Génesis

El Libro del Génesis es el primer libro de la Biblia, fundamental para la fe católica, ya que establece los cimientos de la comprensión cristiana sobre la creación, la naturaleza humana, el pecado y la promesa de salvación. Narra los orígenes del mundo, la humanidad, y el pueblo de Israel, presentando verdades religiosas esenciales a través de un lenguaje solemne y narrativas significativas. Es la fuente principal para la catequesis sobre los misterios del «principio»: la creación, la caída y la promesa de redención, y se lee a la luz de Cristo, dentro de la unidad de la Sagrada Escritura y la Tradición viva de la Iglesia1.
Tabla de contenido
El significado del Génesis en la Tradición Católica
El Génesis, cuyo nombre significa «origen» o «comienzo», es el punto de partida de la historia de la salvación2. Este libro no es un manual de ciencias naturales, sino que busca transmitir verdades profundas y auténticas sobre la realidad3. La Iglesia Católica ha sostenido consistentemente que los primeros capítulos del Génesis, aunque puedan contener rastros históricos, tienen como propósito principal proporcionar enseñanza religiosa4.
El Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia destaca que el Génesis ofrece los fundamentos de la antropología cristiana: la dignidad inalienable de la persona humana, arraigada en el designio creador de Dios; la naturaleza social constitutiva de los seres humanos, cuyo prototipo es la relación original entre hombre y mujer; y el significado de la actividad humana en el mundo, ligado al descubrimiento y respeto de las leyes naturales inscritas por Dios en el universo5.
La creación como obra divina
El Génesis presenta a Dios como el Creador de todo lo que existe, especialmente en sus primeros capítulos6. La narrativa de la creación en Génesis 1-2 es una visión grandiosa de la historia que se despliega desde el Pentateuco6. Afirma que todo se debe a la decisión de Dios y es un regalo libre del Creador6.
El estilo poético de la historia del Génesis transmite el asombro ante la inmensidad de la creación y el consiguiente sentido de adoración al Único que hizo todas las cosas de la nada7. Es un himno al Creador del universo, señalándolo como el único Señor frente a las tentaciones recurrentes de divinizar el mundo mismo7. También es un himno a la bondad de la creación, toda ella obra de la mano poderosa y misericordiosa de Dios7. La frase «Dios vio que era bueno» se repite varias veces, iluminando positivamente cada elemento del universo y revelando el secreto para su correcta comprensión y eventual regeneración: el mundo es bueno en la medida en que permanece unido a su origen7.
El Señor creó con su palabra, como se enfatiza por la repetición de la frase «Dijo Dios» en el texto3. La Palabra, el Logos de Dios, es el origen de la realidad del mundo, y su poder efectivo se subraya en el Salmo 33 (32): 6, 9: «Por la palabra del Señor fueron hechos los cielos, y todo su ejército por el aliento de su boca… porque él habló, y existió; él mandó, y apareció»3.
La creación del hombre y la mujer
El don específico del Creador a la humanidad consiste en haber creado a los seres humanos a su propia imagen: «Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra» (Génesis 1:26)6. El hombre y la mujer aparecen en el clímax de la creación de Dios6. En Génesis 1:26-28, se les describe como representantes de Dios, de tal manera que se relacionan con su Creador, y Dios mismo —invisible y sin imagen— otorga poder a su criatura, la humanidad6.
Esta visión establece una antropología teológica: no se puede hablar de Dios sin hablar de la humanidad, ni de la humanidad sin hablar de Dios6. Al ser imágenes de Dios y administradores del Creador, los seres humanos son receptores de su palabra y están llamados a obedecerle8,9.
Se pueden identificar al menos seis características que contribuyen a la condición de la persona humana como «imagen de Dios»6:
Razón: la capacidad y el deber de conocer y comprender el mundo creado.
Libertad: la capacidad y obligación de tomar decisiones y asumir la responsabilidad por ellas.
Liderazgo: no incondicional, sino en subordinación a Dios.
Capacidad de actuar en conformidad con Aquel de quien la persona humana es imagen, es decir, imitando a Dios.
Dignidad de ser persona, un ser «relacional», capaz de tener relaciones personales con Dios y con otros seres humanos.
Santidad de la vida humana.
