Fin de los tiempos
La escatología católica, comúnmente conocida como la doctrina del «Fin de los Tiempos», abarca las enseñanzas de la Iglesia sobre las realidades últimas para la humanidad y el cosmos. Esta doctrina se centra en el destino individual de cada persona después de la muerte y en la consumación final de la historia de la salvación con la segunda venida de Cristo. A lo largo de la historia cristiana, la promesa bíblica del Segundo Advenimiento de Cristo, la resurrección de los muertos, el Juicio Final y la llegada de la Jerusalén celestial han guiado la comprensión de las acciones humanas y los tiempos vividos1. Aunque la escatología proyecta las preocupaciones, prioridades, miedos y esperanzas del presente en la eternidad, no es meramente un producto de las circunstancias sociales y políticas, sino que a menudo las ha influido1. La teología católica ofrece una visión clara y coherente de estos eventos, proporcionando un marco para la esperanza cristiana y la comprensión del plan divino2.
Tabla de contenido
La Escatología en la Teología Católica
La escatología (del griego eschata, «las últimas cosas») se refiere a la doctrina sobre el destino último del hombre, tanto individual como colectivo, incluyendo el juicio, el paraíso, el infierno, el purgatorio y el estado intermedio entre la muerte y la resurrección3. El verdadero tema de la escatología es Jesucristo, quien murió y resucitó para nuestra salvación, para que Dios sea «todo en todos» (1 Cor 15:28)3.
Desde los primeros tiempos del cristianismo, la Iglesia ha vivido su fe en Cristo con una ferviente expectativa de la Segunda Venida3. Esta esperanza se manifestaba en la liturgia, la predicación y los escritos, con la aclamación Maranatha («¡Ven, Señor!» o «El Señor viene») siendo una expresión común en las celebraciones y oraciones de las primeras comunidades cristianas4,3.
Dimensiones de la Escatología
La escatología posee una doble dimensión:
Dimensión moral: Todas las acciones humanas son vistas bajo la perspectiva de un juicio omnisciente venidero, donde Dios pesará todas las obras y juzgará a todas las personas equitativamente, sin importar las desigualdades o engaños actuales1.
Dimensión histórica: Todos los eventos se ordenan dentro de un drama divino que conduce a través de la angustia al triunfo. El sufrimiento, la humillación y la persecución son considerados como los dolores de parto del reino mesiánico, según lo profetizado en la Biblia1.
A pesar de la importancia de la escatología, un enfoque excesivo en ella puede limitar la comprensión de que la plenitud del tiempo ya ha llegado con Cristo, y que ya somos hijos de Dios, aunque aún no se haya manifestado lo que seremos (cf. 1 Jn 3:2)5. La conexión entre la protología (doctrina de los orígenes) y la escatología recibe su sentido definitivo de la Cristología5.
El Fin de la Vida Individual
La escatología individual se refiere a lo que le sucede a cada persona al final de su vida terrenal.
La Muerte
La muerte, la separación del alma y el cuerpo, es presentada en la enseñanza católica bajo varios aspectos2:
Consecuencia del pecado original: Es la consecuencia y la pena del pecado de Adán (Génesis 2:17; Romanos 5:12)2.
Fin del período de prueba: La muerte es el evento que decide el destino eterno del hombre (2 Corintios 5:10; Juan 9:4; Lucas 12:40; 16:19ss)2.
Universalidad: La muerte es universal, aunque existe cierta duda sobre su universalidad absoluta para aquellos que vivan al final del mundo, debido a pasajes como 1 Tesalonicenses 4:14ss y 1 Corintios 15:512.
El día de la muerte no solo marca el fin de la vida terrenal de cada persona, sino que también abre la dimensión de la eternidad. En ese día, el Señor vendrá como Redentor y Juez para cada individuo6.
El Juicio Particular
La doctrina católica enseña que se produce un juicio particular de cada alma en el momento de la muerte2. Este juicio está implícito en muchos pasajes del Nuevo Testamento (Lucas 16:22ss; 23:43; Hechos 1:25) y en la enseñanza del Concilio de Florencia2.
El juicio particular es un cumplimiento único y personal del plan de providencia de Dios para cada uno7. La verdad de la vida de cada persona se dará a conocer con perfecta claridad. Si uno ha sido conformado a la justicia mediante la fe y la caridad en Cristo, será juzgado con «el juicio de recompensa y aprobación» y pasará a la bienaventuranza a través de Cristo, la Puerta de la Verdad7.
