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Cruz

Intercesión

La intercesión se refiere a la acción de interponerse o abogar ante Dios en nombre de otro. Esta práctica se fundamenta en la creencia en la comunión de los santos, donde los fieles en la tierra, las almas en el purgatorio y los santos en el cielo forman un solo cuerpo místico con Cristo como cabeza. Aunque Jesucristo es el único Mediador absoluto entre Dios y la humanidad, la intercesión de la Santísima Virgen María, los ángeles y los santos, así como la oración de los fieles en la tierra unos por otros, son consideradas medios válidos y eficaces para obtener gracias de Dios.

Tabla de contenido

La Mediación de Cristo

Jesucristo es el único Mediador entre Dios y los hombres1. Como Dios-hombre, Él se sitúa entre ambas partes, compartiendo la naturaleza divina y humana, lo que lo capacita para mediar1. Su mediación es absoluta y de una manera que nadie más puede serlo, como lo afirma 1 Timoteo 2:5: «Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre»1. La función de mediador de Cristo se ejerce a través de su naturaleza humana, pero el valor de su acción proviene de ser una Persona Divina quien actúa1.

La mediación de Cristo tiene como objetivo principal restaurar la amistad entre Dios y la humanidad1. Esto se logra mediante la obtención de la gracia y la remisión de los pecados, a través de la adoración y la satisfacción ofrecidas a Dios por medio de Cristo1. Además, Cristo acerca a Dios a la humanidad al revelar las verdades y mandatos divinos1. Él es el Apóstol enviado por Dios y el Sumo Sacerdote que nos guía hacia Dios (Hebreos 3:1)1. Incluso en el orden físico, la existencia misma de Cristo es una mediación entre Dios y el hombre, ya que al unir nuestra humanidad a su divinidad, nos unió a Dios y a Dios a nosotros1. Como señala San Atanasio, «Cristo se hizo hombre para que los hombres pudieran llegar a ser dioses»1.

Jesús, habiendo entrado en el santuario del cielo de una vez por todas, intercede constantemente por nosotros como el mediador que nos asegura la efusión permanente del Espíritu Santo2. El Espíritu Santo mismo intercede por nosotros y por los santos según la voluntad de Dios3.

La Intercesión de los Santos

La doctrina católica de la intercesión de los santos se basa en la comunión de los santos1. Esta enseñanza establece que los santos que reinan con Cristo ofrecen sus propias oraciones a Dios por los hombres1. El Concilio de Trento declaró que es bueno y útil invocar a los santos y recurrir a sus oraciones, ayuda y auxilio para obtener beneficios de Dios a través de Jesucristo, nuestro Señor, el único Redentor y Salvador1. Aquellos que niegan la invocación de los santos o afirman que no oran por los hombres, o que la invocación es idolatría, piensan impíamente1.

San Agustín explicó que en la mesa del Señor no se conmemora a los mártires de la misma manera que a otros que descansan en paz para orar por ellos, sino más bien para que ellos oren por nosotros y podamos seguir sus pasos1. Las oraciones a los santos aparecen en casi todas las liturgias antiguas, lo que demuestra que estas conmemoraciones no son adiciones posteriores1.

La intercesión de los santos es admisible porque son nuestros hermanos, amigos y protectores4. Existe un vínculo operante entre la Iglesia gloriosa en el cielo y la Iglesia peregrina en la tierra, una circulación de caridad que eleva nuestra invocación a los santos, quienes son nuestros intérpretes ante la bondad divina, y hace descender de ellos los favores de Dios4.

Distinción entre Mediación e Intercesión

Es importante distinguir entre la mediación de Cristo y la intercesión de los santos. Mientras que Cristo es el Mediador en el sentido absoluto, la intercesión se refiere a la acción de la Santísima Virgen, los ángeles y los santos en favor de los hombres1. San Agustín enfatiza que el honor pagado a un santo no resta valor al honor debido al Señor5. La adoración correcta se dirige únicamente a Dios5. El poder de un intercesor está directamente vinculado al poder de Cristo, y los milagros realizados por su intercesión tienen como fin último atraer al mundo a Cristo5. No se construyen altares a los santos, sino altares a Dios a partir de las reliquias de los santos5. Los mártires no son dioses, porque solo conocemos un mismo Dios, que es tanto de los mártires como nuestro5.

