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Evangelización

La evangelización es la misión esencial de la Iglesia Católica, definida como la proclamación de la Buena Nueva de Jesucristo a toda la humanidad. No se limita a la enseñanza de una doctrina, sino que busca transformar a las personas y a la sociedad desde dentro, llevándolas a una conversión personal y a una vida renovada en Cristo. Esta misión abarca diversas actividades, desde la proclamación explícita del Evangelio hasta el testimonio de vida y la inculturación del mensaje cristiano en las diversas culturas.

Tabla de contenido

Naturaleza y Significado de la Evangelización

La evangelización constituye la misión integral de la Iglesia, siendo su identidad más profunda y la razón de su existencia1,2. El término, en su sentido amplio, se refiere a llevar la Buena Nueva a todos los estratos de la humanidad, buscando transformar a la sociedad desde dentro y hacerla nueva1,3. Esto implica la conversión de las conciencias personales y colectivas, las actividades humanas, los estilos de vida y los entornos concretos en los que viven las personas, todo ello mediante el poder divino del mensaje proclamado1,3.

En un sentido más específico, la evangelización se entiende como la proclamación clara e inequívoca del Señor Jesús1. Esta proclamación, conocida como kerygma, predicación o catequesis, ocupa un lugar tan importante que a menudo se ha vuelto sinónimo de evangelización, aunque es solo un aspecto de ella1.

La evangelización no consiste simplemente en enseñar una doctrina, sino en proclamar a Jesucristo a través de palabras y acciones, convirtiéndose en un instrumento de su presencia y acción en el mundo4. Toda persona tiene derecho a escuchar la «Buena Nueva» de Dios, quien se revela y se entrega en Cristo, para que cada uno pueda vivir plenamente su propia vocación4. Este derecho conlleva el deber correspondiente de evangelizar: «¡Ay de mí si no predico el Evangelio!» (1 Cor 9,16)4.

Fundamentos Bíblicos y Conciliares

La misión evangelizadora de la Iglesia tiene sus raíces en el mandato divino de Cristo: «Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado» (Mt 28,19-20)5. Este mandato apostólico ha impulsado la misión de la Iglesia sin interrupción desde la era apostólica6.

El Concilio Vaticano II reafirmó que la Iglesia es «por su propia naturaleza misionera» y tiene la obligación de proclamar la fe y la salvación que provienen de Cristo2. El Decreto Ad Gentes sobre la actividad misionera subraya que el propósito propio de esta actividad es la evangelización y la implantación de la Iglesia entre aquellos pueblos y grupos donde aún no ha echado raíces7.

El Papa Pablo VI, en su Exhortación Apostólica Evangelii Nuntiandi, sentó las bases de la comprensión moderna de la evangelización, declarando que la tarea de evangelizar a todas las personas constituye la misión esencial de la Iglesia, y que la evangelización es su «identidad más profunda» porque ella «existe para evangelizar»2,8.

La Nueva Evangelización

El concepto de «nueva evangelización» fue introducido por San Juan Pablo II en 1983 y ha sido un tema constante en su pontificado, así como en el de Benedicto XVI9,2,10. Lo «nuevo» de esta evangelización no es el contenido, ya que el mensaje del Evangelio y la persona de Jesucristo permanecen inmutables2. Como afirmó Juan Pablo II, «el núcleo vital de la nueva evangelización debe ser una proclamación clara e inequívoca de la persona de Jesucristo: es decir, la predicación de su nombre, su enseñanza, su vida, sus promesas y el Reino que nos ha ganado por su Misterio Pascual»2.

Lo «nuevo» reside en la situación en la que se debe predicar la verdad inmutable del Evangelio en este momento de la historia9,2. Muchas «ciudades y países cristianos» se han convertido nuevamente en «territorio de misión», necesitando una «re-evangelización»9. Se trata de naciones con antiguas raíces cristianas donde grupos enteros de bautizados han perdido el sentido vivo de la fe, o incluso ya no se consideran miembros de la Iglesia, viviendo una vida alejada de Cristo y de su Evangelio9. Este fenómeno de alejamiento de la fe es una característica singular de nuestro tiempo9.

Además, lo «nuevo» también se refiere a la ardor, métodos y expresión con los que el Evangelio debe ser difundido en este nuevo contexto9,11. Esto implica adaptar la manera de difundir el Evangelio inmutable para que se ajuste al clima cultural actual11. El Concilio Vaticano II ya había señalado que la enseñanza y la vida cristianas deben ser «adaptadas a la mentalidad y al carácter de cada cultura»9.

Los objetivos de la nueva evangelización son principalmente dos: compartir el amor de Cristo e invitar a la conversión a través de un encuentro personal con Él, y proclamar la verdad moral12. La evangelización busca ofrecer la oportunidad de un encuentro, o reencuentro, con Cristo, permitiendo que Él moldee la vida de las personas12.

