Laborem Exercens
La encíclica Laborem Exercens, publicada por el Papa Juan Pablo II en 1981, conmemora el nonagésimo aniversario de la Rerum Novarum de León XIII y profundiza en la doctrina social católica sobre el trabajo humano. Este documento subraya la dignidad del trabajo como una dimensión fundamental de la existencia humana, no solo en su aspecto objetivo de producción, sino principalmente en su dimensión subjetiva, es decir, el trabajador como persona. Aborda la relación entre capital y trabajo, la cuestión de la propiedad, los derechos de los trabajadores, el desempleo y la importancia de la solidaridad, ofreciendo una visión integral que busca humanizar el mundo laboral en el contexto de los desafíos contemporáneos.
Tabla de contenido
Introducción y Contexto Histórico
Laborem Exercens fue promulgada el 14 de septiembre de 1981 por el Papa Juan Pablo II, en el nonagésimo aniversario de la encíclica Rerum Novarum de León XIII1. Este documento se inscribe en la rica tradición de la doctrina social de la Iglesia, que ha abordado la «cuestión social» durante casi un siglo, desde la publicación de la encíclica de León XIII2. El Papa Juan Pablo II destacó que el trabajo humano es una clave esencial para toda la cuestión social, especialmente si se considera desde la perspectiva del bien del hombre3.
La encíclica Rerum Novarum (1891) fue un pronunciamiento decisivo que aplicó las doctrinas tradicionales de la Iglesia sobre los derechos y deberes de la propiedad y las relaciones entre empleadores y empleados a las condiciones modernas4. León XIII defendió el derecho a la propiedad privada y refutó las teorías socialistas, proponiendo que la solución a la cuestión social residía en la acción conjunta de la Iglesia, el Estado, los empleadores y los trabajadores4,5. Un punto crucial de la Rerum Novarum fue su afirmación de que la remuneración debe ser suficiente para mantener al asalariado en un «confort razonable y frugal», considerando una injusticia que el trabajador acepte condiciones más duras por necesidad o miedo4,6.
Desde entonces, la atención de la Iglesia a la cuestión social no ha cesado, como lo demuestran numerosos documentos del Magisterio de los Papas y del Concilio Vaticano II2. Laborem Exercens busca no solo recopilar y repetir lo ya enseñado, sino también resaltar, quizás más que antes, el hecho de que el trabajo humano es la clave para la cuestión social, entendida como el camino para «hacer la vida más humana»3.
La Dignidad del Trabajo Humano
La Laborem Exercens enfatiza la dignidad del trabajo humano a través de dos dimensiones principales: la objetiva y la subjetiva7.
Dimensión Objetiva del Trabajo
La dimensión objetiva se refiere al trabajo como la actividad mediante la cual el ser humano transforma la naturaleza y produce bienes y servicios8. Sin embargo, la encíclica advierte que esta dimensión, si bien importante, no debe ser la única considerada. La Iglesia no tiene como tarea analizar científicamente las consecuencias de los cambios tecnológicos o económicos, sino recordar la dignidad y los derechos de quienes trabajan1.
Dimensión Subjetiva del Trabajo
La dimensión subjetiva es el aspecto más crucial de la enseñanza de Laborem Exercens. Se centra en el hombre como sujeto del trabajo7. El valor de cualquier trabajo humano no depende del tipo de trabajo realizado, sino del hecho de que quien lo realiza es una persona9. El trabajo es una realidad profundamente ligada al ser humano y a su actividad racional, que moldea la vida humana y afecta su valor y significado10. Incluso cuando el trabajo implica fatiga y esfuerzo, sigue siendo algo bueno, y a través del amor al trabajo, el hombre se desarrolla10.
Esta perspectiva personalista sostiene que el trabajo no es solo una mercancía o un instrumento de producción, sino una expresión de la persona humana11. La doctrina social de la Iglesia siempre ha insistido en la prioridad del trabajo sobre el capital, y por ende, en el carácter del hombre como sujeto en la vida social y en el proceso económico11.
Conflicto entre Capital y Trabajo
La encíclica aborda el histórico conflicto entre «capital» y «trabajo», que surgió con el desarrollo industrial10. Este conflicto se originó en la explotación de los trabajadores por parte de los empresarios, quienes buscaban la máxima ganancia pagando los salarios más bajos posibles y descuidando la seguridad y las condiciones de vida de los empleados y sus familias10. Este conflicto fue interpretado por algunos como una lucha de clases socioeconómica, expresada ideológicamente entre el liberalismo (ideología del capitalismo) y el marxismo (ideología del socialismo científico y el comunismo)10.
