Filioque

El Filioque es una fórmula teológica de gran importancia dogmática e histórica en el cristianismo, que afirma que el Espíritu Santo procede del Padre «y del Hijo». Esta adición al Credo Niceno-Constantinopolitano ha sido un punto central de controversia entre las Iglesias Católica y Ortodoxa, contribuyendo significativamente al Cisma de Oriente. Si bien la Iglesia Católica lo considera un dogma que expresa la consubstancialidad del Padre y del Hijo, las Iglesias Ortodoxas lo rechazan tanto doctrinalmente como por su inserción unilateral en el Credo por parte de Occidente.
Significado Dogmático del Filioque
La doctrina del Filioque sostiene que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo como de un único principio1,2,3,4. Esta enseñanza se opone a la idea de que el Espíritu Santo procede solo del Padre1. La tradición occidental enfatiza la comunión consubstancial entre el Padre y el Hijo al afirmar que el Espíritu procede de ambos5.
El Catecismo de la Iglesia Católica explica que el Padre es el «principio sin principio» y la primera fuente del Espíritu. Sin embargo, como Padre del Hijo unigénito, Él es, junto con el Hijo, el único principio del cual procede el Espíritu Santo5,4. Esta formulación subraya la unidad de la procesión del Espíritu Santo, evitando la noción de dos principios separados3.
San Agustín fue una figura clave en el desarrollo de la teología del Filioque en Occidente. Él afirmó que el Hijo participa en la procesión del Espíritu, y que el Espíritu procede del Padre principaliter (como principio y origen) «y del Hijo» (Filioque) «como de un solo principio» (tamquam ex uno principio)6. La teología del Espíritu como amor recíproco entre el Padre y el Hijo también fue desarrollada por autores latinos como Mario Victorino y San Hilario de Poitiers6.
Santo Tomás de Aquino argumentó que el Filioque está presente en las Escrituras no literalmente, sino en su sentido, basándose en pasajes como Juan 16:15 («Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que [el Espíritu] tomará de lo mío y os lo anunciará»)7. Aquino sostiene que el Hijo recibe todo del Padre, incluyendo la capacidad de espirar el Espíritu Santo. Para Aquino, la distinción de las personas divinas reside en las relaciones de oposición, y si el Espíritu no procediera del Hijo, no habría oposición relativa entre ellos, lo que impediría su distinción7,8. Así, el Padre y el Hijo son un único principio del Espíritu, aunque sigan siendo dos personas distintas7,2,3.
La Iglesia Católica ha declarado la doctrina del Filioque como dogma de fe en varios concilios ecuménicos, incluyendo el Cuarto Concilio de Letrán (1215), el Segundo Concilio de Lyon (1274) y el Concilio de Florencia (1438-1445)1,2,3. En Florencia, se definió que el Espíritu Santo es eternamente del Padre y del Hijo, y tiene su esencia y su ser subsistente de ambos, procediendo eternamente de ambos como de un solo principio y una sola espiración2,3,4. Este concilio también aclaró que la expresión griega «dia tou hyiou» («por el Hijo») es equivalente a la fórmula «Filioque», entendiendo que el Hijo es causa o principio de la subsistencia del Espíritu Santo6,3.
La misión del Espíritu Santo, enviado por el Padre en nombre del Hijo (Jn 14,26) y por el Hijo «del Padre» (Jn 15,26), revela que, junto con ellos, el Espíritu es el mismo y único Dios9. Creer en el Espíritu Santo es profesar que es una de las personas de la Santísima Trinidad, consubstancial con el Padre y el Hijo: «con el Padre y el Hijo es adorado y glorificado»10.
Importancia Histórica y Controversia
La adición del Filioque al Credo Niceno-Constantinopolitano ha sido una de las principales causas del cisma entre las Iglesias de Oriente y Occidente1. El Credo original de Constantinopla (381) afirmaba que el Espíritu Santo «procede del Padre»11. El Concilio de Éfeso (431) y el de Calcedonia (451) prohibieron la composición o introducción de cualquier otro credo6. Sin embargo, estas prohibiciones se referían a la creación de una fe diferente, no a la explicación o clarificación de la misma fe1,7.
Orígenes de la Inserción en Occidente
La fórmula Filioque se encuentra en varios credos antiguos, incluyendo el atribuido falsamente a San Atanasio6. Su inserción en el Credo Niceno-Constantinopolitano se documenta por primera vez en el Tercer Sínodo de Toledo (589) en España, tras la conversión de los visigodos del arrianismo6,1. En el siglo IX, en el imperio de Carlomagno, el Filioque comenzó a cantarse en la capilla imperial de Aquisgrán6.
Cuando monjes occidentales cantaron el Credo con el Filioque en el Monte de los Olivos en 807, los monjes orientales se escandalizaron6. El Papa León III (795-816), aunque convencido de la verdad doctrinal del Filioque, se negó a añadirlo al Credo para evitar conflictos, e incluso mandó inscribir el Credo sin el Filioque en griego y latín en láminas de plata en la tumba de San Pedro6.
A pesar de la reticencia papal inicial, la práctica de incluir el Filioque se mantuvo en Occidente y, a mediados del siglo XI, se había afianzado en Roma. La mayoría de los estudiosos atribuyen su introducción oficial en Roma al reinado del Papa Benedicto VIII (1014-1024), por imposición del emperador Enrique II6,1.