Purgatorio, Cielo e Infierno
Después del juicio particular, el alma entra en uno de tres estados:
Purgatorio: Un estado de purificación para aquellos que mueren en gracia de Dios pero aún necesitan ser purificados antes de entrar en la gloria del Cielo8,2,3. La catequesis sobre las últimas cosas debe impartirse de tal manera que se vea toda la verdad, sin minimizar la grave responsabilidad de cada uno con respecto a su destino futuro, incluyendo las penas expiatorias del Purgatorio8.
Cielo: La plena y definitiva comunión con Dios4. Es la bienaventuranza eterna donde los justos gozan de la visión de Dios tal como es8.
Infierno: La triste y lamentable realidad de la muerte eterna para aquellos que rechazan persistentemente a Dios hasta el final8,7.
El Fin de los Tiempos y la Segunda Venida de Cristo
La escatología colectiva o universal se refiere a los eventos que marcan la consumación de la historia humana.
La Segunda Venida de Cristo (Parusía)
La parusía, o segunda venida gloriosa de Cristo, es el evento central de la escatología9. En este momento, Cristo vendrá con poder como Juez de vivos y muertos para poner fin a la historia y entregar a su pueblo al Padre, para que «Dios sea todo en todos» (1 Cor 15:24-28)8.
Nadie conoce el día ni la hora de este evento, «sino solo el Padre» (Mc 13, 32)6,10,11. El Señor Jesús advierte: «Tened cuidado… que ese día no os sorprenda de repente, como una trampa» (Lc 21, 34)6.
La Resurrección de los Muertos
La resurrección de todos los muertos, «tanto de justos como de injustos,» precederá al Juicio Final12. Será la hora en que todos los que están en los sepulcros oirán la voz del Hijo del hombre y saldrán: los que hayan hecho el bien, a una resurrección de vida, y los que hayan hecho el mal, a una resurrección de juicio12.
El Juicio Final
El Juicio de Dios comenzó con la Encarnación de Cristo (Jn 1:9-13) y se cumplirá en su gloriosa segunda venida (Mt 25:31)10. Cuando Cristo «venga en su gloria, y todos los ángeles con él… Delante de él se reunirán todas las naciones, y él los separará unos de otros, como un pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá las ovejas a su derecha y los cabritos a su izquierda… E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna» (Mt 25:31-33, 46)4,12.
Este juicio será un momento de bendición para los justos9,10, pero temible para los malvados (Mt 7:23)10. En el juicio, todo lo secreto y oculto se hará manifiesto y visible: «Nada hay encubierto que no haya de ser descubierto, ni oculto que no haya de saberse» (Lc 12:2-3)9.
El Juicio Final revelará la verdad de cada vida con todas sus circunstancias y consecuencias, incluyendo todos los efectos que la vida de cada uno ha tenido en los demás a través del tiempo7. En efecto, la revelación pública iniciada en la Escritura se cumplirá en el juicio final7.
Los «Últimos Días» y el Anticristo
A lo largo de la historia, ha habido especulaciones sobre la cercanía del fin del mundo y la aparición del Anticristo1,13. Sin embargo, la Iglesia ha advertido contra la temeridad de fijar fechas o presumir de conocer el momento exacto13.
Algunos Papas han reflexionado sobre los signos de los tiempos. Por ejemplo, Pío X temía que la gran perversidad de su época pudiera ser un anticipo de los males reservados para los últimos días, y que ya pudiera estar en el mundo el «Hijo de Perdición» del que habla el Apóstol (2 Tes 2, 3), refiriéndose a aquellos que se han puesto en el lugar de Dios14. Pío XI también citó a los profetas, señalando que los tiempos parecían escritos para su propia época, con una búsqueda de paz que no llegaba y una época de curación que traía temor15. Sin embargo, la Iglesia confía en que las puertas del infierno nunca prevalecerán y que Dios se levantará y sus enemigos serán dispersados16.
La Nueva Creación: Cielos Nuevos y Tierra Nueva
En su segunda venida gloriosa, Cristo transfigurará el mundo entero, que quedará libre de toda corrupción y de todo lo que pasa17. Esta nueva creación se describe en la Escritura como la «Jerusalén celestial», donde no habrá más noche, ni necesidad de luz de lámpara o de sol, porque el Señor Dios será la luz, y los santos reinarán por los siglos de los siglos (Ap 22:5)17. La fe católica ve los «cielos nuevos y la tierra nueva» descritos por San Pedro18.
