Errores del liberalismo y progresismo
El liberalismo y el progresismo, en sus formas ideológicas modernas, han sido objeto de repetidas críticas por parte de la doctrina católica debido a sus fundamentos antropológicos erróneos, que priorizan el individualismo absoluto, la autonomía radical del sujeto y una visión relativista de la verdad. La Iglesia, desde los pontificados de León XIII hasta el actual Papa León XIV, ha denunciado cómo estas corrientes socavan la dignidad humana integral, el bien común y la adhesión a la verdad revelada, proponiendo en su lugar una visión cristiana de la sociedad basada en la solidaridad, la subsidiariedad y la fraternidad evangélica. Este artículo examina los principales errores identificados en la enseñanza magisterial, con énfasis en las encíclicas sociales y documentos conciliares.1,2,3
Tabla de contenido
Definición y orígenes históricos del liberalismo
El liberalismo surgió en los siglos XVIII y XIX como una reacción contra el absolutismo monárquico y las estructuras feudales, promoviendo valores como la libertad individual, el mercado libre y la separación entre Iglesia y Estado. Sin embargo, desde una perspectiva católica, sus raíces filosóficas se encuentran en el racionalismo ilustrado, que exalta la razón humana desvinculada de la Revelación divina.
En su forma clásica, el liberalismo afirma la autonomía absoluta del individuo en materia moral, económica y política, negando la primacía del bien común sobre los intereses privados. León XIII, en Rerum novarum, ya señalaba esta desviación al criticar cómo el Estado liberal favorece a los ricos en detrimento de los pobres, violando el principio de justicia distributiva.3
«El Estado no puede limitarse a 'favorecer a una porción de los ciudadanos', a saber, a los ricos y prósperos, ni puede 'negligir a la otra', que representa claramente a la mayoría de la sociedad.»3
Esta tendencia se radicalizó en el siglo XIX, llevando a errores condenados por el magisterio, como la idea de que el Romano Pontífice debe reconciliarse con el progreso liberal y la civilización moderna, proposition condenada en el Syllabus de Pío IX.4
Errores antropológicos del liberalismo
Individualismo exacerbado y negación de la verdad objetiva
Uno de los errores fundamentales del liberalismo radica en su antropología defectuosa: considera al hombre como un ser autónomo cuya libertad se realiza en la ausencia de toda coerción externa, incluso moral. Esto contradice la visión cristiana, donde la libertad auténtica se ordena a la verdad y al bien.5,6
La Dignitatis Humanae del Concilio Vaticano II distingue claramente la libertad religiosa —derecho civil a la inmunidad de coacción— de la ideología liberal, que absolutiza la subjetividad. La Iglesia enseña que todos los hombres están obligados a buscar la verdad religiosa, especialmente en Dios y su Iglesia, y que esta obligación recae sobre la conciencia humana.5
«La verdad no puede imponerse sino por la virtud de su propia verdad, que penetra suavemente y con fuerza en la mente.»5
En el ámbito económico, el liberalismo de mercado ignora la dignidad del trabajo humano, reduciéndolo a mera mercancía. Pío XI y Juan Pablo II criticaron esta visión por generar desigualdades que marginan a los vulnerables.7
Rechazo del bien común y solidaridad social
El liberalismo prioriza la esfera privada sobre la pública, debilitando las mediaciones sociales como la familia y las asociaciones. Centesimus Annus explica que la naturaleza social del hombre no se agota en el Estado, sino que se realiza en grupos intermedios autónomos orientados al bien común.7
Juan Pablo II denuncia el error socialista por su colectivismo, pero también el liberalismo por su atomismo: ambos distorsionan la persona humana, convirtiéndola en engranaje de mecanismos socioeconómicos.7
Críticas al liberalismo en la doctrina social de la Iglesia
Liberalismo económico y pobreza estructural
Desde Rerum novarum (1891), la Iglesia ha condenado el liberalismo económico por su incapacidad para garantizar la justicia social. En Centesimus Annus, Juan Pablo II reitera que el Estado debe proteger especialmente a los desprotegidos, principio de solidaridad que trasciende ideologías.3
Pablo VI, en Octogesima Adveniens, advierte contra la renovación del liberalismo que idealiza la iniciativa personal olvidando su raíz filosófica: la errónea afirmación de la autonomía individual en la motivación y ejercicio de la libertad.8
Francisco, en Fratelli Tutti, critica el «doublespeak» del liberalismo económico que proclama libertad mientras excluye a muchos del acceso real a ella, impidiendo una fraternidad universal.1
«Solo cuando nuestro sistema económico y social ya no produzca ni una sola víctima, ni una sola persona descartada, podremos celebrar la fiesta de la fraternidad universal.»1
Liberalismo político y totalitarismos derivados
El liberalismo político, al desvincular la libertad de la obediencia a la verdad, fomenta un amor propio que desprecia a Dios y al prójimo, llevando a injusticias que alimentan odios e ideologías violentas.9
Juan Pablo II vincula esta desviación con las guerras del siglo XX, donde el individualismo exacerbado facilitó totalitarismos y genocidios.9
El progresismo y sus desviaciones en el ámbito católico
Progresismo ideológico versus desarrollo doctrinal
El progresismo, en su versión secular o intrínsecamente católica, representa una tentación de adaptar la fe a las modas del mundo, confundiendo evolución doctrinal con relativismo. Pío XII y Pablo VI lo asociaron al modernismo, condenado por San Pío X.
