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Imposición de la birreta cardenalicia

Imposición de la birreta cardenalicia
Luis Felipe impone el birrete cardenalicio a Jean-Louis de Cheverus en la capilla de las Tullerías, 10 de marzo de 1836. Dominio público.

La imposición de la birreta cardenalicia es un rito solemne en la Iglesia católica que marca la elevación de un presbítero o obispo al rango de cardenal, simbolizando su nueva responsabilidad en la asistencia al Romano Pontífice y en el gobierno de la Iglesia universal. Este acto, cargado de tradición histórica y significado espiritual, se remonta al menos al siglo XV y ha evolucionado a lo largo de los siglos, adaptándose a las normas litúrgicas y canónicas. En el artículo se explora su origen, el simbolismo del color escarlata, el procedimiento ceremonial actual y las variaciones según el contexto, destacando cómo esta prenda no solo distingue a los purpurados, sino que también evoca el martirio y la fidelidad al Evangelio.

Tabla de contenido

Historia de la birreta cardenalicia

Orígenes medievales y evolución temprana

La birreta, una prenda cuadrada con tres o cuatro picos en su superficie superior, tiene sus raíces en las vestiduras eclesiásticas medievales, aunque su uso específico como insignia cardenalicia se consolidó en la Baja Edad Media. Etimológicamente, el término «birreta» deriva del italiano beretta, posiblemente relacionado con birrus, una capa con capucha de origen griego que aludía a un color flameante. En el siglo X, se menciona ya un birettum como una especie de gorro o capucha, pero su adopción como cubrecabeza clerical se generalizó en los siglos siguientes.1

Durante la Edad Media, el uso de cubrecabezas en contextos eclesiásticos estaba restringido, y las constituciones de cardenales como Ottoboni en 1268 prohibían a los clérigos inferiores llevar gorras en presencia de superiores o en iglesias, salvo excepciones para doctores universitarios.1 Hacia el siglo XIII, la birreta comenzó a diferenciarse como un signo de dignidad académica y eclesiástica, apareciendo en representaciones artísticas como el fresco de San Francisco ante Honorio III en Asís, alrededor de 1290, donde se observa en cardenales.2 Sin embargo, no fue hasta el pontificado de Pablo II (1464-1471), el papa veneciano conocido por su esplendor, cuando se instituyó el uso de la birreta escarlata para los cardenales como distinción de otros prelados en ceremonias solemnes donde no se usaba el galero.3,4

Esta innovación respondía a la necesidad de visibilizar la jerarquía en las funciones litúrgicas y pastorales. Fuentes eruditas, como las de Giacomo da Pavia (siglo XIII), relatan que papas como Inocencio IV en el Concilio de Lyon (1245) otorgaron a los cardenales seculares el privilegio de un cubrecabeza rojo perpetuo, simbolizando la disposición a derramar sangre por la libertad de la Iglesia.3 Para los cardenales regulares, este honor se extendió en 1591 por Gregorio XIV, permitiéndoles usar la birreta roja junto con el hábito de su orden.4

Desarrollo en la Edad Moderna y contemporánea

En los siglos XVI y XVII, la forma de la birreta se modificó significativamente, pasando de un gorro redondo y blando a una estructura más rígida con picos definidos, similar al «mortarboard» académico inglés, aunque divergieron en su evolución.1 Pablo II también introdujo la mitra de seda damascena para los cardenales, complementando la birreta.3 Durante el Renacimiento, el color escarlata se asoció explícitamente con el martirio, evocando la tradición de que los cardenales debían estar preparados para «derramar sangre» en defensa de la fe, como se menciona en crónicas sobre Inocencio y el Concilio de Lyon.3

En el siglo XIX y XX, la imposición de la birreta se integró en el consistorio cardenalicio, un acto público presidido por el papa. Pío XI, en ceremonias de los años 1920, personalizaba el rito con elogios a cada nuevo cardenal, enfatizando su rol en la Iglesia.3 Juan XXIII, en 1958, durante la imposición a Giovanni Battista Montini (futuro Pablo VI), profundizó en su simbolismo histórico, recordando cómo el berretto rojo representa un «incitamento al martirio», inspirado en figuras como San Carlos Borromeo.3 Pablo VI, en 1969, vinculó la birreta al «presbyterium» romano, subrayando la corresponsabilidad de los cardenales en el gobierno eclesial.5

Hoy, tras las reformas postconciliares, la birreta sigue siendo un elemento clave, aunque su uso se ha simplificado en consistorios más austeros, alineándose con la teología de la humildad y el servicio.

