Libro de Jonás

El Libro de Jonás es uno de los doce profetas menores del Antiguo Testamento en la Biblia católica, un texto breve pero profundo que narra la misión profética de Jonás, un profeta israelita enviado por Dios a la ciudad pagana de Nínive para anunciar su destrucción inminente. En lugar de obedecer, Jonás intenta huir, lo que desencadena una serie de eventos milagrosos, incluyendo su estancia en el vientre de un gran pez durante tres días. La obra destaca la misericordia divina, la universalidad de la salvación y la obediencia profética, sirviendo como tipo prefigurativo de la resurrección de Cristo. Desde la perspectiva católica, el libro se interpreta tanto en su sentido literal como alegórico, enfatizando su valor teológico y su integración en la tradición eclesial, con referencias directas en el Evangelio y comentarios de los Padres de la Iglesia.
Tabla de contenido
Estructura y contenido del libro
El Libro de Jonás se compone de cuatro capítulos breves, escritos en prosa poética hebrea, con un total de aproximadamente 48 versículos. Su estructura narrativa es lineal y dramática, centrada en la figura del profeta y su relación conflictiva con la voluntad divina. A diferencia de otros profetas menores, que suelen contener oráculos de juicio o consuelo, este libro adopta la forma de una novela didáctica o parábola profética, con elementos de sátira y ironía que resaltan las debilidades humanas frente a la grandeza de Dios.
Capítulo 1: La huida de Jonás
El relato comienza con la llamada de Dios a Jonás, hijo de Amatí, para que predique contra la maldad de Nínive, la capital asiria y símbolo de la opresión enemiga de Israel (Jon 1,1-2). En un acto de rebeldía, Jonás huye hacia Tarsis en un barco, intentando escapar de la presencia divina (Jon 1,3). Una tormenta azota la nave, y los marineros, tras sortear la culpa, arrojan a Jonás al mar, donde es engullido por un gran pez preparado por Dios (Jon 1,4-17). Este episodio subraya la imposibilidad de evadir la voluntad de Dios y la soberanía divina sobre la creación.
Capítulo 2: La oración en el vientre del pez
Desde las entrañas del pez, Jonás eleva una oración de acción de gracias, un salmo de estilo similar a los Salmos penitenciales, reconociendo la salvación de Dios (Jon 2,1-10). Dios ordena al pez vomitar a Jonás en tierra firme, marcando su segunda oportunidad para cumplir la misión. Esta sección poética enfatiza la oración en la angustia y la fidelidad de Dios a su profeta, incluso en las circunstancias más extremas.
Capítulo 3: La predicación en Nínive
Jonás obedece y entra en Nínive, una ciudad descrita como tan vasta que requiere tres días para cruzarla (Jon 3,3). Su mensaje es conciso: «Dentro de cuarenta días Nínive será destruida» (Jon 3,4). Sorprendentemente, el rey y todo el pueblo, desde humanos hasta animales, responden con un ayuno colectivo y penitencia, cubriéndose de cilicio (Jon 3,5-9). Dios, conmovido por su arrepentimiento, revoca el castigo (Jon 3,10), ilustrando que las profecías no son decretos irrevocables, sino llamadas a la conversión.
Capítulo 4: La ira de Jonás y la lección de la planta
Jonás se enoja por la misericordia divina hacia los ninivitas, prefiriendo morir antes que ver salvados a sus enemigos (Jon 4,1-3). Dios le prepara una planta que crece para dar sombra y luego se marchita por un gusano, exponiendo la ira de Jonás ante el sol abrasador (Jon 4,4-8). A través de un diálogo, Dios cuestiona la desproporción de su enojo: si Jonás se aflige por una planta efímera, ¿por qué Dios no debería compadecerse de una gran ciudad con 120.000 habitantes (Jon 4,9-11)? El libro concluye abruptamente, invitando al lector a reflexionar sobre la universalidad de la misericordia divina.
