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Historia de la Iglesia en el siglo XX

La historia de la Iglesia católica en el siglo XX se caracteriza por un período de profundos cambios globales, desde las guerras mundiales hasta la Guerra Fría, pasando por el auge del comunismo, el fascismo y el modernismo. Bajo el liderazgo de papas como León XIII, Pío X, Benedicto XV, Pío XI, Pío XII, Juan XXIII, Pablo VI y Juan Pablo II, la Iglesia enfrentó desafíos doctrinales, sociales y políticos, respondiendo con encíclicas clave como Rerum novarum (aunque de finales del XIX, influyente), Quadragesimo anno y Pacem in terris. El punto culminante fue el Concilio Vaticano II (1962-1965), que impulsó una renovación litúrgica, eclesiológica y pastoral, adaptando la Iglesia al mundo contemporáneo sin alterar su esencia dogmática. Este siglo vio el crecimiento de la Iglesia en América Latina y África, la promoción de la doctrina social y un compromiso con la paz y los derechos humanos, culminando en el Año Jubilar del 2000.

Tabla de contenido

Inicios del siglo XX: El modernismo y la consolidación doctrinal

Al comienzo del siglo XX, la Iglesia católica se enfrentaba a las tensiones del mundo industrializado y las ideas racionalistas. El papa León XIII, cuyo pontificado se extendió hasta 1903, había sentado las bases con su encíclica Rerum novarum (1891), que defendía los derechos de los trabajadores y condenaba tanto el capitalismo salvaje como el socialismo ateo. Sin embargo, el nuevo siglo trajo el desafío del modernismo, un movimiento intelectual que buscaba reconciliar la fe con la crítica bíblica y la filosofía contemporánea, pero que fue visto como una herejía por la jerarquía eclesial.

El papa Pío X (1903-1914) respondió con firmeza en la encíclica Pascendi dominici gregis (1907), condenando el modernismo como una síntesis de todas las herejías y exigiendo la vigilancia doctrinal. Se crearon diócesis de vigilancia y se reformó la educación seminarística para fortalecer la formación teológica. Este período también vio el crecimiento de movimientos laicales, como la Acción Católica, promovida para involucrar a los fieles en la vida social sin comprometer la separación Iglesia-Estado en naciones secularizadas como Francia, donde la ley de separación de 1905 generó tensiones.

En el ámbito misionero, la Iglesia expandió su presencia en Asia y África, aunque limitada por el colonialismo europeo. La beatificación de figuras como Teresa de Lisieux (1925, pero su influencia desde principios de siglo) impulsó la espiritualidad del «pequeño camino», accesible a todos los fieles.

La Primera Guerra Mundial y el papel de Benedicto XV

La Primera Guerra Mundial (1914-1918) marcó un punto de inflexión, con millones de católicos involucrados en el conflicto. El papa Benedicto XV (1914-1922), elegido en plena guerra, se esforzó por mediar la paz desde el inicio. Su nota diplomática de agosto de 1914 y la encíclica Ad beatissimi Apostolorum (1914) condenaron la guerra como un «suicidio de la civilización europea» y llamaron a la reconciliación cristiana.

Benedicto XV promovió la ayuda humanitaria a través de la Comisión Pontificia de Asistencia, salvando vidas en ambos bandos. Su propuesta de paz de 1917, ignorada por los gobiernos, anticipó los ideales wilsonianos. Tras la guerra, el Tratado de Versalles (1919) redibujó Europa, y la Iglesia apoyó la creación de nuevas naciones como Polonia, donde el cardenal Edmund Dalbor fortaleció la identidad católica.

En este contexto, surgió el comunismo tras la Revolución Rusa (1917). La Iglesia, a través de la encíclica Divini Redemptoris de Pío XI (1937, pero con raíces en este período), lo condenó como intrínsecamente perverso por su ateísmo materialista. Benedicto XV también impulsó la reforma litúrgica incipiente, preparando el terreno para cambios posteriores.

El período de entreguerras: Pío XI y la doctrina social

Los años entre guerras (1918-1939) fueron de inestabilidad política, con el auge de totalitarismos. El papa Pío XI (1922-1939) defendió la libertad religiosa y la justicia social. En 1929, firmó los Pactos Lateranenses con Italia, estableciendo el Vaticano como Estado soberano y resolviendo la «Cuestión Romana».

Su encíclica Quadragesimo anno (1931) actualizó Rerum novarum, promoviendo la subsidiariedad y criticando tanto el liberalismo económico como el colectivismo. Ante el nazismo, Mit brennender Sorge (1937) denunció el racismo y el paganismo estatal en Alemania, mientras Divini Redemptoris condenó el bolchevismo soviético. Pío XI también bendijo misiones en China y promovió la devoción al Sagrado Corazón.

En España, la Segunda República (1931-1939) trajo persecuciones anticlericales, culminando en la Guerra Civil Española (1936-1939), donde miles de clérigos fueron martirizados. La Iglesia apoyó al bando nacional, pero Pío XI llamó a la reconciliación. Este período vio el surgimiento de movimientos juveniles como los Cursillos de Cristiandad en España, fomentando la evangelización laical.

La Segunda Guerra Mundial bajo Pío XII

La Segunda Guerra Mundial (1939-1945) fue el mayor desafío del siglo. El papa Pío XII (1939-1958), con su experiencia diplomática previa, optó por una neutralidad activa para proteger a los católicos. Su primer mensaje radial en 1939 llamó a la paz, y durante la ocupación nazi de Roma, salvó a miles de judíos mediante la red católica, aunque criticado por su silencio público sobre el Holocausto para evitar represalias mayores.

