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Esterilidad en la Escritura

La esterilidad en la Escritura se presenta como un tema recurrente en la Biblia, especialmente en el Antiguo Testamento, donde afecta a mujeres justas y piadosas asociadas a los patriarcas. Figuras como Sara, Rebeca y Raquel experimentan esta condición no como castigo por pecados, sino como parte del misterioso designio divino, que culmina en nacimientos milagrosos mediante la oración y la intervención de Dios. Los Padres de la Iglesia, como San Juan Crisóstomo, interpretan estos episodios para resaltar la poderosa eficacia de la oración y la providencia divina, invitando a los fieles a confiar en la sabiduría de Dios ante las pruebas de la vida.1

Tabla de contenido

Contexto bíblico de la esterilidad

En las Sagradas Escrituras, la esterilidad no es un fenómeno aislado, sino un elemento narrativo que subraya la soberanía de Dios sobre la vida y la creación. A lo largo del Antiguo Testamento, se describe como una aflicción que golpea a mujeres de gran virtud, pertenecientes a linajes elegidos por Dios. Este motivo literario y teológico sirve para preparar el camino a eventos prodigiosos, como el nacimiento de hijos que forman parte de la promesa abrahámica y la descendencia mesiánica.

La esterilidad aparece vinculada a la oración ferviente, que actúa como instrumento para superar las limitaciones humanas. Dios, en su misericordia, responde a las súplicas de los justos, transformando la debilidad en testimonio de fe. Este patrón se repite en varias generaciones, destacando que la falta de descendencia no implica reproche divino, sino una oportunidad para manifestar su poder.1

Casos destacados en los patriarcas

Sara, esposa de Abraham

Sara, inicialmente llamada Sarai, representa el primer gran ejemplo de esterilidad en la historia de la salvación. Como esposa de Abraham, vivió largos años sin poder concebir, a pesar de su vida intachable y la promesa divina de una gran descendencia. La Escritura narra cómo esta condición persistió hasta una edad avanzada, lo que llevó a Abraham a interceder por ella ante Dios. El milagro del nacimiento de Isaac demuestra que nada es imposible para el Señor, quien hace fecunda a la anciana como signo de fidelidad a su pacto.1

Este episodio ilustra cómo la esterilidad, lejos de ser un obstáculo, sirve al plan divino para elegir a un pueblo numeroso. Sara, alabada en el Nuevo Testamento como modelo de obediencia (Hebreos 11:11), encarna la paciencia en la espera de la promesa.

Rebeca, esposa de Isaac

Rebeca, esposa de Isaac e hija de Betuel, experimentó esterilidad tras su matrimonio con el hijo de Abraham. La Biblia relata que Isaac oró insistentemente por su esposa, y Dios le concedió el don de la maternidad gemela: Esaú y Jacob. Este nacimiento no solo resolvió la aflicción familiar, sino que perpetuó la línea de los elegidos, con Jacob como progenitor de las doce tribus de Israel.1

La oración de Isaac destaca como un acto de confianza filial hacia Dios, superando las leyes naturales de la concepción. Rebeca, descrita como mujer de virtudes admirables y castidad ejemplar, muestra que la esterilidad no depende de faltas morales, sino de designios inescrutables.

Raquel, esposa de Jacob

Raquel, la amada esposa de Jacob y nuera de Isaac, completó esta «cadena de estériles» al sufrir la misma prueba. A pesar de su belleza y devoción, permaneció infértil mientras su hermana Lea daba a luz varios hijos. Su clamor a Dios fue atendido con el nacimiento de José y, más tarde, Benjamín, clave en la historia del pueblo elegido.1

Este caso enfatiza la igualdad en la aflicción entre mujeres justas de la misma familia, reforzando la idea de que la providencia divina opera más allá de méritos humanos evidentes. Raquel, testigo de la gracia de Dios, simboliza la esperanza en medio del dolor.

Interpretación patrística: San Juan Crisóstomo

Los Padres de la Iglesia ofrecieron profundos comentarios sobre estos relatos, integrándolos en la enseñanza sobre la oración. San Juan Crisóstomo, en su Homilía contra la publicación de los errores de los hermanos, analiza estos episodios en conexión con la potencia de la plegaria. Él observa cómo Sara, Rebeca y Raquel —todas mujeres rectas y amadas por Dios— padecieron esterilidad hasta etapas tardías de la vida, sin que ello fuera retribución por pecados.1

Crisóstomo compara estos milagros con la protección de los tres jóvenes en el horno de fuego, subrayando que la oración vence elementos naturales como el fuego o la infertilidad. Invita a no juzgar la esterilidad como maldición, sino a admirar la sabiduría divina y glorificar su amor, pues Dios actúa por razones expedientes, aunque inexplicables para nosotros. Este enfoque patrístico libera a los fieles de falsas interpretaciones moralistas y fomenta la gratitud en toda circunstancia.1

Significado teológico y espiritual

Desde una perspectiva católica, la esterilidad en la Escritura revela verdades profundas sobre la providencia divina. No se trata de un castigo, como podría sugerir una lectura superficial, sino de un medio para exaltar la intervención de Dios y la eficacia de la oración perseverante. Los patriarcas y sus esposas, declarados justos por el mismo Dios —quien se revela como «el Dios de Abraham, Isaac y Jacob» (Éxodo 3:6)—, ejemplifican que la santidad no exime de pruebas, pero asegura la victoria final.1

Este tema invita a la reflexión contemporánea: en un mundo donde la esterilidad afecta a muchas parejas piadosas, la Escritura enseña a confiar en los caminos de Dios, orar con fe y reconocer que la verdadera fecundidad radica en la obediencia al Señor. La tradición eclesial, fiel a estos textos, alienta la intercesión de santos y la esperanza en la gracia divina.

Esterilidad en el Nuevo Testamento y continuidad

Aunque el foco principal recae en el Antiguo Testamento, la esterilidad persiste como motivo en el Nuevo, como en el caso de Isabel, madre de Juan Bautista, estéril hasta la vejez (Lucas 1:7). Este paralelo mantiene la continuidad teológica, preparando el nacimiento del Precursor de Cristo mediante oración (Lucas 1:13). La tradición católica ve en estos relatos un preludio a la plenitud de la gracia en María, la «llena de gracia» sin sombra de pecado.

Aplicación en la vida cristiana

La esterilidad bíblica orienta a los católicos hacia una espiritualidad de abandono. San Juan Crisóstomo exhorta a considerar dichosos solo a los que viven en maldad, no a los estériles, y a glorificar siempre la providencia.1 En la catequesis actual, estos episodios apoyan la enseñanza sobre el matrimonio y la familia, recordando que Dios puede transformar toda limitación en bendición.

Citas

  1. Juan Crisóstomo. Homilía contra la publicación de los errores de los hermanos, § 6 (398). 2 3 4 5 6 7 8 9