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Cruz

Esterilidad sobrevenida

La esterilidad sobrevenida en el ámbito católico se refiere a la infertilidad que surge en el matrimonio después de su celebración, constituyendo un desafío profundo para las parejas. La doctrina de la Iglesia Católica reconoce el sufrimiento inherente a esta situación, pero afirma el valor pleno del vínculo conyugal independientemente de la procreación biológica. Se prohíbe cualquier forma de esterilización directa y la fecundación artificial, mientras se promueve la unión espiritual con la Cruz de Cristo, la adopción y los servicios a la vida como expresiones de fecundidad. La investigación médica lícita es alentada si respeta la dignidad humana, y el Magisterio ofrece una guía clara para transformar esta prueba en ocasión de santidad.1,2,3,4,5,6

Tabla de contenido

Definición y contexto en el matrimonio católico

La esterilidad sobrevenida designa aquella incapacidad para procrear que se manifiesta tras el inicio de la vida conyugal, distinguiéndose de la esterilidad primaria o congénita. En la tradición católica, el matrimonio se ordena por naturaleza a la procreación y educación de la descendencia, pero esta esterilidad no anula su esencia como comunión de vida y amor mutuo. La Iglesia enseña que el lazo matrimonial conserva su indisolubilidad y valor intrínseco, incluso ante la ausencia de hijos biológicos.6

Este fenómeno afecta a numerosas parejas, generando un sufrimiento profundo comparable a cruces bíblicas como las de Abraham o Raquel, quienes clamaron por descendencia ante Dios.1 No se trata de un mal absoluto, sino de una prueba que invita a la confianza en la providencia divina y a la apertura a formas alternativas de fecundidad.

Perspectiva bíblica de la esterilidad

La Sagrada Escritura presenta la esterilidad como una aflicción humana que Dios puede transformar en bendición. En el Antiguo Testamento, figuras como Abraham expresan su angustia: «¿Qué me darás, si sigo sin hijos?». De igual modo, Raquel suplica a Jacob: «Dame hijos, no sea que yo muera». Estas narraciones subrayan el anhelo natural de paternidad y maternidad, inscrito en el corazón humano.1

Sin embargo, el Evangelio revela que la esterilidad física no impide la fecundidad espiritual. La Iglesia invita a las parejas estériles a unirse a la Cruz del Señor, fuente de toda verdadera fructificación, recordando que la vida conyugal trasciende lo biológico.3

Enseñanza del Magisterio sobre el sufrimiento y el valor del matrimonio

El dolor de las parejas estériles

El Catecismo de la Iglesia Católica (CIC) dedica varios apartados a esta realidad, destacando el gran sufrimiento de quienes descubren su esterilidad. No se trata solo de una limitación física, sino de una herida emocional y espiritual que cuestiona la vocación conyugal.1,3 El documento Donum vitae de la Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF) describe esta situación como una dura prueba, llamando a la comunidad cristiana a iluminar y sostener a las parejas afectadas.4

Papa Francisco, en Amoris laetitia, afirma que el matrimonio no fue instituido únicamente para la procreación, y que incluso sin hijos retiene su carácter de comunión total de vida. La maternidad y paternidad se expresan de modos diversos, más allá de lo biológico.6

Fecundidad espiritual y servicios a la vida

Ante la esterilidad incurable tras agotar procedimientos médicos legítimos, la Iglesia propone unirse a la Cruz de Cristo. Las parejas pueden manifestar su generosidad mediante la adopción de niños abandonados o servicios exigentes a los demás, como ayuda a familias necesitadas o a niños pobres y discapacitados.3,4 Esta perspectiva transforma la esterilidad en oportunidad de fructificación espiritual, recordando que el niño es un don supremo del matrimonio, no un derecho.4

