Wikitólica

La enciclopedia y wiki católica en español

Cruz

Libro del profeta Miqueas

Libro del profeta Miqueas
Miqueas el profeta, icono ruso del primer cuarto del siglo XVIII. Dominio Público.

El Libro del profeta Miqueas es uno de los doce profetas menores del Antiguo Testamento en la Biblia católica, situado en el canon hebreo y cristiano como el sexto de esta colección. Escrito por el profeta Miqueas de Moreset, contemporáneo de Isaías, este texto profético denuncia las injusticias sociales y religiosas en los reinos de Israel y Judá durante el siglo VIII a.C., anuncia el juicio divino sobre Samaria y Jerusalén, y ofrece visiones esperanzadoras de restauración mesiánica y paz universal. Su mensaje central enfatiza la justicia, la misericordia y la fidelidad a Dios, con profecías clave como el nacimiento del Mesías en Belén que se cumplen en el Evangelio. En la tradición católica, el libro se interpreta como una llamada a la conversión y un precursor de la Nueva Alianza, integrándose en la liturgia y la teología como testimonio de la providencia divina.

Tabla de contenido

Introducción

El Libro de Miqueas forma parte de los profetas menores en la estructura bíblica católica, un grupo de doce libros que, aunque breves, contienen mensajes profundos sobre la relación de Dios con su pueblo. El nombre «Miqueas» deriva del hebreo Mikayahu, que significa «Quién es como Yahvé», reflejando la teología central del profeta: la incomparable grandeza y justicia de Dios frente a la idolatría y la corrupción humana. Este libro, compuesto por siete capítulos, se sitúa cronológicamente en el período de los reinos divididos de Israel y Judá, entre los años 740 y 698 a.C. aproximadamente, bajo los reinados de Jotán, Ajaz y Ezequías.

En el contexto católico, el libro no solo relata juicios divinos contra el pecado colectivo, sino que también proyecta una esperanza escatológica que culmina en Cristo. La Iglesia lo considera inspirado y parte integral de la Sagrada Escritura, como afirma el Catecismo de la Iglesia Católica, que destaca su rol en la revelación progresiva del plan salvífico de Dios. Su relevancia perdura en la liturgia, donde se lee durante el Adviento, conectando las profecías antiguas con el misterio de la Encarnación.

Autor y contexto histórico

El profeta Miqueas

Miqueas, originario de Moreset (o Moresete), una aldea en las colinas bajas de Judá cerca de Gat, fue un profeta rural que ejerció su ministerio principalmente en Jerusalén. Según la introducción del libro (Mi 1,1), su profecía se dirige tanto a Samaria, capital del reino del Norte (Israel), como a Jerusalén, en el reino del Sur (Judá). Vivió en una época de inestabilidad política y moral: el reino de Israel enfrentaba la amenaza asiria, que culminaría en la destrucción de Samaria en 722 a.C., mientras Judá lidiaba con reyes idólatras como Ajaz y reformas parciales bajo Ezequías.

Contemporáneo de Isaías, Miqueas comparte con él un estilo poético y temas como la denuncia de la opresión social y la promesa mesiánica. Sin embargo, su enfoque es más directo y accesible, con un lenguaje que incluye juegos de palabras sobre nombres geográficos para enfatizar el juicio inminente. La tradición católica, basada en la exégesis patrística y el consenso exegético, atribuye la autoría principal al profeta mismo, aunque algunos pasajes podrían reflejar ediciones posteriores para unificar el mensaje. San Jerónimo, en sus comentarios, lo describe como un «heredero conjunto con Cristo» en la denuncia de la injusticia, destacando su rol como voz profética auténtica1.

Contexto socio-religioso

El siglo VIII a.C. fue marcado por prosperidad económica desigual en Judá e Israel, con elites que acumulaban riquezas a expensas de los pobres, como denuncia Miqueas en Mi 2,1-2 y 3,1-3. La idolatría florecía en los altos lugares, y los líderes —profetas falsos, sacerdotes y jueces— pervertían la justicia por ganancias personales (Mi 3,5-11). El profeta responde a esta crisis con un llamado a la teshuvá (conversión), recordando la Alianza sinaítica y profetizando el exilio como purificación.

Históricamente, el ministerio de Miqueas coincide con la expansión asiria bajo Tiglat-Pileser III y Sargón II. Su predicción de la caída de Samaria (Mi 1,6) se cumplió en 722 a.C., y su advertencia sobre Jerusalén (Mi 3,12) influyó en la reforma de Ezequías, como se menciona en Jr 26,18-19, donde se cita a Miqueas para defender a Jeremías. En la perspectiva católica, este contexto ilustra cómo Dios usa profetas para corregir a su pueblo, preparando el terreno para la redención en Cristo.

