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Metodos naturales de la regulacion de la fertilidad

Metodos naturales de la regulacion de la fertilidad
Un ejemplo de tabla de observación utilizada en el Método de Ovulación Billings para la planificación familiar natural. Original, Esta ilustración fue hecha por Peter Potrowl. Por favor, acredite esto con: © Peter Potrowl en las inmediaciones de la imagen. Un enlace a mi sitio web sitemai.eu sería muy apreciado pero no es obligatorio. Un correo electrónico a Peter Potrowl también sería apreciado. No copie esta imagen ilegalmente ignorando los términos de la licencia que se indica a continuación, ya que no es de dominio público. Si desea un permiso especial para usar, licenciar o comprar la imagen, por favor, póngase en contacto conmigo Peter Potrowl para negociar los términos. Más imágenes gratuitas en mi sitio web. Se aceptan donaciones aquí y aquí. CC0

Los métodos naturales de regulación de la fertilidad (MNRF) son prácticas que permiten a las parejas casadas planificar o espaciar los nacimientos de sus hijos mediante la observación de los signos naturales de fertilidad de la mujer. Estos métodos están en conformidad con la enseñanza moral católica, ya que respetan la naturaleza intrínseca del acto conyugal, que debe permanecer abierto a la procreación y expresar el amor mutuo de los cónyuges. A diferencia de la anticoncepción artificial, los MNRF no buscan impedir la procreación, sino que implican el uso de los períodos infértiles del ciclo femenino para lograr un espaciamiento de los nacimientos por razones justificadas. La Iglesia Católica promueve estos métodos como una forma de paternidad responsable que honra el diseño de Dios para el matrimonio y la transmisión de la vida.

Tabla de contenido

La Enseñanza de la Iglesia sobre la Regulación de la Fertilidad

La Iglesia Católica enseña que la transmisión de la vida humana es un papel sumamente serio en el que los cónyuges colaboran libre y responsablemente con Dios Creador1. Esta responsabilidad siempre ha planteado cuestiones a la conciencia de las parejas casadas, y los cambios en la sociedad moderna han generado nuevas preguntas sobre la moralidad de la regulación de la natalidad1.

El Magisterio de la Iglesia, especialmente a través de la encíclica Humanae Vitae de San Pablo VI y documentos posteriores, ha delineado claramente los principios morales que rigen la procreación humana. La cuestión de la procreación involucra al hombre en su totalidad y su misión, considerando tanto los aspectos naturales y terrenales como los sobrenaturales y eternos2.

Paternidad Responsable

La paternidad responsable es un concepto clave en la enseñanza católica sobre la regulación de la fertilidad. Requiere que el esposo y la esposa reconozcan sus deberes hacia Dios, hacia sí mismos, hacia sus familias y hacia la sociedad humana, manteniendo un orden correcto de prioridades3. Esto implica que no son libres de actuar como elijan en el servicio de transmitir la vida, como si dependiera enteramente de ellos decidir el curso a seguir. Por el contrario, están obligados a asegurar que lo que hacen corresponde a la voluntad de Dios Creador, manifestada en la naturaleza misma del matrimonio y su uso, y explicada por la constante enseñanza de la Iglesia4,3.

En relación con los procesos biológicos, la paternidad responsable significa ser consciente y respetar sus funciones propias. La mente humana discierne las leyes biológicas que se aplican a la persona humana en la facultad procreadora3.

El Acto Conyugal: Unidad y Procreación

La enseñanza de la Iglesia enfatiza la conexión inseparable entre los dos significados del acto conyugal: el significado unitivo (expresión de amor mutuo) y el significado procreador (apertura a la vida)5,6. El acto sexual, mediante el cual el esposo y la esposa se unen íntima y castamente, y a través del cual se transmite la vida humana, es noble y digno7. No deja de ser legítimo incluso cuando, por razones independientes de su voluntad, se prevé que será infértil, ya que su adaptación natural a la expresión y fortalecimiento de la unión de los cónyuges no se suprime7.

Sin embargo, la Iglesia enseña que cada acto matrimonial debe necesariamente mantener su intrínseca relación con la procreación de la vida humana7. Intervenir para hacer imposible la procreación, ya sea antes, durante o en el desarrollo de las consecuencias naturales del acto conyugal, es intrínsecamente malo8. Tal acción frustra el diseño de Dios y contradice la voluntad del Autor de la vida, porque utiliza el don divino de la sexualidad privándolo, incluso parcialmente, de su significado y propósito9.