Encíclicas como Summi Pontificatus (1939) condenaron el totalitarismo y defendieron la unidad humana. Pío XII promovió la doctrina social, enfatizando la propiedad privada equilibrada con la justicia distributiva1. En el posguerra, su radio-mensaje de 1951 a trabajadores españoles reafirmó la posición de la Iglesia contra revoluciones sociales, defendiendo el derecho a la propiedad mientras denunciaba desigualdades extremas.

La guerra devastó Europa, pero impulsó el ecumenismo incipiente y la migración de católicos a América.

Posguerra y Guerra Fría: De Pío XII a Juan XXIII

Tras 1945, la Iglesia navegó la Guerra Fría. Pío XII canonizó santos como Pío X (1954) y promovió la mariología con Munificentissimus Deus (1950), definiendo la Asunción. Su pontificado vio el crecimiento en América Latina, con figuras como Helder Câmara impulsando la pastoral social.

El papa Juan XXIII (1958-1963) inauguró una era de apertura con Mater et Magistra (1961), actualizando la doctrina social, y Pacem in terris (1963), dirigida a «todos los hombres de buena voluntad», defendiendo derechos humanos universales. Convocó el Concilio Vaticano II en 1959, respondiendo a los «signos de los tiempos» en un mundo de descolonización y avances científicos.

En este período, la Iglesia en España, bajo Franco, experimentó tensiones entre colaboración estatal y llamados a la libertad, como en el mensaje de Juan Pablo II de 1997 sobre el espíritu evangelizador histórico2.

El Concilio Vaticano II: Renovación y apertura al mundo

El Concilio Vaticano II (1962-1965), convocado por Juan XXIII y concluido por Pablo VI (1963-1978), fue el evento definitorio del siglo. Reunió a más de 2.000 obispos, produciendo 16 documentos: cuatro constituciones (Sacrosanctum Concilium sobre liturgia, Lumen Gentium sobre la Iglesia, Dei Verbum sobre revelación, Gaudium et spes sobre el mundo moderno), nueve decretos y tres declaraciones.

Lumen Gentium enfatizó la Iglesia como «pueblo de Dios», promoviendo la colegialidad episcopal y el rol laical. Gaudium et spes analizó problemas contemporáneos como la familia, economía y paz, afirmando que la Iglesia sirve al mundo sin dominarlo3. La liturgia se renovó con el uso de lenguas vernáculas y participación activa.

El Concilio fomentó el diálogo ecuménico (Unitatis redintegratio) y con no cristianos (Nostra aetate). Pablo VI lo implementó con reformas como el Sínodo de Obispos (1965) y la Humanae vitae (1968), defendiendo la vida conyugal contra la anticoncepción.

Pablo VI y la implementación postconciliar

Pablo VI, en su discurso de clausura (1965), presentó la Iglesia renovada como servidora del hombre3. Enfrentó crisis como el Mayo del 68, respondiendo con Evangelii nuntiandi (1975), que revitalizó la evangelización. Viajes apostólicos, como a Tierra Santa (1964), marcaron la movilidad papal.

En Italia y Europa, surgieron tensiones postconciliares, con movimientos progresistas y tradicionalistas. Pablo VI creó conferencias episcopales y promovió la justicia social en Octogesima adveniens (1971). Su pontificado vio el Año Santo de 1975, enfatizando la santidad universal4,5.

En el Tercer Mundo, apoyó la teología de la liberación contextualizada, pero advirtió contra ideologizaciones marxistas.

El breve pontificado de Juan Pablo I y el largo de Juan Pablo II

Juan Pablo I (1978), Luciano Roncalli, duró solo 33 días, pero su estilo humilde («sonrisa de Dios») humanizó el papado. Le sucedió Juan Pablo II (1978-2005), primer papa no italiano en siglos, polaco, símbolo de resistencia al comunismo.

Su encíclica Redemptor hominis (1979) centró la Iglesia en Cristo. Viajes a Polonia (1979) aceleraron la caída del Telón de Acero, culminando en 1989. Centesimus annus (1991) celebró el fin del comunismo y promovió una economía ética.

Juan Pablo II impulsó la nueva evangelización, canonizando santos como Óscar Romero (2018, pero proceso en siglo XX) y promoviendo la juventud con Jornadas Mundiales. En España, su mensaje de 1997 elogió la tradición misionera y llamó a un compromiso radical ante el cambio de milenio2. El Código de Derecho Canónico (1983) actualizó la estructura eclesial postconciliar.

Desafíos globales y legado al fin del siglo

El siglo XX cerró con la globalización y secularización. La Iglesia creció en África y Asia, con el 40% de católicos en el Sur Global para 2000. Temas como el aborto, eutanasia y bioética fueron abordados en Evangelium vitae (1995).

El Año Jubilar de 2000, preparado por Juan Pablo II, pidió perdón por errores históricos, como la Inquisición. El legado incluye una Iglesia más universal, dialogante y comprometida con la paz, como en la condena al apartheid y apoyo a derechos indígenas.

En resumen, el siglo XX transformó la Iglesia de una institución eurocéntrica a una presencia mundial, fiel a su misión evangelizadora en un mundo en crisis.

Citas

  1. Papa Pío XII. Radiomensaje a los trabajadores españoles (11 de marzo de 1951), § 2 (1951).

  2. Papa Juan Pablo II. Mensaje a los participantes en el Segundo Congreso sobre el Ministerio Pastoral de la Evangelización celebrado en Madrid (15 de agosto de 1997) (1997). 2

  3. Papa Pablo VI. A las Misiones Extraordinarias que participan en las ceremonias conciliares de clausura (7 de diciembre de 1965) - Discurso (1965). 2

  4. Papa Pablo VI. Juan Bautista de la Concepción (1561-1613) - Homilía (1975).

  5. Papa Pablo VI. Vicenta María López y Vicuña (1847-1890) - Homilía (1975).