Gracia
La gracia, en la teología católica, se refiere al favor, la ayuda gratuita e inmerecida que Dios otorga a la humanidad para responder a su vocación de convertirse en hijos adoptivos, partícipes de la naturaleza divina y de la vida eterna1,2. Es un don sobrenatural que permite a las personas participar en la vida trinitaria íntima de Dios1. Este artículo explorará la naturaleza de la gracia, sus diversas clasificaciones, su relación con la libertad humana y su papel fundamental en la vida de la Iglesia y en la salvación.
Tabla de contenido
Naturaleza de la Gracia
La gracia es fundamentalmente un don de Dios, no algo que pueda ser ganado o merecido por los esfuerzos humanos3,4. Es la acción del Espíritu Santo en una persona, un regalo incondicional que no coarta la libertad individual5. La Iglesia siempre ha enfatizado la gratuidad esencial de la gracia, afirmando que Dios no nos debe la gracia; la da a quien quiere3.
La gracia es la fuente de toda vida en Cristo y es llevada a cabo por el Espíritu Santo5. Procede de Dios Padre, a través del Hijo, y en el Espíritu Santo, descendiendo sobre toda la creación y sosteniéndola6. Por el poder de la gracia, la existencia está sabiamente ordenada, las leyes de la naturaleza establecidas y la belleza del universo y de la humanidad diseñada6. De todo lo creado, solo la humanidad ha recibido la capacidad de cooperar con el Espíritu Santo, el Tesoro de las Bendiciones, que otorga la gracia de Dios en una variedad de dones6.
Tipos de Gracia
La teología católica distingue varios tipos de gracia, cada uno con un propósito específico en la vida espiritual:
Gracia Santificante (Gracia Habitual)
La gracia santificante, también conocida como gracia habitual, es el don del Espíritu que nos justifica y santifica7. Es una gracia permanente que nos hace «agradables a Dios»8. Esta gracia es la que nos introduce en la vida divina, elevando nuestra naturaleza para participar en la vida sobrenatural de Dios9. Se infunde para inclinar al agente humano a actuar hacia los bienes de la vida divina, restaurando lo que se perdió por el pecado10. A través de la gracia santificante, las virtudes teologales de fe, esperanza y caridad «fluyen» en la persona, sanando el intelecto y la voluntad10.
Gracia Actual
La gracia actual es la ayuda sobrenatural de Dios para realizar actos saludables, concedida en consideración de los méritos de Cristo11. A diferencia de la gracia santificante, que es habitual y permanente, la gracia actual es un impulso temporal de Dios que nos ayuda a conocer, querer y hacer el bien8. Es la obra inicial de la gracia que precede a todos los esfuerzos o méritos humanos, orientada a la justificación del ser humano y permitiendo la cooperación activa con Dios12. La gracia actual puede ser resistida, lo que agrava la culpa del receptor12.
Los teólogos han distinguido entre gracia operativa y gracia cooperativa12.
La gracia operativa es aquella en la que Dios mueve al agente humano hacia un fin, sin que la voluntad humana coopere activamente en la elección del fin, sino que es el mismo Dios quien obra en nosotros el querer y el obrar12,13. Esta gracia es preveniente, es decir, precede a la justificación y guía al receptor hacia ella12.
La gracia cooperativa se da en acciones en las que Dios mueve al agente hacia un fin, mientras que el agente humano libremente quiere los medios para ese fin10. Aquí, la persona humana coopera con Dios a través de su acto de voluntad10.
Gracias Especiales (Carismas)
Además de la gracia santificante y actual, el Espíritu Santo concede gracias especiales, también llamadas carismas7. Estos dones, que pueden ser extraordinarios como los milagros o las lenguas, están orientados a la gracia santificante y tienen como fin el bien común de la Iglesia7,14. Los carismas están al servicio de la caridad, que edifica la Iglesia7. El discernimiento de su autenticidad y uso adecuado corresponde a los líderes de la Iglesia14.
Gracia Sacramental
Las gracias sacramentales son dones propios de los diferentes sacramentos7. Cada sacramento confiere una gracia particular que ayuda al receptor a vivir los efectos de ese sacramento. Por ejemplo, en el Bautismo, los nuevos ciudadanos de la sociedad humana se hacen hijos de Dios por la gracia del Espíritu Santo15.
La Gracia y la Libertad Humana
La relación entre la gracia divina y la libertad humana ha sido un tema central en la teología católica. La iniciativa divina en la obra de la gracia precede, prepara y suscita la libre respuesta del hombre16. La gracia responde a los anhelos más profundos de la libertad humana, la llama a cooperar con ella y la perfecciona16.