La Iglesia reconoce que la reacción contra el sistema de injusticia y daño que pesaba sobre los trabajadores en ese período de rápida industrialización estaba justificada desde el punto de vista de la moral social12. Este sistema fue favorecido por el liberalismo socio-político, que priorizaba la iniciativa económica de los poseedores del capital sin prestar suficiente atención a los derechos de los trabajadores, considerándolos meros instrumentos de producción12.
Trabajo y Propiedad
La cuestión de la propiedad es central en el conflicto entre capital y trabajo13. Rerum Novarum reafirmó el derecho a la propiedad privada, incluso de los medios de producción13,5. Sin embargo, la tradición cristiana nunca ha sostenido que este derecho sea absoluto e intocable13. La Iglesia diverge tanto del colectivismo marxista, que busca abolir la propiedad privada, como del capitalismo «rígido» que defiende el derecho exclusivo a la propiedad privada de los medios de producción como un «dogma» intocable13.
El principio de la prioridad del trabajo sobre el capital exige una revisión constructiva del derecho a la propiedad, tanto en teoría como en la práctica13. El capital, como conjunto de medios de producción, es a la vez producto del trabajo de generaciones y se crea incesantemente a través del trabajo13. Por ello, se han propuesto diversas soluciones en la enseñanza social católica, como la copropiedad de los medios de trabajo, la participación de los trabajadores en la gestión o en las ganancias de las empresas, y la participación accionarial de los trabajadores13.
Derechos de los Trabajadores
La encíclica detalla varios derechos fundamentales de los trabajadores, que surgen de la dignidad de la persona humana y de la prioridad del trabajo sobre el capital11.
Remuneración Justa
La remuneración por el trabajo es un derecho fundamental. El trabajador no solo desea una remuneración adecuada por su trabajo, sino también saber que en su labor, incluso en algo de propiedad común, está trabajando «para sí mismo»11. La enseñanza católica sobre la compensación es precisa en cuanto al mínimo justo: debe ser suficiente para el sustento del trabajador y su familia en un «confort razonable y frugal»4,6,14.
El Empleador Directo e Indirecto
Laborem Exercens introduce los conceptos de empleador directo y empleador indirecto15.
El empleador directo es la persona o institución con la que el trabajador establece directamente un contrato de trabajo15.
El empleador indirecto abarca a todas las personas e instituciones de diversa índole, así como los convenios colectivos de trabajo y los principios de conducta que establecen, que determinan el sistema socioeconómico global o son su resultado15. La responsabilidad del empleador indirecto, aunque menos directa, es real y sustancial, ya que condiciona la conducta del empleador directo15. El Estado, por ejemplo, es un empleador indirecto, responsable de una política laboral justa15,16.
El Problema del Empleo y el Desempleo
La cuestión de encontrar trabajo, o el empleo adecuado para todos los que son capaces de ello, es un tema fundamental17. El desempleo es un mal, y cuando alcanza cierto nivel, puede convertirse en un verdadero desastre social, afectando particularmente a los jóvenes17,18. La Iglesia considera que una sociedad donde el derecho al trabajo es frustrado o negado sistemáticamente no puede justificarse éticamente ni alcanzar la paz social19.
Los agentes que constituyen el «empleador indirecto» tienen la obligación de actuar contra el desempleo, mediante una planificación general y una organización correcta y racional del trabajo17,16. Esta obligación de proporcionar subsidios de desempleo para la subsistencia de los trabajadores desempleados y sus familias surge del principio fundamental del uso común de los bienes y del derecho a la vida y la subsistencia17.
Derechos de los Trabajadores Agrícolas y Discapacitados
La encíclica también dedica atención a la dignidad del trabajo agrícola, reconociendo las considerables dificultades que implica, como el esfuerzo físico extenuante y la falta de aprecio social7. Se denuncia la explotación de millones de personas que cultivan tierras ajenas sin esperanza de poseer un pedazo propio, la falta de protección legal y los salarios miserables7.
