Falsos profetas

Los falsos profetas son figuras que, a lo largo de la historia bíblica y eclesiástica, han pretendido hablar en nombre de Dios sin haber sido enviados por Él, o han difundido doctrinas contrarias a la verdad revelada. Su aparición es una advertencia constante en las Escrituras, desde el Antiguo Testamento hasta los escritos apostólicos, y la Iglesia Católica ha mantenido una vigilancia continua contra sus engaños. Estos individuos se caracterizan por desviar a los fieles a través de promesas vacías, falsas visiones, o enseñanzas que contradicen la fe auténtica, poniendo en riesgo la salvación de las almas.
Tabla de contenido
Definición Bíblica y Advertencias en el Antiguo Testamento
La figura del falso profeta es una preocupación recurrente en el Antiguo Testamento, donde se establecen criterios claros para discernir entre un profeta genuino y uno fraudulento1. Un profeta verdadero es aquel a quien Dios ha puesto sus palabras en la boca, y cuyas profecías se cumplen1. En contraste, un falso profeta es aquel que habla en nombre de otros dioses o que se atreve a pronunciar una palabra en nombre de Dios que Él no ha mandado1. La consecuencia para tales profetas era la muerte1.
El libro del Deuteronomio advierte explícitamente contra la consulta a adivinos y sortílegos, prácticas que son abominables para el Señor1. En lugar de estas prácticas, Dios prometió levantar un profeta «como Moisés» de entre su propio pueblo, a quien debían escuchar1. La prueba definitiva para reconocer si una palabra no ha sido dicha por el Señor es si la profecía no se cumple1.
Profetas como Jeremías y Ezequiel denunciaron vigorosamente a los falsos profetas de su tiempo. Jeremías lamentó que tanto profetas como sacerdotes eran impíos, y que la impiedad se había extendido por toda la tierra desde los profetas de Jerusalén2. Advirtió al pueblo que no escuchara a los profetas que les hablaban, pues estos les engañaban con visiones de su propia imaginación y no de la boca del Señor2. Ezequiel, por su parte, condenó a los profetas «insensatos que siguen su propio espíritu y no han visto nada»3. Comparó a estos profetas con chacales entre ruinas, que no reparan la brecha en el muro de Israel, sino que «untan con cal» las construcciones defectuosas, prometiendo paz donde no hay paz3. Dios mismo declaró que estaba en contra de aquellos que veían visiones falsas y proferían adivinaciones mentirosas, prometiendo que no estarían en el consejo de su pueblo3.
Los Falsos Profetas en el Nuevo Testamento y la Iglesia Primitiva
El Nuevo Testamento continúa las advertencias sobre los falsos profetas, destacando su naturaleza engañosa y el peligro que representan para la comunidad de creyentes. Jesús mismo advirtió: «Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces» (Mateo 7:15)4,5. También predijo que «se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y harán señales y prodigios para engañar, si fuera posible, aun a los elegidos» (Marcos 13:22)4.
Los apóstoles también hicieron eco de estas advertencias. San Juan exhorta a los creyentes a «no creer a todo espíritu, sino a probar los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido al mundo» (1 Juan 4:1)6. San Pedro señaló que, así como hubo falsos profetas entre el pueblo de Israel, también habría «falsos maestros» entre los cristianos que introducirían herejías destructoras4.
En los primeros siglos de la Iglesia, la preocupación por los falsos profetas era palpable. La Didaché (enseñanza de los doce apóstoles), un texto cristiano primitivo, ofrece criterios prácticos para distinguir a los verdaderos profetas de los falsos. Establece que un apóstol que permanece más de dos días o que pide dinero es un falso profeta7. También advierte que no todo el que habla en el Espíritu es profeta, sino solo si «mantiene los caminos del Señor», y que un profeta que enseña la verdad pero no la practica es un falso profeta7.
San Justino Mártir, alrededor del año 150 d.C., afirmó que los dones proféticos permanecían en la Iglesia, y que así como hubo falsos profetas en la nación judía, ahora había muchos falsos maestros entre los cristianos8,4. Eusebio de Cesarea relata cómo algunos en el siglo III se indignaron con Montano, un líder de un movimiento profético, reprendiéndolo como poseído por un demonio y un espíritu engañoso, recordando la advertencia del Señor contra los falsos profetas9. San Cipriano de Cartago también citó a Jeremías para condenar a aquellos que desvían al pueblo de Dios, prometiendo paz donde no la hay y abandonando la fuente de agua viva10.
Características y Peligros de los Falsos Profetas
Los falsos profetas, a lo largo de la historia, han compartido ciertas características y han representado peligros específicos para la fe:
Engaño y mentira: Hablan visiones de su propia mente, no de Dios2. Proclaman falsedades y adivinaciones mentirosas3.