Estructura del libro

El Libro de Miqueas se divide tradicionalmente en tres partes principales, cada una con un tono y propósito distintos, aunque un hilo conductor de juicio y esperanza une el conjunto. Esta división, reconocida en la exégesis católica desde los Padres de la Iglesia hasta los comentarios modernos, refleja la evolución del mensaje profético: de la denuncia a la promesa, y de la acusación a la súplica.

Primera parte: Juicio sobre Samaria y Judá (Capítulos 1-3)

Los capítulos iniciales se centran en la inminente destrucción por los pecados de idolatría y injusticia. Miqueas inicia con una visión teofánica: Dios desciende de su templo para juzgar la tierra (Mi 1,2-4), simbolizando su intervención activa. La culpa principal recae en Samaria, descrita como un «montículo en el campo» y un «lugar para viñedos» (Mi 1,6), por su prostitución espiritual (Mi 1,7). Esta «herida incurable» se extiende a Judá y Jerusalén (Mi 1,9).

En el capítulo 2, el profeta condena la codicia de los poderosos que despojan a los débiles (Mi 2,1-5), prometiendo un remanente fiel restaurado por Dios (Mi 2,12-13). El capítulo 3 arremete contra los líderes corruptos: «príncipes que juzgan por soborno, sacerdotes que enseñan por salario, profetas que adivinan por dinero» (Mi 3,11). Culmina con la profecía de que Sion será «arada como un campo» y Jerusalén «un montón de ruinas» (Mi 3,12), una frase citada en el Antiguo Testamento para ilustrar la misericordia divina al retractarse ante el arrepentimiento2.

Esta sección, compuesta probablemente poco antes de 722 a.C., usa un estilo lamentoso con lamentos fúnebres y juegos de palabras (por ejemplo, en Mi 1,10-15), enfatizando la inevitabilidad del castigo.

Segunda parte: Promesas de restauración y mesianismo (Capítulos 4-5)

El tono cambia a uno de esperanza post-juicio, posiblemente escrito tras la caída de Samaria, cuando el peligro asirio se aleja de Jerusalén. El capítulo 4 describe una era mesiánica: naciones convergiendo a Sion para aprender la Torá de Dios, con espadas convertidas en arados (Mi 4,1-4), una visión de paz universal que ecoa en Isaías 2.

La profecía central es la del gobernante de Belén: «De ti, Belén Efratá, pequeña entre los clanes de Judá, saldrá el que ha de gobernar a Israel» (Mi 5,1; en hebreo, 5,2), con orígenes eternos, aludiendo a la divinidad del Mesías. Dios abandona temporalmente a su pueblo «hasta que la que está de parto haya dado a luz» (Mi 5,2), interpretado en la tradición católica como referencia a la Virgen María y el parto virginal3. El Mesías pastoreará con poder divino, trayendo paz hasta los confines de la tierra (Mi 5,3-4).

Algunos exegetas católicos ven en Mi 4,8-5,1 alusiones a la torre del rebaño como símbolo de la protección de Sion, rechazando teorías postexílicas por falta de evidencia convincente. Esta parte resalta la soberanía de Dios sobre las naciones, culminando en la derrota de Asiria como arquetipo de la victoria final.

Tercera parte: Disputa legal y súplica (Capítulos 6-7)

Los capítulos finales adoptan una forma dramática de rib (demanda judicial divina). Dios interpela a Israel por su ingratitud, recordando liberaciones pasadas como la de Egipto (Mi 6,3-5). Ante la pregunta sobre sacrificios expiatorios (Mi 6,6-7), Miqueas responde que Dios exige «hacer justicia, amar la misericordia y caminar humildemente con tu Dios» (Mi 6,8), un versículo icónico en la ética católica que prioriza la moral sobre el ritual.

El juicio se justifica por violaciones flagrantes: fraude en pesos y medidas, violencia y mentira (Mi 6,9-16). El capítulo 7 lamenta la corrupción social —"el piadoso ha perecido» (Mi 7,2)— y describe tensiones familiares (Mi 7,6, citado por Jesús en Mt 10,35-36). Sin embargo, termina en esperanza: Dios perdona y restaura, como la hierba que reverdece (Mi 7,7-20), con una doxología alabando la fidelidad eterna de Dios a la Alianza con Abraham y Jacob.

