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Mansedumbre

La mansedumbre, una virtud cardinal en la enseñanza católica, se define como una disposición de corazón que modera la ira y el resentimiento, permitiendo a la persona responder a la hostilidad con benignidad y amabilidad. Enraizada en el ejemplo de Jesucristo, quien se declaró «manso y humilde de corazón» (Mt 11, 29)1,2,3, esta virtud no es signo de debilidad, sino de una auténtica fortaleza espiritual que busca la unidad y la paz, superando el mal con el bien1. La mansedumbre está estrechamente ligada a la humildad y a la confianza en Dios, y se manifiesta en la forma en que los creyentes interactúan con los demás, incluso con los adversarios4,5,6.

Tabla de contenido

La Mansedumbre en las Escrituras y la Tradición Católica

La mansedumbre es una virtud que resuena profundamente en las Escrituras y ha sido consistentemente enseñada a lo largo de la tradición católica.

El Ejemplo de Cristo

Jesús mismo es el modelo supremo de mansedumbre. Se presenta como «manso y humilde de corazón» (Mt 11, 29), invitando a sus discípulos a aprender de Él1,2,3. Esta mansedumbre se hizo evidente en su Pasión, donde no respondió a las ofensas ni amenazó, sino que confió en el juicio justo de Dios (1 Pe 2, 23)7. Su entrada en Jerusalén, montado en un asno, simboliza esta humildad y mansedumbre (Mt 21, 5; Zac 9, 9)8. La mansedumbre de Cristo es un signo externo de su amor divino interior9.

La Mansedumbre como Fruto del Espíritu Santo

San Pablo incluye la mansedumbre entre los frutos del Espíritu Santo (Gál 5, 23)4. Exhorta a los creyentes a corregir a sus hermanos y hermanas que cometen faltas «con espíritu de mansedumbre», recordando que ellos mismos podrían ser tentados (Gál 6, 1)4. Incluso al defender la fe y las convicciones, se debe hacer «con mansedumbre» (1 Pe 3, 16), y los enemigos deben ser tratados de la misma manera (2 Tim 2, 25)4. La Iglesia, a lo largo de su historia, ha reconocido la importancia de abrazar esta exigencia de la Palabra de Dios4.

La Conexión con la Humildad y la Pobreza de Espíritu

La mansedumbre está íntimamente ligada a la humildad. San Bernardo de Claraval, al reflexionar sobre la virtud de Cristo, destaca la humildad como aquella que Él posee de manera preeminente y nos recomienda especialmente2. La mansedumbre es una expresión de la pobreza interior de aquellos que confían solo en Dios6. En la Biblia, la misma palabra hebrea, anawim, se refiere tanto a los pobres como a los mansos6. Esta conexión subraya que la mansedumbre no es pasividad, sino una profunda dependencia de Dios y una liberación del orgullo6. Reaccionar con mansedumbre y humildad es una forma de santidad6.

Características y Manifestaciones de la Mansedumbre

La mansedumbre se manifiesta en diversas actitudes y acciones que reflejan una disposición interior de paz y caridad.

Moderación de la Ira

La mansedumbre modera la pasión de la ira10. Mientras que la ira puede ser un vicio o una virtud, la mansedumbre ayuda a evitar que se convierta en un deseo ilícito de venganza o en un pecado mortal contra la caridad11. La mansedumbre, junto con la clemencia, se opone a las «hijas» del vicio de la ira, como las disputas, la hinchazón de la mente, la contumelia, el clamor, la indignación y la blasfemia11,10. Un alma mansa o indulgente no percibe los desprecios como insultos graves o maliciosos11.

Paciencia y Confianza en Dios

La mansedumbre se caracteriza por la paciencia y la confianza en la protección divina12. Permite resistir la ira humana y esperar pacientemente en el Señor (Sal 36[37]: 1, 3, 7)12. San Juan Crisóstomo enseña que la paciencia hace invencibles a las personas, de modo que nadie puede dañarlas12.

Construcción de la «Civilización del Amor»

Quien vive en Dios es manso1. La mansedumbre no es cobardía, sino un auténtico valor espiritual que permite enfrentar un mundo hostil no con ira o violencia, sino con benignidad y amabilidad1. Busca lo que une y no lo que divide, lo positivo y no lo negativo, para «poseer así la tierra» y construir en ella la «civilización del amor»1. Esta virtud es fundamental para establecer la paz y la concordia tanto en la vida familiar como entre las naciones9.

Corrección Fraterna y Relaciones Humanas

La mansedumbre es esencial en la corrección fraterna. Al ver las faltas y limitaciones de los demás con ternura y mansedumbre, sin superioridad, se les puede ayudar y evitar el desgaste de energía en quejas inútiles3. San Pío IX exhorta a los pastores a reprender con espíritu de mansedumbre y benignidad, con advertencias paternales, recordando que la benevolencia a menudo prevalece más que la severidad, la exhortación más que las amenazas, y el amor más que el poder13,14.

Fortaleza Interior y Resistencia a la Violencia

La mansedumbre, como obra de la gracia, otorga una fuerza interior que impide dejarse llevar por la violencia de la vida actual5. Desactiva la vanidad y posibilita la mansedumbre de corazón5. Los santos, por ejemplo, no gastan energía quejándose de las faltas de los demás, pueden guardar silencio ante los errores de sus hermanos y evitan la violencia verbal que denigra y maltrata5.

