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Libros apócrifos

El término «apócrifo» se refiere a escritos de origen bíblico o cuasi-bíblico que no son reconocidos como canónicos por la Iglesia Católica. Aunque históricamente se les atribuyó un significado de «oculto» o «secreto», con el tiempo adquirieron una connotación de falta de autenticidad y canonicidad. La Iglesia Católica distingue estos libros de los «deuterocanónicos», que son parte de su canon del Antiguo Testamento, pero que a menudo son clasificados como «apócrifos» por los protestantes. Este artículo explorará la definición, clasificación, origen y la postura de la Iglesia Católica respecto a estos textos, así como su influencia en la cultura cristiana.

Tabla de contenido

Origen y Significado del Término «Apócrifo»

Etimológicamente, la palabra «apócrifo» proviene del griego apokryphos, que significa «oculto»1. En sus inicios, este término no tenía una connotación negativa, sino que simplemente designaba escritos de origen sagrado que se creía habían sido guardados en secreto, ya sea esperando su revelación o porque su conocimiento estaba restringido a un círculo esotérico1. Un ejemplo de este sentido original se encuentra en el Cuarto Libro de Esdras, que menciona 94 libros compuestos por Esdras por inspiración divina; 24 de ellos debían ser publicados abiertamente, mientras que los restantes debían guardarse en secreto para uso exclusivo de los sabios1.

Sin embargo, el significado de «apócrifo» evolucionó rápidamente para adquirir una connotación desfavorable, implicando tanto la falta de autenticidad como de canonicidad1. San Jerónimo, por ejemplo, aplicó el término a todos los libros cuasi-escriturísticos que, a su juicio, estaban fuera del canon bíblico1. Los reformadores protestantes, siguiendo el catálogo de Jerónimo para el Antiguo Testamento, utilizaron el título de «Apócrifa» para referirse a los libros que la Iglesia Católica incluye en su canon del Antiguo Testamento, pero que no forman parte del canon judío1. La Iglesia Católica, por su parte, rechaza esta denominación para dichos libros, utilizando el término «deuterocanónicos» para distinguirlos1.

Apócrifos de Origen Judío: Deuterocanónicos y Otros

Los apócrifos de origen judío abarcan una variedad de obras históricas, éticas y visionarias que datan principalmente del período del Segundo Templo (516 a.C. - 70 d.C.)2. Algunos de estos textos fueron incluidos en el canon de la Iglesia Católica Romana y la Iglesia Ortodoxa Griega, mientras que otros fueron excluidos2.

Libros Deuterocanónicos

Los libros deuterocanónicos (del griego deuteros, «segundo») son aquellos cuya canonicidad fue disputada en algunos círculos, pero que finalmente obtuvieron un lugar seguro en la Biblia de la Iglesia Católica3. Estos libros son:

Además de estos siete libros, también se incluyen ciertas adiciones a los libros de Ester y Daniel3,2. Es importante señalar que los términos «protocanónico» y «deuterocanónico» son modernos y no se usaron antes del siglo XVI3.

Estos libros deuterocanónicos, aunque no se encontraban en el canon hebreo, fueron parte de la Septuaginta, la traducción griega de las Escrituras hebreas utilizada por los judíos en Egipto después de las conquistas de Alejandro Magno4. Los escritores del Nuevo Testamento hicieron uso frecuente de estos libros, y la Iglesia primitiva adoptó un canon de libros judíos más extenso que el canon hebreo4. Desde finales de la época patrística, tanto la Iglesia griega como la latina incluyeron los libros deuterocanónicos en sus lecturas litúrgicas4. Aunque su presencia fue ocasionalmente cuestionada en la Iglesia, el uso generalizado y un consenso creciente los consideraron de igual estatus que los libros del canon hebreo4.

Otros Apócrifos Judíos (Pseudepígrafos)

Además de los deuterocanónicos, existen otros apócrifos de origen judío que no fueron incluidos en el canon católico. Estos textos, a menudo llamados pseudepígrafos, incluyen obras como el Libro de Enoc, Jubileos, la Ascensión de Isaías, la Asunción de Moisés, el Libro de Adán y Eva, y los Testamentos de los Doce Patriarcas2. Aunque algunos de estos libros fueron citados por epístolas canónicas, como la de Judas, y venerados por algunos Padres de la Iglesia, ninguno obtuvo reconocimiento oficial en la Iglesia Occidental1.

Apócrifos de Origen Cristiano

Los apócrifos de origen cristiano son composiciones que pretenden haber sido escritas por personajes bíblicos o personas cercanas a ellos1. Se clasifican generalmente en varias categorías:

Evangelios Apócrifos

Estos textos, a menudo de origen ortodoxo, expanden los Evangelios canónicos con elementos legendarios e imaginativos1. Un ejemplo prominente es el Protoevangelio de Santiago (o Evangelio de la Infancia de Santiago), que se atribuye a «Santiago, el hermano del Señor»1. Describe el nacimiento, la educación y el matrimonio de la Santísima Virgen María, siendo la fuente de varias tradiciones populares entre los fieles y evidenciando la veneración a María en una época muy temprana1. Otros incluyen la literatura de Pilato y otros apócrifos relacionados con Cristo1.

Hechos Apócrifos de los Apóstoles

Estos escritos narran las vidas y obras de los apóstoles, a menudo con elementos fantásticos o milagrosos1. Aunque algunos, como los Hechos de San Pablo (al menos la porción de Tecla) y el Apocalipsis de San Pedro, fueron muy reverenciados en los primeros siglos, no lograron el reconocimiento oficial1.