Motivaciones mundanas: A menudo buscan «ganancia, poder, fama, reconocimiento social u otro interés personal»11. La Didaché los identifica por pedir dinero7.
Doctrinas erróneas: Enseñan «diversas maneras y doctrinas de perdición»12. Difunden «doctrinas impías, blasfemas e inmundas»8. Pueden llevar a errores doctrinales o a una simplificación excesiva del mensaje evangélico11.
Falsa paz y seguridad: Engañan al pueblo diciendo «Paz», cuando no hay paz3.
Desaliento de los justos y aliento de los impíos: Desalientan falsamente a los justos y animan a los malvados a no apartarse de su camino3.
Manifestaciones engañosas: A veces se presentan con «aparentes carismas de inspiración profética y apocalíptica», incluso disfrazándose como «ángeles de luz»6. Pueden realizar «señales y prodigios» para seducir4.
Control y abuso: Pueden usar fenómenos supuestamente sobrenaturales «como medio o pretexto para ejercer control sobre las personas o cometer abusos»11.
Secularismo y mesianismo terrenal: La decepción del Anticristo ya se manifiesta cuando se busca realizar la esperanza mesiánica dentro de la historia, en lugar de más allá de ella, en el juicio escatológico. La Iglesia ha rechazado el milenarismo y el mesianismo secular como falsificaciones del reino venidero13.
Apostasía: La «suprema decepción religiosa» es la del Anticristo, un «pseudomesianismo» que glorifica al hombre en lugar de a Dios, llevando a la apostasía de la verdad14.
El Papa Francisco advierte que los falsos profetas, como el diablo, «venden cosas que no tienen valor real» y «roban a las personas lo más precioso: la dignidad, la libertad y la capacidad de amar»15. Apelan a la vanidad y la confianza en las apariencias, haciendo que las personas caigan en sus mentiras15.
El Discernimiento en la Tradición Católica Moderna
La Iglesia Católica, consciente de la persistencia de los falsos profetas y las «revelaciones» engañosas, ha desarrollado un sistema de discernimiento.
La Revelación Definitiva de Cristo
El Catecismo de la Iglesia Católica (CCC) enseña que la fe cristiana no puede aceptar «revelaciones» que pretendan superar o corregir la Revelación definitiva de Cristo16. Las llamadas «revelaciones privadas», aunque algunas han sido reconocidas por la Iglesia, no forman parte del depósito de la fe y su función no es mejorar o completar la Revelación de Cristo, sino ayudar a vivirla más plenamente en un período histórico determinado16.
Rechazo de la Adivinación y la Magia
Todas las formas de adivinación son rechazadas por la Iglesia, incluyendo el recurso a Satanás o a los demonios, la evocación de los muertos, la consulta de horóscopos, la astrología, la lectura de manos, la interpretación de presagios, la clarividencia y el recurso a médiums17. Estas prácticas ocultan un deseo de poder sobre el tiempo, la historia y otras personas, y contradicen el honor y el respeto debidos solo a Dios17.
Asimismo, las prácticas de magia o hechicería, que intentan dominar poderes ocultos para ponerlos al servicio propio o tener poder sobrenatural sobre otros, son gravemente contrarias a la virtud de la religión18. Esto es aún más condenable si se busca dañar a alguien o se recurre a la intervención de demonios18. El espiritismo a menudo implica adivinación o prácticas mágicas, y la Iglesia advierte a los fieles contra ello18.
Desde el siglo XIX, la Santa Sede ha condenado el «magnetismo» y el «clarividentismo» cuando se utilizan para adivinar o predecir el futuro, considerándolos «engaño del todo ilícito y herético, y escándalo contra la honestidad de las costumbres»19,20.
Criterios de Discernimiento
El Magisterio de la Iglesia, guiado por el sensus fidelium, discierne y acoge en las revelaciones privadas lo que constituye una auténtica llamada de Cristo o de los santos16. El Espíritu Santo protege al cristiano del error, ayudándole a discernir lo genuino de lo espurio6.
Recientemente, el Dicasterio para la Doctrina de la Fe ha actualizado las «Normas para proceder en el discernimiento de presuntos fenómenos sobrenaturales», reconociendo la necesidad de procedimientos claros ante eventos que pueden ser perjudiciales para los fieles11. Estos incluyen la posibilidad de errores doctrinales, la simplificación del mensaje evangélico, la difusión de una mentalidad sectaria, o el engaño resultante de la imaginación, el deseo de novedad o la tendencia a fabricar falsedades11.
En resumen, la Iglesia advierte contra cualquier enseñanza o práctica que:
Contradiga la Revelación definitiva de Cristo16.
Busque conocimiento del futuro o poderes ocultos a través de medios que inviten la asistencia demoníaca21.