Experimentar el don del amor conyugal respetando las leyes de la concepción es reconocer que uno no es el dueño de las fuentes de la vida, sino más bien el ministro del designio establecido por el Creador4,9. El hombre no tiene dominio ilimitado sobre su cuerpo en general, y con mayor razón, no lo tiene sobre sus facultades sexuales, ya que estas están por su propia naturaleza relacionadas con la generación de la vida, de la cual Dios es la fuente9.

Métodos Naturales frente a la Anticoncepción

La Iglesia distingue claramente entre el uso moralmente lícito de los métodos naturales y la ilicitud de la anticoncepción artificial.

Licitud de los Métodos Naturales de Regulación de la Fertilidad

Los métodos de regulación de la natalidad basados en la autoobservación y el uso de los períodos infértiles (continencia periódica) están en conformidad con los criterios objetivos de la moralidad8. Estos métodos respetan los cuerpos de los cónyuges, fomentan la ternura entre ellos y favorecen la educación de una auténtica libertad8. Cuando existen razones bien fundadas para espaciar los nacimientos, derivadas de la condición física o psicológica del esposo o la esposa, o de circunstancias externas, la Iglesia enseña que los cónyuges pueden aprovechar los ciclos naturales inmanentes al sistema reproductivo y tener relaciones conyugales solo durante los períodos infértiles10. Esto permite controlar la natalidad de una manera que no ofende en lo más mínimo los principios morales10.

La Iglesia no es inconsistente al considerar lícito aprovechar el período infértil, mientras condena el uso de medios que impiden directamente la concepción. La diferencia radica en que, en el primer caso, la pareja utiliza una facultad que les proporciona la naturaleza, mientras que en el segundo, obstruyen el desarrollo natural del proceso generativo10. En ambos casos, la pareja puede tener la intención de evitar hijos, pero solo en el uso de los MNRF están dispuestos a abstenerse de la relación durante el período fértil cuando no desean otro hijo por motivos razonables10. Cuando el período infértil regresa, utilizan su intimidad conyugal para expresar su amor mutuo y salvaguardar su fidelidad10.

El conocimiento de la sexualidad humana y del sistema reproductivo ayuda a las parejas casadas a descubrir la dimensión esponsal del cuerpo y su lugar en el designio de Dios11. Esta perspectiva permite comprender la diferencia moral esencial entre los métodos que interrumpen artificialmente un proceso abierto a la vida y los métodos naturales, que ordenan la sexualidad inseparablemente a la comunión de personas y al don de la vida11. La práctica de los métodos naturales contribuye a la apertura y a una mayor sensibilidad de cada cónyuge hacia el otro, y es un entrenamiento en la interdependencia y la preocupación mutua, a través del respeto por los ritmos biológicos y psicológicos de la otra persona11.

Ilicitud de la Anticoncepción Artificial

Por el contrario, toda acción que, en previsión del acto conyugal, o en su realización, o en el desarrollo de sus consecuencias naturales, se proponga, como fin o como medio, hacer imposible la procreación, es intrínsecamente mala8. Esto incluye cualquier intervención anticonceptiva que tenga el propósito de hacer imposible la procreación6. Tales intervenciones violan la conexión inseparable entre los significados unitivo y procreador del acto conyugal6.

La anticoncepción artificial se considera ilícita porque priva deliberadamente al acto conyugal de su apertura a la procreación, causando una disociación voluntaria de los fines del matrimonio5. Al manipular la capacidad procreadora, los cónyuges se arrogan un poder que no les corresponde, actuando como dueños de la vida en lugar de ministros del designio del Creador9.

Fundamentos Teológicos y Filosóficos

La enseñanza de la Iglesia sobre los MNRF se basa en una profunda comprensión de la dignidad de la persona humana, la naturaleza del matrimonio y el designio de Dios para la creación.

Ley Natural

La ley natural es un pilar fundamental de la moral católica12. Es una participación en la sabiduría y bondad de Dios por parte del hombre, formado a imagen de su Creador13. Expresa la dignidad de la persona humana y constituye la base de sus derechos y deberes fundamentales13. La Iglesia enseña que el único Dios verdadero, nuestro Creador y Señor, puede ser conocido con certeza a partir de sus obras, por la luz natural de la razón humana14.

Respetar las leyes inscritas en la creación y las relaciones que se derivan de la naturaleza de las cosas es un principio de sabiduría y un fundamento para la moralidad12. Los métodos naturales de regulación de la fertilidad son coherentes con esta ley natural, ya que respetan los ritmos biológicos que Dios ha inscrito en el cuerpo humano, en lugar de intentar subvertirlos15.

