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Lectio divina

La lectio divina es una práctica antigua y venerable de lectura orante de la Sagrada Escritura, profundamente arraigada en la tradición monástica y recomendada hoy a todos los fieles. No es meramente un estudio académico o una lectura devocional superficial, sino un encuentro transformador con la Palabra de Dios que busca la comunión personal con Cristo. Este método se desarrolla a través de etapas interconectadas: lectio (lectura), meditatio (meditación), oratio (oración) y contemplatio (contemplación), y en su forma más completa, culmina en la actio (acción). A través de estas etapas, la lectio divina fomenta una escucha dócil y una receptividad vigilante a la voz de Dios, moldeando la mente y el corazón del creyente para vivir de acuerdo con Su voluntad y participar en Su propia vida trinitaria.

Tabla de contenido

Orígenes y Evolución Histórica

La práctica de la lectio divina tiene sus raíces en las costumbres de la Iglesia primitiva, donde la lectura regular, incluso diaria, de la Escritura era común1. Ya en el siglo III, Orígenes de Alejandría es un testigo clave de esta práctica, dando homilías basadas en textos bíblicos leídos continuamente a lo largo de la semana y promoviendo reuniones diarias para la lectura y explicación de la Escritura1,2. Orígenes enfatizaba que el grado más alto de conocimiento de Dios surge del amor, y que la oración (oratio) es esencial para comprender las cosas divinas2.

Sin embargo, esta práctica no siempre tuvo un gran éxito entre todos los cristianos de la época y llegó a ser abandonada en ciertos contextos1. Fue en la vida monástica, durante su «edad de oro», donde la lectio divina, especialmente a nivel individual, floreció y se consolidó1. Para los Padres del Desierto, la lectura de las Sagradas Escrituras no era una actividad aislada, sino una forma de vida integral donde la Palabra estaba constantemente en sus labios, mentes y corazones3. La familiaridad con las Escrituras era considerada esencial, ya que la Palabra de Dios misma proveía la regula o forma de vida para los primeros monjes y monjas3.

San Ambrosio de Milán, influenciado por las obras de Orígenes, introdujo la práctica de la lectio divina en Occidente, transmitiéndola a San Agustín y a la tradición monástica posterior4. El método de lectio guio toda la predicación y los escritos de San Ambrosio, que surgieron de una escucha orante de la Palabra de Dios4.

Con el tiempo, la lectio divina se estructuró en los «cuatro peldaños» clásicos por Guigo II el Cartujo en su obra Scala claustralium o La escalera de los monjes5,6. Esta sistematización ha sido fundamental para su transmisión y comprensión a lo largo de los siglos.

En tiempos modernos, la Iglesia ha revitalizado el énfasis en la lectio divina. Una instrucción de la Comisión Bíblica, aprobada por el Papa Pío XII en 1950, la recomendó a todos los clérigos, seculares y religiosos1. El Concilio Vaticano II, a través de la Constitución dogmática Dei Verbum (n. 25), invitó a «todos los fieles de Cristo» a adquirir un conocimiento profundo de Cristo Jesús mediante la lectura frecuente de la divina Escritura, destacando la necesidad de que la oración acompañe esta lectura1,7. Papas recientes como Benedicto XVI y Francisco han reiterado la importancia de la lectio divina para la vida espiritual de los católicos8,9,10.

Las Cuatro (o Cinco) Etapas de la Lectio Divina

La lectio divina se articula tradicionalmente en cuatro etapas, a las que a menudo se añade una quinta como culminación práctica. Estas etapas no son rígidas, sino que se entrelazan en un diálogo dinámico con Dios8,11.

