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Judaizantes

Los judaizantes fueron un grupo de cristianos del siglo I que, influidos por la tradición judía, insistían en que los gentiles convertidos al cristianismo debían observar la circuncisión y otras prescripciones de la Ley mosaica para alcanzar la salvación. Su postura generó una profunda controversia que culminó en el Concilio de Jerusalén (c. 50‑51 d.C.), donde la Iglesia primitiva definió la relación entre la Ley del Antiguo Testamento y la gracia del Nuevo Pacto. A lo largo de la historia patrística y magisterial la Iglesia ha reiterado que la salvación se funda en la fe en Cristo y que las ceremonias mosaicas fueron cumplidas y, en gran medida, abrogadas, aunque ciertos preceptos morales permanecen obligatorios para los fieles. Este artículo examina el origen histórico del movimiento, la resolución apostólica, su desarrollo en la tradición patrística y su enseñanza actual en la doctrina católica.

Tabla de contenido

Origen histórico

Contexto del siglo I y la expansión del cristianismo

Tras la muerte de Jesús, la predicación apostólica se dirigió inicialmente a judíos y samaritanos. Con la conversión de gentiles en Antioquía, surgieron tensiones respecto a si los nuevos creyentes debían adoptar las costumbres judías, como la circuncisión y la observancia de los mandamientos ceremoniales1.

El término «judaizadores» en la tradición católica

El Catholic Encyclopedia define a los judaizantes como «una parte de los cristianos judíos que sostenían que la circuncisión y la observancia de la Ley mosaica eran necesarias para la salvación y que, por consiguiente, debían imponerse a los conversos gentiles»1. El término proviene del griego Ioudaizo (adoptar costumbres judías) y se emplea en la exégesis católica para describir esta corriente temprana.

La controversia del judaísmo y la Ley mosaica

Enseñanzas de los Apóstoles y la decisión del Concilio de Jerusalén

El Concilio de Jerusalén, convocado por la urgencia de resolver la disputa, adoptó una decretación apostólica que limitaba la carga legal a cuatro requisitos mínimos (abstinencia de alimentos sacrificados a ídolos, sangre, carne estrangulada y fornicación) y declaraba que «no se impondrá a los gentiles el yugo de la Ley»2. La propia acta, citada en Hechos 15:5‑29, muestra que la decisión fue tomada «con el consentimiento de toda la iglesia» y «a la luz del Espíritu Santo»3.

Argumentos de los judaizantes y la respuesta paulina

Los judaizantes alegaban que la circuncisión era indispensable para la justificación (cf. Gálatas 2:14). San Agustín, en Consentius contra la mentira, registra la reproche de Pablo a Pedro: «Si tú, siendo judío, vives como los gentiles… ¿cómo obligas a los gentiles a judaizar?»4. Pablo, por su parte, enfatiza que la justificación es «por la fe y no por las obras de la Ley» (cf. Gálatas 5:2) y que imponer la Ley a los gentiles sería una distorsión del Evangelio5.

Desarrollo patrístico y magisterial

San Agustín y la crítica a la imposición de la Ley

En Contra Fausto (c. 400) Agustín señala que «aquellos que pretendían que la circuncisión fuera necesaria para la salvación estaban bajo una grave amenaza de error» y que la verdadera libertad cristiana consiste en no estar atado a la carga legal que «el Señor vino a cumplir, no a destruir»5.

Los Padres de la Iglesia y la visión de la Ley como sombra

Los escritos patrísticos (p. ej., Cyril de Jerusalén) describen la Ley mosaica como «una sombra de las cosas buenas que habían de venir» y afirman que el Espíritu Santo «liberó al mundo de los gravámenes legales» mediante la carta apostólica de Jerusalén3. La obra Book Reviews destaca que los primeros cristianos veían la Ley como instrumental para identificar al pueblo de Israel, pero que en Cristo «se hace una nueva legislación de libertad» que supera la obligatoriedad de los ritos judíos6.