Prohibiciones éticas: esterilización y técnicas de reproducción artificial

La esterilización directa

La Iglesia condena rotundamente cualquier esterilización directa, es decir, aquella que por su naturaleza rinde estéril el aparato reproductor de modo inmediato e irreversible. La respuesta de la CDF de 1975 (Quaecumque sterilizatio) declara que esta práctica queda absolutamente prohibida, incluso con intenciones subjetivamente buenas como prevenir enfermedades derivadas del embarazo. No se justifica por el principio de totalidad ni por el bien común, pues atenta contra la dignidad de la persona al privar deliberadamente la actividad sexual de su dimensión procreativa esencial.2

Fecundación artificial

Las técnicas de fecundación in vitro o artificiales son rechazadas porque sustituyen el acto conyugal, reduciendo a los esposos a meros donantes y al niño a producto de manipulación biomédica. El Catecismo de la Iglesia Ucraniana Católica subraya que la concepción debe ser fruto del acto sexual marital, unión espiritual y corporal de los esposos.7 Donum vitae insiste en que el niño tiene derecho a nacer del amor específico de sus padres, no de intervenciones técnicas.4

Investigación médica y tratamientos permitidos

La Iglesia alienta la investigación para reducir la esterilidad humana, siempre que se ponga al servicio de la persona, sus derechos inalienables y el designio de Dios. El CIC cita Donum vitae para condicionar estos avances a la preservación de la dignidad de la procreación.5 Se permiten intervenciones que faciliten la eficacia del acto conyugal, pero no aquellas que lo reemplacen.7

Los esposos han de discernir con prudencia, agotando opciones médicas legítimas antes de aceptar la esterilidad como realidad permanente.

Espiritualidad y vocación de las parejas estériles

La esterilidad sobrevenida invita a una espiritualidad conyugal profunda. Las parejas están llamadas a ofrecer su cruz en unión con Cristo, descubriendo en ella una participación especial en el misterio pascual. La comunidad eclesial debe acompañarlas, fomentando grupos de apoyo y oración.

Esta situación reafirma que el matrimonio es vocación a la santidad mutua, donde la fecundidad se mide por el amor dado, no solo por los hijos biológicos. Ejemplos de santos estériles, como algunos esposos canonizados, ilustran cómo esta prueba forja heroísmo cristiano.

En resumen, la doctrina católica sobre la esterilidad sobrevenida equilibra el reconocimiento del dolor con la esperanza evangélica. Prohíbe intervenciones contrarias a la naturaleza humana, promueve tratamientos éticos y eleva esta cruz a medio de gracia, invitando a una fecundidad plena en el amor y el servicio. Las parejas encuentran en la fe recursos para vivir esta realidad con paz y generosidad.1,3,4,6

Citas

  1. Sección dos de los diez mandamientos, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2374 (1992). 2 3 4 5

  2. Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe. Respuestas a preguntas sobre la esterilización en hospitales católicos – Quaecumque sterilizatio, § 1 (1975). 2

  3. Sección dos de los diez mandamientos, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2379 (1992). 2 3 4 5

  4. II. Intervenciones sobre la procreación humana - 8. El sufrimiento causado por la infertilidad en el matrimonio, Congregación para la Doctrina de la Fe. Instrucción sobre el Respeto a la Vida Humana en su Origen y sobre la Dignidad de la Procreación: Respuestas a ciertas preguntas del día (1987). 2 3 4 5 6

  5. Sección dos de los diez mandamientos, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2375 (1992). 2

  6. Capítulo cinco amor hecho fructífero - Una fructificación creciente, Papa Francisco. Amoris Laetitia, § 178 (2016). 2 3 4

  7. Parte tres - La vida de la Iglesia - III. La familia cristiana como nueva creación (el cuarto, quinto, sexto y noveno mandamientos) - B. Matrimonio cristiano y la defensa de la dignidad del comienzo de la vida humana - 1. El problema de la fertilización artificial, Sínodo de la Iglesia Católica Ucraniana Griega. Catecismo de la Iglesia Católica Ucraniana: Cristo – Nuestro Pascha, § 875 (2016). 2