Wikitólica

La enciclopedia y wiki católica en español

Cruz

Monja contemplativa

Una monja contemplativa es una mujer consagrada que dedica su vida a la oración y la contemplación de Dios, siguiendo un estilo de vida que prioriza la unión con lo divino sobre las actividades mundanas. Este camino de vida, a menudo vivido en clausura, busca la perfección de la caridad y la búsqueda incesante de Dios, sirviendo como un signo profético para la Iglesia y el mundo.

Tabla de contenido

¿Qué es la Vida Contemplativa?

La vida contemplativa es un modo de existencia ordenado hacia la contemplación, que se define como la mirada amorosa y complacida del alma sobre la verdad divina, ya conocida y aprehendida por el intelecto, asistido e iluminado por la gracia divina1. Aunque la búsqueda de conocer y amar a Dios es un deber de todo cristiano, la vida contemplativa se distingue por dedicar la mayor parte del tiempo y la atención a esta búsqueda, excluyendo otras preocupaciones e intenciones que puedan impedirlo1.

Los contemplativos están motivados por el amor a las cosas divinas, y el aumento de este amor es tanto su propósito final como el primer fruto de su contemplación. La virtud teologal de la caridad es, por tanto, el motor principal y el resultado del acto de contemplación1. Esta vida se considera una imitación de la Madre de Dios, quien meditaba diligentemente las palabras y obras de su Hijo (cf. Lc 2,19.51), y de María de Betania, quien se sentaba a los pies del Señor para escuchar atentamente sus palabras (cf. Lc 10,38)2.

Orígenes y Desarrollo Histórico

La vida monástica y contemplativa tiene raíces profundas en la historia de la Iglesia. Ya en los primeros siglos, existieron cristianos que se retiraban del mundo para dedicarse por completo a Dios. San Agustín, por ejemplo, en el siglo IV, ya hablaba de anacoretas que vivían en completa reclusión, contentos con pan y agua, disfrutando de la comunión con Dios y contemplando su belleza3. También se refería a comunidades de hombres y mujeres que vivían en una sociedad casta y santa, dedicando su tiempo a la oración, la lectura y las discusiones, trabajando con sus propias manos para sustentarse sin distracciones mundanas4,5.

La tradición monástica en Occidente fue profundamente influenciada por figuras como San Basilio y San Benito. San Benito, en particular, adaptó la vida monástica oriental a las necesidades y condiciones de Europa, añadiendo a la ascesis pacífica una actividad laboriosa e incansable que permitía a los monjes «dar a otros el fruto de la contemplación»6. Su Regla, un «monumento de sabiduría y perenne actualidad», se centró en Dios y Cristo como el centro del universo, afirmando su primacía absoluta sobre todas las cosas7. La Regla de San Benito enfatiza la escucha de la Palabra de Dios (Ausculta!) y la oración (Ora et labora), estableciendo un modelo de vida que ha nutrido la civilización y la evangelización8.

Con el tiempo, surgieron diversas órdenes religiosas con diferentes enfoques, algunas de ellas puramente contemplativas, otras activas o mixtas. Las órdenes contemplativas se dedican a la unión con Dios en una vida de soledad y retiro9.

La Espiritualidad Carmelita Contemplativa

Dentro de la rica tradición contemplativa de la Iglesia, la espiritualidad carmelita ocupa un lugar destacado. Las monjas carmelitas, inmersas en el silencio y la oración, recuerdan a todos los creyentes el primado absoluto de Dios10. Su vocación es buscar a Dios como la fuente de la plena realización humana y de toda actividad espiritual11.

La elección de vivir en soledad, separadas del mundo, responde a una llamada especial del Señor, y esta forma de vida enriqueció a toda la comunidad cristiana desde sus inicios10. La tradición carmelita fue renovada por Santa Teresa de Jesús, quien impulsó el deseo de vivir más perfectamente en soledad con Dios, imitando a los primeros Padres eremitas del Monte Carmelo10. Las Constituciones de las monjas carmelitas establecen que están llamadas «a la oración y la contemplación, porque en estas están nuestros orígenes; somos descendientes de aquellos santos padres del Monte Carmelo, que en profunda soledad y total desprecio del mundo, buscaron este tesoro y perla preciosa»10.

María como Modelo de Contemplación

Para las carmelitas, la Virgen María es la Patrona y Madre espiritual, un modelo insigne de contemplación12. Han buscado modelar sus vidas según el ejemplo de María, quien desde el principio supo abrirse a escuchar la Palabra de Dios y obedecer su voluntad (cf. Lc 2,19.51)13. María, formada por el Espíritu, fue capaz de comprender su propia historia y, dócil a las inspiraciones divinas, «avanzó en su peregrinación de fe, y perseveró fielmente en su unión con su Hijo hasta la cruz»13. Su actitud contemplativa de mente y corazón inspira admiración, ya que ella ya vive en sí misma todo lo que cada creyente desea y espera alcanzar en el misterio de Cristo y de la Iglesia14.

Características de la Vida Contemplativa

La Búsqueda de Dios

La vida contemplativa se define por una búsqueda incesante de Dios. San Benito enfatizó que un monje es aquel cuya vida entera está dedicada a buscar a Dios, y esta búsqueda es el principal signo y criterio de autenticidad de la vida consagrada2. La Iglesia espera de los monasterios una escuela de lectio divina, donde se sea testigo de una fidelidad humilde y tenaz a la Palabra de Dios en el entorno discreto de la vida cotidiana15.

Oración y Silencio

La oración es el centro de la vida contemplativa. La oración contemplativa es un don y una gracia, una relación de alianza establecida por Dios en nuestros corazones16. Es una unión con la oración de Cristo, que nos hace participar en su misterio16. Los monasterios benedictinos, por ejemplo, son ante todo lugares de oración, donde todo está organizado para hacer a los monjes atentos y receptivos a la voz del Espíritu17.