El Cisma y el Filioque
La controversia sobre el Filioque se intensificó en el siglo IX con el Patriarca Focio de Constantinopla (c. 800-890), quien lo consideró una herejía que introducía dos principios en la Trinidad, en oposición a la doctrina tradicional oriental de que el Espíritu procede «solo del Padre» (Patri solo)6,1.
Los intentos de unión entre Oriente y Occidente en concilios como el de Lyon II (1274) y Florencia (1438-1445) abordaron la cuestión del Filioque. En Florencia, los delegados griegos aceptaron la doctrina católica de la doble procesión del Espíritu Santo del Padre y del Hijo como de un solo principio y una sola causa12,2,3. Sin embargo, a pesar de los acuerdos conciliares, la mayoría del pueblo griego no aceptó esta unión, y la brecha entre las Iglesias se mantuvo1.
La prohibición conciliar de «otro credo» por parte de Éfeso (431) y Calcedonia (451) fue un argumento utilizado por los ortodoxos para rechazar la adición del Filioque. No obstante, la Iglesia Católica ha sostenido que los concilios no prohibieron explicar la misma fe de manera más clara, y que los decretos conciliares afectaban a transgresores individuales, no a la Iglesia como cuerpo1,7.
Perspectivas Ecuménicas Actuales
Actualmente, el Filioque sigue siendo un punto de desacuerdo con las Iglesias Ortodoxas13. Sin embargo, ha habido esfuerzos ecuménicos para comprender mejor las diferencias. La tradición oriental enfatiza el carácter del Padre como origen primero del Espíritu, afirmando que «procede del Padre» y que viene del Padre «a través del Hijo» (dia tou hyiou)5,6. La tradición occidental, por su parte, expresa la comunión consubstancial entre el Padre y el Hijo al decir que el Espíritu procede «del Padre y del Hijo» (Filioque), lo que se considera legítimo y con buena razón5.
El Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos en 1995 reconoció que el verbo griego ekporeuesthai (usado en el Credo) significa proceder de una fuente original (solo el Padre), mientras que proïenai (equivalente al latín procedere) se refiere a la procesión en un sentido más general, que incluiría al Padre y al Hijo6,7. Esto sugiere una posible reconciliación al decir que el Espíritu ekporeuetai solo del Padre, pero proeisi del Padre y del Hijo7.
Algunos teólogos ortodoxos, como Sergei Bulgakov, no consideraron el Filioque una herejía, sino un theologoumenon (una opinión teológica legítima) y un problema canónico debido a su introducción unilateral6. Otros, influenciados por Gregorio de Chipre, distinguen entre un Filioque según la hipóstasis (que rechazan) y un Filioque según las energías divinas (que adoptan)6. El diálogo ecuménico busca enriquecer la teología trinitaria a través de la comprensión mutua de estas tradiciones6.
Conclusión
El Filioque es un elemento fundamental de la teología trinitaria católica, que subraya la unidad de esencia y la consubstancialidad del Padre y del Hijo en la procesión del Espíritu Santo. Aunque su inserción en el Credo ha sido una fuente histórica de división con las Iglesias Ortodoxas, los esfuerzos ecuménicos contemporáneos buscan una comprensión más profunda de las diferentes expresiones teológicas, reconociendo la legitimidad de ambas tradiciones en la confesión del mismo misterio divino.
Citas
Filioque, The Encyclopedia Press. Enciclopedia católica, §Filioque. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10
Eugenio IV 1431-1447: Concilio de Florencia 1438-1445 - Ecuménico XVII (unión con los griegos, armenios, jacobitas) - Decreto para los griegos - De la bula «laetentur coeli,» 6 de julio de 1439, Heinrich Joseph Dominicus Denzinger. Las Fuentes del Dogma Católico (Enchiridion Symbolorum), § 1300 (1854). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5
Sesión 6—6 de julio de 1439, Florencia (Basilea-Ferrara-Florencia). Concilio Ecuménico de Florencia (1438-1445), §Sesión 6 (1445). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7
Párrafo 2. El Padre, Catecismo de la Iglesia Católica, § 246 (1992). ↩ ↩2 ↩3
Párrafo 2. El Padre, Catecismo de la Iglesia Católica, § 248 (1992). ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Filioque, Edward G. Farrugia. Diccionario enciclopédico del Oriente cristiano, §Filioque (2015). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13 ↩14 ↩15 ↩16
Matthew Levering, John Baptist Kuu, et al. Reseñas de libros (Nova et Vetera, Vol. 18, N.º 1), § 4. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7
Párrafo 2. El Padre, Catecismo de la Iglesia Católica, § 255 (1992). ↩
Párrafo 2. El Padre, Catecismo de la Iglesia Católica, § 263 (1992). ↩
Capítulo tres Creo en el Espíritu Santo, Catecismo de la Iglesia Católica, § 685 (1992). ↩
Párrafo 2. El Padre, Catecismo de la Iglesia Católica, § 245 (1992). ↩
El concilio de Florencia, The Encyclopedia Press. Enciclopedia católica, §El Concilio de Florencia. ↩
Párrafo 2. El Padre, Catecismo de la Iglesia Católica, § 247 (1992). ↩