Libro del Cantar de los Cantares

El Cantar de los Cantares, también conocido como Cantico de los Canticos, es uno de los libros sapienciales del Antiguo Testamento en la Biblia católica. Atribuido tradicionalmente al rey Salomón, este poema lírico celebra el amor humano entre un hombre y una mujer, pero en la tradición católica se interpreta principalmente de forma alegórica como una expresión del amor divino: la unión entre Dios y el alma, Cristo y la Iglesia, o incluso entre Cristo y la Virgen María. Su inclusión en el canon bíblico ha generado un rico legado de comentarios patrísticos y medievales, destacando su valor espiritual y su conexión con el sacramento del matrimonio. Este artículo explora su estructura, interpretaciones teológicas, recepción histórica en la Iglesia y su influencia en la liturgia y la espiritualidad católica.
Tabla de contenido
Contenido y estructura
El Cantar de los Cantares se presenta como una colección de poemas amorosos que narran la relación entre un esposo y una esposa, con intervenciones de un coro de las hijas de Jerusalén. El texto, compuesto en hebreo y datado aproximadamente en el siglo X a. C., consta de ocho capítulos que alternan diálogos, descripciones y reflexiones poéticas. No sigue una narrativa lineal estricta, sino que evoca escenas de búsqueda mutua, admiración física y unión emocional, utilizando un lenguaje rico en metáforas naturales como jardines, viñedos y perfumes.
En su estructura, el libro puede dividirse en tres partes principales: la búsqueda inicial del amor (capítulos 1-2), donde la esposa expresa su anhelo por el esposo; la celebración de la unión (capítulos 3-5), que incluye la descripción de la procesión nupcial y el gozo del encuentro; y la consolidación del vínculo (capítulos 6-8), que enfatiza la exclusividad y la fuerza del amor, culminando en la afirmación de que el amor es «fuerte como la muerte». Esta disposición poética, similar a una cantata, resalta el dinamismo del amor humano como experiencia plena y transformadora, elevando a los amantes a una dimensión casi real.
Desde una perspectiva literaria, el Cantar destaca por su sensualidad y belleza, pero en el contexto católico, esta se ve como un reflejo del «lenguaje del cuerpo» que Dios instituyó en la creación, tal como se describe en el Génesis. El poema no solo exalta la reciprocidad entre hombre y mujer, sino que subraya la unicidad exclusiva de su relación, sin espacio para terceros, lo que lo convierte en un testimonio poético del amor fiel y total.
Interpretación en la tradición católica
La Iglesia católica ha interpretado el Cantar de los Cantares de manera predominantemente alegórica, aunque reconoce su sentido literal como celebración del amor conyugal. Esta doble lectura se basa en la tradición exegética que ve en el texto un símbolo de realidades espirituales superiores, alineándose con la enseñanza de que la Escritura tiene múltiples sentidos: literal, alegórico, moral y anagógico.
Interpretación literal: El amor humano y el matrimonio
En su sentido inmediato, el Cantar es un elogio del amor nupcial como plenitud de la experiencia humana. Celebra la búsqueda recíproca y la comunión personal entre hombre y mujer, incluyendo dimensiones corporales y espirituales. Esta visión se conecta directamente con el «principio» bíblico del Génesis (2,23-25), donde el matrimonio se presenta como un sacramento primordial de la alianza divina.1 La Iglesia ve en este poema una validación del amor conyugal como camino de santidad, donde la exclusividad del vínculo refleja la unicidad de Dios (Dt 6,4).2
Autores como el Papa Juan Pablo II han enfatizado cómo el Cantar ilustra el «lenguaje del cuerpo» en el matrimonio, un signo visible de la gracia y el amor ofrecidos por Dios. Este amor no es mero sentimiento, sino un compromiso total que transforma a los amantes, elevándolos a una dignidad real, como de reyes y reinas.3
Interpretación alegórica: Dios y el alma, Cristo y la Iglesia
La interpretación alegórica, dominante en la patrística y la escolástica, ve en el esposo a Dios o Cristo, y en la esposa al alma humana o a la Iglesia. Desde los primeros siglos, Padres de la Iglesia como San Ambrosio y San Gregorio Magno desarrollaron comentarios extensos que aplican el texto a la relación sponsal entre Cristo y su Esposa, la Iglesia.4 Por ejemplo, la búsqueda de la esposa por el esposo simboliza el anhelo del alma por la unión mística con Dios, culminando en la «boda celestial» tras pruebas y contemplación.
San Bernardo de Claraval, en sus ochenta y seis homilías, profundizó esta lectura, describiendo el progreso espiritual: del afecto inicial a la betrothal y, finalmente, a la recepción en las moradas eternas.4 Esta alegoría consuela al creyente al evocar el pacto eterno de amor entre Dios y su pueblo, un tema que ya resonaba en el Antiguo Testamento.4 Santa Hildegarda de Bingen, en sus obras, interpreta versos como el de los «pasos hermosos con sandalias» (Ct 7,2) como la mortificación de la carne y el avance virtuoso hacia los goces celestiales, donde el alma, «hija del Príncipe de la Paz», se purifica en la sangre de Cristo.5
En el Magisterio moderno, Juan Pablo II reforzó esta visión: el Cantar simboliza el amor sponsal de Cristo por la Iglesia, modelo perfecto de entrega total, incluso hasta la muerte.6 La reciprocidad del poema refleja cómo cada persona, hombre o mujer, se renueva como «esposa de Cristo» en la Iglesia.6
Aplicación a la Virgen María
La tradición litúrgica católica aplica frecuentemente el Cantar a la Virgen María, viéndola como la Esposa perfecta adornada con gracia sobrenatural. En el Breviario y el Misal, versos del libro se incorporan a las fiestas marianas, destacando su pureza y belleza espiritual.4 Esta interpretación, rica en piedad, ve en María el culmen de la relación entre Dios y el alma, como una figura de la Iglesia inmaculada.
