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Fortaleza

La fortaleza es una de las cuatro virtudes cardinales de la tradición católica, orientada a la firmeza del ánimo frente a las dificultades y al mantenimiento constante del bien. Se manifiesta tanto como virtud moral natural, adquirida por el esfuerzo humano, como don del Espíritu Santo que eleva la capacidad humana a la superación de miedos y sufrimientos, incluso hasta el martirio. El presente artículo explora su definición teológica, su desarrollo histórico‑filosófico, su relación con los sacramentos y la vida de los santos, y su aplicación práctica en la vida cotidiana del creyente.

Tabla de contenido

Definición y naturaleza

Fortaleza como virtud cardinal

En la doctrina cristiana, la fortaleza pertenece al conjunto de virtudes cardinales que «sostienen» la vida moral del hombre, junto a la prudencia, la justicia y la templanza1. Estas virtudes son «cardinales» porque son los pivotes sobre los que gira toda la práctica ética cristiana.

Fortaleza en el Catecismo

El Catecismo de la Iglesia Católica describe la fortaleza como «la virtud moral que asegura la firmeza en las dificultades y la constancia en la búsqueda del bien»1. En el apartado 1837 se repite la misma definición, subrayando su papel esencial en la vida espiritual del fiel2. Además, la Confirmación otorga al cristiano «una fuerza especial del Espíritu Santo» que lo hace testigo más firme de la fe, vinculándose directamente con la fortaleza interior3.

Dimensiones de la fortaleza

Fortaleza moral y espiritual

Según San Tomás de Aquino, la fortaleza implica «una firmeza de ánimo requerida tanto al hacer el bien como al soportar el mal, especialmente en los casos difíciles»4. Esta firmeza se expresa en dos aspectos: resistencia (soportar el sufrimiento) y ataque (actuar con valentía contra el mal). El filósofo Josef Pieper destaca que la verdadera valentía no es la ausencia de miedo, sino la capacidad de mantenerse firme pese a él, combinando endurance y patience como manifestaciones de esperanza interior5.

Fortaleza como don del Espíritu Santo

El don de la fortaleza es una gracia sobrenatural que «expulsa todo temor que pueda paralizar la acción moral» y permite al cristiano perseverar en la obra de Dios4. Esta gracia supera la capacidad natural del ser humano, proporcionando una confianza que no depende de la propia fuerza, sino de la ayuda divina4.

Fortaleza y la gracia sacramental

Los sacramentos, especialmente el Bautismo y la Confirmación, son fuentes de gracia que infunden virtudes como la fortaleza. La teología sacramental sostiene que la gracia recibida en la Eucaristía y la penitencia revitaliza y estimula la virtud de la fortaleza, permitiendo al fiel actuar con mayor caridad y coraje6.

Fortalecimiento de la fortaleza

Oración y vida sacramental

El Papa Francisco, en su audiencia general del 14 de mayo de 2014, exhorta a los fieles a invocar el Espíritu Santo para que «el don de fortaleza levante el corazón y comunique nueva fuerza y entusiasmo» en la vida diaria7. La práctica constante de la oración, los sacramentos y la lectura de la Sagrada Escritura alimentan este don y lo hacen más accesible en los momentos de prueba.

Ejemplos de santos y mártires

Los mártires son la expresión máxima de la fortaleza cristiana: «el mártir soporta la muerte por la verdad de la fe, actuando con una fortaleza que supera el temor a la muerte»8. San Agustín relata la historia de una madre que, junto a sus siete hijos, prefirió la muerte antes que renunciar a la fe, ejemplificando la paciencia y la fortaleza cristianas9. San Ambrosio, en sus escritos, describe la fortaleza que «detiene al débil de recibir daño» y que «no se doblega ante la humillación ni la adversidad»10.

Fortalezas y otras virtudes relacionadas

Relación con la prudencia, la justicia y la templanza

Según San Bonaventura, la fortaleza «fortalece el alma en la búsqueda del bien» y su secreto radica en «desconfiar de uno mismo y confiar en Dios»11. Esta confianza complementa la prudencia (que guía la razón), la justicia (que orienta la voluntad) y la templanza (que regula los apetitos), creando una armonía interior que conduce a la paz del alma11.

Magnanimidad y paciencia

La magnanimidad y la paciencia son virtudes estrechamente vinculadas a la fortaleza. La magnanimidad impulsa al cristiano a emprender obras grandiosas con la ayuda de la gracia, mientras que la paciencia permite soportar sufrimientos prolongados sin perder la fe5. Ambas virtudes son consideradas «partes de la fortaleza» por la tradición tomista5.

Fortaleza en la vida cotidiana

Aplicación pastoral

En la pastoral contemporánea, la fortaleza se promueve como una actitud diaria: «ser fuertes cada día de nuestras vidas, para llevar adelante nuestra familia y nuestra fe»7. Los catequistas y directores de pastoral familiar animan a los fieles a cultivar la fortaleza mediante la participación activa en la comunidad eclesial, el servicio a los pobres y la defensa de la dignidad humana.

Enseñanzas papales recientes

El Papa León XIV, en su exhortación apostólica Dilexi te (2025), subraya que el servicio a los más necesitados requiere «una fe que se traduce en fortaleza interior, capaz de superar obstáculos y sufrimientos»12. Esta visión conecta la fortaleza con la solidaridad y el compromiso social, mostrando su relevancia en los desafíos actuales de la Iglesia.

Citas

  1. Sección I: La vocación del hombre: la vida en el Espíritu, Catecismo de la Iglesia Católica, § 1808. 2

  2. Sección I: La vocación del hombre: la vida en el Espíritu, Catecismo de la Iglesia Católica, § 1837.

  3. Sección II: Los siete sacramentos de la Iglesia, Catecismo de la Iglesia Católica, § 1285.

  4. Steven A. Long. Los dones del Espíritu Santo y su indispensabilidad para la vida moral cristiana: La gracia como motus, § 14. 2 3

  5. Vincent Wargo. Theia Mania: La Antropología Filosófica de Josef Pieper, § 19. 2 3

  6. Michael A. Wahl. La vida de virtud como acto de adoración: Sobre la orientación eucarística de la vida moral, § 10.

  7. Audiencia general del 14 de mayo de 2014, Papa Francisco. Audiencia General del 14 de Mayo de 2014, § 3 (2014). 2

  8. Sección II: Los diez mandamientos, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2473.

  9. Preceptos bíblicos y ejemplos de fortaleza, Agustín de Hipona. Sobre las Costumbres de la Iglesia Católica, §Capítulo 23, 43 (388).

  10. Capítulo 36. Uno de los deberes de la fortaleza es proteger a los débiles de recibir daño; otro, controlar los movimientos incorrectos de nuestras propias almas; un tercero, tanto ignorar las humillaciones como hacer lo correcto con una mente serena. Todo esto debe ser cumplido claramente por todos los cristianos, y especialmente por el clero, Ambrosio de Milán. Sobre los Deberes del Clero, §Libro I, Capítulo 36, 183 (391).

  11. Buenaventura. De Reductione Artium ad Theologiam, § 85. 2

  12. Exhortación apostólica Dilexi te del Santo Padre León XIV sobre el amor a los pobres (4 de octubre de 2025), Papa León XIV. Exhortación Apostólica Dilexi te del Santo Padre León XIV sobre el Amor a los Pobres, § 1.