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Ley del talión

La ley del talión (del latín lex talionis, que significa «ley del talión» o «ley del igual») es un principio de justicia retributiva que establece una estricta proporcionalidad entre el daño infligido y la pena impuesta. Históricamente presente en diversos códigos legales antiguos, incluyendo el Antiguo Testamento, esta ley buscaba limitar la venganza desproporcionada. En la teología moral católica, la ley del talión se entiende en su contexto histórico como un avance para restringir la violencia, pero es superada por la enseñanza de Jesucristo sobre el amor a los enemigos, el perdón y la no resistencia al mal. La Iglesia Católica promueve una justicia que busca la restauración del orden, la defensa de la sociedad, la disuasión y, fundamentalmente, la corrección y rehabilitación del ofensor, en lugar de una retribución meramente punitiva.

Tabla de contenido

Orígenes y Significado en el Antiguo Testamento

El principio de «ojo por ojo, diente por diente» se encuentra en varios libros del Antiguo Testamento, como el Éxodo, Levítico y Deuteronomio1,2,3. Este precepto no era una invitación a la venganza ilimitada, sino una limitación de la violencia y una regulación de la retribución4,5,6. Antes de esta ley, existía una tendencia a la venganza desmedida, ejemplificada por Lamec en el Génesis, quien se jactaba de una venganza setenta y siete veces mayor que la de Caín4. La ley del talión buscaba establecer una igualdad en la retribiación, asegurando que la pena no excediera el daño original4,5.

En el contexto de las leyes mosaicas, la ley del talión se aplicaba en casos de lesiones físicas, donde el castigo debía ser equivalente a la herida infligida2,3. Por ejemplo, si alguien causaba una lesión a otro, la pena era «fractura por fractura, ojo por ojo, diente por diente»3. También se aplicaba a situaciones de falso testimonio, donde el testigo malicioso debía sufrir la misma pena que intentaba infligir al acusado1. Este principio reflejaba la justicia divina y la necesidad de mantener el orden social en la antigua Israel1.

La Superación en el Nuevo Testamento

Jesucristo, en el Sermón de la Montaña, aborda explícitamente la ley del talión y la eleva a un nuevo nivel de entendimiento moral7,8. Él dice: «Habéis oído que se dijo: ‘Ojo por ojo y diente por diente’. Pero yo os digo: no resistáis al malvado. Antes bien, si alguien te golpea en la mejilla derecha, vuélvele también la otra»7. Esta enseñanza representa un contraste y un avance significativo respecto a la ley antigua4.

El Mandato del Amor y el Perdón

Jesús no solo prohíbe la resistencia al malvado en el sentido de una retribución violenta, sino que también llama a sus discípulos a una práctica radical de amor y perdón7,4. El amor a los enemigos y la oración por los perseguidores son presentados como los criterios para ser hijos del Padre celestial7,4. Esta enseñanza es una exclusión radical de la ley del talión en la vida personal del discípulo9.

La superación de la ley del talión no implica la abolición de la justicia, sino una transformación de la misma hacia la misericordia4. La venganza, en la tradición cristiana, pertenece solo a Dios4. San Pablo, siguiendo la enseñanza de Cristo, exhorta a no devolver mal por mal, sino a vencer el mal con el bien4.

La Perspectiva de la Tradición Católica

La Iglesia Católica entiende que la ley del talión, aunque un paso importante en su momento para limitar la violencia, ha sido perfeccionada por la revelación de Cristo4,8.

Justicia Retributiva y la Proporcionalidad

La tradición católica reconoce que el castigo tiene un propósito retributivo, es decir, busca restablecer el orden quebrantado por la ofensa10. Sin embargo, esta retribución no se entiende como una correspondencia geométrica exacta («ojo por ojo») sino como una justicia proporcionada11. Santo Tomás de Aquino, por ejemplo, sostiene que el castigo debe ser proporcional a la gravedad del pecado, pero no necesariamente una reproducción exacta del daño12,11. La pena debe ser seria para un crimen grave, pero no exige una retribución matemáticamente entendida11.

Fines del Castigo en la Doctrina Católica

El Catecismo de la Iglesia Católica enseña que la autoridad pública tiene el derecho y el deber de imponer penas proporcionales a la gravedad del crimen10. Los fines principales del castigo son:

El castigo no debe ser concebido como una venganza infligida por Dios, sino como una consecuencia inherente a la naturaleza del pecado, que busca la purificación y la restauración del orden13,14,15,16.

El Perdón y la Reparación

Aunque la ley del talión es superada por el llamado de Cristo al perdón, la justicia católica también enfatiza la reparación del daño causado por el pecado17,18. Incluso si el ofensor ha sido perdonado, subsiste el deber de reparar el daño a la justicia y la verdad17. Esta reparación puede ser material o moral y debe evaluarse según la extensión del daño infligido17. La satisfacción o penitencia impuesta en el sacramento de la Reconciliación busca reparar el daño y restablecer los hábitos propios de un discípulo de Cristo19.