El Cuerpo como Expresión de la Persona

La visión cristiana del cuerpo humano es integral. El cuerpo no es simplemente un objeto biológico, sino una expresión de la persona en su totalidad, con su naturaleza profunda11. Cuando se adoptan métodos naturales, el cuerpo es considerado como una expresión de la naturaleza profunda de la persona11. Por el contrario, la separación de los diferentes aspectos de la sexualidad humana en un acto particular lleva a considerar el cuerpo como un objeto externo, que el sujeto utiliza de una manera que niega un propósito esencial del acto mismo y, por lo tanto, implica una negación de los valores esenciales de la relación interpersonal de la pareja11.

La Vida como Don de Dios

La Iglesia subraya que la vida humana y el deber de transmitirla no se limitan a los horizontes de esta vida terrenal; su verdadera valoración y pleno significado solo pueden entenderse en referencia al destino eterno del hombre16,17. Cada niño es una nueva revelación del amor de Dios y de la fidelidad de los cónyuges18. Es también una prueba de nuestro respeto por el misterio de la vida, sobre el cual, desde el primer momento de la concepción, el Creador imprime su imagen y semejanza18.

La procreación es un acto de cooperación con Dios Creador19,15. Cuando los cónyuges se unen sexualmente, no solo disfrutan de su don mutuo de amor, sino que actúan simultáneamente como ministros del amor creador de Dios20. La procreación de la descendencia puede considerarse más apropiadamente como el fruto de la unión del hombre y la mujer que como el efecto producido por una técnica o procedimiento20.

Implicaciones Pastorales y Apoyo

La Iglesia no solo prohíbe la anticoncepción, sino que también ofrece apoyo y aliento a las parejas que eligen vivir la paternidad responsable de acuerdo con sus enseñanzas.

Formación y Acompañamiento

Es fundamental que los programas de planificación familiar natural presenten la auténtica enseñanza de la Iglesia en su totalidad, con la debida atención a las exigencias del plan de Dios para el matrimonio21. Al mismo tiempo, las parejas deben ser asistidas con comprensión cristiana y paciente cuidado pastoral, para que, con la ayuda divina, puedan afrontar con éxito las dificultades que puedan surgir de condiciones físicas, económicas, psicológicas y sociales, o de otras circunstancias difíciles21.

La Iglesia apoya a las familias que aceptan, crían y rodean con afecto a niños con diversas discapacidades22. También se reconoce que la elección de la adopción o el acogimiento familiar puede expresar la fecundidad que es característica de la vida matrimonial22.

Beneficios de los Métodos Naturales

Los métodos naturales de planificación familiar invitan a la pareja al diálogo, al respeto mutuo, a la responsabilidad compartida y al autocontrol18. Al requerir la observación y la comunicación, estos métodos pueden fortalecer la relación conyugal y profundizar la intimidad entre el esposo y la esposa. Permiten a las parejas comprender el designio de Dios para el sexo y los guían hacia una vida de santidad y testimonio de su amor en el mundo moderno18.

Distinción de las Técnicas de Reproducción Asistida

Es importante diferenciar los métodos naturales de las técnicas de reproducción asistida. La Iglesia es muy clara en su condena de las técnicas que disocian el acto sexual del acto procreador, incluso si involucran solo a la pareja casada (como la inseminación artificial homóloga y la fertilización in vitro)23,5. Estas técnicas son moralmente inaceptables porque el acto que da origen al niño ya no es un acto por el cual dos personas se entregan mutuamente, sino uno que confía la vida y la identidad del embrión al poder de médicos y biólogos, estableciendo el dominio de la tecnología sobre el origen y el destino de la persona humana23.

La procreación se ve privada de su perfección propia cuando no es deseada como fruto del acto conyugal, es decir, del acto específico de unión de los cónyuges23,5. Solo el respeto por el vínculo entre los significados del acto conyugal y el respeto por la unidad del ser humano hacen posible la procreación en conformidad con la dignidad de la persona23. Las técnicas que sustituyen el acto conyugal son inconsistentes con la dignidad humana6. Sin embargo, las técnicas que ayudan al acto conyugal y a su fertilidad, facilitando su realización o ayudando a que el acto normalmente realizado alcance su propósito natural, son permitidas24,25.