Agentes de la Evangelización

La evangelización es una empresa compleja que no puede ser definida de manera parcial o fragmentaria13. Requiere la acción del Espíritu Santo, quien es el «agente principal de la evangelización»11.

Todos los fieles están llamados a participar en esta misión. San Juan Pablo II y Benedicto XVI han insistido en el papel irremplazable de los laicos en la evangelización y renovación de la sociedad12. Los obispos y sacerdotes de las tierras de misión han sido asistidos por laicos de toda condición, quienes han emprendido proyectos para que todos los hombres reconozcan la verdad del cristianismo y sientan la fuerza de la virtud cristiana14.

Los misioneros ad gentes, especialmente en los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, constituyen un modelo del compromiso misionero de la Iglesia, que siempre necesita una entrega radical y total, y esfuerzos nuevos y audaces13. La historia de la evangelización está marcada por el trabajo heroico de misioneros que sembraron la semilla de la fe, predicando con el testimonio de sus vidas, incluso hasta el martirio15,16,17,18.

Métodos y Medios de la Evangelización

La evangelización se lleva a cabo a través de una variedad de actividades1. Si bien el testimonio de vida es el método más fundamental, no es suficiente por sí solo19. La proclamación explícita del Evangelio es indispensable19. Esto incluye la enseñanza, la instrucción y la catequesis, las cuales deben estar inspiradas por el espíritu de la nueva evangelización19.

La homilía es un instrumento importante y adaptable de evangelización en la celebración de todas las liturgias19. Además, la Iglesia debe utilizar los medios modernos de comunicación social, incluyendo imágenes, para transmitir el Evangelio, considerándolos como un «púlpito moderno» para hablar a cada individuo19.

La inculturación es también un aspecto crucial, asegurando que el Evangelio sea proclamado en el lenguaje y la cultura de sus oyentes, adaptando la enseñanza y la vida cristiana a la mentalidad y el carácter de cada cultura9. La evangelización abraza las diferentes culturas para purificarlas y ennoblecirlas, y para recibir de ellas los medios para difundir y predicar el mensaje de Cristo a cada nación, comprenderlo mejor y expresarlo mejor en la liturgia y la vida diaria de los fieles cristianos13.

Historia de la Evangelización

La misión de la Iglesia ha continuado ininterrumpidamente a lo largo de la historia. La primera evangelización se centró principalmente en la región del Mediterráneo. Durante el primer milenio, las misiones desde Roma y Constantinopla llevaron el cristianismo a toda Europa y al corazón de Asia, llegando hasta la India y China6.

El final del siglo XV marcó el descubrimiento de América y el inicio de la evangelización de este vasto continente. Simultáneamente, el Evangelio llegó a las costas subsaharianas de África y a Japón6,20. El siglo XIX fue testigo de una vasta actividad misionera entre los pueblos de África, Indochina, Australia y las Islas del Pacífico6,20. La historia de la evangelización en América Latina, por ejemplo, muestra cómo los misioneros del viejo mundo llevaron el Evangelio, y cómo, a pesar de las dificultades, los pueblos nativos aceptaron a Jesucristo y su mensaje, integrándolo en sus propias vidas y culturas21,22.

Hoy en día, el mundo moderno presenta muchos «areópagos» diferentes, vastos sectores de la civilización y la cultura contemporáneas, la política y la economía. A medida que Occidente se aleja de sus raíces cristianas, se convierte en territorio de misión, adoptando la forma de estos diversos «areópagos»6.

Desafíos y Perspectivas

A pesar de los esfuerzos, la tarea de Cristo Redentor, confiada a la Iglesia, está lejos de completarse13. Existe una creciente confusión que lleva a muchos a ignorar el mandato misionero del Señor, argumentando que cualquier intento de convencer a otros en asuntos religiosos limita su libertad23. Algunos sostienen que no es necesario proclamar a Cristo a quienes no lo conocen, ni promover la incorporación a la Iglesia, ya que la salvación podría ser posible sin un conocimiento explícito de Cristo o una incorporación formal a la Iglesia23.

Sin embargo, la Iglesia insiste en que la proclamación del Evangelio y el establecimiento de nuevas iglesias entre pueblos o comunidades donde aún no existen es la primera tarea de la Iglesia24. Sin la misión ad gentes, la dimensión misionera de la Iglesia se vería privada de su significado esencial y de la actividad que la ejemplifica24.

La evangelización actual enfrenta el desafío de una «catastrófica caída» en la catequesis, donde la falta de claridad doctrinal contribuye a la indiferencia general hacia la llamada a evangelizar25. La nueva evangelización requiere no solo ideas ingeniosas, sino la interacción de una verdad concluyente en sí misma con su prueba en la vida de esa verdad, permitiendo que la evidencia de la fe ilumine el corazón humano25.