Simbolismo de la birreta cardenalicia

La birreta escarlata trasciende su función ornamental para encarnar valores profundos de la tradición católica. Su color rojo, coccineo, evoca la sangre de Cristo y los mártires, recordando a los cardenales su vocación al sacrificio por la Iglesia.3 Como señaló Juan XXIII, el berretto es un «signo de distinción» que invita a la generosidad, la paz y la difusión de la fe, según la fórmula litúrgica de imposición: pro incremento christianae fidei, pace et quiete populi Dei.5

En un plano más amplio, representa la asistencia a latere al papa, es decir, una colaboración cercana en el magisterio y la gobernanza universal, remontándose al presbiterio de la diócesis de Roma.5 Teólogos como Tomassino (siglo XVII) interpretaban la púrpura cardenalicia, incluyendo la birreta, no como vanidad mundana, sino como un authoramentum ad martyrium (estímulo al martirio), alineado con la vida de santos como Borromeo, quien veía en su vestimenta un llamado a la renuncia.3

Además, el inicio del honor «desde la cabeza» (initium honoris a capite) simboliza la protección de la mente para ideas nobles y elevaciones espirituales, priorizando la cabeza en la salud y la dignidad humana.3 En contextos de sede vacante, el color cambia a azafrán, manteniendo la sobriedad.4

Procedimiento ceremonial de la imposición

El consistorio y el rito principal

La imposición de la birreta forma parte del consistorio público, convocado por el papa para crear cardenales. Tradicionalmente, se realiza en la Sala Regia o la Capilla Sixtina del Palacio Apostólico. El papa, tras anunciar los nombres, impone la birreta a cada electo, recitando una fórmula que bendice la prenda y encomienda la misión cardenalicia.3,5

Si el nuevo cardenal está presente en Roma, recibe la birreta directamente del papa, a menudo en los Vísperas previos al consistorio pleno, donde se despliegan los hábitos purpúreos completos.3 Para cardenales ausentes, un ablegado papal o un guardia noble entrega la birreta junto con el decreto de nombramiento; en países como España o Portugal, monarcas o delegados civiles históricamente intervenían.4 El receptor jura fidelidad y promete visitar Roma en un año para recibir su título parroquial o diaconal.4

Durante el rito, se entrega también el anillo y la zucchetta roja, complementos de la birreta.2 La birreta romana carece de borla en cardenales, diferenciándose de variantes francesas o españolas con cuatro picos.1

Normas litúrgicas y excepciones

Los cardenales la usan en procesiones, al sentarse o ejerciendo jurisdicción, como en reconciliaciones o absoluciones.1 En la Misa, se quita durante el Canon, y obispos no la llevan en Bendiciones eucarísticas.2 Pío X (1905) extendió el uso de la cruz pectoral con la birreta incluso ante el papa.4

En épocas de conclave, la birreta escarlata se ve en representaciones históricas de cardenales electores.1 Creaciones in pectore requieren publicación posterior para ser efectivas, sin validez testamentaria.4

Variaciones y uso en la Iglesia actual

Diferencias por rangos y órdenes

Los cardenales seculares y regulares reciben la birreta roja desde 1464 y 1591, respectivamente, pero los regulares mantienen el hábito de su orden.4 Obispos y cardenales la usan en violetas o rojas, mientras clérigos inferiores, en negro, salvo privilegios.2

En diócesis titulares, la birreta acompaña ornamentos episcopales como mitra y báculo bajo un baldaquino.4 Su diseño varía: tres picos en Roma, cuatro en Europa continental.1

Relevancia contemporánea y reformas

En la era post-Vaticano II, el énfasis ha pasado de la pompa a la pastoral, pero la birreta persiste como signo de unidad colegial.5 Papas como Francisco han simplificado consistorios, priorizando diversidad global, aunque el rito mantiene su esencia simbólica.

En España, la tradición católica integra la birreta en ceremonias reales históricas, reflejando la influencia de la monarquía en la Iglesia.4 Hoy, sirve como recordatorio de la humildad en el servicio, alineada con la doctrina de la Lumen gentium sobre el colegio cardenalicio.

En resumen, la imposición de la birreta cardenalicia encapsula siglos de tradición, simbolizando sacrificio, colaboración y fidelidad. Este rito no solo enriquece la liturgia romana, sino que inspira a toda la Iglesia a emular la entrega de sus purpurados.

Citas

  1. Birrete, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Birrete. 2 3 4 5 6 7

  2. Solideo, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Solideo. 2 3 4

  3. Papa Juan XXIII. Discurso al Cardenal Giovanni Battista Montini durante el cual el Santo Padre explica el significado de la imposición de la birreta a los nuevos Cardenales (17 de diciembre de 1958) - Discurso. 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11

  4. Cardenal, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Cardenal. 2 3 4 5 6 7 8 9 10

  5. Vitale inserimento del sacro collegio nella realtà ecclesiale, Papa Pablo VI. Asignación de los Títulos o las Diaconías a los nuevos Cardenales (30 de abril de 1969) - Discurso (1969). 2 3 4 5