Lectio (Lectura)

La lectio es la lectura atenta y receptiva de un pasaje de la Escritura8,11. No se trata de una lectura rápida o superficial, sino de permitir que el texto bíblico hable por sí mismo, buscando comprender su contenido auténtico8,11. Es un estudio cuidadoso de las Escrituras, concentrando todas las facultades en ellas5. Esta etapa implica una «obediencia» al texto para entender lo que significa en sí mismo9. Sin esta comprensión inicial, el texto corre el riesgo de convertirse en un pretexto para no ir más allá de nuestras propias ideas8,11.

Meditatio (Meditación)

La meditatio sigue a la lectura y consiste en reflexionar sobre el texto bíblico, preguntándose: «¿Qué nos dice el texto bíblico a nosotros?»8,11. Aquí, cada persona, individualmente o en comunidad, debe dejarse interpelar y conmover por la Palabra8,11. Es una aplicación activa de la mente para buscar el conocimiento de la verdad oculta con la ayuda de la razón5. La meditación permite que la mente explore libremente el significado de la Escritura, conectando el pasaje con otros textos bíblicos y con la propia vida6. Es un diálogo con la Escritura donde las palabras se convierten en motivo de meditación y oración, sin caer en interpretaciones subjetivas, sino integrándose en la Tradición viva de la Iglesia9.

Oratio (Oración)

Después de la meditación, llega la oratio, que plantea la pregunta: «¿Qué le decimos al Señor en respuesta a su Palabra?»8,11. La oración, que puede ser de petición, intercesión, acción de gracias o alabanza, es la forma principal en que la Palabra nos transforma8,11. En esta etapa, el alma comienza a anhelar conocer a Dios no solo a través de la letra, sino a través de la experiencia6. Es un momento de diálogo devoto con Dios, donde el deseo se inflama y el afecto del alma se extiende6. Como dice San Jerónimo, al orar, hablamos con el Esposo; al leer, Él nos habla12.

Contemplatio (Contemplación)

La contemplatio es la etapa final de la lectio divina, donde se asume, como un don de Dios, Su propia manera de ver y juzgar la realidad8,11. Aquí, las palabras y los pensamientos ceden el paso al amor, en un silencio de comunión con Dios9. La contemplación busca crear en nosotros una visión sabia y discernidora de la realidad, según la perspectiva divina, formando en nosotros «la mente de Cristo» (1 Cor 2,16)8,11. El texto bíblico se convierte en un espejo, un icono para contemplar, y en este estado, la mente es elevada a Dios y experimenta las alegrías de la dulzura eterna5. La Palabra de Dios actúa como criterio de discernimiento, penetrando hasta lo más profundo del corazón8,11.

Actio (Acción)

Aunque tradicionalmente se habla de cuatro etapas, es importante recordar que el proceso de la lectio divina no concluye hasta que llega a la actio8,11,13. La actio mueve al creyente a hacer de su vida un don para los demás en la caridad8,11,13. Es la expresión concreta de la fe y el servicio a los demás que surge del encuentro con la Palabra de Dios9. La Madre de Dios es el modelo supremo de este proceso, ya que ella «guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón» (Lc 2,19)8.

La Lectio Divina como Forma de Vida

La lectio divina no es simplemente una práctica espiritual entre otras, sino que busca ser una forma de vida integral, una «receptividad perpetua y vigilante» a la Palabra de Dios que tiene un efecto formativo en la mente y el corazón14. Para los monásticos, la lectura de la Escritura no era una actividad, sino un modo de vida que transformaba al lector, permitiéndole participar ya en la vida celestial15.

El objetivo de la lectio divina es crear y nutrir un «amor eficaz y constante» por la Sagrada Escritura, que es fuente de vida interior y de fecundidad apostólica1. A través de ella, se promueve una mejor comprensión de la liturgia y se asegura un lugar más importante para la Biblia en los estudios teológicos y en la oración1.

La lectio divina es una «lectura existencial» de la Sagrada Escritura que ayuda a pasar del texto bíblico a la vida, tendiendo un puente entre la espiritualidad y la vida cotidiana, entre la fe y la existencia7. El proceso busca guiar al creyente desde la escucha al conocimiento, y del conocimiento al amor7. A través de una lectura asidua y orante, el diálogo con Dios se convierte en una realidad diaria para Su pueblo, cultivando un corazón dócil, sabio y discernidor, capaz de reconocer lo que viene de Dios y lo que aleja de Él7.