El Génesis también enseña que el hombre fue puesto en el «jardín del Edén, para cultivarlo y cuidarlo» (Génesis 2:15)9. Los verbos hebreos originales se usan en otros lugares para indicar «servir» a Dios y «observar» su palabra, sugiriendo un pacto primario entre el Creador y cada criatura humana, que se cumple en el deber de llenar la tierra, someterla y dominar sobre los peces del mar, las aves del cielo y todo ser vivo que se mueve sobre la tierra9.
El drama del pecado original
Inmediatamente después de las historias de la creación, la Biblia resalta el dramático contraste entre la grandeza del hombre, creado a imagen y semejanza de Dios, y la caída del hombre, que desata sobre el mundo la oscuridad del pecado y la muerte (cf. Génesis 3)7. La visión maravillosa de la creación del hombre por Dios es inseparable de la trágica aparición del pecado original10.
El relato del primer pecado y castigo en el jardín del Edén (Génesis 2:4b-3:24) complementa el de Génesis 1:1-2:4a al explicar cómo, en una creación que era «buena» y, con la creación de los humanos, incluso «muy buena» (Génesis 1:31), la miseria se introduce11.
La tentación y la desobediencia
La serpiente, más astuta que cualquier otro animal salvaje creado por Dios, tienta a la mujer, cuestionando la prohibición divina12. La tentación lleva a Eva a ver que el árbol era «bueno para comer, y que era agradable a la vista, y que el árbol era deseable para hacerse sabio» (Génesis 3:6)13. Al comer del fruto prohibido, la mujer y el hombre sucumben a la tentación de ser como Dios, adquiriendo un «conocimiento» que solo pertenece a Dios (Génesis 3:5-6)11.
El pecado original se entiende como «desobediencia», la transgresión de una prohibición divina14. Sus raíces últimas se encuentran en la situación real del hombre como criatura14. El «árbol del conocimiento del bien y del mal» expresaba y recordaba constantemente al hombre el «límite» infranqueable para un ser creado14. La prohibición de Dios debe entenderse en este sentido: el Creador prohíbe al hombre y a la mujer comer del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal14. La tentación los incita a traspasar este límite: «Cuando comáis de él, se os abrirán los ojos y seréis como Dios ['como dioses'], conociendo el bien y el mal» (Génesis 3:5)14. La desobediencia significa precisamente ir más allá de ese límite, que permanece infranqueable para la voluntad y la libertad del hombre como ser creado, porque Dios Creador es la fuente definitiva del orden moral14.
Consecuencias del pecado original
Al ceder al tentador, Adán y Eva cometieron un pecado personal, pero este pecado afectó a la naturaleza humana que luego transmitirían en un estado caído15,10. Este pecado se transmitirá por propagación a toda la humanidad, es decir, mediante la transmisión de una naturaleza humana privada de la santidad y la justicia originales15,10. Por eso, el pecado original se llama «pecado» solo en sentido analógico: es un pecado «contraído» y no «cometido» —un estado y no un acto15.
Las consecuencias del pecado son inmediatas: los ojos de ambos se abrieron y supieron que estaban desnudos, intentando cubrirse y esconderse de la presencia de Dios12. La ilusión de la autodeificación se desvanece, y en lugar del bien esperado, surgen el mal y el vacío13. El pecado de nuestros primeros padres resultó en la separación de la humanidad de Dios, la Fuente de vida, y la humanidad se volvió mortal13.
Géneros literarios e interpretación
Los primeros tres capítulos del Génesis ocupan un lugar único entre todos los textos bíblicos sobre la creación1. Desde un punto de vista literario, estos textos pudieron haber tenido diversas fuentes1. Los autores inspirados los colocaron al principio de la Escritura para expresar en su lenguaje solemne las verdades de la creación: su origen y su fin en Dios, su orden y bondad, la vocación del hombre, y finalmente el drama del pecado y la esperanza de salvación1.
La Iglesia ha desarrollado su enseñanza sobre los géneros literarios encontrados en la Biblia, reconociendo que el material en estos capítulos del Génesis no puede describirse simplemente como escritura histórica4. Aunque puedan contener algunos rastros históricos, su propósito principal es proporcionar enseñanza religiosa4.
