Libro del profeta Zacarías

El Libro del profeta Zacarías es uno de los textos proféticos del Antiguo Testamento en la Biblia católica, perteneciente a los Doce Profetas Menores. Escrito en el siglo VI a. C., durante el período postexílico, este libro combina visiones apocalípticas, exhortaciones morales y profecías mesiánicas que anticipan la restauración de Jerusalén y la venida del Mesías. Su autor, el profeta Zacarías, hijo de Berequías e hijo de Iddo, profetizó en un contexto de reconstrucción del Templo tras el exilio babilónico, enfatizando la fidelidad a Dios y la esperanza en un reino universal de paz. El texto se divide en dos partes principales: la primera (capítulos 1-8) se centra en visiones simbólicas y llamadas a la conversión, mientras que la segunda (capítulos 9-14) ofrece oráculos mesiánicos y escatológicos. En la tradición católica, este libro es fundamental por sus referencias cumplidas en el Nuevo Testamento, como la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén y la pasión de Cristo, y se interpreta como un puente entre la promesa de Dios al pueblo judío y la redención universal.
Tabla de contenido
Autor y contexto histórico
El profeta Zacarías, cuyo nombre significa «Yahvé recuerda», fue un contemporáneo de Ageo y vivió en el siglo VI a. C., durante el reinado del rey persa Darío I (522-486 a. C.). Según la tradición bíblica, era hijo de Berequías e hijo de Iddo, un sacerdote que regresó del exilio babilónico junto con Zorobabel en el año 538 a. C.1 Su ministerio profético comenzó en el octavo mes del segundo año de Darío, alrededor del 520 a. C., apenas dos meses después de que Ageo iniciara su predicación.1 Zacarías pertenecía a una familia sacerdotal, lo que influye en el énfasis de su mensaje sobre la pureza ritual y la reconstrucción del Templo de Jerusalén.
El contexto histórico del libro está marcado por el retorno del pueblo judío del exilio babilónico, decretado por Ciro el Grande en 538 a. C. Tras décadas de cautiverio, un remanente liderado por Zorobabel y el sumo sacerdote Josué inició la reedificación del Templo, interrumpida por oposiciones locales y desánimo popular. Zacarías y Ageo motivaron al pueblo a completar esta obra, que se inauguró en 516 a. C.1 El profeta profetizó en Jerusalén, en un período de dominio persa que trajo estabilidad relativa, pero también desafíos espirituales: el pueblo luchaba por mantener su identidad religiosa frente a influencias extranjeras y el recuerdo del pecado que llevó al exilio.
La canonicidad del Libro de Zacarías está firmemente establecida en la tradición católica. Forma parte de los profetas menores en el canon hebreo y cristiano, reconocido por los concilios de Trento y el Vaticano I. Tanto judíos como cristianos lo aceptan como inspirado, y no hay dudas significativas sobre su unidad autoral en la exégesis católica tradicional.1 Aunque algunos estudiosos modernos proponen una autoría compuesta, la Iglesia mantiene la atribución a Zacarías, basándose en la uniformidad de los manuscritos y versiones antiguas.
Estructura del libro
El Libro de Zacarías se divide en dos secciones principales, diferenciadas por estilo y temática, aunque unidas por el hilo conductor de la esperanza en la restauración divina. Esta división refleja posiblemente dos fases del ministerio profético: una inmediata, ligada a la reconstrucción del Templo, y otra más visionaria, orientada al futuro mesiánico.
Primera parte: Las visiones y exhortaciones (capítulos 1-8)
Los capítulos iniciales comienzan con una introducción que llama al arrepentimiento, recordando la ira de Dios contra los antepasados infieles y exhortando al pueblo a volver a Él: «Regresa a mí, y yo regresaré a vosotros, dice el Señor de los ejércitos».2 Esta sección, datada en el segundo y cuarto años de Darío (520-518 a. C.), incluye ocho visiones nocturnas recibidas el 24 de sebat (noviembre de 520 a. C.), que simbolizan la misericordia de Dios y la vindicación de Israel.1
Entre estas visiones destacan:
Los jinetes en el myrtal: Un hombre montado en un caballo rojo, acompañado de caballos de colores variados (castaños, alazanes y blancos), patrulla la tierra en reposo, anunciando que Dios consolará a Sión y reconstruirá Jerusalén.2 Esto representa la vigilancia divina sobre las naciones y la promesa de paz.