Declaraciones magisteriales posteriores

El Enchiridion Symbolorum (Dz 712) declara que las ceremonias del Antiguo Testamento fueron abolidas con la venida de Cristo y que «quien persiste en observarlas como condición de salvación incurre en pecado mortal»7. En la encíclica Ex Quo (1756), el Papa Benedicto XIV reitera que la prohibición apostólica sobre sangre y alimentos «fue establecida para evitar discordia entre judíos y gentiles, pero que, una vez desaparecida la causa, la restricción también ha cesado»8.

La postura de la Iglesia Católica contemporánea

Catecismo y la continuidad del pacto

El Catecismo de la Iglesia Católica enseña que la Alianza nueva une a judíos y gentiles «no según la carne, sino en el Espíritu» (cf. LG 9)9, y que la libertad cristiana se basa en la gracia que «nos libera del yugo de la Ley» (cf. Gálatas 5:1)10.

Antinomianismo y canones del Concilio de Trento

Los cánones de Trento condenan cualquier forma de antinomianismo, afirmando que «los cristianos están obligados a observar los mandamientos de Dios y de la Iglesia»11. Esta condena se dirige también a quienes, como los judaizantes, pretendieran que la salvación depende de la observancia de la Ley mosaica.

Aplicación pastoral hoy

En la pastoral actual, la Iglesia reconoce que ciertos preceptos morales (p. ej., los Diez Mandamientos) siguen vigentes (CCC 2068)12, mientras que las prescripciones ceremoniales (circuncisión, observancia del Sabbat) se consideran cumplidas en Cristo. Los fieles son exhortados a vivir la unidad en la diversidad sin imponer prácticas culturales que no tengan fundamento en la fe salvadora (cf. Catecismo 781)9.

Influencia en la teología y el ecumenismo

El debate de los judaizantes ha moldeado la doctrina cristiana sobre la relación entre la Ley y la gracia, influyendo en la teología de la justificación y la soteriología. En el diálogo ecuménico contemporáneo, la comprensión católica de este conflicto sirve de puente para abordar las diferencias con comunidades judías y otras confesiones cristianas, subrayando que la salvación se alcanza únicamente por la fe en Jesucristo y no por la observancia de ritos antiguos.

Citas

  1. Judaizantes, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Judaizantes. 2

  2. La Nueva Versión Estándar Revisada, Edición Católica (NRSV-CE). La Santa Biblia, §Hechos 15.

  3. Conferencia catequética: Continuación del discurso sobre el Espíritu Santo, Cirilo de Jerusalén. Conferencias Catequéticas - Conferencia 17, § 29 (350). 2

  4. Agustín de Hipona. A Consentio, Contra la Mentira, § 26 (420).

  5. Fausto está dispuesto a admitir que Cristo pudo haber dicho que no vino a abolir la Ley y los Profetas, sino a cumplirlos; pero si lo hizo, fue para apaciguar a los judíos y en un sentido modificado. Agustín responde, y elabora aún más la visión católica de la profecía y su cumplimiento, Agustín de Hipona. Contra Faustum, §Libro 19. 17 (400). 2

  6. Matthew Levering, John Baptist Kuu, et al. Reseñas de libros (Nova et Vetera, Vol. 18, No. 1), § 17.

  7. Un decreto en favor de los jacobitas - De la bula «Cantate Domino», 4 de febrero, estilo florentino, 1441, moderno, 1442, Heinrich Joseph Dominicus Denzinger. Las Fuentes del Dogma Católico (Enchiridion Symbolorum), § 1348 (1854).

  8. Papa Benedicto XIV. Ex Quo (1756).

  9. Sección segunda I. Los credos, Catecismo de la Iglesia Católica, § 781. 2

  10. Sección primera La vocación del hombre: la vida en el Espíritu, Catecismo de la Iglesia Católica, § 1748.

  11. Antinomianismo, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Antinomianismo.

  12. Sección segunda Los diez mandamientos, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2068.