Wikitólica

La enciclopedia y wiki católica en español

Cruz

Martirio de los siete hermanos macabeos

Los siete hermanos macabeos, junto a su madre, son venerados como mártires de la fe judía que, bajo la persecución del rey Antíoco Epífanes, prefirieron la muerte antes que transgredir la Ley de Dios. Su testimonio de valentía y fidelidad ha sido transmitido a la tradición cristiana, donde son honrados como ejemplos de santidad y sacrificio por la verdad. El relato se conserva en los libros de los Macabeos y ha inspirado la devoción litúrgica, la veneración de sus reliquias y la reflexión teológica sobre el martirio.

Tabla de contenido

Contexto histórico y bíblico

La persecución de Antíoco Epífanes

Durante el siglo II a.C., el rey seléucida Antíoco Epífanes intentó helenizar Jerusalén, prohibiendo la observancia de la Torá y obligando a los judíos a rendir culto a los dioses paganos1. Esta política desencadenó una violenta represión contra los que se negaban a renunciar a su fe, marcando el inicio de la revuelta macabea2.

Los libros de los Macabeos

Los hechos de los siete hermanos y su madre se narran en el Segundo Libro de los Macabeos (capítulos 5‑7) y son citados por la Iglesia como ejemplos de fidelidad al pacto divino3. Estos textos forman parte del canon de la Biblia católica y sirven de base histórica para su veneración.

El relato del martirio

Eleazar, el anciano sabio

Antes de los siete hermanos, el anciano Eleazar se negó a comer carne de cerdo, pese a la presión de los oficiales, declarando que tal acto sería una traición a la Ley de Dios y una tentación para los jóvenes3. Su muerte, al subir voluntariamente al tormento, se presenta como un modelo de cortejo a la muerte por amor a la fe3.

Los siete hermanos y su madre

Tras la muerte de Eleazar, los siete hermanos fueron ejecutados uno tras otro con «coraje invencible», mientras su madre los animaba y fortalecía con oraciones4. El hermano menor sufrió una crueldad aún mayor, y finalmente la madre, después de haber entregado a sus hijos al martirio, ofreció su propia vida, rehusando abandonar la ley del Altísimo4. Los nombres de los hermanos y el lugar exacto de su sufrimiento no se conocen, pero su testimonio se asocia con los relatos de los Macabeos en los libros históricos y litúrgicos5.

Veneración y culto

Traslado de reliquias

Según el Martyrologio Romano, las reliquias de los siete hermanos y su madre fueron trasladadas a Roma y depositadas en la iglesia de San Pedro ad Vincula, donde se conservó un sarcófago con siete compartimentos para sus restos5. San León I menciona la doble celebración de la dedicación de esa iglesia y la pasión de los siete hermanos, subrayando su importancia en la liturgia primitiva4.

Festividad litúrgica

La memoria de los siete hermanos se celebra el 1 de agosto en el calendario romano, junto a la conmemoración de las vírgenes Fe, Esperanza y Caridad, y a la dedicación de la iglesia de San Pedro en cadenas5. En la Liturgia de las Horas y en la Liturgia de los Santos, se invoca su intercesión como ejemplos de firmeza ante la persecución6.

Significado teológico

Modelo de martirio cristiano

Los Macabeos, aunque pertenecen al Antiguo Testamento, son considerados por la Iglesia como prefiguraciones de los mártires cristianos. Su rechazo a la idolatría y su disposición a morir por la Ley de Dios anticipan la confesión de fe de los primeros cristianos bajo el Imperio romano7.

Virtudes cristianas

El relato destaca tres virtudes cardinales:

Estas virtudes son celebradas en la Liturgia de los Santos y sirven de guía para los fieles que enfrentan pruebas de conciencia6.

Influencia en la espiritualidad cristiana

Inspiración para los santos y beatos

La valentía de los siete hermanos ha inspirado a numerosos santos y beatos, como los mártires españoles del siglo XIX, cuyas vidas reflejan la misma disposición a sufrir por la fe8. Los Papas, en sus homilías y escritos, han citado a los Macabeos como ejemplos de fidelidad al Evangelio y de amor al prójimo9.

Uso litúrgico y devocional

En la Liturgia de las Horas, los salmos y cantos que alaban a los mártires hacen referencia a los Macabeos como «héroes de la fe». Además, la Liturgia de los Santos invoca su intercesión en momentos de persecución o dificultad moral6.

Conclusión

El martirio de los siete hermanos macabeos y su madre constituye un testimonio atemporal de fidelidad a la Ley de Dios frente a la opresión pagana. Su historia, preservada en los libros de los Macabeos y en la tradición cristiana, sigue inspirando a los fieles a vivir con coraje, esperanza y caridad. La veneración de sus reliquias, la celebración litúrgica y su influencia en la espiritualidad de los santos demuestran la permanencia de su ejemplo como modelo de santidad y sacrificio por la verdad.

Citas

  1. Los Macabeos, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Los Macabeos.

  2. Los santos Macabeos, mártires (¿168 a.C.?), Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen III, § 241.

  3. La Nueva Versión Estándar Revisada, Edición Católica (NRSV-CE). La Santa Biblia, § 2 Macabeos 6. 2 3

  4. Santas Fe, esperanza y caridad, y su madre Sabiduría, mártires (¿sin fecha?), Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen III, § 242. 2 3

  5. B1 de agosto, Papa Benedicto XIV. El Martirologio Romano, § 1 de agosto (1749). 2 3

  6. Letanía de los santos, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Letanía de los Santos. 2 3

  7. Exhortación al martirio, dirigida a Fortunato - Que se predijo antes que el mundo nos tendría en aborrecimiento, y que suscitaría persecuciones contra nosotros, y que no está sucediendo nada nuevo a los cristianos, ya que desde el principio del mundo los buenos han sufrido, y los justos han sido oprimidos y asesinados por los injustos, Cipriano de Cartago. Los Tratados de Cipriano - Tratado XI, § 11 (258).

  8. Dicasterio para las Causas de los Santos. Martiri Spagnoli Missionari Oblati di Maria Immacolata: Litterae Apostolicae (17 de diciembre de 2011), §Prefacio (2011).

  9. Papa Juan Pablo II. 25 de octubre de 1998: Beatificación de Zefirino Agostini, Antônio de Sant’Anna Galvão, Faustino Míguez y Theodore Guérin - Homilía (1998).