Asimismo, Laborem Exercens aborda la cuestión de las personas con discapacidad y su derecho al trabajo20. Afirma que las personas con discapacidad son sujetos plenamente humanos con derechos innatos, sagrados e inviolables, y deben ser ayudadas a participar en la vida social en todos sus aspectos y niveles accesibles a sus capacidades20. Sería indigno del ser humano y una negación de nuestra humanidad común admitir al trabajo solo a quienes son plenamente funcionales20. La dignidad del hombre, el sujeto del trabajo, debe primar sobre la ventaja económica20.
El Papel del Estado y la Sociedad
El Estado tiene un papel crucial en la promoción de una política laboral justa15,16. Debe actuar contra el desempleo y asegurar el empleo para todos, a través de una planificación integral y una coordinación justa y racional17,16. Esto no implica una centralización unilateral, sino la salvaguarda de la iniciativa de individuos, grupos libres y centros de trabajo locales17,16.
La sociedad y el Estado deben garantizar niveles salariales adecuados para el mantenimiento del trabajador y su familia, incluyendo una capacidad de ahorro21. Esto requiere esfuerzos continuos para mejorar la formación de los trabajadores, así como controles cuidadosos y medidas legislativas adecuadas para bloquear formas vergonzosas de explotación, especialmente de los trabajadores más vulnerables, inmigrantes y marginados21.
Conclusión
Laborem Exercens representa una contribución significativa a la doctrina social católica, reafirmando la centralidad del ser humano en el mundo del trabajo. Al enfatizar la dimensión subjetiva del trabajo, la encíclica ofrece un marco ético para evaluar las estructuras económicas y sociales, llamando a la solidaridad y a la justicia para construir un mundo laboral más humano. Su mensaje sigue siendo relevante ante los desafíos económicos y tecnológicos actuales, como el desempleo y la necesidad de una distribución equitativa de los recursos.
Citas
I. Introducción, Papa Juan Pablo II. Laborem Exercens, § 1 (1981). ↩ ↩2
I. Introducción, Papa Juan Pablo II. Laborem Exercens, § 2 (1981). ↩ ↩2
I. Introducción, Papa Juan Pablo II. Laborem Exercens, § 3 (1981). ↩ ↩2
Rerum novarum, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Rerum Novarum. ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Propiedad, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Propiedad. ↩ ↩2
Compensación, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Compensación. ↩ ↩2
IV. Derechos de los trabajadores, Papa Juan Pablo II. Laborem Exercens, § 21 (1981). ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Papa León XIII, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Papa León XIII. ↩
Capítulo V - II. Exigencias evangélicas de una transformación a fondo - El valor del trabajo humano, Congregación para los Obispos. Instrucción sobre libertad cristiana y liberación – Libertatis conscientia, § 85 (1986). ↩
III. Conflicto entre el trabajo y el capital en la fase actual de la historia, Papa Juan Pablo II. Laborem Exercens, § 11 (1981). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5
III. Conflicto entre el trabajo y el capital en la fase actual de la historia, Papa Juan Pablo II. Laborem Exercens, § 15 (1981). ↩ ↩2 ↩3 ↩4
II. El trabajo y el hombre, Papa Juan Pablo II. Laborem Exercens, § 8 (1981). ↩ ↩2
III. Conflicto entre el trabajo y el capital en la fase actual de la historia, Papa Juan Pablo II. Laborem Exercens, § 14 (1981). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7
Papa Juan Pablo II. 3 de febrero de 1986, Misa para los trabajadores de Ranchi, § 7 (1986). ↩
IV. Derechos de los trabajadores, Papa Juan Pablo II. Laborem Exercens, § 17 (1981). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6
Pontificio Consejo Justicia y Paz. Hacia una mejor distribución de la tierra, el desafío de la reforma agraria (23 de noviembre de 1997), §Notas a pie de página (1997). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5
IV. Derechos de los trabajadores, Papa Juan Pablo II. Laborem Exercens, § 18 (1981). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6
Papa Juan Pablo II. A los trabajadores de Sesto San Giovanni (21 de mayo de 1983) - Discurso, § 6 (1983). ↩
A. El trabajo es necesario, Pontificio Consejo Justicia y Paz. Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, § 288 (2004). ↩
IV. Derechos de los trabajadores, Papa Juan Pablo II. Laborem Exercens, § 22 (1981). ↩ ↩2 ↩3 ↩4
II. Hacia las «cosas nuevas» de hoy, Papa Juan Pablo II. Centesimus Annus, § 15 (1991). ↩ ↩2