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La Navidad en el Credo Niceno-Constantinopolitano

La Navidad en el Credo Niceno-Constantinopolitano
El Credo, oración cristiana de confesión de fe. Original, Juan Emilio Prades Bel, CC BY 4.0 📄

La celebración de la Navidad, fiesta central del calendario litúrgico católico que conmemora el nacimiento de Jesucristo, encuentra una profunda resonancia en el Credo Niceno-Constantinopolitano, el símbolo de fe promulgado por los concilios ecuménicos de Nicea (325) y Constantinopla (381). Esta profesión de fe, recitada en la Misa navideña, destaca especialmente la Encarnación divina: «Et incarnatus est de Spiritu Sancto ex Maria Virgine, et homo factus est» (Se encarnó del Espíritu Santo y de María Virgen, y se hizo hombre). En este contexto litúrgico, los fieles se arrodillan para adorar el misterio del Verbo hecho carne, uniendo la historia salvífica con la adoración actual. El artículo examina la génesis del Credo, su integración en la liturgia navideña, su significado teológico y las reflexiones del Magisterio sobre esta intersección, subrayando cómo la Navidad actualiza la fe en la divinidad y humanidad de Cristo.1,2,3

Tabla de contenido

Orígenes históricos del Credo Niceno-Constantinopolitano

El Credo Niceno-Constantinopolitano, también conocido como Símbolo Niceno, surge como respuesta a las herejías cristológicas del siglo IV, particularmente el arrianismo, que negaba la consustancialidad del Hijo con el Padre. El Concilio de Nicea (325) formuló la primera versión, afirmando que Cristo es «Deum de Deo, Lumen de Lúmine, Deum verum de Deo vero, génitum non factum, consubstantiálem Patri» (Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado no creado, de la misma sustancia del Padre). El Concilio de Constantinopla (381) lo amplió, incorporando una cristología más detallada sobre la Encarnación, la Pasión, Resurrección y segunda venida, adaptándolo para uso litúrgico universal.4,5,3

Esta evolución no fue casual: el Credo se diseñó para ser recitado en la liturgia, condensando la fe trinitaria y cristológica de la Iglesia primitiva. Su autoridad radica en su origen conciliar, común a las Iglesias de Oriente y Occidente, y su permanencia en la profesión de fe cotidiana.3 En el contexto navideño, esta raíz histórica cobra vida al recordar que la Encarnación —punto culminante de la Navidad— fue defendida contra doctrinas que reducían a Cristo a mera apariencia humana.6

Influencia de los Padres de la Iglesia

Padres como San Atanasio, San Basilio Magno, San Gregorio Nacianceno y San Juan Damasceno profundizaron en el Credo, estructurándolo teológicamente. Por ejemplo, San Juan Damasceno en su De fide orthodoxa desglosa el Símbolo en secciones sobre la Trinidad, creación, salvación e Encarnación, prefigurando su uso en la teología escolástica de San Buenaventura.7,8 Estos autores enfatizan que la Navidad no es solo un nacimiento histórico, sino la irrupción eterna del Logos en el tiempo.

La Encarnación como eje navideño del Credo

El corazón del Credo para la Navidad reside en las palabras: «Qui propter nos hómines et propter nostram salútem descéndit de cælis. Et incarnátus est de Spíritu Sancto ex María Vírgine, et homo factus est» (Que por nosotros los hombres y por nuestra salvación descendió del cielo. Se encarnó del Espíritu Santo y de María la Virgen, y se hizo hombre). Esta fórmula afirma la unión hipostática: Cristo es verdadero Dios y verdadero hombre, consustancial al Padre en divinidad y a nosotros en humanidad, rechazando errores como el apolinarismo o el nestorianismo.9,10,11

Teológicamente, la Encarnación es el «fons vitæ» (fuente de vida) que purifica el mundo, como se invoca en bendiciones litúrgicas.12 El Concilio de Calcedonia (451) y el de Florencia (1442) lo explicitan: Cristo asume la naturaleza humana completa —cuerpo y alma— para redimirla.6,13 En Navidad, esta verdad se hace «hoy» presente, como subraya el Magisterio: el Hijo se hace hombre para deificar al hombre.6

Texto completo y su estructura litúrgica

El Credo se divide en tres artículos: Padre Creador, Hijo Redentor y Espíritu Santificador. La sección cristológica (segundo artículo) detalla la Encarnación como puente entre eternidad y tiempo, culminando en la doxología trinitaria.14,15,16 Su recitación en ritos como la iniciación cristiana (RCIA) o exorcismos refuerza su rol pedagógico.14,15

Integración litúrgica en la solemnidad navideña

En el Misal Romano, durante las Misas de Navidad (Vigilia, Noche, Aurora y Día), se prescribe la recitación del Credo, con rodillas en tierra en la Encarnación: «todos se arrodillan ante las palabras ‘y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre’.» Esto genera un momento de adoración silenciosa, evocando a los pastores ante el pesebre.1

La Homilía de San Juan Pablo II en la Misa de Medianoche de 1985 ilustra esto: «Et incarnatus est de Spiritu Sancto ex Maria Virgine et homo factus est. Repetiremos en breve estas palabras, recitando el Credo, y nos pondremos todos de rodillas.» La liturgia «actualiza» el misterio, haciendo de la Navidad un «hoy» eterno del Verbo encarnado.2 Similarmente, en bendiciones baptismales o renovaciones de promesas, el Credo se recita respondiendo «Credo» a cada artículo.12