La Pena de Muerte

En relación con la pena capital, la enseñanza tradicional de la Iglesia no excluía su uso en casos de extrema necesidad para defender la vida humana contra un agresor, siempre que se verificara plenamente la identidad y responsabilidad del culpable20,21. Sin embargo, la Iglesia ha evolucionado en su comprensión de la aplicación de esta pena. Hoy en día, la postura de la Iglesia es que los casos de absoluta necesidad para la supresión del ofensor son «muy raros, si no prácticamente inexistentes», dado que el Estado dispone de medios para reprimir eficazmente el crimen sin privar definitivamente al culpable de la posibilidad de redimirse20. La vida en prisión es considerada un castigo serio y proporcionado a un crimen grave11.

Conclusión

La ley del talión, con su principio de «ojo por ojo, diente por diente», fue un hito en la historia de la justicia, estableciendo la proporcionalidad y limitando la venganza desmedida en el Antiguo Testamento. Sin embargo, en la plenitud de la revelación cristiana, Jesucristo la supera con el mandamiento del amor a los enemigos y el perdón. La Iglesia Católica, al tiempo que reconoce la necesidad de la justicia retributiva para restablecer el orden y proteger a la sociedad, enfoca el castigo hacia la corrección, la rehabilitación y la reparación, reflejando la misericordia divina y el valor intrínseco de cada persona.

Citas

  1. La Nueva Versión Estándar Revisada, Edición Católica (NRSV-CE). La Santa Biblia, §Deuteronomio 19. 2 3

  2. La Nueva Versión Estándar Revisada, Edición Católica (NRSV-CE). La Santa Biblia, §Éxodo 21. 2

  3. La Nueva Versión Estándar Revisada, Edición Católica (NRSV-CE). La Santa Biblia, §Levítico 24. 2 3

  4. B2. Criterios específicos - 2.2. Segundo criterio específico: Contraste - 2.3. Tercer criterio específico: Avance - B. Conflicto con los vecinos, Comisión Bíblica Pontificia. La Biblia y la moral: Raíces bíblicas de la conducta cristiana, § 122 (2008). 2 3 4 5 6 7 8 9 10

  5. Fausto está dispuesto a admitir que Cristo pudo haber dicho que no vino a destruir la ley y los profetas, sino a cumplirlos; pero si lo hizo, fue para pacificar a los Judíos y en un sentido modificado. Agustín responde, y elabora aún más la visión Católica de la profecía y su cumplimiento, Agustín de Hipona. Contra Faustum, §Libro 19. 25 (400). 2

  6. Capítulo 18. Algunas de las leyes de Dios defendidas como buenas, que los Marcionitas impugnaron, como la lex talionis. Propósitos útiles desde un punto de vista social y moral de esta y otras diversas disposiciones, Quintus Septimius Florens Tertullianus (Tertuliano de Cartago). Contra Marción, §Libro II. Capítulo 18 (208).

  7. La Nueva Versión Estándar Revisada, Edición Católica (NRSV-CE). La Santa Biblia, §Mateo 5. 2 3 4

  8. I. El respeto de la vida humana, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2262 (1992). 2

  9. Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 14 de octubre de 1987, § 7 (1987).

  10. I. El respeto de la vida humana, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2266 (1992). 2 3 4 5

  11. Christopher Kaczor. La pena de muerte y la tradición católica: ¿Contradicción, aplicación circunstancial o desarrollo doctrinal? , § 11. 2 3 4

  12. Libro III: Dios fin de las criaturas - Capítulo 143 - Que no todos los castigos ni todas las recompensas son iguales, Tomás de Aquino. Summa Contra Gentiles, §Libro III. Cap. 143 (1265).

  13. Basil Cole, O.P. ¿Santo Tomás y la «Buena Nueva» del castigo? , § 20.

  14. Reinhard Hütter. La deuda del pecado y el sacrificio en la caridad: Un eco tomista a Sin: A History de Gary Anderson, § 5.

  15. Daria Spezzano. Sed imitadores de Dios (Ef 5:1): Aquino sobre la Caridad y la Satisfacción, § 11.

  16. X. Las indulgencias, Catecismo de la Iglesia Católica, § 1472 (1992).

  17. III. Las ofensas contra la verdad, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2487 (1992). 2 3

  18. VII. Los actos del penitente, Catecismo de la Iglesia Católica, § 1459 (1992).

  19. En resumen, Catecismo de la Iglesia Católica, § 1494 (1992).

  20. I. El respeto de la vida humana, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2267 (1992). 2

  21. Christopher Kaczor. La pena de muerte y la tradición católica: ¿Contradicción, aplicación circunstancial o desarrollo doctrinal? , § 2.