Historia de la recepción en la Iglesia
El Cantar de los Cantares fue incluido en el canon hebreo entre los «cinco rollos» y aceptado plenamente en el canon cristiano, pese a su contenido aparentemente profano.3 En la antigüedad, su lectura se limitaba a menudo a monjes y clérigos debido a su sensualidad, pero la Iglesia siempre lo defendió como inspirado, reconociendo su profundidad teológica.
Durante la Edad Media, florecieron comentarios exhaustivos: Apponio escribió una obra monumental reeditada en el siglo XIX; el Venerable Beda preparó bases para exégesis menores; y Honorio de Autun exploró sus sentidos histórico, alegórico, tropológico y anagógico.4 La mística cristiana, como en las obras de Hildegarda, lo usó para ilustrar la armonía entre cuerpo y espíritu en la virtud.5 En la Reforma, mientras algunos cuestionaban su canonicidad, la Iglesia Católica lo reafirmó en el Concilio de Trento.
En la era contemporánea, la Comisión Bíblica Pontificia ha destacado su valor como testimonio de la verdad bíblica, celebrando el amor humano como abierto a lo misterioso y teológico.3 Documentos recientes del Dicasterio para la Doctrina de la Fe lo vinculan a la unicidad del matrimonio, contraponiéndolo a visiones modernas del amor.2
Uso en la liturgia y la espiritualidad católica
El Cantar impregna la liturgia católica, especialmente en las lecturas de Adviento y Cuaresma, donde evoca la espera del Esposo divino. En el Oficio Divino, versos como «Levántate, amiga mía» (Ct 2,10) se usan para meditar la venida de Cristo. Su influencia en la espiritualidad es profunda: santos como Teresa de Ávila y Juan de la Cruz lo invocaron en sus escritos místicos, viéndolo como mapa del camino hacia la unión con Dios.
En la teología del matrimonio, el Catecismo de la Iglesia Católica (n. 1604) alude implícitamente a su visión del amor total y exclusivo. Para los jóvenes y familias, papas como Juan Pablo II lo recomendaron como preparación para un amor «fuerte como la muerte», duradero hasta el fin.6 Hoy, en un mundo de relaciones fragmentadas, el Cantar invita a redescubrir el amor como alianza fiel, modelo de la caridad divina.
Comentarios clave y autores destacados
La exégesis católica del Cantar es vasta. San Ambrosio lo aplicó abundantemente en sus escritos sobre la virginidad, desarrollando un comentario implícito rico en aplicaciones piadosas.4 San Gregorio Magno dejó tres comentarios que exploran su dimensión eclesial.4 San Bernardo, con sus homilías, y Gilberto de Hoyland, que añadió cuarenta y ocho más, enardecieron el amor a Dios mediante sus imágenes tiernas.4
En la tradición femenina, Hildegarda de Bingen lo integró en su visión holística del ser humano, equilibrando humores corporales y pensamientos virtuosos para anhelar lo celestial.5,7 Juan Pablo II, en sus audiencias, lo conectó con la teología del cuerpo, mostrando su relevancia para la antropología cristiana.1
Estos autores subrayan la unidad del libro: no una cadena de canciones sueltas, sino un todo homogéneo que progresa en el amor.4
Influencia en la enseñanza magisterial contemporánea
El Magisterio reciente ha revitalizado el Cantar para abordar temas éticos. En la encíclica Humanae vitae y catequesis posteriores, Juan Pablo II lo presentó como coronamiento de la «gran analogía» profética, uniendo amor humano y divino (Ef 5,21-33).1 El documento Una caro (2025) del Dicasterio para la Doctrina de la Fe lo elogia por exaltar la exclusividad del amor, remitiendo a la fe en el Dios único y contraponiéndolo a ideologías que diluyen el matrimonio.2
Esta enseñanza enfatiza que el Cantar no solo poetiza el eros, sino que lo eleva al agape, invitando a los fieles a vivir el amor como participación en la alianza de gracia.
Citas
Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 23 de mayo de 1984 (1984). ↩ ↩2 ↩3
La letteratura sapienziale, Dicasterio para la Doctrina de la Fe. Una caro. Elogio de la monogamia. Nota doctrinal sobre el valor del matrimonio como unión exclusiva y pertenencia mutua (25 de noviembre de 2025), § 6. ↩ ↩2 ↩3
Deuxieme partie le temoignage rendu par les ecrits bibliques a leur propre verite, Pontificia Comisión Bíblica. La inspiración y la verdad de la Sagrada Escritura, § 77 (2014). ↩ ↩2 ↩3
Cantar de los cantares, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Cantar de los Cantares. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9
Hildegarda de Bingen. Libro de las obras divinas, § 224. ↩ ↩2 ↩3
Papa Juan Pablo II. A los jóvenes de la Parroquia Romana de «Santa María Domenica Mazzarello» (14 de diciembre de 1997) - Discurso (1997). ↩ ↩2 ↩3
Hildegarda de Bingen. Libro de las obras divinas, § 73. ↩