En un sentido más amplio, la lectio divina es una invitación a hacer de la Palabra de Dios nuestro hogar, anticipando la vida venidera y la visión beatífica5. Los antiguos Padres de la Iglesia insistían en el vínculo entre la Escritura y la visión beatífica, viendo la comprensión de la Escritura en esta vida como un «beso de la eternidad» y la lectura como una visión anticipada de la gloria divina5. La Palabra de Dios, infundida por el Espíritu Santo y recibida con un corazón abierto, es transformadora y no deja las cosas como estaban antes9.

Conclusión

La lectio divina es un tesoro de la tradición católica que ofrece a los fieles un camino probado para un encuentro profundo y personal con la Palabra de Dios. Al integrar la lectura, la meditación, la oración y la contemplación, y al llevar a la acción, esta práctica permite que la Escritura no solo sea conocida intelectualmente, sino que transforme el corazón y la vida del creyente, conduciéndolo a una unión más íntima con Cristo y a una participación más plena en la vida trinitaria. Es una herramienta esencial para nutrir la vida espiritual y discernir la voluntad de Dios en el mundo contemporáneo14,7.

Citas

  1. B2. Lectio divina, Pontificia Comisión Bíblica. La Interpretación de la Biblia en la Iglesia (1993). 2 3 4 5 6 7 8

  2. Papa Benedicto XVI. Audiencia general del 2 de mayo de 2007: Orígenes de Alejandría (2) (2007). 2

  3. Sr. María de los Ángeles, O.P. Viñedos y paisajes: Lectio Divina en una era secular, § 4. 2

  4. Papa Benedicto XVI. Audiencia general del 24 de octubre de 2007: San Ambrosio de Milán (2007). 2

  5. Sr. María de los Ángeles, O.P. Viñedos y paisajes: Lectio Divina en una era secular, § 10. 2 3 4 5 6

  6. Jason M. Baxter. Reescribiendo almas: Lectio e Imitatio en el Purgatorio de Dante, § 6. 2 3 4

  7. La centralidad de la palabra de Dios, Papa Francisco. Vultum Dei quaerere, § 20 (2016). 2 3 4 5

  8. Parte segunda: Verbum in ecclesia - La palabra de Dios en la vida de la Iglesia - La lectura orante de la Sagrada Escritura y la «lectio divina», Papa Benedicto XVI. Verbum Domini, § 87 (2010). 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15

  9. Papa Francisco. Audiencia general del 27 de enero de 2021 (2021). 2 3 4 5 6

  10. Papa Francisco. Audiencia general del 12 de junio de 2024 - Ciclo de Catequesis. El Espíritu y la Esposa. El Espíritu Santo guía al pueblo de Dios hacia Jesús, nuestra esperanza. 3. «Toda la Escritura es inspirada por Dios». Conocer el amor de Dios a través de las palabras de Dios (2024).

  11. Parte primera: La homilía y su marco litúrgico - III. La preparación, Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Directorio Homilético (29 de junio de 2014), § 27 (2014). 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13

  12. Otras expresiones de esto en la tradición, Guy Mansini, O.S.B. Oración, la Biblia y escuchar a Dios, § 8.

  13. Parte prima - L’omelia e l’ambito liturgico - III. La preparazione, Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Directorio Homilético (29 de junio de 2014), § 27 (2015). 2

  14. Viñedos y paisajes: Lectio Divina en una era secular, Sr. María de los Ángeles, O.P. Viñedos y paisajes: Lectio Divina en una era secular, § 1. 2

  15. Sr. María de los Ángeles, O.P. Viñedos y paisajes: Lectio Divina en una era secular, § 5.