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Errores sobre la revelación no completada con los apóstoles

La doctrina católica enseña de manera inequívoca que la revelación pública divina se completó con la muerte del último apóstol, constituyendo un depósito cerrado que la Iglesia custodia y explica bajo la guía del Espíritu Santo. Los errores sobre la revelación no completada con los apóstoles, principalmente asociados al modernismo condenado a principios del siglo XX, sostienen falsamente que esta revelación permanece abierta, permitiendo nuevas aportaciones doctrinales independientes de la Tradición apostólica. Este artículo examina la enseñanza magisterial, las condenas históricas, las distinciones teológicas entre revelación y desarrollo dogmático, y las implicaciones para la fe contemporánea, destacando la fidelidad de la Iglesia al depósito de la fe.

Tabla de contenido

Doctrina católica sobre la Revelación divina

Cierre de la Revelación pública

La Iglesia Católica afirma que Dios ha revelado plenamente su voluntad salvífica en Jesucristo y a través de los apóstoles, sin que quepa esperar nuevas revelaciones públicas que modifiquen o amplíen este depósito.1 Esta verdad se fundamenta en la convicción de que Cristo, como Verbo encarnado, es la culminación de la revelación: «en estos días finales nos ha hablado por medio del Hijo».2 Los apóstoles, formados directamente por Jesús y asistidos por el Espíritu Santo, transmitieron íntegramente este mensaje mediante su predicación oral, sus escritos inspirados y las instituciones eclesiales.3

Cualquier noción de revelación incompleta contradice esta certeza. La revelación pública abarca todo lo necesario para la salvación, contenido en la Sagrada Escritura y la Tradición apostólica, custodiadas por el Magisterio.4 Privadas revelaciones, como apariciones marianas aprobadas, no pertenecen a este depósito y solo sirven para confirmar la fe existente, sin obligar a la conciencia de los fieles.4

Fuentes magisteriales premodernas

Desde los primeros concilios, la Iglesia ha defendido la integridad apostólica de la revelación. El Concilio de Trento (1545-1563) declaró que el canon de la Escritura y las tradiciones recibidas de los apóstoles forman un todo indiviso, transmitido «de mano en mano» hasta nosotros.5 Siglos después, la Constitución dogmática Dei Filius (1870) reiteró que la revelación sobrenatural, ordenada a un fin sobrehumano, se cerró con los apóstoles, excluyendo adiciones posteriores.5

El Catecismo de la Iglesia Católica sintetiza esta doctrina: «Cristo el Señor, en quien se resume toda la Revelación del Dios altísimo, mandó a los apóstoles predicar el Evangelio prometido de antemano por los profetas y que él mismo cumplió en su persona y promulgó con sus labios».3 Así, la fe católica se nutre de un depósito fijo, cuya comprensión progresa pero no se altera.6

Condena de los errores modernistas

El decreto Lamentabili sane exitu (1907)

El modernismo, corriente teológica heterodoxa de finales del XIX y principios del XX, propuso ideas que socavaban los fundamentos de la fe. Entre sus errores, el número 21 del decreto de la Santa Congregación del Santo Oficio, Lamentabili sane exitu (3 de julio de 1907), condenó explícitamente: «La Revelación, que constituye el objeto de la fe católica, no se completó con los apóstoles».1 Esta proposición, atribuida a modernistas como Alfredo Loisy, negaba el cierre del depósito revelado, abriendo la puerta a una evolución doctrinal autónoma, influida por la filosofía inmanente y el historicismo.

El decreto, aprobado por el papa Pío X, listó 65 errores modernistas, agrupados en temas como la Iglesia, la Revelación, Cristo y los sacramentos. La condena del error 21 subraya que la revelación no es un proceso evolutivo continuo, sino un acto divino concluido históricamente.1

Contexto histórico y Pascendi dominici gregis

El modernismo surgió en un clima de racionalismo posilustrado y crítica bíblica protestante, donde teólogos católicos como Loisy reducían la fe a una experiencia subjetiva en perpetua adaptación. Pío X, en la encíclica Pascendi dominici gregis (1907), denunció esta «síntesis de todas las herejías» por su agnosticismo epistemológico y vitalismo inmanentista, que postulaba una revelación incompleta para justificar cambios dogmáticos.1

Estos errores pretendían que la Iglesia, como institución humana, generara nueva doctrina mediante la «evolución religiosa». La respuesta magisterial fue inmediata: juramento antimodernista (1910) y reformas en seminarios para preservar la ortodoxia.