Contexto histórico y autoría
El Libro de Jonás se sitúa en el siglo VIII a.C., durante el reinado de Jeroboam II de Israel (2 Re 14,25), cuando Asiria representaba una amenaza constante para el pueblo de Dios. Jonás es presentado como un profeta histórico de Gat-Jéfer, en el territorio de Zabulón, mencionado en los Reyes como instrumento de la expansión territorial israelita. Sin embargo, la datación precisa del texto es debatida: mientras algunos lo atribuyen al siglo VIII, la tradición católica y estudios modernos lo sitúan en el período postexílico (siglo V-IV a.C.), como una obra didáctica para un judaísmo en tensión entre el exclusivismo y el universalismo.
La autoría es anónima, aunque atribuida tradicionalmente al propio Jonás o a un discípulo. En la tradición judía y cristiana, forma parte de los «Doce Profetas Menores», canonizado en la Septuaginta y confirmado por el Concilio de Trento. La Pontificia Comisión Bíblica, en su documento de 2014 sobre la inspiración y verdad de la Escritura, reconoce a Jonás como profeta auténtico, pero interpreta el relato como una «composición imaginaria con profundo contenido teológico», combinando elementos históricos con ficción literaria para transmitir verdades espirituales.1,2
Historicidad en la tradición católica
La Iglesia Católica defiende la historicidad del núcleo del relato, basándose en la referencia explícita de Jesús en los Evangelios (Mt 12,39-41; Lc 11,29-32), donde el signo de Jonás prefigura su resurrección. San Agustín, en sus cartas y comentarios, afirma que negar la realidad del milagro equivaldría a cuestionar la resurrección de Cristo, ya que Jesús contrasta hechos históricos: «Como Jonás estuvo tres días en el vientre del cetáceo, así estará el Hijo del hombre tres días en el corazón de la tierra» (Mt 12,40).3,4,5
Los Padres de la Iglesia, como San Jerónimo y San Cirilo de Alejandría, ven en Jonás un tipo mesiánico literal y no mera fábula. La tradición patrística rechaza interpretaciones racionalistas que lo reducen a alegoría pura, argumentando que Cristo no compararía una ficción con su propia resurrección.6 No obstante, la Comisión Bíblica de 2014 matiza que detalles como la conversión unánime de Nínive o el tamaño exagerado de la ciudad son elementos literarios, no históricos en sentido estricto, pero el mensaje profético de Jonás es fiable.1 Esta visión equilibrada, fiel a Dei Verbum del Vaticano II, integra la historicidad con la diversidad de géneros literarios en la Escritura.
En la exégesis católica contemporánea, se enfatiza que la verdad de la Biblia no reside solo en hechos históricos, sino en su capacidad para revelar a Dios, como enseña San Juan Crisóstomo sobre la «condescendencia de la Sabiduría eterna».2 Críticos católicos como Simon y Jahn han cuestionado la literalidad total, pero sus posiciones fueron condenadas por la Iglesia por socavar la inspiración divina.6
Temas teológicos principales
El Libro de Jonás es un tratado sobre la misericordia de Dios, que trasciende fronteras étnicas y no se limita al pueblo elegido. Destaca dos temas centrales:
La revocabilidad de la profecía y la conversión
La profecía no es un decreto fatalista, sino una advertencia condicional que invita al arrepentimiento. La respuesta de Nínive demuestra que Dios «se arrepiente del mal» (Jon 3,10), un antropomorfismo que resalta su compasión. San Gregorio de Nisa y otros Padres ven aquí una lección contra el determinismo, alineada con la enseñanza católica de la libertad humana y la gracia.7,8
Universalismo y crítica al exclusivismo
Jonás representa la resistencia judía postexílica al universalismo, prefiriendo la destrucción de los gentiles. Dios, en cambio, extiende su salvación a todos, prefigurando la misión de Cristo a los paganos. La tensión entre tendencias universalistas y exclusivistas en el judaísmo es un tema clave, como nota la Comisión Bíblica.1 En la doctrina católica, esto anticipa el mandato misionero (Mt 28,19) y la salvación para quienes buscan a Dios con sinceridad (Lumen Gentium, 16).
