Lujuria

La lujuria, en la enseñanza católica, se define como un deseo desordenado o un disfrute inmoderado del placer sexual, buscado por sí mismo y aislado de sus propósitos procreadores y unitivos. Es uno de los siete pecados capitales, que afecta la razón y la voluntad, y tiene graves consecuencias espirituales y morales. La Iglesia enfatiza la importancia de la castidad y la pureza de corazón como virtudes opuestas a la lujuria, y ofrece medios espirituales para combatirla.
Tabla de contenido
Definición y Naturaleza de la Lujuria
La lujuria es un deseo desordenado o un goce inmoderado del placer sexual1. Se considera desordenada moralmente cuando el placer sexual se busca por sí mismo, separado de sus fines propios: la procreación y la unión de los cónyuges1. Esta pasión se caracteriza por una búsqueda desenfrenada e inmoderada de gratificación corporal, impulsada por el amor propio y el deseo de complacerse a uno mismo, a menudo a expensas de la dignidad propia y ajena2.
La lujuria es uno de los pecados capitales3. La razón de su clasificación como pecado capital radica en que el placer que este vicio persigue es tan atractivo y connatural a la naturaleza humana que agudiza intensamente el deseo del hombre, llevándolo a cometer muchos otros desórdenes en su búsqueda3.
Origen de la Lujuria
La entrada de la lujuria en la experiencia humana está ligada a la ruptura de la unidad original entre el cuerpo y el alma, y entre el hombre y Dios, causada por el pecado original4. Antes de la Caída, existía una unidad psicosomática en la persona humana, donde el cuerpo manifestaba plenamente la realidad de toda la persona4. Sin la sumisión del cuerpo al alma y del alma a Dios, los deseos humanos se desordenaron, dando lugar a la concupiscencia o lujuria4. Esta concupiscencia invade los sentidos, excita el cuerpo, involucra los sentimientos y puede sofocar la voz de la conciencia, el sentido de responsabilidad ante Dios4.
Consecuencias de la Lujuria
La lujuria no solo es peligrosa para el cuerpo, sino también para el alma, ya que esclaviza a la persona y destruye la capacidad de amar2. San Gregorio Magno y Santo Tomás de Aquino identifican varias «hijas de la lujuria», que son consecuencias morales y espirituales del vicio5:
Ceguera de la mente: La lujuria daña la virtud intelectual de la prudencia, dificultando la distinción entre el bien y el mal, y el discernimiento de cuándo, cómo y dónde realizar un buen acto5.
Irreflexión e inconstancia: Impide pensar antes de actuar, lleva a pensar demasiado sin actuar, y a rara vez buscar consejo de personas virtuosas, frustrando el esfuerzo por llevar una vida razonable y santa5.
Temeridad: La lujuria deforma la conciencia, y seguir una conciencia deformada es como seguir a un necio5.
Amor propio o egocentrismo: Hace que la persona no esté dispuesta a pensar en los demás y a satisfacer sus necesidades razonables, lo que es similar al orgullo5.
Odio a Dios, amor a este mundo y aversión o desesperación de un mundo futuro (pecado de locura contra la sabiduría): Estos vicios debilitan el deseo de conocer a Dios y Su voluntad, y subordinan el bien común de las sociedades a los deseos desordenados de los bienes de este mundo5. Los bienes materiales se convierten en el fin último, y la virtud de la liberalidad (compartir con los necesitados) pierde sentido5.
Cuando la atención del alma se dirige fuertemente a las potencias inferiores, las potencias superiores (razón y voluntad) se debilitan6. La lujuria tiende a la utilización del otro como objeto de placer, en lugar de una comunión de personas basada en la entrega mutua en el amor6,4.
Pecados Graves Contra la Castidad (Manifestaciones de la Lujuria)
El Catecismo de la Iglesia Católica y la tradición moral identifican diversas acciones que son gravemente contrarias a la castidad y que se derivan de la lujuria7,3:
Masturbación: El uso deliberado de la facultad sexual, por cualquier razón, fuera del matrimonio es intrínseca y gravemente desordenado8. El placer sexual se busca fuera de la relación conyugal que exige el orden moral y en la que se realiza el significado total de la entrega mutua y la procreación humana en el contexto del amor verdadero8. Sin embargo, la culpabilidad moral puede verse disminuida por la inmadurez afectiva, la fuerza del hábito adquirido, la ansiedad u otros factores psicológicos o sociales8.