Variantes en celebraciones especiales

En la Ordenación de Adultos (Ordo Initiationis Christianae Adultorum), el Credo se entrega como «símbolo de fe» que contiene «magna mystéria», vinculándolo a la Pascua pero extensible a Navidad.15,16 Documentos recientes, como el del 1700 aniversario de Nicea (2025), reafirman su vigencia.9,11

Significado teológico y espiritual

La Navidad ilumina el Credo al professionar que la salvación inicia en el pesebre: Cristo desciende «propter nos hómines et propter nostram salútem» (por nosotros y nuestra salvación). Esto implica deificación: el hombre participa de la divinidad por la humanidad asumida por Dios.10,6 San Juan Pablo II en audiencias enfatiza la fe trinitaria en el Espíritu que habla por profetas y obra la Encarnación.17,5

Espiritualmente, invita a la renovación baptismal: en Navidad, los fieles confiesan la fe para «confirmarla cada día» con la gracia del Espíritu.12 El Papa León XIV (2025) destaca que Nicea afirma la asunción total del ser humano, cuerpo y alma.6

Controversias y clarificaciones magisteriales

Ante interpretaciones erróneas (e.g., adoptionismo), el Credo niceno precisa la preexistencia divina. Fuentes como el Catecismo de la Iglesia Católica lo confirman: responde a la necesidad de salvación con la Encarnación.10,3

Reflexiones del Magisterio contemporáneo

Papas como San Juan Pablo II ligan el Credo a la liturgia navideña, llamándolo «testimonio de fe» en la Trinidad.17,18 El documento de la Comisión Teológica Internacional (2025) celebra Nicea como visión de Cristo Salvador en su Encarnación.9,11 Así, la Navidad no es mero folklore, sino profesión creíble del misterio pascual incipiente.

Conclusión

La intersección de Navidad y el Credo Niceno-Constantinopolitano encapsula la fe católica: Dios se hace niño para salvarnos, invitándonos a arrodillarnos en adoración y acción de gracias. Esta síntesis litúrgica y teológica, arraigada en concilios y Magisterio, urge a los fieles a vivir la Encarnación en la caridad cotidiana, aguardando la venida gloriosa del Salvador.1,2,9

Citas

  1. La natividad del Señor [Navidad] - 25 de diciembre - Colecta, Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos. El Misal Romano (Traducción al inglés según la Tercera Edición Típica), §La Natividad del Señor [Navidad] (2011). 2 3

  2. Papa Juan Pablo II. 24 de diciembre de 1985: Misa de medianoche - Homilía (1985). 2 3

  3. Sección dos i. Los credos, Catecismo de la Iglesia Católica, § 195 (1992). 2 3 4

  4. El credo * niceno‑constantinopolita, Heinrich Joseph Dominicus Denzinger. Las fuentes del dogma católico (Enchiridion Symbolorum), § 150 (1854).

  5. Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 9 de marzo de 1988, § 1 (1988). 2

  6. Carta apostólica In Unitate Fidei sobre el 1700.º aniversario del Concilio de Nicea (23 de noviembre de 2025), Papa León XIV. Carta Apostólica In Unitate Fidei sobre el 1700.º Aniversario del Concilio de Nicea (23 de noviembre de 2025), § 1 (23). 2 3 4 5

  7. Apéndice: La estructura del credo niceno‑constantinopolita 67 en De fide orthodoxa y el brevícolio, Corey J. Stephan. Catecismos, Comunión y Recepción Escolástica Latina del Pensamiento Bizantino: De fide orthodoxa de San Juan Damasceno en el Brevícolio de San Buenaventura, § 20 (2021).

  8. Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 9 de octubre de 1985 (1985).

  9. Capítulo 1. El símbolo de la salvación: Doxología y teología del dogma niceno - 2. Aprehendiendo la inmensidad de Cristo el Salvador y su acto salvador, Comisión Teológica Internacional. Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador: 1700.º Aniversario del Concilio Ecuménico de Nicea (325‑2025) (2025), § 21 (2025). 2 3 4

  10. Sección dos i. Los credos, Catecismo de la Iglesia Católica, § 456 (1992). 2 3

  11. B2. Aprehendiendo la inmensidad de Cristo el Salvador y su acto salvador, Comisión Teológica Internacional. Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador: 1700.º Aniversario del Concilio Ecuménico de Nicea (325‑2025), § 7 (2025). 2 3

  12. Sagrada Congregación para el Culto Divino. De Benedictionibus (Libro de Bendiciones), § 327 (1993). 2 3

  13. Sesión 11—4 de febrero de 1442, Florencia (Basilea‑Ferrara‑Florencia). Concilio Ecuménico de Florencia (1438‑1445), §Sesión 11 (1445).

  14. Sagrada Congregación para el Culto Divino. De Exorcismis et Supplicationibus Quibusdam (Exorcismos y Otras Suplicaciones), § 30 (1999). 2

  15. Traditio symboli, Sagrada Congregación para el Culto Divino. Ordo Initiationis Christianae Adultorum (Orden de Iniciación Cristiana de Adultos), § 73 (1972). 2 3

  16. Oratio super electos, Sagrada Congregación para el Culto Divino. Ordo Initiationis Christianae Adultorum (Orden de Iniciación Cristiana de Adultos), § 74 (1972). 2

  17. Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 31 de octubre de 1990, § 1 (1990). 2

  18. Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 30 de octubre de 1985 (1985).