Ira
La ira es una de las siete pasiones principales del alma, entendida como un deseo de venganza que, si no se modera, puede llevar al pecado. Dentro de la enseñanza católica, la ira no es inherentemente pecaminosa; puede ser una emoción virtuosa si es justa y moderada, como la indignación santa ante la injusticia. Sin embargo, se convierte en un vicio capital cuando es un deseo desordenado y violento de castigar, que destruye las relaciones humanas y la lucidez, y puede manifestarse de diversas maneras, desde la agresión física o verbal hasta el resentimiento prolongado. La virtud de la templanza, que modera las pasiones, es fundamental para gobernar la ira.
Tabla de contenido
Naturaleza de la Ira
La ira, en su esencia, es un deseo de venganza1,2. No obstante, la Iglesia Católica distingue entre la ira como pasión y la ira como vicio. Como pasión, es una parte irascible de nuestra naturaleza que no debe ser negada3. Las pasiones son experiencias de vida en cierta medida inconscientes, y no somos responsables de su aparición, sino de su desarrollo3. La ira puede manifestarse físicamente a través de movimientos corporales, agresividad, respiración agitada y expresiones ceñudas3.
Los Padres de la Iglesia, como san Juan Crisóstomo, y teólogos como santo Tomás de Aquino, han reflexionado sobre la ira. Santo Tomás de Aquino, seguido por el Catecismo de la Iglesia Católica, explica que la ira puede ser un vicio o una virtud4. La ira se considera legítima si es justa, moderada y motivada por el amor divino5. Por ejemplo, Jesús mismo experimentó una indignación santa ante el mal y la injusticia, como cuando expulsó a los mercaderes del Templo, una acción dictada por el celo por la casa del Señor, no por la ira pecaminosa3.
Ira pecaminosa y sus manifestaciones
La ira se convierte en pecado cuando es un deseo desordenado y violento de castigar sin las condiciones adecuadas5. El Papa Francisco describe la ira como un vicio oscuro y destructivo que nos priva del sueño y de la capacidad de razonar, dañando nuestras relaciones humanas3. Expresa la incapacidad de aceptar la diversidad de los demás, especialmente cuando sus elecciones de vida difieren de las nuestras3.
Las manifestaciones de la ira pecaminosa pueden ser variadas:
Agresión física o verbal: Puede ser desatada no contra el ofensor, sino contra la primera víctima desafortunada, como aquellos que reprimen su ira en el trabajo y la desatan en casa contra su familia3.
Pérdida de lucidez: La ira nos hace perder la claridad mental y puede magnificarse con el tiempo, incluso con la distancia y el silencio3.
Deseo de venganza ilícito: Es ilícito desear venganza para hacer el mal a alguien, aunque sea digno de castigo. Sin embargo, es loable buscar la restitución para corregir vicios y mantener la justicia4,2.
Pecado mortal: Si la ira llega al punto de desear deliberadamente matar o herir gravemente a un prójimo, se convierte en un pecado mortal gravemente contrario a la caridad4,2. El Señor advierte: «Todo el que se enoje con su hermano será responsable ante el tribunal» (Mateo 5:22)4,2,6.
Violencia moral: Además de la violencia física, la ira puede manifestarse como violencia moral a través de palabras, similar al bullying o la manipulación4.
Hijas del vicio: Santo Tomás de Aquino enumera seis «hijas» de la ira: la querella, la hinchazón de la mente, la contumelia, el clamor, la indignación (en sentido negativo) y la blasfemia4. La blasfemia, especialmente si es intencional, es un pecado contra la fe4.
Los Padres de la Iglesia también distinguen tres tipos de ira7:
Ira que arde por dentro: Un estado del alma donde la persona pierde la tranquilidad interna y es superada por sentimientos de malicia, ofensa e irritación7.
Ira manifestada en palabra y obra: Se expresa en un lenguaje grosero, carente de dulzura y amor, incluyendo arrebatos de rabia, humillación intencional y calumnia7.
Ira que hierve a fuego lento o resentimiento: Es particularmente destructiva, ya que la persona se niega conscientemente a perdonar y arde con un anhelo de venganza7.