La autoría de esta sección se atribuye mayoritariamente a Miqueas, con afinidades estilísticas a los capítulos iniciales, posiblemente retrospectiva sobre la caída de Samaria.

Contenido principal y temas teológicos

Denuncia social y ética profética

Miqueas destaca por su crítica incisiva a la desigualdad: los ricos devoran a los pobres (Mi 3,2-3), y la justicia se vende (Mi 7,3). Este énfasis en la mishpat (justicia) y hesed (misericordia) anticipa la enseñanza evangélica, como en el Sermón de la Montaña. En la doctrina católica, resuena con la opción preferencial por los pobres, como en la encíclica Rerum Novarum de León XIII, que ve en los profetas un modelo de defensa de los oprimidos.

Profecías mesiánicas y escatología

La profecía de Belén (Mi 5,1) es pivotal: los Padres de la Iglesia, como San Mateo (Mt 2,5-6), la aplican directamente al nacimiento de Jesús en Belén, confirmando su origen davídico y eterna preexistencia. San Juan Crisóstomo y otros ven en «la que está de parto» una alusión mariana, preservando la virginidad perpetua4. La visión de paz (Mi 4,3) prefigura el Reino de Dios, donde Cristo es el Príncipe de la Paz (Is 9,5).

Teológicamente, Miqueas enseña la providencia divina: el juicio purifica para la redención, y el remanente fiel (Mi 2,12; 5,6-7) simboliza la Iglesia como Israel espiritual.

Importancia en la tradición católica

Interpretación patrística y magisterial

Los Padres de la Iglesia valoraron altamente a Miqueas. San Gregorio Nacianceno lo cita en sus oraciones para denunciar la corrupción clerical (Mi 3,10-12)5, mientras Hipólito de Roma lo usa para describir tribulaciones escatológicas (Mi 3,5-7)6. San Jerónimo, en su Carta a Paulino, lo elogia como anunciador del asedio de la «hija del ladrón» (Jerusalén)7.

En el Magisterio, papas como Juan Pablo II han invocado Mi 5,1 en audiencias navideñas, conectándolo con el pesebre de Belén8, y en visitas parroquiales, como en Santa Bartolomé, para evocar la humildad del Rey mesiánico9. La Instrucción General de la Liturgia de las Horas incluye lecturas de Miqueas en el Adviento, junto a Isaías, para preparar la venida del Señor10.

Influencia litúrgica y devocional

En la liturgia católica, Mi 6,8 se lee en misas sobre justicia social, y Mi 7,18-20 en Laudes durante Cuaresma, enfatizando el perdón divino. La Vulgata latina, traducida por San Jerónimo, preserva su poesía, influyendo en himnos y oraciones. Devocionalmente, inspira movimientos de conversión, recordando que Dios «no guarda rencor eterno, porque se complace en la clemencia» (Mi 7,18).

En la exégesis contemporánea católica, como en la Biblia de Jerusalén, se rechazan interpretaciones racionalistas que cuestionan la unidad del libro, afirmando su inspiración integral y cumplimiento en Cristo.

En resumen, el Libro del profeta Miqueas permanece como un tesoro de la fe católica, uniendo denuncia profética con esperanza mesiánica, y llamando a cada generación a vivir la justicia de Dios en un mundo de desigualdades.

Citas

  1. Visita pastoral a la parroquia de San Bartolomé Apóstol (Roma), Papa Juan Pablo II. 21 de diciembre de 1997, Visita Pastoral a la Parroquia de San Bartolomé Apóstol (Roma), § 2 (1997).

  2. Papa Juan Pablo II. 8 de septiembre de 1985: Viaje Apostólico a Liechtenstein - Natividad de la Santísima Virgen María en Eschen-Mauren - Homilía (1985).

  3. Libro de Miqueas, La Prensa Enciclopédica. Enciclopedia Católica, §Libro de Miqueas.

  4. Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 20 de diciembre de 2000, § 2 (2000).

  5. La Nueva Versión Estándar Revisada, Edición Católica (NRSV-CE). La Santa Biblia, §Miqueas 1.

  6. La Santísima Virgen María, La Prensa Enciclopédica. Enciclopedia Católica, §La Santísima Virgen María.

  7. Profecía, profeta y profetisa, La Prensa Enciclopédica. Enciclopedia Católica, §Profecía, Profeta y Profetisa.

  8. Acomodación bíblica, La Prensa Enciclopédica. Enciclopedia Católica, §Acomodación Bíblica.

  9. Gregorio de Nacianzo. Oración 2, § 58 (380).

  10. Hipólito de Roma. Sobre el Fin del Mundo, § 6 (235).