Otros motivos incluyen la oración en la adversidad (cap. 2) y la ironía divina, que expone la pequeñez humana ante la providencia.
Interpretaciones en la tradición patrística y medieval
Los Padres de la Iglesia interpretan el libro tanto literal como alegóricamente. San Agustín de Hippo, en su Carta 102 a Deogratias, defiende los milagros como históricos y simbólicos: el pez representa el sepulcro de Cristo, y la planta marchita simboliza los privilegios temporales de Israel que se desvanecen ante la Iglesia gentil.9,3,4,5,10,11 En sus Exposiciones sobre los Salmos, compara el «abismo» de Jonás con la vida mortal del creyente, urgiendo a clamar a Dios desde el pecado.12,13,14
San Gregorio Nacianceno, en sus Oraciones, ve en la huida de Jonás un temor profético a la salvación de los ninivitas, prefigurando la gracia a los gentiles.7,8 Sulpicio Severo, en su Historia Sagrada, narra la fe de Nínive como modelo de penitencia colectiva.15 En la Edad Media, Santo Tomás de Aquino integra estas lecturas en la Summa Theologiae, enfatizando la tipología cristológica.
La tradición litúrgica católica lee Jonás en la Vigilia Pascual, vinculándolo a la resurrección, y en la Cuaresma para meditar la conversión.
Influencia en el Nuevo Testamento y la liturgia católica
Jesús cita directamente el libro como «signo» de su resurrección y ejemplo de penitencia (Mt 12,39-41; 16,4; Lc 11,29-32), condenando la incredulidad judía ante un profeta mayor. San Pablo alude indirectamente al universalismo en Romanos 10-11, contrastando la misericordia a Israel y los gentiles.
En la liturgia, el libro se proclama en la Misa los martes de la 29ª semana del Tiempo Ordinario y en lecturas cuaresmales. El arte católico lo representa en mosaicos romanos (como en Rávena) y frescos renacentistas, simbolizando la resurrección. En la devoción popular, inspira novenas de conversión y reflexiones sobre la misericordia, resonando con la encíclica Dives in Misericordia de San Juan Pablo II.
Conclusión
El Libro de Jonás, con su mensaje de misericordia universal y llamada a la obediencia, permanece vivo en la fe católica como recordatorio de que Dios busca la salvación de todos, judíos y gentiles. Su profundidad teológica, arraigada en la tradición eclesial, invita a los fieles a examinar su propio corazón ante la gracia divina, promoviendo una espiritualidad de arrepentimiento y esperanza.
Citas
Troisième partie l’interprétation de la parole de dieu et ses défis, Comisión Bíblica Pontificia. La inspiración y la verdad de la Sagrada Escritura, § 110 (2014). ↩ ↩2 ↩3
Mark Reasoner. Un estudio introductorio del documento de 2014 de la Comisión Bíblica Pontificia: La inspiración y la verdad de la Sagrada Escritura, § 9. ↩ ↩2
Agustín de Hipona. Carta 102 De Agustín a Deogratias, § 33 (409). ↩ ↩2
Agustín de Hipona. Carta 102 De Agustín a Deogratias, § 34 (409). ↩ ↩2
Agustín de Hipona. Carta 102 De Agustín a Deogratias, § 37 (409). ↩ ↩2
Jonás, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Jonás. ↩ ↩2
Agustín de Hipona. Carta 102 De Agustín a Deogratias, § 30 (409). ↩
Agustín de Hipona. Carta 102 De Agustín a Deogratias, § 31 (409). ↩
Agustín de Hipona. Carta 102 De Agustín a Deogratias, § 35 (409). ↩
Agustín de Hipona. Exposiciones sobre los Salmos - Salmo 130, § 1 (418). ↩
Agustín de Hipona. Exposiciones sobre los Salmos - Salmo 51, § 11 (420). ↩
Agustín de Hipona. Exposiciones sobre los Salmos - Salmo 66, § 5 (418). ↩
Capítulo 48, Sulpicio Severo. Historia Sagrada, §Libro I, Capítulo 48 (380). ↩