La Mansedumbre en la Vida Cotidiana

La mansedumbre se vive en la cotidianidad a través de actitudes concretas y la imitación de Cristo.

Imitación de Jesús

La mansedumbre es una forma de imitar a Jesús y crecer en unión con Él15. Esto implica aceptar las humillaciones diarias, callar para preservar la familia, preferir alabar a otros en lugar de jactarse de uno mismo, o elegir tareas menos agradables, incluso soportar una injusticia para ofrecerla al Señor16. No significa caminar con los ojos bajos y huir de la compañía, sino que, precisamente por estar libre de egoísmo, se puede discrepar con suavidad, exigir justicia o defender a los débiles ante los poderosos, incluso si daña la reputación16.

Superación del Orgullo y la Vanidad

En un mundo lleno de conflictos y divisiones, donde cada persona cree tener derecho a dominar a los demás, la mansedumbre propuesta por Jesús es un camino diferente8. Es el reino del orgullo y la vanidad lo que se opone a esta virtud8. La mansedumbre desarma la vanidad y posibilita un corazón manso5. La humildad, estrechamente relacionada con la mansedumbre, supera el orgullo al aceptar nuestra condición de criaturas y someternos a Dios y a su gobierno10.

La Promesa de los Mansos

Jesús proclama en las Bienaventuranzas: «Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra» (Mt 5, 5)7. Esta promesa, que cita el Salmo 37, sugiere que la mansedumbre no es una renuncia a la posesión, sino una forma de heredar la tierra de una manera más profunda. En las Escrituras, «heredar» la tierra se refiere a la Tierra Prometida, la herencia del Pueblo de Dios7. Los mansos no conquistan la tierra por la fuerza, sino que la heredan, viendo las promesas de Dios cumplidas en sus vidas y disfrutando de la plenitud de la paz6,7.

Conclusión

La mansedumbre es una virtud esencial en la vida cristiana, un reflejo de la gracia divina y un camino hacia la santidad6. Inspirada en el ejemplo de Jesucristo, nos invita a moderar la ira, cultivar la paciencia, confiar en Dios y construir relaciones basadas en el amor y el respeto. Lejos de ser una señal de debilidad, la mansedumbre es una fortaleza espiritual que permite al creyente transformar el mundo a su alrededor, promoviendo la unidad y la paz, y manifestando la «civilización del amor»1.

Citas

  1. Papa Juan Pablo II. 2 de febrero de 1985: Misa para jóvenes en el Hipódromo de Monterrico en Perú - Homilía, § 8 (1985). 2 3 4 5 6 7

  2. Parte I: Los doce grados de humildad - Capítulo IX - El escritor suspira con pesar por sus propias deficiencias en la búsqueda de la verdad, Bernardo de Claraval. Los doce grados de humildad y de orgullo, §Parte I - Capítulo IX (1120). 2 3

  3. Capítulo 3 - Ir contracorriente, Papa Francisco. Gaudete et exsultate, § 72 (2018). 2 3

  4. Capítulo 3 - Ir contracorriente, Papa Francisco. Gaudete et exsultate, § 73 (2018). 2 3 4 5

  5. Capítulo 4 - Perseverancia, paciencia y mansedumbre, Papa Francisco. Gaudete et exsultate, § 116 (2018). 2 3 4 5

  6. Capítulo 3 - Ir contracorriente, Papa Francisco. Gaudete et exsultate, § 74 (2018). 2 3 4 5 6 7

  7. «Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra» (Mt 5,5), Papa Francisco. Audiencia General del 19 de febrero de 2020 (2020). 2 3 4

  8. Capítulo 3 - Ir contracorriente, Papa Francisco. Gaudete et exsultate, § 71 (2018). 2 3

  9. Rerum omnium perturbationem, Papa Pío XI. Rerum Omnium Perturbationem, § 28 (1923). 2

  10. Tim Perry, Emery de Gaál, et al. Reseñas de libros (Nova et Vetera, Vol. 20, No. 2), § 30. 2 3

  11. Basil Cole, O.P. Una evaluación tomista del Catecismo de la Iglesia Católica sobre los vicios capitales, § 13. 2 3

  12. Parte III - La vida de la Iglesia - II. La persona en Cristo como una nueva creación - C. Una ascesis que purifica - 2. Los ocho pecados capitales469 y sus virtudes opuestas - E. Ira y su virtud opuesta — longanimidad, Sínodo de la Iglesia Greco-Católica Ucraniana. Catecismo de la Iglesia Católica Ucraniana: Cristo – Nuestra Pascua, § 770 (2016). 2 3

  13. Papa Pío IX. Neminem Vestrum (1854).

  14. Papa Pío IX. Qui Pluribus (1846).

  15. Capítulo 4 - Perseverancia, paciencia y mansedumbre, Papa Francisco. Gaudete et exsultate, § 120 (2018).

  16. Capítulo 4 - Perseverancia, paciencia y mansedumbre, Papa Francisco. Gaudete et exsultate, § 119 (2018). 2