Distinciones teológicas clave

Revelación versus desarrollo dogmático

Un malentendido común confunde revelación con el progreso en su comprensión. La primera es un hecho histórico cerrado; la segunda, un proceso vital guiado por el Espíritu Santo.6 El Concilio Vaticano II, en Dei Verbum (1965), enseña: «La Tradición que viene de los apóstoles progresa en la Iglesia con la ayuda del Espíritu Santo. Hay un crecimiento en la comprensión de las realidades y de las palabras transmitidas».6 Este desarrollo es orgánico, como el de una semilla a planta, no adición de nuevo contenido.7

Teólogos como Juan Enrique Newman distinguieron entre revelación completa y su explicitación gradual. Newman abandonó su temprana teoría anglicana de la disciplina arcani (doctrinas secretas apostólicas) por una visión de conocimiento implícito en los apóstoles, que la Iglesia desenvuelve ante herejías o necesidades pastorales.8

Conocimiento implícito en los apóstoles

Figuras como Henri de Lubac y Yves Congar, en armonía con Newman, sostienen que los apóstoles poseían la revelación de modo «global e intuitivo», no siempre explícito en fórmulas técnicas.7 Por ejemplo, el dogma de la Inmaculada Concepción estaba implícito en el depósito apostólico, pero se definió en 1854.7 Teólogos tomistas como Charles Journet afirman que este conocimiento era «inmediatamente explicitable», preconceptual pero completo.7

Contra el modernismo, esta distinción evita tanto el estatismo rígido como el evolucionismo ilimitado: la Iglesia no inventa, sino que ilumina lo ya revelado.2

Enseñanza del Magisterio posterior

Concilio Vaticano II y Lumen Gentium

Vaticano II reafirmó el cierre de la revelación: el Romano Pontífice y los obispos «no admiten como perteneciente al depósito de la fe una nueva revelación pública».4 En Lumen Gentium (25), se enfatiza que las definiciones dogmáticas expresan la Revelación transmitida íntegramente por sucesión apostólica.4

Catecismo y documentos recientes

El Catecismo de la Iglesia Católica (1992) integra esta doctrina: la revelación se realiza «por obras y palabras intrínsecamente conexas» culminando en Cristo.9 Documentos como Dialogue and Proclamation (1991) distinguen el diálogo interreligioso del depósito completo en Cristo.6

Juan Pablo II, en audiencias (1985), recordó que los apóstoles legaron a los obispos el Evangelio íntegro.10

Implicaciones para la fe católica contemporánea

Estos errores resurgen en formas sutiles: teologías de la liberación que priorizan «opción preferencial» sobre dogma, o sincretismos que diluyen la unicidad de Cristo. La respuesta católica es la fidelidad al Magisterio, que interpreta auténticamente el depósito.11

En un mundo de pluralismo, afirmar el cierre de la revelación protege la identidad católica, invitando a un desarrollo fiel: desde encíclicas papales hasta sínodos, siempre en continuidad.12

La indulgencia plenaria, regulada por el Enchiridion Indulgentiarum (1999), se basa en esta doctrina, recordando que la gracia fluye del depósito apostólico.12

Citas

  1. Los errores de los modernistas, sobre la iglesia, la revelación, Cristo, los sacramentos - Del decreto de la santa oficina, «lamentabili» 3 de julio de 1907, Heinrich Joseph Dominicus Denzinger. Las fuentes del dogma católico (Enchiridion Symbolorum), § 3421 (1854). 2 3 4

  2. Inspiración de la Biblia, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, § Inspiración de la Biblia (1913). 2

  3. Sección uno «Yo creo» – «Nosotros creemos», Catecismo de la Iglesia Católica, § 75 (1992). 2

  4. Capítulo III - Sobre la estructura jerárquica de la iglesia y, en particular, sobre el episcopado, Concilio Vaticano II. Lumen Gentium, § 25 (1964). 2 3 4

  5. Anónimo. Dei Filius—La Constitución Dogmática sobre la Fe Católica, § 7 (2022). 2

  6. B1. Diálogo interreligioso - 2. El lugar del diálogo interreligioso en la misión evangelizadora de la iglesia - Hacia la plenitud de la verdad divina, Dicasterio para el Diálogo Interreligioso. Diálogo y proclamación (1991), § 37 (1991). 2 3 4

  7. Andrew Meszaros. John Henry Newman y la tradición tomista: convergencias en la contribución a la teoría del desarrollo, § 18 (2021). 2 3 4

  8. Sobre el conocimiento implícito entre los apóstoles, Andrew Meszaros. John Henry Newman y la tradición tomista: convergencias en la contribución a la teoría del desarrollo, § 16 (2021).

  9. Sección uno «Yo creo» – «Nosotros creemos», Catecismo de la Iglesia Católica, § 53 (1992).

  10. Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 24 de abril de 1985 (1985).

  11. Introducción, Comisión Teológica Internacional. Enseñanza católica sobre la sucesión apostólica, § Introducción (1973).

  12. Constitutio apostolica indulgentiarum doctrina paulus episcopus servus servorum dei ad perpetuam rei memoriam, Papa Juan Pablo II. Enchiridion Indulgentiarum, § I. Documentum. 1 (1999). 2