Evangelios apócrifos

Los Evangelios apócrifos son un conjunto de escritos antiguos relacionados con la vida de Jesús, María y los apóstoles que no fueron incluidos en el canon bíblico de la Iglesia Católica. Aunque carecen de la autoridad inspirada de los cuatro Evangelios canónicos (Mateo, Marcos, Lucas y Juan), estos textos ofrecen una visión fascinante de las creencias y curiosidades religiosas de los primeros siglos cristianos. Si bien la Iglesia los considera históricamente poco fiables y a menudo teológicamente problemáticos, algunos han influido en la tradición popular, el arte cristiano y las leyendas sagradas a lo largo de la historia.
Tabla de contenido
Historia y Origen
La producción de escritos cristianos, incluidos los evangelios, fue una actividad prolífica en los primeros siglos después de Cristo1. La necesidad de documentar y transmitir las tradiciones apostólicas llevó a la creación de numerosos textos1,2. Sin embargo, no todos estos escritos fueron considerados auténticos o normativos por la Iglesia primitiva2. El término «apócrifo» (del griego apokryphos, que significa «oculto» o «secreto») se aplica a aquellos escritos que, aunque a menudo pretendían tener un origen apostólico, fueron rechazados del canon por diversas razones3.
Tanto católicos como gnósticos contribuyeron a la redacción de estas ficciones3. Los autores católicos, a veces movidos por un celo piadoso, aunque equivocado, buscaban satisfacer una curiosidad sobre los detalles no cubiertos por los evangelios canónicos3. Por ejemplo, el autor del Pseudo-Mateo expresó su motivación con la frase: «Amor Christi est cui satisfecimus» (El amor de Cristo es lo que hemos satisfecho)3. Por otro lado, los apócrifos heréticos, especialmente los de origen gnóstico, se compusieron para justificar y rastrear sus propias creencias y particularidades hasta Cristo mismo3.
La Iglesia y los Padres de la Iglesia mostraron hostilidad hacia estas narrativas, incluso aquellas de autoría ortodoxa3. No fue hasta la Edad Media, cuando su verdadero origen fue olvidado por la mayoría de los eruditos, que estas historias apócrifas comenzaron a incorporarse ampliamente en leyendas sagradas, obras de teatro de milagros, arte cristiano y poesía3.
Canon Bíblico y Criterios de Selección
La Iglesia Católica acepta y venera como inspirados 46 libros del Antiguo Testamento y 27 libros del Nuevo Testamento4. El Nuevo Testamento incluye específicamente los cuatro Evangelios según Mateo, Marcos, Lucas y Juan, que narran la vida terrenal y las enseñanzas de Cristo5.
El proceso de formación del canon del Nuevo Testamento no concluyó hasta finales del siglo II1. Durante este tiempo, la Iglesia se enfrentó al desafío de distinguir entre tradiciones auténticas y no auténticas, y entre escritos verdaderos y pseudo-apostólicos2. Los criterios para la canonicidad se basaban en la apostolicidad, es decir, la conexión con los apóstoles, ya sea por autoría directa o por la transmisión fidedigna de sus enseñanzas1,2. Otros factores incluían la coherencia doctrinal con la fe cristiana y el uso generalizado en las iglesias2.
Los evangelios apócrifos no fueron incluidos en el canon cristiano porque a menudo presentaban relatos exagerados y retratos de Jesús y sus enseñanzas que eran difíciles de reconciliar con los encontrados en los cuatro evangelios canónicos6. La Iglesia primitiva, a través de figuras como Eusebio de Cesarea y Cirilo de Jerusalén, catalogó explícitamente muchos de estos escritos como no canónicos y heréticos7,8. Cirilo de Jerusalén, por ejemplo, afirmó que «del Nuevo Testamento solo hay cuatro Evangelios, porque el resto tienen títulos falsos y son perniciosos»8.
Clasificación de los Evangelios Apócrifos
Los escritos apócrifos cristianos en general imitan los libros del Nuevo Testamento, por lo que se clasifican principalmente como Evangelios, Hechos, Epístolas y Apocalipsis3. Dentro de los evangelios apócrifos, se pueden distinguir dos grandes categorías en función de su origen y propósito:
Evangelios Apócrifos de Origen Católico
Estos textos, aunque no canónicos, fueron escritos por autores que no tenían intenciones heréticas, sino que buscaban llenar los «silencios» de los evangelios canónicos o satisfacer la curiosidad piadosa de los fieles3.
- Protoevangelio de Santiago (o Evangelio de la Infancia de Santiago): Pretende haber sido escrito por «Santiago, el hermano del Señor»3. Se basa en los evangelios canónicos, expandiéndolos con elementos legendarios e imaginativos, a veces pueriles o fantásticos3. Describe el nacimiento, la educación y el matrimonio de la Santísima Virgen María en sus primeros once capítulos, y es la fuente de varias tradiciones populares entre los fieles, indicando la veneración a María en una época muy temprana3.
Evangelios Apócrifos de Origen Herético (Principalmente Gnósticos)
Estos evangelios fueron compuestos por sectas heréticas, especialmente gnósticas, para promover sus propias doctrinas3.
Evangelio de Tomás: Conocido por muchos Padres de la Iglesia, fue utilizado por los naasenos (una secta gnóstica siria) y los maniqueos3,8. Orígenes y Eusebio lo clasificaron entre los escritos heréticos3,7. Aunque las versiones existentes pueden haber sido expurgadas por manos católicas, no lograron erradicar todos los rastros de su «contaminación» original3. Este evangelio magnifica extravagantemente el aspecto divino del niño Jesús, presentándolo como un hacedor de milagros y un prodigio intelectual, en contraste con la narrativa de la infancia de San Lucas, donde la divinidad está casi borrada3. Contiene pasajes fantásticos y ofensivos sobre las hazañas del niño Jesús, quien realiza milagros a veces por capricho infantil o por una especie de dura retribución3.