La Iglesia, consciente de su deber, sigue fomentando las misiones con cuidado y atención, rogando a sus hijos que oren y trabajen para que la palabra de Dios se difunda y sea glorificada5,24. La caridad de Cristo impulsa a los discípulos a amar y tener prudencia y paciencia en sus tratos con aquellos que están en el error o en la ignorancia con respecto a la fe5.

Conclusión

La evangelización es una vocación y gracia propia de la Iglesia, su misión esencial y su identidad más profunda. Desde los primeros tiempos hasta la actualidad, la Iglesia ha buscado llevar la Buena Nueva de Jesucristo a todas las personas y culturas, adaptando sus métodos a los desafíos de cada época. La «nueva evangelización» es una respuesta a la secularización y el alejamiento de la fe en sociedades con raíces cristianas, llamando a un renovado ardor, métodos y expresión en la proclamación del Evangelio. Impulsada por el Espíritu Santo y con la participación de todos los fieles, la Iglesia continúa su misión de invitar a un encuentro personal con Cristo, transformando vidas y construyendo el Reino de Dios en el mundo.

Citas

  1. Introducción - Evangelización, Dicasterio para el Diálogo Interreligioso. Diálogo y Proclamación (1991), § 8 (1991). 2 3 4 5 6

  2. Perry J. Cahall. El Núcleo de la Nueva Evangelización, § 3. 2 3 4 5 6 7

  3. Papa Pablo VI. Evangelii Nuntiandi, § 18 (1975). 2

  4. I. Introducción, Congregación para la Doctrina de la Fe. Nota Doctrinal sobre algunos Aspectos de la Evangelización, § 2 (2007). 2 3

  5. Concilio Vaticano II. Dignitatis Humanae, § 14 (1965). 2 3

  6. V. «Jesucristo es el mismo… Por siempre» (Heb 13:8), Papa Juan Pablo II. Tertio Millennio Adveniente, § V.57 (1994). 2 3 4 5

  7. Capítulo I - Principios de doctrina, Concilio Vaticano II. Ad Gentes, § 6 (1965).

  8. El potencial de la Universidad Católica para evangelizar*, J. Brian Benestad. El Potencial de la Universidad Católica para Evangelizar, § 1.

  9. Perry J. Cahall. El Núcleo de la Nueva Evangelización, § 4. 2 3 4 5 6 7 8

  10. William E. May. La 'Nueva' Evangelización, La Vida Moral Católica a la Luz de Veritatis Splendor, y la Familia, § 2.

  11. Agentes, Perry J. Cahall. El Núcleo de la Nueva Evangelización, § 5. 2 3

  12. Metas, Perry J. Cahall. El Núcleo de la Nueva Evangelización, § 8. 2 3

  13. Papa Juan Pablo II. A los participantes en el curso de la asamblea bienal patrocinada por la Unión Internacional de Superioras Generales (Mayo 16, 1991) - Discurso, § 3 (1991). 2 3 4

  14. Sobre la verdad, la unidad y la paz, en un espíritu de caridad - IV - Acción Católica, Papa Juan XXIII. Ad Petri Cathedram, § 117 (1959).

  15. Papa Juan Pablo II. A los Obispos de la Conferencia Episcopal del Pacífico en su visita «Ad Limina» (Diciembre 5, 1998) - Discurso, § 2 (1998).

  16. Papa Juan Pablo II. A los Obispos de la zona del Pacífico en su visita ad Limina (Febrero 13, 1984) - Discurso (1984).

  17. Papa Juan Pablo II. 7 Mayo 1984, Misa por las vocaciones en Port Moresby, § 2 (1984).

  18. Papa Juan Pablo II. 9 Mayo 1984, Misa en honor de la Santísima Virgen María, § 2 (1984).

  19. Perry J. Cahall. El Núcleo de la Nueva Evangelización, § 14. 2 3 4 5

  20. Capítulo II - La Iglesia en África - I. Breve historia de la evangelización del continente, Papa Juan Pablo II. Ecclesia in Africa, § 30 (1995). 2

  21. Papa Juan Pablo II. Audiencia General de 14 Febrero 1979 (1979).

  22. Papa Juan Pablo II. A los Obispos brasileños de las provincias eclesiásticas de Rio de Janeiro y Niterói en su visita ad Limina (Abril 1, 1995) - Discurso, § 4 (1995).

  23. I. Introducción, Congregación para la Doctrina de la Fe. Nota Doctrinal sobre algunos Aspectos de la Evangelización, § 3 (2007). 2

  24. Matthew Ramage. Extra Ecclesiam Nulla Salus y la Sustancia de la Doctrina Católica: Hacia una Realización de la «Hermeneútica de la Reforma» de Benedicto XVI, § 35. 2 3

  25. Ralph Martin. La Crisis Sacramental Post-Cristiandad: La Sabiduría de Tomás de Aquino, § 5. 2