en otros textos de la época, como El Libro de las Leyes de Diversos Países de Bardesanes10.
Conexiones con Otros Apologetas
El tema de la moralidad superior de los cristianos como prueba de la verdad de su fe es un hilo conductor en la apologética del siglo II. Arístides el Filósofo, en su Apología (c. 140), también describe la vida de los cristianos al Rey, destacando que no cometen adulterio ni fornicación, honran a sus padres, aman a sus vecinos y hacen el bien a sus enemigos11. Arístides concluye, de manera similar, que los cristianos son un «pueblo nuevo, y hay algo divino… en medio de ellos»12.
La Epístola a Diogneto permanece, por lo tanto, como un testimonio atemporal de la identidad católica, donde la fe en el Creador invisible se manifiesta en una vida de amor, paciencia y esperanza trascendente en medio de la persecución y el desprecio del mundo.
Citas
Agustín de Hipona. Carta 215 De Agustín a Valencio, § 4 (426). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13 ↩14
Capítulo 1. Ocasión de la epístola, Matetes. La Epístola de Matetes a Diogneto, §Capítulo 1 (150). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6
La Epístola de Matetes a Diogneto, Matetes. La Epístola de Matetes a Diogneto (150-199). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13
Sobre la verdad, la unidad y la paz, en un espíritu de caridad - IV - El cristiano, Papa Juan XXIII. Ad Petri Cathedram, § 146 (1959). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5
Papa Pío XII. Meminisse Iuvat, § 41 (1958). ↩ ↩2 ↩3
Agustín de Hipona. Carta 131 De Agustín a Proba (412). ↩
Epístola a Diogneto, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Epístola a Diogneto. ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Apologética, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Apologética. ↩ ↩2 ↩3
Atenágoras, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Atenágoras. ↩
Bardesanes (Bardaisan) de Edesa. El Libro de las Leyes de Diversos Países (222). ↩
Arístides el Filósofo. La Apología de Arístides, § 15 (140). ↩
Arístides el Filósofo. La Apología de Arístides, § 16 (140). ↩