La persecución de Domiciano

Durante el reinado de Domiciano (81‑96 d.C.) la Iglesia cristiana sufrió una de sus primeras y más intensas oleadas de persecución en el Imperio romano. El emperador, heredero de Vespasiano y tío de Tito, se mostró especialmente hostil hacia los cristianos, a quienes consideraba ateos y una amenaza para la unidad religiosa del Estado. La represión incluyó la confiscación de bienes, el exilio y la ejecución de fieles, entre los que se encontraban miembros de la propia aristocracia romana. Aunque la persecución se alivió al final de su mandato, dejó una huella profunda en la memoria de la Iglesia y en la formación de su identidad mártir.
Tabla de contenido
Contexto histórico
El Imperio bajo Domiciano
Domiciano asumió el trono tras la muerte de Tito, continuando la dinastía flavia. A diferencia de sus predecesores, buscó reforzar el culto imperial y la unidad religiosa mediante la imposición de su propio título de «Señor y Dios»1. Esta política provocó una creciente sospecha hacia aquellos que se negaban a participar en los cultos al emperador, entre ellos los cristianos, que ya habían sido perseguidos bajo Nerón2.
Situación de los cristianos antes de la persecución
Tras la destrucción del Templo de Jerusalén en el 70 d.C., los cristianos dejaron de beneficiarse de la protección que la ley otorgaba a los judíos. El derecho romano empezó a considerar al cristianismo como una forma de ateísmo o como una desviación del judaísmo, lo que facilitó la promulgación de leyes contra ellos2. Ya existían precedentes de persecución, como la iniciada por Nerón, pero bajo Domiciano la represión se intensificó y se dirigió también contra miembros de la élite romana que profesaban la fe cristiana1.
Política de persecución
Medidas legislativas y administrativas
Domiciano utilizó su autoridad para confiscar bienes, exiliar y sentenciar a muerte a cristianos acusados de atheismo o de negarse a adorar al emperador. Entre los castigados se hallaron figuras destacadas como el cónsul Flavio Clemens y su esposa Flavia Domitila, quienes fueron desterrados a la isla de Pandataria1. Además, el emperador ordenó la muerte de los descendientes de David, a quienes consideraba una amenaza por su supuesta relación con Cristo3.
Motivaciones del emperador
Según Lactancio, Domiciano fue incitado por demonios malignos a perseguir a los cristianos, viendo en ellos una subversión de la autoridad imperial4. Su persecución también respondía al deseo de consolidar el culto al emperador y eliminar cualquier forma de religiosidad que pudiera competir con la lealtad al Estado1.
Casos emblemáticos de martirio
Flavio Clemens y Flavia Domitila
Flavio Clemens, cónsul y primo del propio Domiciano, fue ejecutado bajo la acusación de ateísmo; su esposa, Flavia Domitila, fue desterrada a Pandataria, donde sufrió el exilio por su fe cristiana1.
Otros mártires de la élite
Se registran también las muertes de M' Acilius Glabrio, otro cónsul, y de numerosos nobles cuya fe les costó la vida o la pérdida de sus patrimonios1. La Apocalipsis fue escrita en medio de esta atmósfera de persecución, reflejando la visión de una Roma «embriagada con la sangre de los santos»1.
El exilio de Juan el Apóstol
Según la Historia Sagrada de Sulpicio Séverus, Domiciano mandó exiliar a Juan el Apóstol a la isla de Patmos, donde, según la tradición, recibió la revelación que dio origen al libro del Apocalipsis5.
Reacción de la Iglesia
Oración y resistencia
A pesar de la violencia, la Iglesia mantuvo su fidelidad a la autoridad civil, tal como se refleja en la carta de San Clemente a los Corintios, que exhorta a los cristianos a respetar a los gobernantes mientras no les pidan cosas contrarias a la fe1. La comunidad cristiana respondió con oraciones y con la celebración de los mártires, fortaleciendo su identidad como pueblo perseguido pero fiel.
Testimonios de los mártires
Los relatos de los mártires y de los escritores cristianos de la época, como Ireneo y Tertuliano, describen la persecución como una prueba de fe que culminó en la glorificación de los santos y en la expansión del cristianismo tras la muerte de Domiciano1.
Fin de la persecución y legado
Muerte de Domiciano y sus consecuencias
Domiciano fue asesinado en una conspiración en el 96 d.C., y su muerte marcó el fin de la persecución oficial contra los cristianos. Según Lactancio, tras su caída se rescindieron sus decretos y la Iglesia experimentó un período de prosperidad y expansión, llegando a todas las regiones del mundo conocido4.
Impacto en la historia de la Iglesia
La persecución de Domiciano dejó una huella indeleble en la memoria colectiva de la Iglesia. Los mártires de su época fueron canonizados y sus historias sirvieron de modelo de valor y fidelidad para generaciones posteriores. Además, la experiencia de la persecución reforzó la doctrina de la obediencia civil (cf. Romanos 13:1; 1 Pedro 2:13) y la confianza en la providencia divina frente a la adversidad.
Fuentes históricas
Los principales testimonios sobre la persecución de Domiciano provienen de fuentes cristianas y paganas: la Enciclopedia Católica (entrada «Domitian»), la Historia Sagrada de Sulpicio Séverus, los escritos de Lactancio, y la Historia Eclesiástica de Eusebio de Cesarea, entre otros. Estas fuentes permiten reconstruir tanto la política del emperador como la respuesta valiente de la Iglesia primitiva.
Citas
Domiciano, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Domiciano. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9
Mártir, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Mártir. ↩ ↩2
Domiciano ordena matar a los descendientes de David, Eusebio de Cesarea. Historia Eclesiástica (Eusebio de Cesarea), §Libro III, Capítulo 19, 1 (325). ↩
Capítulo 3, Lucio Cecilio Firmiano (Lactancio). Sobre la manera en que murieron los perseguidores, §Capítulo 3 (313). ↩ ↩2
Capítulo 31, Sulpicio Severo. Historia Sagrada, §Libro II, Capítulo 31 (380). ↩