Promueva una glorificación del hombre en lugar de Dios14.
Genere «beneficios, poder, fama, reconocimiento social u otros intereses personales»11.
Conduzca a abusos o control sobre las personas11.
El cristiano debe mantener una actitud de confianza en la Providencia de Dios respecto al futuro, evitando la curiosidad malsana22.
Conclusión
La presencia de falsos profetas es una realidad constante en la historia de la salvación, desde los tiempos bíblicos hasta la actualidad. La Iglesia Católica, basándose en las claras advertencias de las Escrituras y la tradición, ha desarrollado un discernimiento riguroso para proteger a los fieles de sus engaños. La clave para identificar a un falso profeta radica en la fidelidad a la Revelación de Cristo, la ausencia de motivaciones mundanas, la coherencia doctrinal y la manifestación de frutos espirituales genuinos. Los fieles son llamados a la vigilancia y al discernimiento, guiados por el Magisterio de la Iglesia y el Espíritu Santo, para no ser desviados por aquellos que, con apariencia de piedad, buscan desviar de la verdad y de la salvación.
Citas
La Nueva Versión Estándar Revisada, Edición Católica (NRSV-CE). La Santa Biblia, §Deuteronomio 18. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7
La Nueva Versión Estándar Revisada, Edición Católica (NRSV-CE). La Santa Biblia, §Jeremías 23. ↩ ↩2 ↩3
La Nueva Versión Estándar Revisada, Edición Católica (NRSV-CE). La Santa Biblia, §Ezequiel 13. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6
Impostores, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, § Impostores. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5
Epístola a Hero, un diácono de Antioquía - Capítulo 2. Advertencias contra los falsos maestros, Ignacio de Antioquía. Epístolas Espurias de San Ignacio de Antioquía, §Epístola a Hero, un Diácono de Antioquía Capítulo 2 (100). ↩
Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 24 de abril de 1991 (1991). ↩ ↩2 ↩3
Capítulo 11. Sobre los maestros, apóstoles y profetas, Anónimo. Didaché (La Enseñanza del Señor por medio de los Doce Apóstoles a las Naciones), §Capítulo 11 (100). ↩ ↩2 ↩3
Capítulos 69-88 - Capítulo 82. Los dones proféticos de los judíos fueron transferidos a los cristianos, Justino Mártir. Diálogo con Trifón, § 82 (167). ↩ ↩2
Las circunstancias relacionadas con Montano y sus falsos profetas, Eusebio de Cesarea. Historia Eclesiástica (Eusebio de Cesarea), §Libro V. Capítulo 16. 8 (325). ↩
Sobre la unidad de la Iglesia, Cipriano de Cartago. Los Tratados de Cipriano - Tratado I, § 11 (251). ↩
Presentación - Escuchar al Espíritu que obra en el pueblo fiel de Dios - Prefacio, Dicasterio para la Doctrina de la Fe. Normas para Proceder en el Discernimiento de Presuntos Fenómenos Sobrenaturales, §Presentación (2024). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7
Autor Desconocido. El Apocalipsis de Pedro, § 1 (130). ↩
I. Vendrá de nuevo en gloria, Catecismo de la Iglesia Católica, § 676 (1992). ↩
I. Vendrá de nuevo en gloria, Catecismo de la Iglesia Católica, § 675 (1992). ↩ ↩2
Falsos profetas, Papa Francisco. Mensaje de Su Santidad el Papa Francisco para la Cuaresma de 2018 (2018). ↩ ↩2
III. Cristo Jesús -- «mediador y plenitud de toda la revelación», Catecismo de la Iglesia Católica, § 67 (1992). ↩ ↩2 ↩3 ↩4
III. «no tendrás otros dioses delante de mí», Catecismo de la Iglesia Católica, § 2116 (1992). ↩ ↩2
III. «no tendrás otros dioses delante de mí», Catecismo de la Iglesia Católica, § 2117 (1992). ↩ ↩2 ↩3
El abuso del magnetismo - De la encíclica del Santo Oficio, 4 de agosto de 1856, Heinrich Joseph Dominicus Denzinger. Las Fuentes del Dogma Católico (Enchiridion Symbolorum), § 2825 (1854). ↩
B2) declaraciones y prácticas presentes en este caso específico, Dicasterio para la Doctrina de la Fe. La tierra no está separada del cielo. Carta al Obispo de Trivento (Italia) con respecto a presuntos fenómenos sobrenaturales relacionados con el Monte S. Onofrio (25 de julio de 2025), § 7. ↩
Joseph Pilsner, C.S.B. Tipos de Acciones Humanas en Aquino Determinadas Tanto por Objeto como por Fin, § 38. ↩
III. «no tendrás otros dioses delante de mí», Catecismo de la Iglesia Católica, § 2115 (1992). ↩