Libro del profeta Habacuc

El Libro del profeta Habacuc es uno de los doce profetas menores del Antiguo Testamento en la Biblia católica. Escrito probablemente a finales del siglo VII a. C., este texto profético aborda la aparente injusticia divina ante el mal en el mundo, la llegada de los caldeos como instrumento de juicio y la fe inquebrantable en Dios. A través de un diálogo entre el profeta y Yahvé, el libro culmina en un himno de confianza que resuena en la tradición cristiana como anuncio de salvación. En la Iglesia católica, se interpreta como una meditación sobre la providencia divina y la justificación por la fe, con ecos en el Nuevo Testamento, y se integra en la liturgia para fomentar la esperanza en tiempos de crisis.
Tabla de contenido
Contexto histórico y autoría
El Libro de Habacuc se sitúa en un período turbulento de la historia de Judá, hacia el final del siglo VII antes de Cristo. En ese tiempo, el reino de Judá se encontraba atrapado entre las potencias emergentes de Egipto y Babilonia, lo que generaba inestabilidad política y moral. El profeta Habacuc, cuyo nombre significa posiblemente «abrazo» o «ardiente abrazo» en hebreo, surge como una voz de denuncia ante la corrupción interna y la amenaza externa. Aunque no se conocen detalles precisos sobre su vida, se le describe como un profeta reconocido, posiblemente ligado al servicio del Templo, dado el carácter litúrgico de su oración final.
La autoría se atribuye tradicionalmente al propio Habacuc, como indica el texto (Hb 1,1; 3,1), aunque algunos eruditos católicos debaten si el capítulo tercero podría ser una adición posterior, un himno litúrgico incorporado. La fecha de composición varía según las interpretaciones: muchos Padres de la Iglesia, como San Jerónimo, la sitúan durante el exilio babilónico (siglo VI a. C.), pero la mayoría de los comentadores modernos, incluyendo la tradición católica, la ubican entre los años 605 y 600 a. C., bajo el reinado de Joaquín, justo antes de la invasión caldea. Esta datación se basa en las referencias a los caldeos como una fuerza inminente, tras su victoria en Carquemis (605 a. C.).1
En la tradición judía y cristiana primitiva, Habacuc se asocia con leyendas, como su intervención milagrosa en la historia de Daniel en el foso de los leones (Dn 14,32-40 en la Vulgata), aunque esto es considerado apócrifo por la Iglesia católica. San Gregorio Nacianceno, en sus oraciones, destaca la impaciencia del profeta ante la injusticia, viéndolo como un modelo de oración audaz.2
Estructura del libro
El libro consta de tres capítulos breves, con un total de 56 versículos, lo que lo convierte en uno de los profetas menores más concisos. Su estructura se divide en dos partes principales: un diálogo profético (capítulos 1-2) y una oración himno (capítulo 3). Esta disposición refleja un movimiento desde la queja humana hacia la revelación divina y la alabanza confiada.
Capítulo 1: Introduce el lamento del profeta por la violencia y la injusticia en Judá (Hb 1,2-4). Dios responde anunciando el levantamiento de los caldeos como azote (Hb 1,5-11), lo que provoca una segunda queja de Habacuc ante la aparente contradicción de usar a un pueblo más impío para castigar a los justos (Hb 1,12-17).3
Capítulo 2: El profeta se postra en vigilia esperando la respuesta divina (Hb 2,1). Dios le ordena escribir la visión en tablas para que sea leída fácilmente (Hb 2,2), revelando el principio clave: «El justo por la fe vivirá» (Hb 2,4), que condena la soberbia de los impíos, incluidos los caldeos, y anuncia su ruina mediante cinco «ayes» o lamentos (Hb 2,5-20).1
Capítulo 3: Un salmo o cántico litúrgico, titulado «Oración de Habacuc, el profeta, según los shigayón» (Hb 3,1), que describe una teofanía divina: Dios viene desde Temán y el monte Parán para salvar a su pueblo (Hb 3,3-15). Culmina en una doxología de confianza, incluso en medio del hambre y la escasez (Hb 3,16-19).4
Esta estructura no es lineal, sino dialógica, lo que invita al lector a participar en el misterio de la providencia divina.
Contenido y temas principales
La queja por la injusticia y la respuesta divina
El libro comienza con un clamor profético que resuena con la experiencia humana universal: «¿Hasta cuándo, Señor, clamaré sin que tú escuches?» (Hb 1,2). Habacuc denuncia la laxitud de la ley y la perversión de la justicia en Judá, donde los malvados rodean a los justos (Hb 1,4). Esta queja no es mera desesperación, sino una oración confiada que cuestiona la santidad de Dios ante el mal.
La respuesta de Yahvé es sorprendente: levantará a los caldeos, una nación «feroz e impetuosa» que marchará por la tierra conquistando lo ajeno (Hb 1,6). El profeta, perplejo, replica que esta solución parece empeorar el problema, ya que los caldeos idolatran su propia fuerza (Hb 1,11). Aquí emerge el tema central de la justicia divina: Dios usa incluso a los impíos como instrumentos de juicio, pero su destino final es la destrucción, pues «el justo por la fe vivirá» (Hb 2,4), mientras que los soberbios perecerán.1,3
La visión de la ruina de los impíos
En el capítulo 2, Dios manda inscribir la visión para que corra el rumor (Hb 2,2-3), enfatizando su cumplimiento inevitable. Los «ayes» contra los caldeos denuncian la codicia (Hb 2,5-8), la violencia (Hb 2,9-12), la inmoralidad (Hb 2,15-17) y la idolatría (Hb 2,18-20), culminando en la proclamación de que «la tierra se llenará del conocimiento de la gloria de Yahvé como las aguas llenan el mar» (Hb 2,14). Este pasaje subraya la transitoriedad del mal y la victoria final de Dios.
