Iglesia universal
La Iglesia universal, también conocida como Iglesia católica, es el pueblo de Dios que se extiende por todo el mundo, caracterizada por su unidad, santidad, catolicidad y apostolicidad. Su universalidad no es meramente geográfica, sino una dimensión constitutiva que proviene de Dios mismo y se manifiesta en la presencia de Cristo y la plenitud de los medios de salvación en ella. Desde sus orígenes en Pentecostés, la Iglesia ha sido enviada a todas las naciones para reunir a la humanidad en Cristo, trascendiendo las barreras de tiempo y raza, mientras valora y purifica las diversas culturas y tradiciones de los pueblos.
Tabla de contenido
Origen y Significado del Término
El término «Iglesia universal» se deriva de la palabra griega kath’hólon, que significa «según el todo» o «concerniente al conjunto»1,2. Este concepto de universalidad es una propiedad esencial de la Iglesia, inherente a su misma esencia por institución divina1. San Ignacio de Antioquía fue el primero en utilizar la expresión «Iglesia católica» cuando escribió a los fieles de Esmirna: «Donde está Jesucristo, allí está la Iglesia católica»1. Esta afirmación subraya que la catolicidad de la Iglesia está intrínsecamente ligada a la presencia de Cristo en ella2.
La Iglesia es universal en un doble sentido. Primero, es universal porque Cristo está presente en ella, y en ella subsiste la plenitud del Cuerpo de Cristo unido a su Cabeza. Esto implica que la Iglesia recibe de Cristo la «plenitud de los medios de salvación» que Él ha querido, incluyendo la confesión correcta y completa de la fe, la vida sacramental plena y el ministerio ordenado en sucesión apostólica2. En este sentido fundamental, la Iglesia fue católica desde el día de Pentecostés y lo será hasta la Parusía2.
Segundo, la Iglesia es universal porque ha sido enviada por Cristo en misión a toda la humanidad3,2. Esta misión universal se extiende a todos los pueblos, habla a todos los hombres y abarca todos los tiempos3. No es simplemente el resultado empírico de la difusión de la Iglesia entre diferentes naciones, sino una forma constitutiva de su misión1.
La Iglesia Universal en el Plan de Dios
El Padre Eterno, en su sabiduría y bondad, creó el universo y eligió elevar a los hombres a la participación de su vida divina, llamando a todos los hombres en su Hijo4,5. Desde el principio del mundo, la Iglesia fue prefigurada y maravillosamente preparada en la historia del pueblo de Israel y la Antigua Alianza4,5. En los últimos tiempos, fue establecida y manifestada por la efusión del Espíritu Santo, y alcanzará su gloriosa consumación al final de los siglos, cuando todos los justos, desde Adán hasta el último elegido, se reunirán con el Padre en la Iglesia universal6,4,5.
Cristo, enviado por el Padre, inauguró el Reino de los cielos en la tierra y reveló su misterio7. La Iglesia, el reino de Cristo presente ahora en misterio, crece visiblemente por el poder de Dios en el mundo7. Ella es el «sacramento universal de salvación», un signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano8,9.
La universalidad de la Iglesia responde al designio trascendente de Dios, que obra en la historia humana por la misericordia que «quiere la salvación de todos»10,11. Aunque el pueblo mesiánico no comprende de facto a todos los hombres y a veces parece un pequeño rebaño, constituye para toda la humanidad un «germen firmísimo de unidad, de esperanza y de salvación»10,12.
Manifestación de la Universalidad
La universalidad de la Iglesia se manifestó de manera definitiva el día de Pentecostés, cuando el Espíritu Santo llenó a la primera comunidad cristiana y la constituyó como universal13,2. Los Apóstoles dieron testimonio de Cristo dirigiéndose a hombres de todas las naciones, y estos los comprendieron como si hablaran en su lengua nativa13,14. Desde ese día, la Iglesia, con la «fuerza del Espíritu Santo», actúa «en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra»13. La misión universal de la Iglesia, por lo tanto, no surge de abajo, sino que desciende de lo alto, del Espíritu Santo, como una penetración del amor trinitario en ella13.
La Iglesia, aunque se extiende por todo el mundo y toma diversas expresiones externas en cada parte, no debe concebirse como una simple suma o federación de iglesias particulares esencialmente diferentes15. Más bien, es universal por vocación y misión, y la rica variedad de disciplinas eclesiásticas, ritos litúrgicos y herencias teológicas y espirituales propias de las iglesias locales, unificadas en un esfuerzo común, muestra aún más resplandecientemente la catolicidad de la Iglesia indivisa15.
Relación con la Humanidad y Otras Religiones
Todos los hombres están llamados a formar parte de este pueblo de Dios4. La Iglesia reconoce en otras religiones la búsqueda del Dios desconocido pero cercano, quien da vida y aliento a todas las cosas y desea que todos los hombres se salven16. Por ello, la Iglesia considera toda bondad y verdad que se encuentra en estas religiones como una «preparación para el Evangelio»16,17.
Aquellos que no han recibido el Evangelio, pero buscan sinceramente a Dios y se esfuerzan por cumplir su voluntad bajo la inspiración de la gracia, pueden alcanzar la salvación18,17. La Providencia Divina no niega las ayudas necesarias para la salvación a quienes, sin culpa propia, no han llegado a un conocimiento explícito de Dios y, con su gracia, procuran llevar una vida recta17.
