Hablar en lenguas
El don de lenguas, también conocido como glosolalia, es un carisma sobrenatural mencionado en el Nuevo Testamento, particularmente en los Hechos de los Apóstoles y las epístolas de San Pablo. Se refiere a la capacidad de hablar en idiomas desconocidos para el hablante, ya sean lenguas humanas existentes o un lenguaje inspirado por el Espíritu Santo. Este don se manifestó de manera prominente en Pentecostés, cuando los Apóstoles hablaron en diversas lenguas, permitiendo que personas de diferentes naciones entendieran el mensaje del Evangelio. A lo largo de la historia de la Iglesia, ha habido diversas interpretaciones y manifestaciones de este carisma, y su práctica y discernimiento han sido objeto de consideración teológica.
Tabla de contenido
Origen Bíblico del Don de Lenguas
El don de lenguas tiene sus raíces más claras en el día de Pentecostés, cincuenta días después de la Resurrección de Jesús1.
Pentecostés: La Primera Manifestación
Según el relato de los Hechos de los Apóstoles, los discípulos estaban reunidos cuando el Espíritu Santo descendió sobre ellos. Como resultado, «comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse»1. Este evento fue notable porque judíos devotos de quince regiones distintas, que residían en Jerusalén, escucharon a los discípulos proclamar «las maravillas de Dios» en sus propias lenguas nativas1. La multitud quedó asombrada al escuchar a galileos hablar en dialectos y lenguas que no les eran propios, lo que llevó a algunos a acusarlos de estar ebrios1. San Pedro, sin embargo, explicó que este fenómeno era el cumplimiento de la profecía y una señal de los últimos tiempos1.
En Pentecostés, la glosolalia se manifestó como un discurso histórico, articulado e inteligible. Aunque Jerusalén era una región multilingüe, el asombro residió en que los galileos, cuyas capacidades lingüísticas se consideraban limitadas, pudieran hablar simultáneamente en tantos dialectos1. El Espíritu Santo impulsó a los discípulos a hablar, sin que necesariamente se les infundiera un conocimiento previo de esas lenguas1. La condición física y psíquica de los oyentes era de éxtasis y arrobamiento, en la que las «cosas maravillosas de Dios» se expresaban en aclamaciones, oraciones o himnos1.
El Don de Lenguas en las Comunidades Primitivas
Posteriores manifestaciones del don de lenguas se registraron en Cesarea, Éfeso y Corinto, todas ellas regiones políglotas1. San Pedro identificó la experiencia de Cesarea con lo ocurrido a los discípulos «al principio»1. En estos lugares, el incidente inusual marcó el bautismo de varios conversos, quienes operaban en grupos1.
Las Cartas de San Pablo a los Corintios
San Pablo aborda extensamente el tema de los carismas, incluyendo el don de lenguas, en sus cartas a los Corintios, especialmente en los capítulos 12-14 de la Primera Carta2. Él subraya que los carismas son gracias del Espíritu Santo que benefician a la Iglesia, contribuyendo a su edificación y al bien de la humanidad3. La diversidad de carismas no debe generar divisiones, y San Pablo los compara con los diversos miembros de un mismo cuerpo2.
San Pablo consideraba el don de lenguas como un don inferior al de la profecía, a menos que hubiera interpretación4,5. Para él, el propósito de hablar en lenguas no era transmitir ideas a los oyentes, sino hablar a Dios en oración4,5. Si una persona ora en lenguas, su espíritu ora, pero su entendimiento no produce fruto4,5. En las reuniones de la Iglesia, San Pablo insistía en la necesidad de la inteligibilidad para la edificación de la comunidad5. Si no había intérprete, el que hablaba en lenguas debía callar en la asamblea4,5.
San Pablo también advierte sobre los abusos en Corinto, donde el carisma se había deteriorado en una mezcla de balbuceos ininteligibles y sonidos inciertos, que a veces podían interpretarse como blasfemos1. Aunque se reconocían las alabanzas divinas, el efecto general era de confusión y desedificación para los no creyentes1. El Apóstol exhortó a los corintios a hacer todas las cosas «decentemente y con orden»1.
Naturaleza y Propósito del Don de Lenguas
La interpretación de la naturaleza del don de lenguas ha variado a lo largo de la historia de la Iglesia.