Obras Doctrinales y Epístolas Apócrifas

Estos textos abordan cuestiones doctrinales o se presentan como cartas escritas por figuras apostólicas1.

Apocalipsis Apócrifos

Estas obras visionarias, como el Apocalipsis de San Pedro, exploran misterios de la creación y el fin de los tiempos1.

La Postura de la Iglesia Católica y el Canon Bíblico

La Iglesia Católica ha mantenido una postura clara respecto a la canonicidad de los libros. Mientras que los Padres de la Iglesia primitiva mostraron cierta indulgencia hacia los pseudepígrafos judíos que circulaban bajo nombres venerables del Antiguo Testamento, ninguna obra apócrifa obtuvo reconocimiento oficial en la Iglesia Occidental1.

En el año 447, el Papa León el Grande escribió enérgicamente contra los escritos pseudo-apostólicos, que «contenían el germen de tantos errores… no solo debían ser prohibidos, sino completamente suprimidos y quemados»1. El Decretum de recipiendis et non recipiendis libris, atribuido al Papa Gelasio (495) pero que en realidad es una compilación de principios del siglo VI, es el primer documento oficial que condena 39 obras, además de otras atribuidas a Leucio, como apócrifas1. Este catálogo demuestra que, en la Iglesia latina de esa época, los apócrifos en general, incluidos los de origen católico, habían caído bajo la prohibición eclesiástica, siempre con la preocupación por el peligro de la heterodoxia1.

El Concilio de Trento (1545-1563) fue fundamental para la clarificación del canon católico. En respuesta a los desafíos de la Reforma Protestante, que clasificaba los libros deuterocanónicos como «apócrifos» y de menor estatus que la Sagrada Escritura4, el Concilio de Trento reafirmó la inclusión de los libros deuterocanónicos en el canon de la Sagrada Escritura, dándoles el mismo estatus que los protocanónicos3,4.

A pesar de estas condenas, muchos escritos pseudepigráficos gozaron de gran favor en la Edad Media, tanto entre el clero como entre los laicos, y sus historias apócrifas se incorporaron en leyendas sagradas, obras de teatro de milagros, arte cristiano y poesía1. Sin embargo, mentes superiores como Alcuino, San Bernardo y Santo Tomás de Aquino señalaron su falta de autoridad1.

Distinción entre Deuterocanónicos y Apócrifos

Es crucial entender la distinción católica entre deuterocanónicos y apócrifos. Para la Iglesia Católica, los libros deuterocanónicos (Tobías, Judit, Baruc, Eclesiástico, Sabiduría, 1 y 2 Macabeos, y las adiciones a Ester y Daniel) son parte integrante de la Biblia y son considerados inspirados por Dios3,4. En contraste, el término «apócrifos» se reserva para aquellos escritos que, aunque pueden tener un valor histórico o literario, no son reconocidos como parte del canon bíblico y, por lo tanto, no son considerados divinamente inspirados1.

La inclusión de los libros deuterocanónicos en el canon católico se basa en su uso en la Septuaginta, su aceptación en la tradición litúrgica de la Iglesia primitiva, y la confirmación de su canonicidad por concilios como el de Hipona (393 d.C.), Cartago (397 d.C.) y, finalmente, Trento4.

Influencia de los Apócrifos en la Cultura Cristiana

Aunque no son parte del canon bíblico, algunos apócrifos han ejercido una notable influencia en la piedad popular, el arte, la literatura y la teología cristiana. Por ejemplo, el Protoevangelio de Santiago es la fuente de muchas tradiciones sobre la vida de la Virgen María, como los nombres de sus padres (Joaquín y Ana) y su presentación en el Templo1. Estas narrativas, aunque no se consideran históricamente veraces en el sentido estricto, han enriquecido la imaginación cristiana y han sido representadas en innumerables obras de arte a lo largo de los siglos1.

La Iglesia, sin embargo, siempre ha sido cautelosa con estos textos, especialmente aquellos de origen herético, que a menudo buscaban rastrear sus creencias hasta Cristo mismo1. A pesar de su falta de valor histórico, los evangelios apócrifos son útiles para comprender las condiciones religiosas de los siglos II y III y sirven como testimonios tempranos de la canonicidad de los escritos de los cuatro evangelistas1.

En resumen, los libros apócrifos representan un vasto cuerpo de literatura que, si bien no forma parte del canon bíblico de la Iglesia Católica, ha tenido un impacto significativo en la historia y la cultura del cristianismo, ofreciendo una ventana a las creencias y prácticas de las comunidades judías y cristianas primitivas.

Citas

  1. Apócrifa, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Apócrifa. 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28

  2. Apócrifos, pseudoepígrafos y leyendas, Edward G. Farrugia. Diccionario Enciclopédico del Oriente Cristiano, §Apócrifos, Pseudoepígrafos y Leyendas (2015). 2 3 4

  3. Canon del Antiguo Testamento, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Canon del Antiguo Testamento. 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12

  4. Parte tres - Leyendo el Antiguo Testamento, tus palabras se convirtieron para mí en gozo y el deleite de mi corazón. (Jeremías 15:16), Conferencias Episcopales Católicas de Inglaterra y Gales, y de Escocia. El Don de la Escritura, § 26 (2005). 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15