San Agustín también aclara que los santos no tienen poder para intervenir milagrosamente aparte del cuidado providencial de Dios; las oraciones son respondidas a través de los santos por Dios, no aparte de Él5.

La Invocación de los Santos

Invocar a los santos es bueno y útil, y se recurre a ellos para obtener beneficios de Dios a través de Jesucristo1. La oración se ofrece a una persona de dos maneras: una como si fuera concedida por ella misma, y otra como si fuera obtenida a través de ella1. De la primera manera, oramos solo a Dios, porque todas nuestras oraciones deben dirigirse a obtener gracia y gloria que solo Dios da1. De la segunda manera, oramos a los santos ángeles y a los hombres, no para que Dios conozca nuestra petición a través de ellos, sino para que por sus oraciones y méritos nuestras oraciones sean eficaces1.

Es lícito decir: «San Pedro, ten piedad de mí, sálvame, ábreme la puerta del cielo»; también, «Dame salud corporal, paciencia, fortaleza», etc., siempre que se entienda «sálvame y ten piedad de mí orando por mí»; «concédeme esto o aquello por tus oraciones y méritos»1. El acto supremo de impetración, el sacrificio, nunca se ofrece a ninguna criatura1. Aunque la Iglesia celebra Misas en honor y memoria de los santos, no enseña que el sacrificio se les ofrece a ellos, sino solo a Dios, quien los coronó1.

La Intercesión de la Santísima Virgen María

La Santísima Virgen María ocupa un lugar privilegiado en la vida de los cristianos y en su oración, porque es la Madre de Jesús6. Las Iglesias orientales a menudo la han representado como la Odigitria, la que «muestra el camino», es decir, a su Hijo, Jesucristo6. Su presencia en la iconografía cristiana siempre está en relación con su Hijo y en conexión con Él6. Sus manos, sus ojos, su comportamiento son una «catequesis» viviente, siempre indicando la piedra angular, el centro: Jesús6. María está completamente orientada hacia Él, hasta el punto de que se puede decir que es más discípula que Madre6.

El Papa Pablo VI explicó que el recurso a María para llegar a Jesús no tiene nada de extraño, ilógico o vano para los discípulos de la Iglesia7. Aunque solo Cristo es la causa de nuestra salvación, la economía de la salvación contempla una cooperación humana, que San Agustín describe como «dispositiva y ministerial»7. Esta cooperación admite una preparación, una introducción a la fuente de la gracia, una intervención no causante, sino facilitadora, propia de la circulación de la caridad y la comunión en el plan divino de nuestra salud7.

La Intercesión en la Liturgia

La oración de intercesión es una oración de petición que nos lleva a orar como Jesús lo hizo3. En comunión con todos los santos, nuestra oración intercesora participa en la propia oración de Cristo8. Toda la Iglesia tiene la misión de interceder por todos, especialmente por los que sufren, los que no saben orar o se han extraviado en la vida9. Este deber recae particularmente en aquellos con roles de responsabilidad, como padres, maestros o sacerdotes9.

La Misa

Durante la Eucaristía, a través de las intercesiones generales y el Memento por los difuntos, la comunidad reunida presenta al Padre de todas las misericordias a aquellos que han muerto10. La Iglesia cree que las almas detenidas en el purgatorio «son ayudadas por las oraciones de los fieles y, sobre todo, por el aceptable sacrificio del altar», así como por «limosnas y otras obras de piedad»10.

En las liturgias funerarias, la asamblea responde a la palabra de Dios con oraciones de intercesión por el difunto y todos los muertos, por la familia y todos los que lloran, y por todos los presentes11. El pueblo santo de Dios, confiando en su creencia en la comunión de los santos, ejerce su sacerdocio real uniéndose en esta oración por todos los que han muerto11.