Fornicación: Las relaciones sexuales entre un hombre y una mujer que no están casados3.
Adulterio: Las relaciones sexuales entre una persona casada y otra que no es su cónyuge3. Jesús condena los deseos lujuriosos como equivalentes al adulterio «del corazón» (Mateo 5:28)9,10,11.
Pornografía: Consiste en la exhibición deliberada de actos sexuales reales o simulados a terceros, sacándolos de la intimidad de los cónyuges12. Ofende la castidad, pervierte el acto conyugal y daña gravemente la dignidad de todos los involucrados, convirtiéndolos en objetos de placer y lucro ilícito12. Inmersa a quienes la consumen en un mundo de fantasía12.
Prácticas homosexuales: Las relaciones entre hombres o mujeres que experimentan una atracción sexual exclusiva o predominante hacia personas del mismo sexo13. La Sagrada Escritura las presenta como actos de grave depravación (Levítico 18:22, Romanos 1:26-27, 2 Pedro 2:10)14,15,16,13. La tradición siempre ha declarado que los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados, contrarios a la ley natural, cierran el acto sexual al don de la vida y no proceden de una genuina complementariedad afectiva y sexual13. Bajo ninguna circunstancia pueden ser aprobados13.
Incesto, agresión criminal y sodomía: Estas son otras formas de lujuria que la teología moral distingue como pecados externos consumados, cada una con su malicia específica3.
La Lucha por la Castidad
La castidad es la virtud que se opone a la lujuria y busca la integración de la sexualidad en la persona, subordinando los impulsos sexuales a la razón y a la ley de la gracia17. La castidad no significa insensibilidad a la concupiscencia, sino la subordinación de esta a lo que es más noble en la vida humana y cristiana17. El modelo de castidad es Cristo, y todo bautizado está llamado a vivir una vida casta según su estado de vida particular18.
Jesús eleva el estándar moral al condenar los deseos lujuriosos como «adulterio del corazón» (Mateo 5:28)9,11. Esto subraya que la moralidad del Evangelio se centra en los actos internos, la fuente de la acción moral, a diferencia de la Ley Mosaica que tendía a enfocarse en la acción externa11. La pureza de corazón, exaltada en la sexta bienaventuranza («Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios» [Mateo 5:8]), se asocia tradicionalmente con la pureza sexual y la virtud de la castidad11.
La sexualidad humana está ordenada al matrimonio como su bien normativo, una institución procreadora y unitiva19. Por lo tanto, todos los pecados sexuales, incluida la lujuria, son una ofensa contra el matrimonio19.
Medios para Combatir la Lujuria
La Iglesia ofrece varios medios para combatir la lujuria y vivir la castidad:
Purificación del corazón y práctica de la templanza: La lucha contra la concupiscencia carnal implica purificar el corazón y ejercitar la virtud de la templanza20. Esto implica un dominio perfecto del espíritu sobre los sentidos, renunciando generosamente a todo lo que pueda ofender la castidad de cerca o de lejos21.
Vigilancia y modestia: Es fundamental evitar las ocasiones de pecado22. La prudencia y el autoconocimiento exigen abstenerse de cosas que, aunque no sean gravemente malas en sí mismas, pueden encender fácilmente el fuego impuro3.
Oración a Dios: La oración es una ayuda que supera las fuerzas de la naturaleza23.
Frecuente y fervoroso uso de los Sacramentos:
Sacramento de la Penitencia (Confesión): Actúa como una medicina espiritual que purifica y sana24,23.
Eucaristía: Es el mejor remedio contra la lujuria, pues cuanto más pura y casta es un alma, más anhela este pan, del cual deriva fuerza para resistir las tentaciones de impureza y unirse íntimamente con el Esposo Divino24,23.
