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Libro de las Lamentaciones

Libro de las Lamentaciones
Libro de las Lamentaciones en el códice babilónico-kethuvim. File: Babylonian-kethuvim-codex.pdf p.131, Autor desconocido, CC0

El Libro de las Lamentaciones es uno de los textos poéticos del Antiguo Testamento en la Biblia católica, atribuido tradicionalmente al profeta Jeremías. Este libro, compuesto por cinco poemas elegíacos, expresa el profundo dolor por la destrucción de Jerusalén en el año 587 a. C. a manos de los babilonios, reflexionando sobre el pecado del pueblo, el castigo divino y la esperanza en la misericordia de Dios. En la tradición católica, se considera un lamento colectivo que invita a la penitencia y anticipa la redención mesiánica, con un uso litúrgico destacado en la Semana Santa. Su estructura acróstica y su lenguaje emotivo lo convierten en una obra clave para entender la teología del sufrimiento y la fidelidad de Dios en la fe católica.

Tabla de contenido

Posición canónica y contexto histórico

El Libro de las Lamentaciones ocupa un lugar específico en el canon bíblico católico. Forma parte de los Escritos o Ketuvim en la tradición hebrea, y en la Vulgata latina se sitúa entre los libros proféticos, justo después del Libro de Jeremías. En las Biblias católicas modernas, como la Nueva Versión de los Salmos o la Biblia de Jerusalén, se incluye en la sección de los libros poéticos y sapienciales, junto a los Salmos, el Cantar de los Cantares y el Eclesiastés.

Históricamente, el libro surge en el contexto de la caída de Jerusalén en el siglo VI a. C., un evento catastrófico que marcó el exilio babilónico del pueblo judío. La ciudad santa, símbolo de la presencia de Dios, fue arrasada por las fuerzas de Nabucodonosor II como castigo por la idolatría y la infidelidad de Judá. Este desastre no solo fue una derrota militar, sino un trauma espiritual que el libro plasma en forma de duelo nacional. La tradición católica ve en este suceso un eco de la Pasión de Cristo, donde la destrucción del Templo prefigura la entrega de Jesús por los pecados de la humanidad.

Autoría y datación

La tradición eclesiástica, respaldada por la Septuaginta (la traducción griega del Antiguo Testamento), atribuye el libro al profeta Jeremías, quien vivió en el siglo VII-VI a. C. y profetizó la ruina de Jerusalén. El superscrito en la Septuaginta describe cómo Jeremías «se sentó llorando y se lamentó con esta lamentación sobre Jerusalén». Esta atribución se apoya en el estilo elegíaco similar al de las profecías de Jeremías, así como en referencias internas que evocan su ministerio profético, como las quejas contra falsos profetas y la búsqueda de alianzas extranjeras.

Sin embargo, la crítica bíblica moderna, aunque respetada en la exégesis católica, cuestiona esta autoría única. El Pontificio Instituto Bíblico y documentos como la encíclica Divino afflante Spiritu de Pío XII (1943) permiten un análisis literario que sugiere posibles contribuciones de discípulos de Jeremías o autores contemporáneos, dada la uniformidad estilística pero variaciones en el vocabulario. La datación se sitúa poco después del 587 a. C., posiblemente en los primeros años del exilio, como un llamado a la conversión en medio del sufrimiento.

En la fe católica, la autoría tradicional se mantiene como piadosa y teológicamente significativa, enfatizando el rol de Jeremías como «threnodista» (cantor de lamentos) del Antiguo Testamento, prefigurando el llanto de Cristo sobre Jerusalén (Lc 19,41).

Estructura literaria

El Libro de las Lamentaciones se compone de cinco capítulos o poemas, cada uno con una estructura poética distintiva que utiliza el metro qinah (tres acentos en el primer hemistiquio y dos en el segundo), típico de la poesía hebrea de duelo. Su forma acróstica —donde los versos comienzan con letras sucesivas del alfabeto hebreo— simboliza la exhaustividad del lamento, como si abarcara todo el dolor posible.

Esta progresión dramática —de monólogo a diálogo coral— crea un clímax emocional, unificando el libro en una sinfonía de dolor que culmina en oración. La crítica literaria católica, influida por estudios como los de Johannes Zenner, ve en esta estructura una unidad compositiva que refuerza su mensaje profético.3

Temas teológicos principales

El pecado y el castigo divino

El libro subraya que la destrucción de Jerusalén es consecuencia del pecado colectivo: idolatría, injusticia social y rechazo de la Alianza (Lm 1,8; 5,7). En la teología católica, esto ilustra la doctrina del pecado original y sus efectos, pero también la justicia misericordiosa de Dios, quien castiga para purificar. Como enseña el Catecismo de la Iglesia Católica (n. 1472), el sufrimiento es un llamado a la conversión, no un abandono divino.

