La persecución de Trajano

La persecución de los cristianos durante el reinado del emperador romano Trajano (98‑117 d.C.) constituye un episodio singular en la historia de la Iglesia primitiva. A diferencia de las persecuciones sistemáticas de Nerón o de los emperadores posteriores, la política de Trajano se caracterizó por una tolerancia oficial acompañada de una gran discrecionalidad en manos de los gobernadores provinciales. El emperador prohibió la búsqueda activa de cristianos, pero permitió que, una vez descubiertos, fueran castigados. Esta ambigüedad dio lugar a episodios locales de violencia, a la defensa pública de la fe mediante la Apología de Tertuliano y a la consolidación de la identidad cristiana frente a la hostilidad pública. El presente artículo analiza el contexto histórico, la política imperial, la actuación de los magistrados, la respuesta de la comunidad cristiana y el legado que dejó este periodo para la relación Iglesia‑Estado.
Tabla de contenido
Contexto histórico
El Imperio bajo Trajano
Trajano accedió al trono tras la muerte de Nerva y destacó por sus campañas militares y la expansión territorial del Imperio. La religión oficial seguía siendo el culto a los dioses romanos y al emperador, mientras que el cristianismo, aún minoría dispersa, se practicaba en casas y se distinguía por su rechazo a los sacrificios y a la adiáfesis del culto imperial1.
Situación de los cristianos
Los cristianos no estaban sujetos a una legislación especial; su única «infracción» era la negativa a participar en los ritos públicos. Esta postura los hacía vulnerables a acusaciones de subversión y a la hostilidad popular, que a menudo se traducía en denuncias ante las autoridades locales2.
La política imperial de Trajano
Declaración de tolerancia
En respuesta a la carta de Plinio el Joven, gobernador de Bitinia, Trajano emitió un rescripto que prohibía la búsqueda activa de cristianos, aunque mantenía la posibilidad de castigar a quienes fueran presentados ante la justicia3. El texto imperial decía que «no se deben buscar a los cristianos, pero si son encontrados, deben ser castigados»2.
Ambigüedad y limitaciones
El emperador dejó a los magistrados provinciales la facultad de decidir sobre la detención y el interrogatorio de los acusados, sin establecer un procedimiento uniforme. Esta falta de claridad permitió que, según la gravedad percibida de la «perturbación del orden público», algunos gobernadores actuaran con dureza mientras que otros mostraran mayor indulgencia1.
La persecución local
El caso de Plinio el Joven
Plinio, al no encontrar una directriz clara, interrogó a los cristianos que se le presentaban y, en varios casos, los ejecutó tras confirmar su fe3. Su correspondencia con Trajano muestra la tensión entre la orden imperial y la práctica administrativa provincial2.
Ejemplos de violencia regional
Lisboa: un gobernador local ordenó la ejecución de un grupo de cristianos bajo la acusación de subversión.
Roma: la Apología de Tertuliano relata encarcelamientos y torturas esporádicas, aunque sin constituir una persecución sistemática.
Antioquía y Jerusalén: según la tradición, los obispos Ignacio y Simeón fueron martirizados, convirtiéndose en los mártires más destacados de este periodo2.
Motivos de la represión
La presión de la opinión pública, que percibía a los cristianos como una secta disidente, y la necesidad de los magistrados de mantener el orden contribuyeron a que se produjeran persecuciones locales pese a la prohibición imperial1.
El papel de los gobernadores
Decisiones individuales
Los gobernadores interpretaron la orden de Trajano a su criterio. Algunos, como Plinio, adoptaron una postura rígida, mientras que otros mostraron mayor tolerancia, lo que generó una disparidad geográfica en la intensidad de la persecución4.
Influencia de la opinión pública
En provincias donde la población mayoritariamente rechazaba el cristianismo, los magistrados cedían a la presión popular y aplicaban sanciones severas. En contraste, en regiones con mayor presencia cristiana, la persecución resultaba menos visible1.
La respuesta cristiana
La Apología de Tertuliano
Tertuliano redactó la primera defensa pública de la fe cristiana, argumentando que los cristianos no cometían los delitos que se les atribuían y denunciando la contradicción del edicto imperial: «prohíbe buscar a los cristianos, pero los castiga cuando son encontrados»5. Esta obra se convirtió en un referente apologético y fortaleció la cohesión interna de la comunidad.
Martirios y testimonio
Aunque la persecución bajo Trajano no alcanzó la escala de episodios anteriores, los martirios locales dejaron una huella profunda. Las historias de los mártires sirvieron para reforzar la identidad cristiana y para inspirar a los fieles a permanecer firmes ante la adversidad1.
Legado e historiografía
Interpretación de los autores patrísticos
Eusebio de Cesarea, en su Historia Eclesiástica, describe la política de Trajano como una tolerancia oficial que, sin embargo, permitió persecuciones locales. Esta visión ha influido en la historiografía cristiana posterior, que suele contrastar la actitud imperial con la realidad provincial1,6.
Influencia en la relación Iglesia‑Estado
El episodio sentó un precedente importante: el imperio podía tolerar la existencia de una fe distinta siempre que no alterara el orden público. Esta idea se convirtió en un punto de referencia para negociaciones posteriores entre la Iglesia y los poderes civiles, marcando una etapa de relativa coexistencia antes de las persecuciones más intensas del siglo III.
Evaluación histórica
Los estudios modernos consideran que la persecución de Trajano fue fragmentada y dependiente de la voluntad de los gobernadores, más que una política centralizada de represión. La ambigüedad del rescripto imperial permitió que, aunque el emperador buscara evitar una persecución masiva, la violencia contra los cristianos continuara en ciertos lugares, dejando una lección sobre los límites del poder central frente a la autoridad local2.
Conclusión
La persecución de los cristianos bajo el reinado de Trajano muestra la complejidad de la relación entre el Imperio romano y la naciente comunidad cristiana. La tolerancia oficial del emperador, combinada con la discrecionalidad de los gobernadores, dio lugar a una violencia localizada que, aunque menos devastadora que en otras épocas, marcó profundamente la memoria colectiva de la Iglesia. La defensa apologética de Tertuliano y los testimonios de los mártires locales fortalecieron la fe y sentaron las bases para futuras negociaciones entre la Iglesia y el Estado, demostrando que, incluso en medio de la incertidumbre, la verdad cristiana podía perseverar.
Citas
Trajano prohíbe que se busque a los cristianos, Eusebio de Cesarea. Historia Eclesiástica (Eusebio de Cesarea), §Libro III. Capítulo 33. 2 (325). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6
Trajano, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Trajano. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5
Mártir, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Mártir. ↩ ↩2
Trajano prohíbe que se busque a los cristianos, Eusebio de Cesarea. Historia Eclesiástica (Eusebio de Cesarea), §Libro III. Capítulo 33. 3 (325). ↩
Quinto Septimio Florente Tertuliano (Tertuliano de Cartago). Apología (Apologeticus), §Capítulo 2 (197). ↩
Trajano prohíbe que se busque a los cristianos, Eusebio de Cesarea. Historia Eclesiástica (Eusebio de Cesarea), §Libro III. Capítulo 33. 4 (325). ↩