En el contexto contemporáneo, referencias al «progresismo adolescente» por parte de Francisco señalan una acomodación acrítica al mundo, que diluye la fe en lugar de evangelizar.10 Este enfoque ignora la via crucis cristiana y promueve una paz «sacarina» ajena al Evangelio.10
Peligros del adaptacionismo y el gnosticismo
Autores católicos como Tracey Rowland critican el optimismo postconciliar de dialogar con la modernidad liberal, que lleva a una «carnicería eclesiológica» por asimilación de formas de pensamiento seculares.11
Francisco rechaza propuestas gnósticas o pelagianas disfrazadas de progresismo, como el reduccionismo psicológico del Evangelio o el legalismo restauracionista.12
La Iglesia distingue el legítimo desarrollo homogéneo de la doctrina —como en Newman— del cambio heterogéneo progresista que contradice la tradición.12
Posición actual de la Iglesia y alternativas cristianas
Hoy, bajo el pontificado de León XIV, la doctrina social mantiene su rechazo a los extremos liberales y progresistas, promoviendo una «política mejor» al servicio del bien común mediante la amistad social.13
Alternativas católicas incluyen la doctrina social de la Iglesia, que integra libertad y responsabilidad, iniciativa personal y solidaridad, como en Fratelli Tutti.2
La Dignitatis Humanae ofrece un marco para la libertad civil sin concesiones ideológicas.6
Conclusión
Los errores del liberalismo y progresismo radican en su desvinculación de la verdad objetiva y la dignidad trascendente del hombre, generando desigualdades, relativismo y pérdida de sentido. La Iglesia propone una antropología cristiana que ordena la libertad al bien común, invitando a los fieles a discernir y testimoniar la fraternidad evangélica en un mundo ideologizado.13,9
Citas
Capítulo III - Un amor universal que promueve a las personas, Papa Francisco. Fratelli Tutti, § 110 (2020). ↩ ↩2 ↩3
Papa Francisco. Fratelli Tutti, § 1 (2020). ↩ ↩2
I. Características de «Rerum Novarum», Papa Juan Pablo II. Centesimus Annus, § 10 (1991). ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Sección X. Errores relacionados con el liberalismo moderno, Heinrich Joseph Dominicus Denzinger. Las fuentes del dogma católico (Enchiridion Symbolorum), § 2980 (1854). ↩
Concilio Vaticano II. Dignitatis Humanae, § 1 (1965). ↩ ↩2 ↩3
II. Hacia las «nuevas cosas» de hoy, Papa Juan Pablo II. Centesimus Annus, § 13 (1991). ↩ ↩2 ↩3
Aspiraciones fundamentales y corrientes de ideas - La ideología liberal, Papa Pablo VI. Octogésima Adveniens, § 35 (1971). ↩
II. Hacia las «nuevas cosas» de hoy, Papa Juan Pablo II. Centesimus Annus, § 17 (1991). ↩ ↩2 ↩3
Keith Lemna, David H. Delaney. Tres caminos hacia la mente teológica de Papa Francisco, § 29 (2014). ↩ ↩2 ↩3
Tracey Rowland. Cultura y la tradición tomista: después del Concilio Vaticano II, § 18 (2005). ↩
Keith Lemna, David H. Delaney. Tres caminos hacia la mente teológica de Papa Francisco, § 19 (2014). ↩ ↩2
Capítulo V - Un tipo mejor de política, Papa Francisco. Fratelli Tutti, § 154 (2020). ↩ ↩2