Lenguas Extranjeras o Lenguaje Espiritual
Entre los Padres de la Iglesia, la opinión más común era que el don de lenguas implicaba hablar en idiomas extranjeros4. Esta interpretación se basaba en la promesa de Marcos 16:17, «Hablarán en lenguas nuevas», y su cumplimiento en el día de Pentecostés4. San Cirilo de Jerusalén, por ejemplo, señala que los Apóstoles, como Pedro o Andrés, hablaban persa o mediano, y Juan y los demás Apóstoles hablaban todas las lenguas a los gentiles6. San Juan Crisóstomo también afirma que quien era bautizado hablaba inmediatamente en lenguas, ya sea persa, romano, indio u otra lengua, como una prueba sensible de la energía del Espíritu7,8.
Sin embargo, el Catholic Encyclopedia señala que una «lengua nueva» no necesariamente es un idioma extranjero, y que un don útil en Pentecostés podría parecer inútil en reuniones de personas que hablan un mismo idioma4. También se argumenta que el objeto del don no era transmitir ideas a los oyentes, sino hablar a Dios en oración, para lo cual un idioma extranjero no es necesario4,5. San Pablo mismo compara la glosolalia con hablar en una lengua desconocida, lo que sugiere que no era en sí misma una lengua desconocida4,5.
Algunas explicaciones proponen que las «clases de lenguas» a las que se refiere San Pablo podrían manifestarse de diversas formas: como lenguas extranjeras cuando las circunstancias lo requerían (como con los Apóstoles), como un nuevo lenguaje distintivo de la vida espiritual, o como la manifestación de los «gemidos inefables del Espíritu» que intercede por nosotros4.
Propósito y Edificación
El don de lenguas, como todos los carismas, está destinado a la edificación de la Iglesia9,3. San Pablo enfatiza que la profecía es superior al don de lenguas, a menos que haya interpretación, para que la Iglesia pueda recibir edificación4,5. El carisma de la interpretación es el complemento necesario de la glosolalia; sin interpretación, el que habla en lenguas debe guardar silencio en la asamblea4,5. La interpretación puede ser realizada por el propio hablante o por otra persona, y toma la forma de un discurso inteligible4.
San Agustín, al reflexionar sobre la ausencia de la manifestación de hablar en lenguas en su tiempo, argumentó que la Iglesia misma ahora habla en las lenguas de todas las naciones a través de su difusión mundial10. Antes, la Iglesia estaba en una nación y hablaba en todas las lenguas, lo que significaba lo que sucedería: que al crecer entre las naciones, hablaría en todas las lenguas10. Quien es miembro del cuerpo de Cristo, que habla con todas las lenguas, también habla con todas las lenguas a través de la unidad de los miembros10.
El Don de Lenguas en la Historia y el Magisterio
A lo largo de la historia, la Iglesia ha reconocido la existencia de los carismas y su importancia.
Testimonios Post-Bíblicos
San Ireneo, en el siglo II, menciona que muchos de sus contemporáneos hablaban «por el Espíritu en toda clase de lenguas»4,1,11. Se dice que San Francisco Javier predicó en lenguas que le eran desconocidas, y que San Vicente Ferrer, al usar su lengua materna, fue entendido en otras1.
El Discernimiento de los Carismas
El Catecismo de la Iglesia Católica enseña que los carismas deben ser aceptados con gratitud, tanto por quien los recibe como por todos los miembros de la Iglesia12. Son una gracia rica para la vitalidad apostólica y la santidad de todo el Cuerpo de Cristo, siempre que sean verdaderos dones del Espíritu Santo y se utilicen en plena conformidad con sus auténticas inspiraciones, es decir, en consonancia con la caridad, que es la verdadera medida de todos los carismas12.
El discernimiento de los carismas es siempre necesario13. Ningún carisma está exento de ser referido y sometido a los pastores de la Iglesia, cuyo oficio no es extinguir el Espíritu, sino probarlo todo y retener lo bueno, para que todos los carismas, diversos y complementarios, trabajen juntos «para el bien común»13.