La Liturgia de las Horas

La Liturgia de las Horas celebra las alabanzas a Dios, pero la tradición judía y cristiana no separa la alabanza de Dios de la oración de petición12. El apóstol Pablo aconseja que «se ofrezcan oraciones por todos —peticiones, intercesiones y acciones de gracias— y especialmente por los reyes y otros en autoridad, para que podamos vivir vidas religiosas y reverentes en paz y tranquilidad» (1 Timoteo 2:1-4)12. Esta exhortación fue interpretada por los Padres en el sentido de que las intercesiones deben hacerse por la mañana y por la tarde12.

Los sacerdotes, al recitar el Oficio Divino, dan voz a la Iglesia, que persevera en oración en nombre de todo el género humano, junto con Cristo, quien «vive siempre para interceder por nosotros» (Hebreos 7:25)13. En virtud de la misión de representación e intercesión que se les confía, los presbíteros están formalmente obligados a esta forma de oración «oficial», hecha por delegación de la Iglesia en nombre no solo de los creyentes, sino de todos los hombres y de todas las realidades del universo13.

El Rosario

El rezo del Rosario es un ejemplo de oración mariana que implica la intercesión7. En esta práctica, se recurre a María para llegar a Jesús7. Como se mencionó anteriormente, este recurso no es extraño para los católicos, ya que María, como Madre de Jesús, ocupa un lugar privilegiado y nos muestra el camino hacia su Hijo, el único Mediador6.

Conclusión

La intercesión es una parte integral de la vida de oración católica, arraigada en la verdad de la comunión de los santos y la mediación única de Jesucristo. Aunque Cristo es el único Mediador absoluto, la Iglesia enseña que la intercesión de la Virgen María, los ángeles y los santos, así como las oraciones de los fieles unos por otros, son medios poderosos para obtener la gracia divina. Estas prácticas litúrgicas y devocionales reflejan la profunda interconexión de todos los miembros del Cuerpo de Cristo, tanto en la tierra como en el cielo, en su camino hacia Dios.

Citas

  1. Intercesión (mediación), The Encyclopedia Press. Catholic Encyclopedia, § Intercesión (Mediación). 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24

  2. En resumen, Catecismo de la Iglesia Católica, § 667 (1992).

  3. III. Oración de intercesión, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2634 (1992). 2

  4. Papa Pablo VI. 22 de junio de 1969: Canonización de la Beata Julia Billiart, Fundadora de la Congregación de las Hermanas de Nuestra Señora de Namur (1969). 2

  5. Philip Porter. ¿Para qué sirven los cuerpos muertos? : Una Tanatología Agustiniana, § 12. 2 3 4 5 6

  6. Catequesis sobre la oración - 27. Orar en comunión con María, Papa Francisco. Audiencia General del 24 de marzo de 2021 - Catequesis sobre la oración: 27. Orar en Comunión con María (2021). 2 3 4 5 6

  7. La preghiera mariana del rosario ottenga la pace nella chiesa e nel mondo - Intercessione, Papa Pablo VI. Audiencia General del 8 de octubre de 1969 (1969). 2 3 4 5

  8. III. Oración de intercesión, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2635 (1992).

  9. Papa Francisco. Audiencia General del 16 de diciembre de 2020 - Catequesis sobre la oración: 19. La oración de intercesión (2020). 2

  10. Papa Juan Pablo II. Carta al Abad de Cluny (2 de junio de 1998), § 6 (1998). 2

  11. La Palabra de Dios - Oraciones e intercesiones, Sagrada Congregación para el Culto Divino. Ritual de Exequias, Introducción General, § 29 (1988). 2

  12. Capítulo tres. Las diversas partes de la liturgia de las horas - XI. Las intercesiones, la oración del Señor y la oración conclusiva - A. Las intercesiones o peticiones en laudes y vísperas, Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. La Instrucción General sobre la Liturgia de las Horas, § 179 (1971). 2 3

  13. Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 2 de junio de 1993, § 5 (1993). 2