Los cuatro cuernos y los cuatro herreros: Los cuernos simbolizan las potencias que dispersaron a Judá, mientras que los herreros son las fuerzas que las derribarán, prefigurando la liberación.1
El hombre con la cuerda de medir: Jerusalén futura no necesitará murallas, pues Dios será su protección como un muro de fuego, atrayendo a todas las naciones.1
Josué, el sumo sacerdote: Vestido con ropas sucias ante el ángel de Yahvé, es purificado, simbolizando la remisión de los pecados de Israel y la venida de un «Renuevo» mesiánico.1
Otras visiones incluyen candelabros y olivos (representando el espíritu de Dios sobre Zorobabel), un rollo volador (maldición contra el robo y la falsedad) y cuatro carros (juicio sobre las naciones).1 La sección culmina con un oráculo sobre el sumo sacerdote Josué, coronado como tipo del Mesías, que unirá los roles de sacerdote y rey en la construcción del Templo espiritual.1
En los capítulos 7 y 8, datados en el cuarto año de Darío (518 a. C.), Zacarías responde a una consulta sobre el ayuno: Dios cuestiona si estos ritos son verdaderamente para Él o solo formalismos egoístas.3 Exhorta a la justicia social: «Administraos juicios rectos, sed bondadosos y misericordiosos unos con otros; no oprimáis a la viuda ni al huérfano, al extranjero ni al pobre».3 La desobediencia pasada llevó al exilio, pero el arrepentimiento trae bendiciones: Jerusalén será llamada «Ciudad de la verdad» y un refugio para todas las naciones.1
Segunda parte: Los oráculos mesiánicos (capítulos 9-14)
Esta sección, posiblemente escrita hacia el final del reinado de Darío o inicios del de Jerjes (alrededor de 485 a. C.), adopta un tono más apocalíptico y se estructura en dos «cargas» o oráculos proféticos. Carece de dataciones precisas, lo que ha llevado a debates sobre su autoría, pero la tradición católica la atribuye a Zacarías.1
La primera carga (9-11) anuncia la destrucción de naciones enemigas (Siria, Fenicia, Filistea) y la llegada de un rey humilde: «He aquí que tu rey viene a ti, justo y victorioso, humilde y montado en un asno».1 Este pasaje se interpreta como profecía de la entrada mesiánica en Jerusalén. Incluye símbolos pastorales: Zacarías representa al buen pastor rechazado por treinta monedas de plata, prefigurando la traición de Judas, y critica a pastores infieles como Sellum, Joaquín y Joaquín.1
La segunda carga (12-14) describe una guerra escatológica: naciones se congregan contra Jerusalén, pero Dios las derrota mediante la casa de David. Un lamento por el «traspasado» evoca la crucifixión: «Mirarán hacia mí, a quien han traspasado».1 Se promete una fuente de purificación, la eliminación de la idolatría y un día en que Yahvé será rey sobre toda la tierra, con Jerusalén como centro de peregrinación universal.1 El libro concluye con la separación final entre justos e impíos, y una era de santidad donde todo será consagrado a Dios.
Temas principales
El Libro de Zacarías resalta varios temas centrales en la teología católica, entrelazados con la historia de la salvación.
Esperanza en la restauración y la conversión
Zacarías urge al pueblo postexílico a no repetir los errores de sus antepasados, enfatizando que el verdadero ayuno es la justicia y la misericordia, no ritos vacíos.3 Dios promete reconstruir no solo el Templo físico, sino una nueva Jerusalén espiritual, protegida por su presencia.1 Este llamado a la teshuvá (conversión) subraya la fidelidad de Yahvé, quien «recuerda» su pacto pese al pecado humano.
Profecías mesiánicas y escatológicas
Un eje temático es la figura del Mesías como «Renuevo» o «Brotes», un rey-sacerdote humilde que trae paz universal.1 Las imágenes de un pastor herido y un traspasado anticipan a Cristo, mientras que las visiones de naciones congregadas evocan el fin de los tiempos, con Jerusalén como capital del reino de Dios. En la tradición católica, estos elementos se ven cumplidos en la Iglesia, el nuevo Templo.1
Justicia social y universalismo
El profeta denuncia la opresión de vulnerables (viudas, huérfanos, extranjeros, pobres), recordando que la ira divina surge de la injusticia.3 Al mismo tiempo, vislumbra un futuro inclusivo: gentiles acudirán a Jerusalén, reconociendo al Dios único, lo que prefigura la misión evangelizadora de la Iglesia.1
Interpretación en la tradición católica
En la exégesis católica, el Libro de Zacarías se lee a la luz de Cristo, como un texto tipológico que une el Antiguo y Nuevo Testamento. La unidad autoral se defiende por la coherencia temática y el testimonio de manuscritos antiguos, rechazando divisiones radicales propuestas por críticos modernos.1 Padres de la Iglesia como San Jerónimo y San Cirilo de Alejandría lo comentaron extensamente, destacando su dimensión cristológica.
El libro inspira la liturgia católica, especialmente en Adviento, por sus profecías sobre el rey humilde. En el Catecismo de la Iglesia Católica, se alude indirectamente a sus temas de purificación y reino mesiánico (cf. CIC 672-677). Controversias sobre la autoría de la segunda parte se resuelven priorizando la tradición eclesial, donde fuentes posteriores como el Concilio de Trento confirman su inspiración integral.
Referencias en el Nuevo Testamento
El Nuevo Testamento cita o alude al Libro de Zacarías al menos una docena de veces, confirmando su cumplimiento en Jesús:
La entrada en Jerusalén sobre un asno (Zac 9,9) se realiza en Mt 21,5 y Jn 12,15.
La traición por treinta monedas (Zac 11,12-13) en Mt 27,9-10 (atribuida a Jeremías por convención, pero citando Zacarías).
El traspasamiento en la cruz (Zac 12,10) en Jn 19,37.
La dispersión de los discípulos (Zac 13,7) en Mt 26,31 y Mc 14,27.
Estas referencias subrayan la continuidad profética, mostrando cómo Zacarías anuncia la pasión, muerte y reino de Cristo.
Citas
Zacharias, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Zacharias. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13 ↩14 ↩15 ↩16 ↩17 ↩18 ↩19 ↩20 ↩21
La Nueva Versión Estándar Revisada, Edición Católica (NRSV-CE). La Santa Biblia, §Zacarías 1. ↩ ↩2
La Nueva Versión Estándar Revisada, Edición Católica (NRSV-CE). La Santa Biblia, §Zacarías 7. ↩ ↩2 ↩3 ↩4