Evangelio de Pedro: Mencionado por Orígenes y Eusebio como literatura herética3,7. Se considera intermedio entre los evangelios genuinos y los apócrifos puramente legendarios, y su composición se sitúa en el primer cuarto o la mitad del siglo II3.
Evangelio de Matías: Orígenes y Eusebio lo mencionan entre la literatura herética3,7. Hipólito afirma que los gnósticos basilidianos apelaron a un «discurso secreto» comunicado por el apóstol Matías3. Los fragmentos recuperados no contienen notas heréticas marcadas, pero sí pasajes susceptibles de una interpretación heterodoxa3.
Evangelio de Felipe: Epifanio y Leoncio de Bizancio lo mencionan, y las pocas citas que quedan prueban su coloración gnóstica3.
Evangelio de Bartolomé: El llamado Decretum de Gelasio lo clasifica entre los apócrifos3. Las alusiones más tempranas a este evangelio se encuentran en las obras de San Jerónimo3.
La Postura Católica sobre los Evangelios Apócrifos
La Iglesia Católica mantiene una distinción clara entre los evangelios canónicos y los apócrifos. Los cuatro evangelios canónicos son considerados la Palabra de Dios inspirada, que ofrece una visión de fe basada en un testimonio histórico preciso y transmitido de manera totalmente fiable, a pesar de su compleja redacción y propósito catequético6.
En contraste, los evangelios apócrifos, aunque a veces ofrecen información sobre las condiciones religiosas de los siglos II y III y pueden servir como testimonios tempranos de la canonicidad de los cuatro evangelistas, son históricamente insignificantes3. La Iglesia y los Padres fueron hostiles a estas narrativas, incluso si eran de autoría ortodoxa3.
La fe católica se basa en la revelación hecha a los apóstoles y profetas, quienes escribieron los libros canónicos, y no en revelaciones a otros maestros9. La Tradición de la Iglesia, junto con la Escritura, es una fuente de revelación9. Los artículos de fe son propuestos por la Iglesia y deben ser afirmados por la fe9.
Influencia en la Espiritualidad y el Arte Cristiano
A pesar de su rechazo canónico, algunos evangelios apócrifos han ejercido una influencia considerable en la piedad popular, el arte y la literatura cristiana, especialmente durante la Edad Media3. El Protoevangelio de Santiago, por ejemplo, es la fuente de tradiciones sobre la vida de la Virgen María, como los nombres de sus padres (Joaquín y Ana) y su presentación en el Templo, que han sido ampliamente representados en el arte y son parte de la devoción mariana3.
Estas historias, aunque no inspiradas, satisfacieron la curiosidad de muchos cristianos deseosos de detalles sobre la vida de Jesús, María y José, que los evangelios canónicos no proporcionaban3. La «Aurea Sacra» (Leyenda Dorada), las obras de teatro de milagros y la poesía cristiana se nutrieron de estas narrativas, integrándolas en el imaginario popular3.
Conclusión
Los Evangelios apócrifos representan una parte significativa de la literatura cristiana primitiva, reflejando la diversidad de creencias y la intensa curiosidad sobre la figura de Jesús y los orígenes del cristianismo. Si bien la Iglesia Católica los excluye del canon bíblico por su falta de apostolicidad, coherencia doctrinal y fiabilidad histórica, su estudio es valioso para comprender el contexto religioso y cultural de los primeros siglos cristianos3. Su legado perdura en ciertas tradiciones y expresiones artísticas, aunque siempre distinguiéndolos claramente de la Palabra de Dios contenida en los cuatro Evangelios canónicos.
Citas
Denis Farkasfalvy, O.Cist. Fundamentos bíblicos para una teología de la inspiración, § 20. ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Denis Farkasfalvy, O.Cist. Fundamentos bíblicos para una teología de la inspiración, § 21. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5
Apócrifos, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Apócrifos. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13 ↩14 ↩15 ↩16 ↩17 ↩18 ↩19 ↩20 ↩21 ↩22 ↩23 ↩24 ↩25 ↩26 ↩27 ↩28 ↩29 ↩30 ↩31 ↩32 ↩33
Sección primera «creo» - «creemos», Catecismo de la Iglesia Católica, § 138. ↩
Parte primera - La fe de la Iglesia - I. Revelación de la Santísima Trinidad - C. Las Sagradas Escrituras, Sínodo de la Iglesia Greco-Católica Ucraniana. Catecismo de la Iglesia Católica Ucraniana: Cristo – Nuestra Pascua, § 40 (2016). ↩
Parte cuatro - Leyendo el Nuevo Testamento, Conferencias Episcopales Católicas de Inglaterra y Gales, y de Escocia. El Don de la Escritura, § 44 (2005). ↩ ↩2
Las divinas escrituras que son aceptadas y las que no, Eusebio de Cesarea. Historia Eclesiástica (Eusebio de Cesarea), §Libro III. Capítulo 25. 6 (325). ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Lectura catequética: Sobre los diez puntos de doctrina - De las divinas escrituras, Cirilo de Jerusalén. Lecciones Catequéticas - Lección 4, § 36 (350). ↩ ↩2 ↩3
John M. McDermott, S.J. ¿Sucedió realmente eso en el Vaticano II? Reflexiones sobre el libro reciente de John O’Malley, § 27. ↩ ↩2 ↩3