El Don de Lenguas en la Actualidad y la Renovación Carismática
En tiempos modernos, el don de lenguas ha resurgido con fuerza en el contexto de la Renovación Carismática Católica. El Papa Juan Pablo II, en varias ocasiones, reconoció la vitalidad y fecundidad de la Renovación Carismática como una manifestación de la poderosa presencia del Espíritu Santo en la Iglesia después del Concilio Vaticano II14,15,16. Él la describió como una «declaración audaz de lo que 'el Espíritu está diciendo a las iglesias'»14,15.
El Papa Juan Pablo II enfatizó la necesidad de que la Renovación Carismática profundice siempre su comunión con toda la Iglesia: con sus pastores y maestros, con su doctrina y disciplina, con su vida sacramental y con todo el pueblo de Dios14,15. También destacó que una conciencia más profunda de la Persona y obra del Espíritu Santo responde a las necesidades de nuestro tiempo, ya que el Espíritu es «el centro de la fe cristiana y es la fuente y la fuerza dinámica de la renovación de la Iglesia»16.
Conclusión
El don de lenguas es un carisma complejo y misterioso, con diversas manifestaciones a lo largo de la historia de la Iglesia. Desde el milagro de Pentecostés, donde los Apóstoles hablaron en lenguas inteligibles para la evangelización, hasta las prácticas en Corinto que San Pablo buscó regular para la edificación de la comunidad, este don ha sido una señal de la acción del Espíritu Santo. La Iglesia Católica reconoce la existencia y el valor de los carismas, incluyendo el don de lenguas, siempre bajo el discernimiento de la autoridad eclesial y con el propósito fundamental de la edificación del Cuerpo de Cristo en la caridad.
Citas
Don de lenguas, The Encyclopedia Press. Catholic Encyclopedia, §Don de lenguas. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13 ↩14 ↩15 ↩16
Carismas y ministerios inspirados por el Espíritu Santo, Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 5 Agosto 1998, § 2 (1998). ↩ ↩2
Párrafo 2. La Iglesia - Pueblo de Dios, Cuerpo de Cristo, Templo del Espíritu Santo, Catecismo de la Iglesia Católica, § 799 (1992). ↩ ↩2
Carismas, The Encyclopedia Press. Catholic Encyclopedia, §Carismas. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13 ↩14
La Nueva Versión Estándar Revisada, Edición Católica (NRSV-CE). La Santa Biblia, § 1 Corintios 14. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9
Conferencia catequética: Continuación del discurso sobre el Espíritu Santo, Cirilo de Jerusalén. Conferencias Catequéticas - Conferencia 17, § 16 (350). ↩
Homilía 29 sobre 1 Corintios 12:1-11 - 1 Corintios 12:1-2, Juan Crisóstomo. Homilía sobre la Primera Corintios, §Homilía 29. 1 (387). ↩
B1 Corintios 12:1-2, Juan Crisóstomo. Homilía 29 sobre 1 Corintios 12:1-11, § 1 (387). ↩
Párrafo 5. La comunión de los santos, Catecismo de la Iglesia Católica, § 951 (1992). ↩
Tratados (lecciones) sobre el evangelio de Juan: Tratado 32 Juan 7:37-39, Agustín de Hipona. Tratado 32 Juan 7:37-39, § 7 (420). ↩ ↩2 ↩3
Incluso hasta esos tiempos se realizaban milagros por los fieles, Eusebio de Cesarea. Historia Eclesiástica (Eusebio de Cesarea), §Libro V. Capítulo 7. 6 (325). ↩
Párrafo 2. La Iglesia - Pueblo de Dios, Cuerpo de Cristo, Templo del Espíritu Santo, Catecismo de la Iglesia Católica, § 800 (1992). ↩ ↩2
Párrafo 2. La Iglesia - Pueblo de Dios, Cuerpo de Cristo, Templo del Espíritu Santo, Catecismo de la Iglesia Católica, § 801 (1992). ↩ ↩2
Papa Juan Pablo II. VI Asamblea Internacional de la Renovación Carismática Católica (Mayo 15, 1987) - Discurso (1987). ↩ ↩2 ↩3
Papa Juan Pablo II. A los participantes de la VI Asamblea Internacional de la Renovación Carismática (Mayo 15, 1987) - Discurso (1987). ↩ ↩2 ↩3
Papa Juan Pablo II. A los miembros del Consejo de la «Oficina Internacional de la Renovación Carismática Católica» (Marzo 14, 1992) - Discurso, § 1 (1992). ↩ ↩2