La persecución de Septimio Severo

La persecución de los cristianos bajo el mandato del emperador romano Septimio Severo (193‑211) constituye uno de los episodios más intensos de la historia de la Iglesia primitiva. Durante este período, el emperador promulgó leyes que prohibían la conversión al cristianismo, intensificó la represión en provincias como Siria y África, y dio lugar a mártires célebres como Santa Perpetua y Santa Felicitas. El episodio marcó una fase de gran sufrimiento, pero también de profunda fe y testimonio, cuya memoria ha sido preservada por los escritos de Eusebio de Cesarea y la Sagrada Historia de Sulpicio Severus.
Tabla de contenido
Contexto histórico
El Imperio bajo Septimio Severo
Septimio Severo, nacido en Leptis Magna (África) en el 146, accedió al trono tras la muerte de Pertinax y la proclamación de las legiones en el Danubio1. Su reinado se caracterizó por campañas militares en Britania y el Oriente, pero también por la consolidación de un poder autocrático que buscaba reforzar la unidad del imperio mediante la uniformidad religiosa1.
La situación de la Iglesia antes de la persecución
Desde el siglo I, los cristianos vivían bajo la amenaza de delación y persecución esporádica. La legislación de Trajano ya imponía sanciones, aunque no prohibía expresamente la conversión al cristianismo2. La llegada de Severo marcó un cambio decisivo al añadir una cláusula que prohibía cualquier persona convertirse al cristianismo, con el objetivo de frenar el crecimiento de la comunidad cristiana2.
Legislación y edictos de Severo
Prohibición de la conversión
El edicto de Severo prohibió expresamente la conversión al cristianismo y al judaísmo, persiguiendo principalmente a los nuevos conversos para evitar la expansión de la fe cristiana1,2. La intención del emperador no era perseguir a los cristianos ya existentes, sino impedir la incorporación de nuevos fieles2.
Aplicación del edicto
El cumplimiento del edicto se tradujo en una vigilancia intensificada por parte de los delatores (informantes), cuya denuncia podía llevar a la condena y ejecución del acusado. Aunque los delatores eran impopulares y arriesgaban castigos si no podían probar sus acusaciones, su actividad aumentó notablemente durante la persecución2.
Mártires destacados
Santa Perpetua y Santa Felicitas
En el año 203, en la provincia de Cartago (África), las jóvenes cristianas Perpetua y Felicitas, junto a sus compañeros, fueron condenadas a muerte por su fe. Su testimonio se convirtió en un símbolo de la resistencia cristiana frente a la persecución imperial1,2.
Leonides, padre de Orígenes
Según Eusebio de Cesarea, el filósofo cristiano Leónidas, padre del famoso teólogo Orígenes, fue decapitado durante la persecución de Severo en Alejandría, convirtiéndose en otro ejemplo de martirio glorioso3. La Sagrada Historia de Sulpicio Severus también relata su muerte, describiéndola como «sangre sagrada» derramada por la fe4.
Reacción de la Iglesia
Testimonios y resistencia
A pesar de la hostilidad, la Iglesia mantuvo su vida sacramental y sus enseñanzas. Los cristianos se apoyaron mutuamente, y los relatos de los mártires sirvieron de inspiración para la comunidad. Eusebio destaca la «gloria de los atletas de la fe» que, a través de su paciencia y sacrificio, ganaron «coroas de Dios»3.
Impacto en la liturgia y la memoria
Los relatos de los mártires de la persecución de Severo fueron incorporados en los Acta de los mártires y en la tradición litúrgica, fortaleciendo la identidad cristiana y recordando la valentía de los fieles frente a la opresión.
Fin de la persecución y legado
Terminación bajo Caracalla
La persecución llegó a su fin en el segundo año del reinado de Caracalla (211‑217), cuando el nuevo emperador abandonó la política represiva de su padre2. A partir de entonces, la Iglesia disfrutó de un período de relativa paz hasta la siguiente ola de persecuciones bajo Decio y posteriormente bajo Diocleciano2.
Significado histórico y teológico
La persecución de Septimio Severo representa un punto de inflexión en la historia de la Iglesia, demostrando que la fe cristiana podía sobrevivir y prosperar incluso bajo la amenaza de la muerte. Los mártires de este período son venerados como ejemplos de entrega total a Cristo y su testimonio ha influido profundamente en la espiritualidad y la teología cristiana posterior.
Citas
Septimius Severus, The Encyclopedia Press. Catholic Encyclopedia, §Septimius Severus. ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Mártir, The Encyclopedia Press. Catholic Encyclopedia, §Mártir. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8
La persecución bajo Severo, Eusebio de Cesarea. Historia Eclesiástica (Eusebio de Cesarea), §Libro VI. Capítulo 1. 1 (325). ↩ ↩2
Capítulo 32, Sulpicio Severo. Historia Sagrada, §Libro II, Capítulo 32 (380). ↩