Ira virtuosa o justa
No toda ira es pecaminosa. Existe una ira justa o indignación santa, que es un movimiento interior ante el mal y la injusticia3. Si una persona nunca se enojara ni se indignara ante una injusticia o la opresión de los débiles, significaría que no es humana, y mucho menos cristiana3. Esta ira virtuosa está animada por motivos de amor divino y busca corregir vicios y mantener la justicia5,2.
Los antiguos ya entendían que hay una parte irascible en nosotros que no puede ni debe ser negada3. Esta ira legítima es moderada por la razón y contenida dentro de límites adecuados, siendo un acto de virtud8.
La Ira en las Escrituras Católicas
Las Escrituras ofrecen una perspectiva compleja sobre la ira, mostrando tanto las advertencias contra su forma pecaminosa como ejemplos de la ira justa de Dios.
Advertencias contra la ira desordenada
Jesús, al recordar el mandamiento «No matarás», profundiza en la necesidad de la paz de corazón y denuncia la ira homicida y el odio como inmorales2. En el Sermón de la Montaña, Jesús enseña: «Pero yo os digo que todo el que se enoje con su hermano será responsable ante el tribunal; y el que insulte a su hermano será responsable ante el concilio; y el que le diga: ‘¡Insensato! ’, será responsable del fuego del infierno» (Mateo 5:22)6. Este pasaje subraya la gravedad de la ira que va más allá de un simple sentimiento y se convierte en un deseo de injuria que pervierte la razón8.
El libro del Eclesiástico (Sirácides) advierte sobre las consecuencias de la ira y la necesidad del perdón9:
«El vengativo sufrirá la venganza del Señor, porque Él lleva cuenta estricta de sus pecados» (Sirácides 28:1)9.
«Perdona a tu prójimo la ofensa que te ha hecho, y entonces tus pecados serán perdonados cuando ores» (Sirácides 28:2)9.
«Si un mortal abriga ira, ¿quién hará expiación por sus pecados?» (Sirácides 28:5)9.
«Apártate de la contienda, y tus pecados serán menos; porque el iracundo enciende la contienda» (Sirácides 28:8)9.
San Pablo también exhorta a no dejar que el sol se ponga sobre nuestra ira, sugiriendo la importancia de resolverla rápidamente3,10. En Romanos, se nos recuerda: «Amados, no os venguéis vosotros mismos, sino dad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor» (Romanos 12:19)11,12.
La ira de Dios
La Biblia también habla de la ira de Dios13,14. Sin embargo, los teólogos y Padres de la Iglesia, como Novaciano, Orígenes y Juan Casiano, aclaran que la ira divina no debe entenderse como una pasión humana viciosa15,16,17. La ira de Dios es una expresión de su justicia y un medio de disciplina para los pecadores13,14,17. Es una manifestación de su juicio justo contra el mal y la impenitencia, no una emoción descontrolada17. Por ejemplo, en el Apocalipsis, se describe el derramamiento de las copas de la ira de Dios como juicios justos contra aquellos que derramaron la sangre de los santos13.
La virtud de la Templanza como remedio
Para gobernar la ira y otras pasiones, la Iglesia propone la práctica de las virtudes, especialmente la templanza3,18. La templanza es una virtud moral que modera la atracción de los placeres y proporciona equilibrio en el uso de los bienes creados19,20,21. Asegura el dominio de la voluntad sobre los instintos y mantiene los deseos dentro de los límites de lo honorable19,21.
El Papa Francisco, en su catequesis sobre las virtudes, describe la templanza como la capacidad de autocontrol, el arte de no dejarse vencer por las pasiones rebeldes y de establecer orden en el «embrollo del corazón humano»21. Una persona temperada piensa antes de hablar, no hace promesas vacías y actúa con juicio en relación con los placeres21.
La templanza nos dispone a evitar todo tipo de excesos, incluyendo el abuso de alimentos, alcohol, tabaco o medicinas22. Es una virtud indispensable para que el ser humano sea plenamente humano, permitiéndole ser dueño de sí mismo y no víctima de sus pasiones23.
Los remedios contra la ira incluyen aprender a pensar antes de actuar y desarrollar un espíritu benigno y humilde, capaz de oponerse a un corazón orgulloso que magnifica las injusticias5. La humildad del cuerpo y del corazón son condiciones necesarias para la armonía interior y la belleza del ser humano23.
