La persecución de Decio

La persecución de Decio (250‑251 d. C.) constituye uno de los episodios más críticos de la historia de la Iglesia primitiva. Impulsada por el emperador romano Decio, la persecución buscó la aniquilación del cristianismo mediante la imposición de un edictum que obligaba a todos los ciudadanos a ofrecer sacrificios a los dioses paganos y a obtener un certificado que demostrara su lealtad al culto imperial. La reacción de los cristianos, la aparición de los lapsi y la firme defensa de obispos como San Cipriano de Cartago marcaron profundamente la vida eclesial y sentaron precedentes para la disciplina eclesiástica posterior1.
Tabla de contenido
Contexto histórico y causas
El Imperio romano en el siglo III
Durante la primera mitad del siglo III el Imperio romano enfrentaba graves crisis militares, económicas y sociales. El emperador Decio, ascendiendo al trono en 249, percibió en la creciente influencia del cristianismo un obstáculo a la unidad del Estado y una amenaza a la autoridad imperial1.
Motivos políticos y religiosos
Los historiadores atribuyen a Decio una motivación esencialmente política: reforzar la cohesión del imperio mediante la exigencia de una manifestación pública de fe en los dioses tradicionales. La libertad de conciencia cristiana resultaba incompatible con el objetivo de «extinción de la Iglesia» que perseguía el emperador1.
El edicto de Decio
Contenido del edicto
El edictum de Decio obligaba a todos los habitantes del imperio a presentarse ante los magistrados, ofrecer sacrificios, quemar incienso o, al menos, obtener un libellus que certificara la supuesta participación en los ritos paganos. No se conservó el texto original, pero su tenor se deduce de los documentos de ejecución y de testimonios contemporáneos1.
Implementación y alcance
El edicto se aplicó de forma rigurosa: los obispos y clérigos eran condenados a muerte sin posibilidad de reconciliación, mientras que a los laicos se les concedía la opción de recatarse mediante la realización de los actos paganos o mediante el pago de una multa para obtener el certificado falsificado (libellatici)1.
Los lapsi: categorías y consecuencias
El fenómeno de los lapsi —cristianos que abandonaron la fe bajo la presión del edicto— se clasificó en varias categorías según la gravedad del acto cometido:
Sacrificati: quienes ofrecieron sacrificios reales a los ídolos.
Thurificati: quienes quemaron incienso en los altares paganos.
Libellatici: quienes, sin realizar el rito, compraron certificados falsos que attestaban su supuesta participación2.
Estas distinciones generaron intensos debates eclesiásticos sobre la readmisión al sacramento de la penitencia y la autoridad para imponer penas canónicas2.
Respuesta de la Iglesia
El papel de San Cipriano de Cartago
San Cipriano, obispo de Cartago, vivió la persecución en primera línea. Tras la promulgación del edicto, se vio forzado a esconderse durante catorce meses, pero mantuvo la comunión con su comunidad mediante cartas que exhortaban a la oración y a la firmeza de fe3. Tras la muerte del emperador Decio, Cipriano redactó la obra De los Lapsi, estableciendo normas para la readmisión de los fieles caídos y subrayando que la imposición o remisión de penitencias debía quedar en manos del obispo3.
Los mártires y confesores
A pesar del número considerable de lapsi, muchos cristianos optaron por el martirio, soportando torturas y muerte por su fe. Los relatos de los mártires describen cómo la persecución, aunque breve, produjo numerosos testimonios de heroísmo cristiano que fortalecieron la identidad de la comunidad eclesial4. Los confesores —aquellos que sobrevivieron a la tortura sin renunciar a la fe— también jugaron un papel crucial al sostener a los fieles y a preservar la unidad de la Iglesia frente a la fragmentación interna3.
Consecuencias y legado
Impacto inmediato
La persecución de Decio provocó la muerte, exilio o tortura de cientos de cristianos, pero también reveló la resistencia de la fe frente a la opresión estatal. La crisis de los lapsi llevó a la celebración del Concilio de Cartago (251), que adoptó las directrices ciprianas y reforzó la autoridad episcopal en la disciplina interna3.
Influencia en la doctrina eclesiástica
El debate sobre la readmisión de los lapsi sentó precedentes para posteriores persecuciones, como la de Valeriano, y para la formulación de normas canónicas sobre la penitencia y la reconciliación. La experiencia también inspiró a la Iglesia a desarrollar una teología del martirio que glorifica el sacrificio por Cristo y a valorar la unidad eclesial como antídoto contra la división provocada por la persecución4.
Relevancia actual
El estudio de la persecución de Decio ofrece lecciones sobre la relación entre poder político y libertad religiosa, así como sobre la capacidad de la Iglesia para mantener la cohesión interna frente a presiones externas. La figura de San Cipriano sigue siendo un modelo de liderazgo pastoral y de firmeza doctrinal en situaciones de persecución.
Conclusión
La persecución de Decio marcó un punto de inflexión en la historia de la Iglesia primitiva, revelando tanto la vulnerabilidad de los cristianos bajo el imperio romano como su extraordinaria capacidad de resistencia. Las respuestas de los mártires, confesores y obispos, especialmente la de San Cipriano, forjaron una disciplina eclesial que perduraría a lo largo de los siglos, consolidando la unidad y la fidelidad de la comunidad cristiana frente a la adversidad.
Citas
Decius, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Decius. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5
Lapsi, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Lapsi. ↩ ↩2
Cipriano de Cartago, Edward G. Farrugia. Diccionario Enciclopédico del Oriente Cristiano, §Cipriano de Cartago (2015). ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Mártir, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Mártir. ↩ ↩2