El Libro del Apocalipsis, con sus visiones extraordinariamente coloridas y simbólicas, proclama la victoria final de Dios y la recompensa de los santos que han sufrido persecución11. Su mensaje es de profunda esperanza en Dios, quien es «el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin» (Ap 1:8; 21:6; 22:13)11. El libro no debe interpretarse literalmente para descubrir detalles sobre el fin del mundo o cuándo ocurrirá11.
Conclusión
La escatología católica, al abordar las últimas cosas, ofrece a los fieles una perspectiva de consuelo, esperanza y un temor saludable8. Alienta a vivir con una conciencia clara de la responsabilidad moral personal y la expectativa gozosa de la venida del Señor4,8. La promesa de la vida eterna y la consumación del plan divino en Cristo Jesús son el fundamento de la esperanza y la oración de los cristianos: «¡Venga tu Reino!»8.
Citas
Escatología, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Escatología. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8
Escatología, Edward G. Farrugia. Diccionario Enciclopédico del Oriente Cristiano, §Escatología (2015). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5
El juicio final, Papa Francisco. Audiencia General del 11 de diciembre de 2013 (2013). ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Santiago Sanz. Creación y Pacto en la Teología Contemporánea: Una Síntesis de las Principales Claves Interpretativas, § 26. ↩ ↩2
Papa Juan Pablo II. 2 de diciembre de 1979: Visita a la parroquia de San Clemente en Roma - Homilía, § 3 (1979). ↩ ↩2 ↩3
Daria Spezzano. «Cuando Israel salió de Egipto»: Tomás de Aquino sobre los dones del Juicio y el Purgatorio, § 29. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5
Parte III: El mensaje cristiano - Significado y propósito de esta parte - Capítulo II: Los elementos más destacados del mensaje cristiano - Comunión final con Dios, Sagrada Congregación para el Clero. Directorio Catequístico General, § 69 (1971). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8
Parte I - La fe de la Iglesia - III. Creemos en Dios Padre, creador del cielo y de la tierra, y en nuestro Salvador Jesucristo, y en el Espíritu Santo, el Señor, el dador de vida - B. «Dios se hizo humano para que los humanos se hicieran Dios»139 - 4. La segunda venida de Cristo en gloria, Sínodo de la Iglesia Católica Griega Ucraniana. Catecismo de la Iglesia Católica Ucraniana: Cristo – Nuestra Pascua, § 239 (2016). ↩ ↩2 ↩3
Parte I - La fe de la Iglesia - III. Creemos en Dios Padre, creador del cielo y de la tierra, y en nuestro Salvador Jesucristo, y en el Espíritu Santo, el Señor, el dador de vida - B. «Dios se hizo humano para que los humanos se hicieran Dios»139 - 4. La segunda venida de Cristo en gloria - D. Juicio divino, Sínodo de la Iglesia Católica Griega Ucraniana. Catecismo de la Iglesia Católica Ucraniana: Cristo – Nuestra Pascua, § 249 (2016). ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Parte IV - Lectura del Nuevo Testamento, Conferencias Episcopales Católicas de Inglaterra y Gales, y de Escocia. El Don de la Escritura (2005). ↩ ↩2 ↩3 ↩4
V. El juicio final, Catecismo de la Iglesia Católica, § 1038 (1992). ↩ ↩2 ↩3
John Henry Newman. Los Siglos Benedictinos: Ensayos selectos de John Henry Cardenal Newman, § 5. ↩ ↩2
Papa Pío X. E Supremi, § 5 (1903). ↩
Papa Pío XI. Ubi Arcano Dei Consilio, § 9 (1922). ↩
Pío XI. Caritate Christi Compulsi, § 9 (1932). ↩
Parte I - La fe de la Iglesia - III. Creemos en Dios Padre, creador del cielo y de la tierra, y en nuestro Salvador Jesucristo, y en el Espíritu Santo, el Señor, el dador de vida - B. «Dios se hizo humano para que los humanos se hicieran Dios»139 - 4. La segunda venida de Cristo en gloria - E. Dios—todo en todo, Sínodo de la Iglesia Católica Griega Ucraniana. Catecismo de la Iglesia Católica Ucraniana: Cristo – Nuestra Pascua, § 252 (2016). ↩ ↩2
Papa Pío XI. Divini Redemptoris, § 82 (1937). ↩