Conclusión
La ira es una pasión humana compleja que, si bien puede ser una respuesta justa ante el mal, se convierte en un vicio destructivo cuando es desordenada y busca la venganza ilícita. La enseñanza católica, arraigada en las Escrituras y la tradición, nos llama a gobernar esta pasión mediante la virtud de la templanza, buscando el perdón, la reconciliación y la justicia, en lugar de la agresión y el resentimiento. Al hacerlo, podemos transformar una emoción potencialmente dañina en una fuerza para el bien, alineando nuestros corazones con la voluntad de Dios.
Citas
Ira, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, § Ira. ↩
III. La salvaguardia de la paz, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2302 (1992). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6
Resumen de las palabras del Santo Padre, Papa Francisco. Audiencia General del 31 de enero de 2024 - Ciclo de Catequesis. Vicios y Virtudes. 6. La Ira (2024). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13
Basil Cole, O.P. Una valoración tomista del Catecismo de la Iglesia Católica sobre los vicios capitales, § 13. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7
Basil Cole, O.P. Una valoración tomista del Catecismo de la Iglesia Católica sobre los vicios capitales, § 12. ↩ ↩2 ↩3 ↩4
La Nueva Versión Estándar Revisada, Edición Católica (NRSV-CE). La Santa Biblia, §Mateo 5. ↩ ↩2
Parte III - La vida de la Iglesia - II. La persona en Cristo como nueva creación - C. Una ascesis que purifica - 2. Los ocho pecados capitales469 y sus virtudes opuestas - E. La ira y su virtud opuesta—longanimidad, Sínodo de la Iglesia greco-católica ucraniana. Catecismo de la Iglesia Católica Ucraniana: Cristo – Nuestra Pascua, § 768 (2016). ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Artículo 7 - El quinto mandamiento - «No matarás.» - Tres consideraciones de la ira, Tomás de Aquino. Explicación de los Diez Mandamientos, § 7 (1273). ↩ ↩2
La Nueva Versión Estándar Revisada, Edición Católica (NRSV-CE). La Santa Biblia, §Eclesiástico 28. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5
Tres libros de testimonios contra los judíos - Que la ira debe ser superada, no sea que nos constriña a pecar, Cipriano de Cartago. Los tratados de Cipriano - Tratado XII (Libro 3), § 8 (249). ↩
Capítulo 21. Debemos guardarnos de la ira antes de que surja; si ya ha surgido, debemos contenerla y calmarla, y si tampoco podemos hacer esto, al menos debemos refrenar nuestra lengua del abuso, para que nuestras pasiones sean como las riñas de niños. Él relata lo que dijo Arquitas, y muestra que David abrió el camino en este asunto, tanto en sus acciones como en sus escritos, Ambrosio de Milán. Sobre los deberes del clero, §Libro I. Capítulo 21. 90 (391). ↩
La Nueva Versión Estándar Revisada, Edición Católica (NRSV-CE). La Santa Biblia, §Apocalipsis 16. ↩ ↩2 ↩3
La Nueva Versión Estándar Revisada, Edición Católica (NRSV-CE). La Santa Biblia, §Jeremías 25. ↩ ↩2
Libro VIII - De los que dicen que la ira no es perjudicial, si nos enojamos con los que hacen mal, ya que se dice que Dios mismo se enoja, Juan Casiano. Instituciones, §Libro VIII, Capítulo 2 (420). ↩
Libro IV - Capítulo 72, Orígenes de Alejandría. Contra Celso, § 72 (248). ↩ ↩2 ↩3
En resumen, Catecismo de la Iglesia Católica, § 1834 (1992). ↩
I. Las virtudes humanas, Catecismo de la Iglesia Católica, § 1809 (1992). ↩ ↩2
En resumen, Catecismo de la Iglesia Católica, § 1838 (1992). ↩
Ciclo de catequesis. Vicios y virtudes. 15. La templanza, Papa Francisco. Audiencia General del 17 de abril de 2024 - Ciclo de Catequesis. Vicios y Virtudes. 15. La Templanza, §Ciclo de Catequesis. Vicios y Virtudes. 15. La Templanza (2024). ↩ ↩2 ↩3 ↩4
II. El respeto de la dignidad de las personas, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2290 (1992). ↩
Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 22 de noviembre de 1978 (1978). ↩ ↩2