La Iglesia ha afirmado que la gracia es necesaria para cada dimensión de la adhesión al bien que es provechosa para la salvación eterna17. Sin embargo, esta ayuda y don de Dios no anulan el libre albedrío, sino que lo liberan, permitiendo que la luz surja de la oscuridad y la salud de la enfermedad13. La voluntad humana puede resistir o someterse a la gracia17,18. La cooperación entre la libertad humana y la gracia de Dios es esencial en todas las etapas de la vida espiritual4.
La Gracia en la Vida de la Iglesia
La Iglesia misma es un medio a través del cual Cristo comunica la verdad y la gracia a todos19. El Espíritu Santo santifica continuamente la Iglesia, guiándola y unificándola en comunión y en obras de ministerio20.
Llamada Universal a la Santidad: Todos los fieles de Cristo, de cualquier rango o condición, están llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad, una santidad que es un don de Cristo21,22. Deben aferrarse y completar en sus vidas esta santidad que han recibido, respondiendo a la gracia en pensamiento, palabra y obra21,23.
Elementos de Santificación fuera de la Iglesia Visible: La Iglesia reconoce que muchos elementos de santificación y de verdad se encuentran fuera de su estructura visible19. El Espíritu Santo otorga sus dones y gracias a los cristianos no católicos, obrando con su poder santificador entre ellos24. Estos elementos son dones que pertenecen a la Iglesia de Cristo y son fuerzas que impulsan hacia la unidad católica19.
Ministerios y Sacramentos: El Espíritu Santo no solo santifica y guía al pueblo de Dios a través de los sacramentos y ministerios de la Iglesia, sino que también lo enriquece con virtudes y distribuye gracias especiales entre los fieles de cada rango para la renovación y edificación de la Iglesia14. Por ejemplo, aquellos consagrados por las Órdenes Sagradas están llamados a alimentar a la Iglesia con la palabra y la gracia de Dios15, y la consagración episcopal confiere la gracia del Espíritu Santo y el carácter sagrado25.
La Gracia y la Salvación
La justificación de la humanidad proviene de la gracia de Dios2. Dios desea la salvación de todos los hombres, aunque no todos se salven17. La gracia es un presupuesto para la posibilidad de conversión12. Sin embargo, la gracia operativa puede ser rechazada, y el hecho de que muchos sean llamados no implica que todos sean justificados o glorificados12.
La Iglesia enseña que la gracia es un don gratuito que nos permite participar en el misterio de la redención12. La salvación se alcanza a través de Cristo, quien es el único Mediador y el camino único de salvación. La Iglesia, su Cuerpo, es necesaria para la salvación, y quienes, conociendo que la Iglesia Católica es necesaria por Cristo, se niegan a entrar o permanecer en ella, no pueden ser salvos23. Sin embargo, también se reconoce que aquellos que, movidos por el Espíritu Santo, buscan con intención explícita incorporarse a la Iglesia, ya están unidos a ella por esa misma intención23.
La gracia nos permite crecer en una unión de amor más profunda e intensa con Dios en esta vida26. La profundidad de la gracia inicial, especialmente en aquellos que han caído en pecado mortal, depende totalmente de la elección de Dios26. Dios puede abrumar a los pecadores arrepentidos con gracias más profundas que las que pudieron haber poseído originalmente, impulsándolos a una vida de crecimiento en la perfección26.
Conclusión
La gracia es el don inestimable de Dios que nos capacita para la vida divina y la salvación. Es un favor inmerecido que nos llama a la cooperación con la voluntad de Dios, sin coartar nuestra libertad. A través de la gracia santificante, la gracia actual y los carismas, Dios nos equipa para vivir una vida de santidad y servicio, construyendo el Cuerpo de Cristo, la Iglesia, y avanzando hacia la plenitud de la vida eterna en el cielo27. La enseñanza católica sobre la gracia subraya tanto la realidad de la oferta universal de salvación como la posibilidad de resistir este don divino12.
