Esenios

Los esenios constituyeron una de las principales sectas judías durante los siglos II a.C. y I d.C., contemporáneos de fariseos y saduceos, conocidos por su vida ascética, comunitaria y estricta observancia de la pureza ritual. Habitaban principalmente en comunidades aisladas cerca del Mar Muerto, rechazaban en gran medida el matrimonio y las posesiones individuales, y se distinguían por su devoción a un Dios único, el estudio alegórico de las Escrituras y una ética rigurosa. Aunque compartían elementos con el judaísmo ortodoxo, sus prácticas diferían notablemente del culto del Templo y del mensaje cristiano, que la tradición católica considera fundamentalmente opuesto a su rigorismo.1,2
Tabla de contenido
Origen e historia
Los esenios emergieron en el judaísmo helenístico alrededor del 150 a.C., en un contexto de tensiones religiosas y políticas en Judea bajo dominio seléucida y romano. El primer esenio nombrado en las fuentes es Judas, activo hacia el 110 a.C..1 Su nombre, según Filón de Alejandría, deriva de hosios (santo en griego), mientras que Flavio Josefo lo escribe como Essæi o Esseni. Plinio el Viejo los ubica en la orilla occidental del Mar Muerto, apartados de la costa, aunque también residían en poblaciones pequeñas y apartadas de Palestina, e incluso en algunas ciudades.1
La secta floreció hasta finales del siglo I d.C., desapareciendo probablemente con la destrucción del Templo de Jerusalén en el 70 d.C. y las revueltas judías. Su número se estima en unos cuatro mil miembros, según Filón y Josefo.1 Desde la perspectiva católica, su origen se enraíza en el judaísmo, influido posiblemente por elementos persas-babilónicos durante el exilio y helenismo alexandrino, sin que ello implique una hibridación ajena a las raíces bíblicas.1
Influencias y controversias sobre su génesis
Aunque se ha especulado con influencias budistas, parsi o pitagóricas, las fuentes católicas tradicionales atribuyen sus peculiaridades a la combinación de la Ley mosaica con prácticas ascéticas judías extremas, como las de los nazareos o recabitas, que también practicaban abstinencias y separación del mundo.1,2 San Jerónimo, en su Carta 22 a Eustojio, compara su vida comunitaria con la de los monjes cristianos primitivos, destacando similitudes superficiales en la disciplina, pero sin equipararlos.3
Organización y vida comunitaria
La sociedad esenia era comunitaria y ascética, sin propiedad privada: todos los bienes se entregaban al colectivo al ingreso. Vivían en grupos organizados, con pruebas de admisión rigurosas: un año de noviciado externo, dos de pruebas intermedias con participación parcial en ritos, y juramento final de lealtad absoluta.1
Prácticas cotidianas
Abluciones y pureza: Se lavaban frecuentemente, usando delantales en los ritos y una herramienta para cubrir excrementos, protegiendo al sol de la impureza. El contacto entre inferiores y superiores era evitado por temor a contaminación.1
Comidas rituales: Desayunaban y cenaban en silencio solemne, con oraciones antes y después. El almuerzo, preparado por sacerdotes, era un banquete sacrificial exclusivo para iniciados.1
Trabajo y estudio: Laboraban hasta la noche, memorizaban Escrituras diariamente y las explicaban alegóricamente en asambleas por antigüedad. Rechazaban la filosofía griega, centrándose en la ética.1
Ayuno y sabbat: Observaban el sábado con extrema rigidez, incluso retrasando necesidades naturales, y ayunaban todo el año, intensificando en Cuaresma.1,3
Los enfermos recibían cuidados meticulosos, y los ancianos, respeto absoluto. La esclavitud era rechazada como contraria a la naturaleza humana.1
Matrimonio y procreación
La mayoría rechazaba el matrimonio por desconfianza hacia las mujeres y deseo de paz, perpetuándose por adopción y admisión de adultos. Un grupo minoritario casado lo hacía tras tres años de prueba, solo para procrear, verificando la salud de la esposa.1
Creencias religiosas y doctrina
Adoraban a un Dios único, creador omnipotente y omnisciente, reverenciando a Moisés (blasfemarlo acarreaba muerte). Creían en un destino providencial junto al libre albedrío, pero evitaban sacrificios sangrientos en el Templo por impureza, enviando ofrendas y considerando la mente reverente el mejor holocausto.1
Visión del alma y el más allá
Sostenían la inmortalidad del alma, preexistente en éter sutil, encarcelada en el cuerpo corruptible. Tras la muerte, las almas buenas ascendían a un paraíso transoceánico sereno; las malas, a cuevas tormentosas. Algunos interpretan esto como negación de la resurrección corporal, alineándose con ideas griegas.1
Ángeles y secretos
Juraban guardar libros esotéricos y nombres de ángeles. Cultivaban obediencia, veracidad, continencia, justicia y templanza, con castigos como excomunión (letal, al rechazar comida externa). Su palabra era tan sagrada que Herodes les eximía del juramento de lealtad.1
Fuentes antiguas y descripción
Las descripciones provienen de Filón (pocos párrafos), Josefo (detallado en Guerras judías) y Plinio (breve). San Jerónimo los evoca como modelo de disciplina monástica.1,3 Estas fuentes, escasas y sesgadas, limitan el conocimiento preciso.1
Relación con el judaísmo y el cristianismo
Compartían con el judaísmo la fe monoteísta, circuncisión, sabbat y pureza levítica, pero su rechazo al Templo y secretismo los apartaban. En la tradición católica, las similitudes con el cristianismo (ascetismo, pobreza) son superficiales, derivadas de ideales universales, no de influencia directa. Jesús y sus discípulos adoptan una actitud anti-esenica: rechazan el rigorismo farisaico-esenio, enfatizan misericordia sobre legalismo, y no hay mención mesiánica en sus textos.1
Afirmaciones racionalistas de que los esenios precedieron al cristianismo o inspiraron el monacato son rechazadas: el cristianismo progresa del judaísmo, no deriva de sectas marginales. Juan Bautista y Jesús no eran esenios; tales hipótesis ignoran diferencias fundamentales.1,2
Legado e investigaciones católicas
Aunque su influencia en la vida judía fue limitada, los esenios ilustran corrientes ascéticas pre-cristianas. La Iglesia católica los ve como ejemplo de búsqueda de santidad, pero subordinado a la Revelación plena en Cristo. Estudios modernos, fieles a la tradición, subrayan la fiabilidad limitada de las fuentes.1
Citas
Esenios, La Enciclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Esenios. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13 ↩14 ↩15 ↩16 ↩17 ↩18 ↩19 ↩20 ↩21
Ascetismo, La Enciclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Ascetismo. ↩ ↩2 ↩3
Eusebio Sofronio Jerónimo (Jerónimo de Estridón o San Jerónimo). Carta 22 - A Eustoquio (Roma), § 35. ↩ ↩2 ↩3
