Evangeliario
Un Evangeliario es un libro litúrgico que contiene pasajes de los Evangelios seleccionados para ser leídos durante la Misa o en los oficios públicos de la Iglesia. Aunque el término es de origen relativamente reciente, ha sido universalmente adoptado. Estos libros son altamente venerados dentro de la liturgia católica, reflejando la preeminencia de la Palabra de Cristo en la celebración eucarística y su importancia en la historia de la salvación. A lo largo de la historia, los Evangeliarios han sido objeto de gran cuidado artístico, con textos y cubiertas ricamente ornamentados.
Tabla de contenido
Origen y Evolución del Evangeliario
La práctica de leer las Escrituras en las asambleas cristianas primitivas tiene sus raíces en la costumbre de la sinagoga, donde se leían pasajes del Antiguo Testamento1. A medida que el Canon del Nuevo Testamento fue establecido, se incluyeron extractos de este en las lecturas litúrgicas1. San Justino Mártir, en el siglo II, ya menciona que en las reuniones cristianas se leían las «Memorias de los Apóstoles» y los escritos de los Profetas1. Autores como Tertuliano y Cipriano también dan testimonio de esta práctica, y la orden del lector ya existía en Occidente en el siglo III1.
Inicialmente, la selección de los pasajes a leer probablemente recaía en el obispo presidente de la asamblea1. Con el tiempo, se fue desarrollando una lista más o menos definida de lecturas, especialmente para las festividades importantes1. Para facilitar esto, se acostumbraba a anotar en los márgenes de los manuscritos bíblicos el domingo o la festividad en que se leería un pasaje específico, y al final del manuscrito se añadía una lista de estos pasajes, conocida como Synaxarium o Capitulare1,2.
La transición de estas listas a la creación de un Evangeliario, una colección que contenía todos los pasajes evangélicos destinados a la lectura litúrgica, fue un paso natural y fácil1,2. En las iglesias del rito latino, las lecturas del Antiguo Testamento, las epístolas del Nuevo Testamento y las porciones de los Evangelios se agrupaban a menudo en un mismo libro llamado Comes, Liber comitis, Liber comicus, o Lectionarium1,2. Los Evangeliarios separados eran menos comunes en latín1. A partir del siglo X, las lecciones evangélicas, junto con las epístolas y oraciones, comenzaron a unificarse en un nuevo libro litúrgico conocido como el Misal1,2.
El término «Evangeliario» como tal no se remonta a antes del siglo XVII1. Los griegos llamaban a estas colecciones Euaggelion («Evangelio») o eklogadion tou euaggeliou («Selecciones del Evangelio»)1. La colección de lecturas de los Hechos de los Apóstoles y las Epístolas se conocía como Apostolos («Apóstol») o praxapostolos1.
Importancia Litúrgica y Teológica
La Iglesia Católica siempre ha venerado las Sagradas Escrituras de la misma manera que venera el Cuerpo de Cristo3. La centralidad de Cristo en la economía de la salvación fundamenta la preeminencia que la Iglesia reserva al Evangelio durante la celebración eucarística, convirtiéndolo en el punto culminante de la Liturgia de la Palabra3,4. En la liturgia, y especialmente en la liturgia sacramental, la proclamación de la Palabra de Dios hace que el texto escrito se convierta en palabra viva, ya que es Cristo mismo quien habla cuando la Sagrada Escritura es leída en la Iglesia5.
El Leccionario, que incluye el Evangeliario o los pasajes evangélicos, fue reformado tras el Concilio Vaticano II para ofrecer a los católicos un alimento más abundante y variado de la Biblia5. El ciclo trienal de lecturas dominicales otorga un lugar privilegiado a los Evangelios, buscando iluminar el misterio de Cristo como principio de nuestra salvación5,6. La lectura del Antiguo Testamento se elige a la luz del Evangelio, y el Salmo responsorial se inspira en la lectura que lo precede7.