Citas
En resumen, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2021 (1992). ↩ ↩2
II. Gracia, Catecismo de la Iglesia Católica, § 1996 (1992). ↩ ↩2
Edward T. Oakes, SJ. La Paradoja de la Naturaleza y la Gracia: Sobre The Suspended Middle de John Milbank: Henri de Lubac y el Debate Sobre lo Sobrenatural, § 5. ↩ ↩2
Parte Tercera - La Vida de la Iglesia - II. La Persona en Cristo como Nueva Creación - A. Fundamentos de la Vida Espiritual - 4. Cooperación con Dios en la Obra de la Salvación, Sínodo de la Iglesia Greco-Católica Ucraniana. Catecismo de la Iglesia Católica Ucraniana: Cristo – Nuestra Pascua, § 745 (2016). ↩ ↩2
Parte Tercera - La Vida de la Iglesia - I. La Vida Espiritual—Vida en el Espíritu Santo, Sínodo de la Iglesia Greco-Católica Ucraniana. Catecismo de la Iglesia Católica Ucraniana: Cristo – Nuestra Pascua, § 710 (2016). ↩ ↩2
Parte Primera - La Fe de la Iglesia - III. Creemos en Dios Padre, Creador del Cielo y de la Tierra, y en Nuestro Salvador Jesucristo, y en el Espíritu Santo, el Señor, Dador de Vida - B. «Dios se hizo humano para que los humanos se hicieran dioses”139 - 5. Pentecostés - C. El Espíritu Vivificador es el Dador de la Gracia, Sínodo de la Iglesia Greco-Católica Ucraniana. Catecismo de la Iglesia Católica Ucraniana: Cristo – Nuestra Pascua, § 266 (2016). ↩ ↩2 ↩3
II. Gracia, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2003 (1992). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5
En resumen, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2024 (1992). ↩ ↩2
Aaron Matthew Weldon. Ad Totius Mundi Pacem atque Salutem El Mérito para Otros y el Plan Divino en el Pensamiento Tomista, § 4. ↩
Gracia operativa y cooperativa, Aaron Matthew Weldon. Ad Totius Mundi Pacem atque Salutem El Mérito para Otros y el Plan Divino en el Pensamiento Tomista, § 5. ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Gracia, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Gracia. ↩
Thomas Joseph White, O.P. La Mediación Universal de Cristo y las Religiones No Cristianas, § 15. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9
El Catálogo o las Declaraciones Autoritativas de los Obispos Anteriores de la Santa Sede concernientes a la gracia de Dios, Heinrich Joseph Dominicus Denzinger. Las Fuentes del Dogma Católico (Enchiridion Symbolorum), § 248 (1854). ↩ ↩2
Capítulo II - Sobre el Pueblo de Dios, Concilio Vaticano II. Lumen Gentium, § 12 (1964). ↩ ↩2 ↩3
Capítulo II - Sobre el Pueblo de Dios, Concilio Vaticano II. Lumen Gentium, § 11 (1964). ↩ ↩2
En resumen, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2022 (1992). ↩ ↩2
Margaret H. McCarthy. El Vaticano II y la «Apertura al Mundo» de la Iglesia, §El Magisterio. ↩ ↩2 ↩3
Apéndice, Romanus Cessario, O.P. Premoción, Santidad y el Papa Benedicto XIII (1724–30): Algunas Retrospectivas Históricas sobre Veritatis Splendor, § 19. ↩
Capítulo I - El Misterio de la Iglesia, Concilio Vaticano II. Lumen Gentium, § 8 (1964). ↩ ↩2 ↩3
Capítulo I - El Misterio de la Iglesia, Concilio Vaticano II. Lumen Gentium, § 4 (1964). ↩
Capítulo V - La Vocación Universal a la Santidad en la Iglesia, Concilio Vaticano II. Lumen Gentium, § 40 (1964). ↩ ↩2
Capítulo V - La Vocación Universal a la Santidad en la Iglesia, Concilio Vaticano II. Lumen Gentium, § 39 (1964). ↩
Capítulo II - Sobre el Pueblo de Dios, Concilio Vaticano II. Lumen Gentium, § 14 (1964). ↩ ↩2 ↩3
Capítulo II - Sobre el Pueblo de Dios, Concilio Vaticano II. Lumen Gentium, § 15 (1964). ↩
Capítulo III - Sobre la Estructura Jerárquica de la Iglesia y en Particular sobre el Episcopado, Concilio Vaticano II. Lumen Gentium, § 21 (1964). ↩
El Comienzo de la Conversión a Cristo, Basil Cole, O.P. Santo Tomás de Aquino sobre el Progreso y el Retroceso en la Vida Espiritual, § 5. ↩ ↩2 ↩3
Capítulo VII - Carácter Escatológico de la Iglesia Peregrinante y su Unión con la Iglesia Celestial, Concilio Vaticano II. Lumen Gentium, § 48 (1964). ↩