El sufrimiento y la esperanza

Los lamentos expresan un dolor visceral —soledad, hambre, exilio— pero intercalan hilos de esperanza: «Las misericordias del Señor no se han agotado» (Lm 3,22). Esto prefigura la redención cristiana, donde el sufrimiento de Cristo transforma el lamento en salvación. San Jerónimo, en su Carta 122, compara estos llantos con el de Pedro por su negación, enfatizando la penitencia como camino de restauración.4

La oración en la aflicción

El libro modela la oración de lamentación: un «rugido» emocional (cf. Sal 22,2) que confronta a Dios con el dolor humano.5 La exégesis católica, como en el documento de la Comisión Bíblica Pontificia La inspiración y la verdad de la Sagrada Escritura (2014), explica las imágenes hiperbólicas (e.g., deseos de venganza) como metáforas que expresan el punto de vista del sufriente, no como endorsement literal de violencia, sino como clamor por justicia divina.5

Uso litúrgico en la Iglesia Católica

El Libro de las Lamentaciones tiene un rol prominente en la liturgia católica, especialmente en la Semana Santa. Sus textos se recitan en el Oficio de Tinieblas durante los últimos tres días (Jueves, Viernes y Sábado Santo), simbolizando el luto por la Pasión de Cristo. La Iglesia ve en la ruina del Templo un tipo de la muerte de Jesús, «templo de su cuerpo» (Jn 2,19-21).3

En el Misal Romano y el Breviario, extractos como Lm 1,1-2; 2,18-19; 3,1-9 se usan en las lecturas nocturnas, acompañados de salmos penitenciales. San Ambrosio, en De paenitentia, cita Lm 1,16 para defender la penitencia eclesial, destacando el llanto como remedio espiritual.6 En la pastoral contemporánea, se incorpora en ritos como la Unción de los Enfermos (Ordo Unctionis Infirmorum) y la Penitencia (Ordo Paenitentiae), donde versos como Lm 3,19-26 inspiran oraciones por los afligidos.7,8

Durante el Triduo Pascual, el libro invita a la Iglesia a unirse al llanto de María y los discípulos, culminando en la alegría de la Resurrección. En la tradición hispánica, procesiones como las de Semana Santa en España evocan estos lamentos, fomentando la devoción popular.

Interpretación en la tradición católica

Perspectiva patrística y medieval

Los Padres de la Iglesia, como San Jerónimo y Santo Tomás de Aquino, interpretan las Lamentaciones alegóricamente: Jerusalén como la Iglesia o el alma pecadora. Hildegard von Bingen, en su Libro de las obras divinas, ve en los lamentos un llamado profético a la justicia eclesial, advirtiendo contra la corrupción de los líderes.9 En la Edad Media, se usaba en la liturgia para meditar la Pasión, influyendo en obras como las de San Bernardo de Claraval.

Enseñanza magisterial moderna

El Magisterio católico, en documentos como Dei Verbum (Concilio Vaticano II, 1965), afirma la inspiración divina del libro, invitando a una lectura que une historia y misterio cristológico. El Papa Benedicto XVI, en audiencias sobre Jeremías (2007), destacó su rol en la teología del sufrimiento redentor, conectándolo con el Salmo 22 y la Cruz. En contextos éticos, como en Evangelii gaudium de Francisco (2013), el lamento profético critica injusticias sociales, llamando a la misericordia.

Relevancia contemporánea

En la pastoral católica actual, el libro aborda temas como el duelo personal, las crisis eclesiales (e.g., abusos) y desastres globales. Teólogos como Paul Clarke, O.P., en Audemus lugere (2020), proponen el «lamento profético» como esperanza cristiana: confrontar el mal sin desesperar, discerniendo en la Cruz el sentido del dolor.10 Para los fieles españoles, en un mundo secularizado, ofrece un lenguaje para expresar fe en medio de la adversidad, fomentando la oración comunitaria.

Influencia cultural y artística

El Libro de las Lamentaciones ha inspirado arte y literatura católica. En la música sacra, compositores como Tomás Luis de Victoria incorporaron sus textos en motetes para Semana Santa. En la pintura, obras como El llanto sobre Cristo muerto de Van der Weyden evocan su emotividad. En España, la poesía mística de San Juan de la Cruz dialoga con su tema del «noche oscura» del alma, uniendo lamento y unión divina.

Conclusión

El Libro de las Lamentaciones permanece como un tesoro de la tradición católica, transformando el dolor en oración y esperanza. Su mensaje —Dios no abandona a su pueblo en la aflicción— resuena en la fe cristiana, recordando que, tras las lágrimas, llega la misericordia eterna. Invita a los creyentes a un examen de conciencia profundo, especialmente en tiempos de prueba, guiados por la luz de Cristo Resucitado.

Citas

  1. La Nueva Versión Estándar Revisada, Edición Católica (NRSV-CE). La Santa Biblia, §Lamentaciones 1.

  2. La Nueva Versión Estándar Revisada, Edición Católica (NRSV-CE). La Santa Biblia, §Lamentaciones 2.

  3. Jeremias, La Prensa Enciclopédica. Enciclopedia Católica, §Jeremias. 2 3 4 5

  4. Eusebio Sofronio Jerónimo (Jerónimo de Estridón o San Jerónimo). Carta 122 - A Rústico, § 1 (408).

  5. Tercera parte la interpretación de la palabra de Dios y sus desafíos, Comisión Bíblica Pontificia. La Inspiración y Verdad de la Sagrada Escritura, § 129 (2014). 2

  6. Sobre el arrepentimiento (libro II), Ambrosio de Milán. Sobre el Arrepentimiento (Libro II), §Capítulo 6. 45 (384).

  7. Sagrada Congregación para el Culto Divino. Ordo Unctionis Infirmorum Eorumque Pastoralis Curae (Cuidado pastoral de los enfermos: Ritos de la unción y el viático), § 64.

  8. Sagrada Congregación para el Culto Divino. Ordo Penitentiae (El Orden de la Penitencia), § 54.

  9. Hildegarda de Bingen. Libro de las obras divinas, § 115.

  10. Paul Clarke, O.P. Audemus Lugere: La Esperanza Profética del Duelo Cristiano, § 32.