La Homilía, que forma parte integral de la liturgia, tiene como fin explicar la Palabra de Dios proclamada y adaptarla al sentido actual5,8. Los editores del Leccionario evitaron asignar un «tema» fijo a cada domingo del año, prefiriendo que las lecturas anuncien el Evangelio y lleven a los fieles al conocimiento de toda la verdad, en fidelidad al misterio de Cristo6.
La preparación de las ediciones del Evangeliario se realiza con especial cuidado y decoro, dado el respeto que se tiene a las Sagradas Escrituras3. En 2000, el Papa Juan Pablo II expresó su agrado por la presentación de una edición latina del Evangeliario, que reunía las lecturas evangélicas para diversas celebraciones y fiestas, siguiendo la antigua práctica litúrgica y el Ordo lectionum Missae3,9.
Ornamentación y Valor Artístico
Desde sus inicios, los libros utilizados en la liturgia, y particularmente los manuscritos evangélicos, fueron altamente venerados1,10. Por ello, tanto el texto como la cubierta de los Evangeliarios eran a menudo ricamente ornamentados1. Desde el punto de vista artístico, la distinción entre los Evangeliarios estrictamente dichos y los manuscritos de los Evangelios es menor, ya que las iluminaciones en los Evangeliarios suelen aparecer en los pasajes designados para las grandes festividades del año1.
Estos libros costosos se distinguían por su escritura clara y cuidadosa, contribuyendo a perpetuar y propagar diversos estilos de caligrafía1. Se utilizaron unciales griegas y latinas en muchos manuscritos hasta bien entrada la Edad Media1. Ejemplos notables incluyen el Evangeliario de Rossano (c. 600), el Libro de Kells (siglos VII-IX) y el Libro de Lindisfarne (siglo VIII)1.
Los Evangeliarios valiosos eran atesorados y, cuando se usaban en los oficios, se colocaban sobre una tira de tela o un cojín1. La cubierta frontal solía estar enriquecida con la habilidad de orfebres, y a veces se incrustaban placas de marfil, similares a los dípticos, con figuras de Cristo o la Santísima Virgen1. La creación de estos códices ha demostrado un diálogo fructífero entre la Iglesia y el mundo del arte, encontrando en la Revelación y la liturgia cristiana una fuente inagotable de inspiración estética10.
Citas
Evangeliaria, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Evangeliaria. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13 ↩14 ↩15 ↩16 ↩17 ↩18 ↩19 ↩20 ↩21 ↩22
Evangelio en la liturgia, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Evangelio en la Liturgia. ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Papa Juan Pablo II. Con ocasión de la presentación del Evangeliario de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos (15 de diciembre de 2000) - Discurso, § 2 (2000). ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Capítulo III - La recta celebración de la Santa Misa - 3. Las otras partes de la Misa, Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Instrucción Redemptionis Sacramentum (19 de marzo de 2004), § 63 (2004). ↩
C. Uso de la Biblia - 1. En la liturgia, Pontificia Comisión Bíblica. La interpretación de la Biblia en la Iglesia (1993). ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Parte segunda - Ars praedicandi - V. Los domingos del tiempo ordinario, Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Directorio Homilético (29 de junio de 2014), § 140 (2015). ↩ ↩2
Parte primera - La homilía y el ámbito litúrgico - II. La interpretación de la palabra de Dios en la liturgia, Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Directorio Homilético (29 de junio de 2014), § 19 (2015). ↩
Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Instrucción Liturgicae instaurationes (5 de septiembre de 1970), § 2 (1970). ↩
Papa Juan Pablo II. Con ocasión de la presentación del Evangeliario de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos (15 de diciembre de 2000) - Discurso, § 1 (2000). ↩
Papa Juan Pablo II. Palabras con ocasión de la entrega de un precioso Evangeliario para las Iglesias de Italia (23 de marzo de 1987) - Discurso (1987). ↩ ↩2