Devoción ferviente a la Santísima Virgen María: La devoción sólida y fervorosa a la Madre de Dios es una vía eminente para proteger y nutrir una castidad inmaculada y perfecta25. Quien está animado por esta devoción se inspira saludablemente a la vigilancia constante, a la oración continua y a la recepción de los sacramentos25.
Gracia de Cristo: La gracia de Cristo, especialmente a través de los sacramentos, nos ayuda a mantener nuestros cuerpos en sujeción y a vivir según el espíritu17.
Conclusión
La lujuria es un pecado capital que desordena el deseo sexual, alejándolo de los fines divinamente establecidos para la sexualidad humana: la procreación y la unión conyugal1. Sus consecuencias son profundas, afectando la razón, la voluntad y la capacidad de amar, y llevando a diversas formas de pecado5,2. La Iglesia Católica, basándose en las enseñanzas de Cristo y la tradición, llama a todos los fieles a la virtud de la castidad, que integra la sexualidad de manera ordenada y promueve la pureza de corazón11,18. Para combatir la lujuria y cultivar la castidad, se ofrecen medios espirituales como la oración, la recepción frecuente de los sacramentos de la Penitencia y la Eucaristía, la vigilancia, la modestia y una profunda devoción a la Santísima Virgen María24,25,23.
Citas
II. La vocación a la castidad, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2351 (1992). ↩ ↩2 ↩3
Parte tercera - La vida de la Iglesia - II. La persona en Cristo como nueva creación - C. Una ascesis que purifica - 2. Los ocho pecados capitales y sus virtudes opuestas - B. La lujuria y su virtud opuesta: la integridad del ser, Sínodo de la Iglesia Greco-Católica Ucraniana. Catecismo de la Iglesia Católica Ucraniana: Cristo – Nuestra Pascua, § 761 (2016). ↩ ↩2 ↩3
Lujuria, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Lujuria. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7
Meghan K. Cokeley. Vergüenza, lujuria y el cuerpo humano después de la Caída: Una comparación de San Agustín y el Papa Juan Pablo II, § 5. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5
Basil Cole, O.P. Una valoración tomista del Catecismo de la Iglesia Católica sobre los vicios capitales, § 16. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8
Castidad, lujuria y la vida de la razón, Kevin E. O’Reilly. La psicología moral de Santo Tomás y el rechazo de Humanae Vitae, § 10. ↩ ↩2
En resumen, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2396 (1992). ↩
II. La vocación a la castidad, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2352 (1992). ↩ ↩2 ↩3
The New Revised Standard Version, Catholic Edition (NRSV-CE). La Santa Biblia, §Mateo 5. ↩ ↩2
En resumen, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2528 (1992). ↩
Paul Goudreau. Jesús y Pablo sobre el significado y propósito de la sexualidad humana, § 13. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5
II. La vocación a la castidad, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2354 (1992). ↩ ↩2 ↩3
II. La vocación a la castidad, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2357 (1992). ↩ ↩2 ↩3 ↩4
The New Revised Standard Version, Catholic Edition (NRSV-CE). La Santa Biblia, §Levítico 18. ↩
The New Revised Standard Version, Catholic Edition (NRSV-CE). La Santa Biblia, §Romanos 1. ↩
The New Revised Standard Version, Catholic Edition (NRSV-CE). La Santa Biblia, § 2 Pedro 2. ↩
Papa Pío XII. Sacra Virginitas, § 35 (1954). ↩ ↩2 ↩3
En resumen, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2394 (1992). ↩ ↩2
Paul Goudreau. Jesús y Pablo sobre el significado y propósito de la sexualidad humana, § 14. ↩ ↩2
En resumen, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2530 (1992). ↩
Papa Pío XII. Sacra Virginitas, § 36 (1954). ↩
Papa Pío XII. Sacra Virginitas, § 55 (1954). ↩
Papa Pío XII. Sacra Virginitas, § 61 (1954). ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Papa Pío XII. Sacra Virginitas, § 63 (1954). ↩ ↩2 ↩3
Papa Pío XII. Sacra Virginitas, § 64 (1954). ↩ ↩2 ↩3