La Iglesia tiene el mandato solemne de Cristo de proclamar la verdad salvífica hasta los confines de la tierra19. Mediante la proclamación del Evangelio, prepara a sus oyentes para recibir la fe, los libera de la esclavitud del error y los incorpora a Cristo19. En este proceso, purifica, fortalece, eleva y ennoblece lo bueno que se encuentra en las mentes y corazones de los hombres, y en las prácticas religiosas y culturas de los diversos pueblos4,19.
La Iglesia Romana y la Iglesia Universal
El Papa Inocencio III explicó que la Iglesia es llamada universal por dos razones. Primero, se dice «Iglesia universal» a aquella que consta de todas las Iglesias, y en este sentido, la Iglesia Romana no es la Iglesia universal, sino una parte de ella, la primera y principal, como la cabeza en el cuerpo, ya que en ella reside la plenitud del poder. Segundo, se llama «Iglesia universal» a aquella única que contiene a todas las demás bajo sí. En este sentido, solo la Iglesia Romana es llamada universal, porque ella sola, por singular privilegio de dignidad, está preeminente sobre las demás20.
Aunque la Iglesia de Jerusalén fue donde Cristo se dignó a vivir, predicar y obrar nuestra salvación, la Iglesia Romana es llamada «madre de todas las Iglesias» no por razón de tiempo, sino por razón de dignidad20. Es la Iglesia de Roma la que preside la asamblea universal de la caridad y protege las legítimas diferencias, asegurando que no impidan la unidad sino que contribuyan a ella4.
Conclusión
La Iglesia universal es una realidad viva, inmutable en su constitución y estructura dada por su divino Fundador21. Es el Pueblo de Dios de la Nueva Alianza, con Cristo como cabeza, cuya ley es el nuevo mandamiento del amor y cuyo fin es el Reino de Dios12. Su catolicidad es un don del Señor mismo, por el cual tiende eficazmente a reunir a toda la humanidad en Cristo, su Cabeza, en la unidad de su Espíritu Santo1,22. A través de los siglos, la Iglesia ha experimentado diversos cambios, pero en su esencia, ha permanecido siempre idéntica a sí misma, sostenida por la misma fe fundamental21.
Citas
Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 10 de julio de 1991 (1991). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5
Artículo 3. La Iglesia es una, santa, católica y apostólica, Catecismo de la Iglesia Católica, § 830 (1992). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6
Artículo 3. La Iglesia es una, santa, católica y apostólica, Catecismo de la Iglesia Católica, § 868 (1992). ↩ ↩2
Artículo 1. La Iglesia en el plan de Dios, Catecismo de la Iglesia Católica, § 759 (1992). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6
Capítulo I - El misterio de la Iglesia, Concilio Vaticano II. Lumen Gentium, § 2 (1964). ↩ ↩2 ↩3
Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 31 de julio de 1991 (1991). ↩
Capítulo I - El misterio de la Iglesia, Concilio Vaticano II. Lumen Gentium, § 3 (1964). ↩ ↩2
Capítulo I - El misterio de la Iglesia, Concilio Vaticano II. Lumen Gentium, § 1 (1964). ↩
Capítulo VII - La índole escatológica de la Iglesia peregrinante y su unión con la Iglesia celestial, Concilio Vaticano II. Lumen Gentium, § 48 (1964). ↩
Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 13 de noviembre de 1991 (1991). ↩ ↩2
Artículo 2. Jesús murió crucificado, Catecismo de la Iglesia Católica, § 605 (1992). ↩
Capítulo II - Sobre el Pueblo de Dios, Concilio Vaticano II. Lumen Gentium, § 9 (1964). ↩ ↩2
Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 5 de abril de 1995 (1995). ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Papa Juan Pablo II. 26 de mayo de 1985: Visita Pastoral a Salerno - Misa en la Solemnidad de Pentecostés - Homilía, § 7 (1985). ↩
Artículo 3. La Iglesia es una, santa, católica y apostólica, Catecismo de la Iglesia Católica, § 835 (1992). ↩ ↩2
Artículo 3. La Iglesia es una, santa, católica y apostólica, Catecismo de la Iglesia Católica, § 843 (1992). ↩ ↩2
Capítulo II - Sobre el Pueblo de Dios, Concilio Vaticano II. Lumen Gentium, § 16 (1964). ↩ ↩2 ↩3
En síntesis, Catecismo de la Iglesia Católica, § 1281 (1992). ↩
Capítulo II - Sobre el Pueblo de Dios, Concilio Vaticano II. Lumen Gentium, § 17 (1964). ↩ ↩2 ↩3
prefacio, Papa Inocencio III. Prima collectio decretalium (Papa Inocencio III), § 1. ↩ ↩2
Papa Pío XII. Discurso Vous avez voulu a los participantes en el X Congreso Internacional de Ciencias Históricas (7 de septiembre de 1955), § 13 (1955). ↩ ↩2
Capítulo II - Sobre el Pueblo de Dios, Concilio Vaticano II. Lumen Gentium, § 13 (1964). ↩