Conclusión

Los métodos naturales de regulación de la fertilidad representan una vía para la paternidad responsable que está en plena armonía con la enseñanza moral de la Iglesia Católica. Al respetar el diseño inherente de Dios para la sexualidad humana, estos métodos no solo permiten a las parejas casadas tomar decisiones conscientes sobre el tamaño de su familia y el espaciamiento de los nacimientos, sino que también fomentan una profunda comprensión de su amor mutuo y de su papel como colaboradores con el Creador. La elección de los MNRF es un testimonio de fe en la sabiduría divina y un camino hacia una vida conyugal más plena y santa, en la que la apertura a la vida y el amor unitivo se entrelazan inseparablemente.

Citas

  1. Papa Pablo VI. Humanae Vitae, § 1 (1968). 2

  2. II. Principios doctrinales, Papa Pablo VI. Humanae Vitae, § 7 (1968).

  3. Paternidad responsable, Papa Pablo VI. Humanae Vitae, § 10 (1968). 2 3

  4. Michael Dauphinais. Sexualidad Matrimonial dentro del Drama de la Creación y la Redención: Humanae Vitae a través de la Lente de Gaudium et Spes, § 26. 2

  5. II. Intervenciones sobre la procreación humana - 6. ¿Cómo debe valorarse la inseminación artificial homóloga desde el punto de vista moral? , Congregación para la Doctrina de la Fe. Instrucción sobre el Respeto de la Vida Humana Naciente y la Dignidad de la Procreación: Respuestas a Algunas Cuestiones de Actualidad (1987). 2 3 4

  6. Parte cuarta cuestiones en el cuidado del inicio de la vida - Introducción, Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos. Directrices Éticas y Religiosas para los Servicios de Atención Médica Católica, § 37 (2016). 2 3 4

  7. Observancia de la ley natural, Papa Pablo VI. Humanae Vitae, § 11 (1968). 2 3

  8. Sección segunda los diez mandamientos, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2370. 2 3 4

  9. Fidelidad al designio de Dios, Papa Pablo VI. Humanae Vitae, § 13 (1968). 2 3 4

  10. El recurso a los períodos infecundos, Papa Pablo VI. Humanae Vitae, § 16 (1968). 2 3 4 5

  11. A los participantes en la sesión de estudio organizada por la Academia Pontificia de las Ciencias, Papa Juan Pablo II. A los participantes en la sesión de estudio organizada por la Academia Pontificia de las Ciencias (18 de noviembre de 1994), § 4 (1994). 2 3 4 5 6

  12. Sección segunda I. Los símbolos de la fe, Catecismo de la Iglesia Católica, § 354. 2

  13. Sección primera la vocación del hombre la vida en el Espíritu, Catecismo de la Iglesia Católica, § 1978. 2

  14. Sección primera «creo» - «creemos», Catecismo de la Iglesia Católica, § 47.

  15. Papa Juan Pablo II. A los participantes en el Primer Congreso para la Familia de África y de Europa (15 de enero de 1981) - Discurso, § 3 (1981). 2

  16. Catecismo de la Iglesia Católica, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2371 (1992).

  17. Michele M. Schumacher. Ecología Humana y el Valor Profético de Humanae Vitae, § 28.

  18. A un grupo de obispos de los Estados Unidos de América con motivo de su visita ad Limina, Papa Juan Pablo II. A un grupo de Obispos de los Estados Unidos de América con motivo de su visita ad Limina (24 de octubre de 1988), § 4 (1988). 2 3 4

  19. A los participantes en la reunión del Instituto Juan Pablo II sobre el Matrimonio y la Familia, Papa Juan Pablo II. A los participantes en la reunión del Instituto Juan Pablo II sobre el Matrimonio y la Familia (27 de agosto de 1999), § 4 (1999).

  20. Adrian J. Reimers. Integración y Trascendencia de la Persona en el Acto (Matrimonial), § 14. 2

  21. Papa Pablo VI. Al Arzobispo de Nueva York, 24 de mayo de 1978 - Discurso (1978). 2

  22. Capítulo tercero mirando a Jesús: La vocación de la familia - La transmisión de la vida y la educación de los hijos, Papa Francisco. Amoris Laetitia, § 82 (2016). 2

  23. Catecismo de la Iglesia Católica, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2377 (1992). 2 3 4

  24. Segunda parte: Nuevos problemas sobre la procreación - Técnicas de asistencia a la fertilidad, Congregación para la Doctrina de la Fe. Instrucción sobre Algunas Cuestiones Bioéticas, § 12 (2008).

  25. Irene Alexander. ¿Se opone la Impregnación Artificial a la Unidad del Matrimonio? : Una Nueva Mirada a la Cuestión de la Adopción de Embriones, § 9.