La oración teofánica y la confianza en Dios
El capítulo 3 es un himno poético que evoca la marcha de Dios desde el Sinaí, con plagas y temblores cósmicos (Hb 3,5-6). Habacuc interroga: «¿Acaso tu ira es contra los ríos, Señor?» (Hb 3,8), reconociendo que el juicio divino no es arbitrario, sino salvífico para su pueblo ungido (Hb 3,13). La oración concluye con una declaración de fe: «Aunque la higuera no brote y no haya frutos en las vides… yo saltaré de alegría por Yahvé» (Hb 3,17-18). Esta teofanía, interpretada por San Juan Pablo II como un cántico litúrgico, transforma el miedo en alabanza.5,4
Los temas teológicos clave incluyen la paciencia en la fe, la justificación por la fe (citada en Rm 1,17; Ga 3,11; Hb 10,38) y la esperanza escatológica, donde Dios interviene para restaurar la justicia.
Interpretación en la tradición católica
En la exégesis católica, el Libro de Habacuc se lee a la luz de Cristo. San Agustín de Hippo ve en la visión de Habacuc 2,2-3 un anuncio del advento de Cristo: «Escribe la visión… porque vendrá sin demora» (Hb 2,3), interpretado como la encarnación y la salvación.6 De igual modo, en Habacuc 3, el santo doctor encuentra alegorías del Evangelio: los «caballos» como evangelistas, las «flechas» como palabras de luz, y la ascensión de Cristo con la Iglesia establecida.7
San Jerónimo, en su epistolario, describe a Habacuc como un «luchador firme» que contempla la cruz en su vigilia (Hb 2,1), con la gloria de Dios cubriendo los cielos (Hb 3,3).8 Los Padres de la Iglesia, como San Gregorio Nacianceno, elogian la audacia del profeta en su diálogo con Dios, modelo para la oración eclesial.2
El Catecismo de la Iglesia Católica no cita directamente Habacuc, pero sus temas resuenan en las secciones sobre la providencia (nn. 302-314) y la fe (nn. 1814-1816), enfatizando que Dios permite el mal para sacar un bien mayor. En la era moderna, el Concilio Vaticano II (Dei Verbum, n. 15) anima a leer los profetas como anuncio de la Nueva Alianza.
Influencia en el Nuevo Testamento y la liturgia
El versículo «El justo por la fe vivirá» (Hb 2,4) es pivotal en la teología paulina, fundamentando la justificación por la fe en Romanos y Gálatas, y la perseverancia en Hebreos. San Pablo lo usa para contrastar la justicia mosaica con la gracia cristiana, mostrando cómo Habacuc prefigura el Evangelio.1
En la liturgia católica, el libro se emplea en Laudes durante el ciclo litúrgico, especialmente el cántico de Habacuc 3 en la Oficina de Lecturas. San Juan Pablo II, en su audiencia de 2002, lo presentó como oración de confianza en la ira misericordiosa de Dios, relevante para los fieles en tiempos de prueba.5 En el arte sacro, Habacuc aparece en mosaicos y frescos, como en la Basílica de San Pablo Extramuros, simbolizando la vigilancia profética.
Canon y texto
El Libro de Habacuc forma parte del canon hebreo (Tanaj) y de la Septuaginta, adoptado por la Iglesia católica en el Concilio de Trento (1546). El texto masorético es la base de la Vulgata latina, traducida por San Jerónimo, y de versiones modernas como la Biblia de Jerusalén o la Nueva Vulgata. No presenta deuterocanónicos, pero su brevedad ha preservado su integridad textual.
En ediciones católicas españolas, como la Biblia de Navarra, se enfatiza su mensaje de esperanza, con notas exegéticas que vinculan Habacuc a la teología de la liberación divina.
En resumen, el Libro del profeta Habacuc ofrece una profunda reflexión sobre el misterio del mal y la fidelidad de Dios, invitando a los católicos a vivir con fe audaz en medio de las adversidades. Su legado perdura como testimonio de que, incluso en la oscuridad, la gloria de Yahvé llenará la tierra.
Citas
Habacuc (Habacuc), The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Habacuc (Habacuc). ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Gregorio Nacianceno. Discurso 2, § 60 (380). ↩ ↩2
La Nueva Versión Estándar Revisada, Edición Católica (NRSV-CE). La Santa Biblia, §Habacuc 1. ↩ ↩2
La Nueva Versión Estándar Revisada, Edición Católica (NRSV-CE). La Santa Biblia, §Habacuc 3. ↩ ↩2
El Señor viene a juzgar la tierra, cántico del libro de Habacuc, capítulo tres (hb 3,2-4,13a, 15-19), Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 15 de mayo de 2002, § 1 (2002). ↩ ↩2
Capítulo 31.— de las predicciones sobre la salvación del mundo en Cristo, en Abdías, Nahum y Habacuc, Agustín de Hipona. La Ciudad de Dios - Libro 18, §Capítulo 31 (426). ↩
Capítulo 32.— de la profecía contenida en la oración y el cántico de Habacuc, Agustín de Hipona. La Ciudad de Dios - Libro 18, §Capítulo 32 (426). ↩
Eusebio Sofronio Jerónimo (Jerónimo de Estridón o San Jerónimo). Carta 53 - A Paulino, § 8 (394). ↩