La Comisión Bíblica Pontificia, en 1909, afirmó que el sentido literal e histórico de los primeros tres capítulos del Génesis no puede ser puesto en duda en lo que respecta a los hechos que tocan los fundamentos de la religión cristiana16,17. Entre estos hechos se incluyen:
La creación de todas las cosas por Dios al principio del tiempo.
La creación especial del hombre.
La formación de la primera mujer del primer hombre.
La unidad del género humano.
La felicidad original de nuestros primeros padres en el estado de justicia, integridad e inmortalidad.
El mandato dado al hombre por Dios para probar su obediencia.
La transgresión del mandato divino por la persuasión del diablo bajo la apariencia de una serpiente.
La expulsión de nuestros primeros padres de ese estado original de inocencia.
Sin embargo, la misma Comisión también declaró que no toda palabra o frase en estos capítulos debe tomarse siempre en su sentido literal, especialmente cuando se usa manifiestamente de manera metafórica o antropomórfica17. Los exegetas católicos tienen la más amplia libertad de interpretación compatible con la sustancia obvia del relato sagrado: que Dios es «el creador del cielo y la tierra»18.
Algunos teólogos, siguiendo a San Agustín, interpretan los seis días de la creación como una sucesión lógica (no real), o como períodos cósmicos indefinidos18. La Iglesia no ha dado una explicación oficial del relato mosaico de la obra creadora de Dios, dejando a los intérpretes católicos la tarea de comprender el Hexamerón (los seis días de la creación)19.
Patrística y exégesis
Los Padres de la Iglesia, como Orígenes, San Basilio, San Gregorio de Nisa, San Juan Crisóstomo y San Agustín, han comentado extensamente el Génesis20,19,13. Orígenes, por ejemplo, escribió trece libros sobre el Génesis y homilías místicas20. Victorino de Poetovio también compuso un comentario sobre el Génesis21,22. Estos autores, aunque a veces difieren en sus interpretaciones, concuerdan en la importancia teológica del texto19.
La lectura canónica de las Escrituras, ejecutada por los Padres de la Iglesia, lee Génesis 3 a la luz de Romanos 5, que proporciona la clave cristológica para la comprensión teológica definitiva del evento de la caída como un hecho histórico-salvífico con significado universal23,24.
Temas fundamentales
El Génesis establece varios temas fundamentales que recorren toda la Biblia y son esenciales para la teología católica:
La unicidad de Dios como Creador
El libro comienza con la afirmación de un único Dios que crea todo de la nada, en contraposición a las mitologías politeístas de las culturas circundantes7,6.
La bondad de la creación
Dios declara que todo lo que ha hecho es «bueno» y, después de la creación del hombre, «muy bueno»7,3. Esto subraya la bondad intrínseca del mundo y de la vida.
La dignidad humana
Creados a imagen y semejanza de Dios, los seres humanos poseen una dignidad inherente y una vocación a gobernar la tierra como administradores de Dios8,6.
El pecado y sus consecuencias
La narrativa del pecado original explica la presencia del mal, el sufrimiento y la muerte en el mundo, como resultado de la desobediencia humana a Dios7,10.
La promesa de salvación
Aun en medio de las consecuencias del pecado, Dios no abandona a la humanidad, sino que pronuncia una promesa de un futuro redentor (Génesis 3:15), conocido como el Protoevangelio, que anticipa la victoria de Cristo sobre el mal16.
La unidad del género humano
La enseñanza de que toda la humanidad desciende de una primera pareja, Adán y Eva, establece la unidad del género humano y explica cómo el pecado original afecta a todos16,15.
Conclusión
El Libro del Génesis es una piedra angular de la fe cristiana, ofreciendo una narrativa profunda sobre los orígenes que resuena con verdades teológicas atemporales. A través de sus relatos de creación, caída y promesa, el Génesis sienta las bases para comprender la relación de Dios con la humanidad y el plan divino de salvación que culmina en Cristo. Es un texto que, si bien no es un tratado científico, proporciona la verdad fundamental de que el mundo tiene su origen y permanencia en la Razón eterna de Dios, quien continúa sosteniendo el universo3.
Citas
Párrafo 4. El Creador, Catecismo de la Iglesia Católica, § 289 (1992). ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Tiempo, narración e historia, Gregory Vall. Palabra y Acontecimiento: Una Revaloración, § 24. ↩
Audiencia General del 6 de febrero de 2013, Papa Benedicto XVI. Audiencia General del 6 de febrero de 2013 (2013). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5
Parte tercera - Leyendo el Antiguo Testamento vuestras palabras se convirtieron para mí en gozo y deleite de mi corazón. (Jeremías 15,16), Conferencias Episcopales Católicas de Inglaterra y Gales, y de Escocia. El Don de la Escritura, § 28 (2005). ↩ ↩2 ↩3
A. El amor trinitario, origen y meta de la persona humana, Pontificio Consejo Justicia y Paz. Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, § 37 (2004). ↩
B1. El don de la creación y sus implicaciones para la moral - 1.1. El don de la creación - 1.1.1. En los primeros capítulos del Génesis, Pontificia Comisión Bíblica. La Biblia y la moral: Raíces bíblicas de la conducta cristiana, § 8 (2008). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10
Capítulo I - Dies Domini - La celebración de la obra del Creador - «En el principio, Dios creó los cielos y la tierra» (Gn 1,1), Papa Juan Pablo II. Dies Domini, § 9 (1998). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8
II. - Temas fundamentales en las Escrituras judías y su recepción en la fe en Cristo - B. Temas fundamentales compartidos - 2. La persona humana: Grandeza y miseria: A) en el Antiguo Testamento, Pontificia Comisión Bíblica. El pueblo judío y sus Sagradas Escrituras en la Biblia cristiana (24 de mayo de 2001), § 27 (2001). ↩ ↩2
Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 13 de diciembre de 2000, § 2 (2000). ↩ ↩2 ↩3
B. La tragedia del pecado, Pontificio Consejo Justicia y Paz. Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, § 115 (2004). ↩ ↩2 ↩3 ↩4
II. - Temas fundamentales en las Escrituras judías y su recepción en la fe en Cristo - B. Temas fundamentales compartidos - 2. La persona humana: Grandeza y miseria: A) en el Antiguo Testamento, Pontificia Comisión Bíblica. El pueblo judío y sus Sagradas Escrituras en la Biblia cristiana (24 de mayo de 2001), § 28 (2001). ↩ ↩2
La Santa Biblia, sin definir. La Santa Biblia, §Génesis 3 (1993). ↩ ↩2
Parte primera - La fe de la Iglesia - III. Creemos en Dios Padre, Creador del cielo y de la tierra, y en nuestro Salvador Jesucristo, y en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida - A. El Creador y su creación - 3. La humanidad—la corona de la creación - 2) la caída de la humanidad, Sínodo de la Iglesia Greco-Católica Ucraniana. Catecismo de la Iglesia Católica Ucraniana: Cristo – Nuestra Pascua, § 147 (2016). ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Parte II - El Espíritu que convence al mundo de pecado - 3. El testimonio sobre el principio: La realidad original del pecado, Papa Juan Pablo II. Dominum et vivificantem, § 36 (1986). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6
Catecismo de la Iglesia Católica, sin definir. Catecismo de la Iglesia Católica, § 404 (1992). ↩ ↩2 ↩3 ↩4
El carácter histórico de los primeros capítulos del Génesis - Respuesta de la Comisión Bíblica, 30 de junio de 1909, Heinrich Joseph Dominicus Denzinger. Las Fuentes del Dogma Católico (Enchiridion Symbolorum), § 3514 (1854). ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Pentateuco, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Pentateuco. ↩ ↩2 ↩3
Creación, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Creación. ↩ ↩2
Hexamerón, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Hexamerón. ↩ ↩2 ↩3
Eusebio Sofronio Jerónimo (Jerónimo de Estridón o San Jerónimo). Carta 33 - A Paula, § 3 (384). ↩ ↩2
Genadio de Marsella. Suplemento a De Viris Illustribus, §Capítulo 61 (480). ↩
Victorino de Poetovio. Sobre la Creación del Mundo (240). ↩
Reinhard Hütter. El Pecado Original Revisado: Una Propuesta Reciente sobre Tomás de Aquino, el Pecado Original y el Desafío de la Evolución, § 29. ↩
Reinhard Hütter. El Pecado Original Revisado: Una Propuesta Reciente sobre Tomás de Aquino, el Pecado Original y el Desafío de la Evolución, § 30. ↩