El silencio es una característica esencial de la oración contemplativa, a menudo descrito como el «símbolo del mundo venidero» o «amor silencioso»16. En este silencio, el Padre nos habla su Palabra encarnada, y el Espíritu de adopción nos permite compartir la oración de Jesús16. El gran silencio en los monasterios tiene un poder simbólico único, recordando lo que realmente importa: la disponibilidad absoluta ante Dios y la entrega total y amorosa al Padre15.

Separación del Mundo y Clausura

La vida contemplativa a menudo implica una separación del mundo y la clausura. Esta separación no es un abandono de lo humano, sino una forma de proclamar la primacía de Dios y la preeminencia de la contemplación sobre la acción, de lo eterno sobre lo transitorio18. La clausura es una expresión concreta y efectiva de esta separación, un «desierto de la Biblia» donde el Señor habla al corazón y asocia estrechamente a la persona con su obra de salvación18.

Las monjas de clausura, al estar inmersas en el silencio y la oración, recuerdan a todos los creyentes la primacía absoluta de Dios11. Su vida, oculta con Cristo en Dios (cf. Col 3,3), se convierte en una imagen del amor incondicional del Señor2.

El Propósito y la Misión de las Monjas Contemplativas

La vida de las monjas contemplativas, centrada en el Señor como su primer y único amor, ha producido abundantes frutos de santidad y misión a lo largo de los siglos19. Su apostolado se enriquece con las oraciones y sacrificios que irradian desde los monasterios19. La alegría y la profecía que proclaman al mundo a través del silencio de la clausura son inmensas19.

Las monjas contemplativas, como mujeres inmersas en la historia humana y atraídas por el esplendor de Cristo, están en el corazón de la Iglesia y del mundo2. Su vida es un signo vivo y un testimonio de la fidelidad con la que Dios sostiene a su pueblo en medio de los acontecimientos históricos2. En un mundo que a menudo se muestra ansioso y desesperado, las monjas contemplativas ofrecen el testimonio de la oración y el trabajo, ayudando a moldear un mundo verdaderamente civilizado donde la paz de la Pascua se experimenta en la tranquillitas ordinis8. La Iglesia mira con especial anhelo a estas comunidades para la nueva evangelización, reconociendo que no habrá evangelización sin la contemplación que es el corazón de la vida monástica8.

Conclusión

La monja contemplativa encarna un llamado radical a la santidad, dedicándose por completo a la búsqueda de Dios a través de la oración, el silencio y la separación del mundo. Su vida, aunque oculta, es una fuente de gracia y un testimonio profético para la Iglesia y para la humanidad, recordando la primacía de lo divino y la belleza de una vida centrada en el amor incondicional a Cristo.

Citas

  1. Vida contemplativa, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, § Vida Contemplativa. 2 3

  2. Papa Francisco. Vultum Dei quaerere, § 3 (2016). 2 3 4 5

  3. La vida de los anacoretas y cenobitas contrapuesta a la continencia de los maniqueos, Agustín de Hipona. De las Costumbres de la Iglesia Católica, §Capítulo 31. 66 (388).

  4. La vida de los anacoretas y cenobitas contrapuesta a la continencia de los maniqueos, Agustín de Hipona. De las Costumbres de la Iglesia Católica, §Capítulo 31. 67 (388).

  5. La vida de los anacoretas y cenobitas contrapuesta a la continencia de los maniqueos, Agustín de Hipona. De las Costumbres de la Iglesia Católica, §Capítulo 31. 65 (388).

  6. Papa Pío XII. Fulgens Radiatur, § 13 (1947).

  7. Papa Juan Pablo II. Encuentro con las religiosas benedictinas de Norcia y Spoleto (23 de marzo de 1980) - Discurso (1980).

  8. Papa Juan Pablo II. A los participantes en el III Simposio Internacional de Mujeres Benedictinas (11 de septiembre de 1998) - Discurso (1998). 2 3

  9. Vida religiosa, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, § Vida Religiosa.

  10. Papa Juan Pablo II. Mensaje al Rev. Joseph Chalmers, Prior General de la Orden de los Carmelitas con motivo del 550 aniversario de la agregación de las monjas de clausura y la Tercera Orden de laicos a la Orden Carmelita (7 de octubre de 2002), § 2 (2002). 2 3 4

  11. Papa Juan Pablo II. Mensaje al Rev. Joseph Chalmers, Prior General de la Orden de los Carmelitas con motivo del 550 aniversario de la agregación de las monjas de clausura y la Tercera Orden de laicos a la Orden Carmelita (7 de octubre de 2002) - Discurso, § 2 (2002). 2

  12. Papa Juan Pablo II. Mensaje a la Orden Carmelita (26 de marzo de 2001), § 3 (2001).

  13. Papa Juan Pablo II. Mensaje a la Orden Carmelita (26 de marzo de 2001), § 2 (2001). 2

  14. Papa Juan Pablo II. Mensaje a la Orden Carmelita (26 de marzo de 2001) - Discurso, § 3 (2001).

  15. Papa Juan Pablo II. Al Abad de Subiaco con ocasión de la Fiesta de San Benito, Patrono de Europa, (7 de julio de 1999), § 4 (1999). 2

  16. Capítulo tres la vida de oración, Catecismo de la Iglesia Católica, § 4.1.3. 2 3 4

  17. Papa Juan Pablo II. Al Abad de Subiaco con ocasión de la Fiesta de San Benito, Patrono de Europa, (7 de julio de 1999), § 5 (1999).

  18. Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica. Verbi Sponsa - Instrucción sobre la vida contemplativa y sobre la clausura de las monjas, §Notas a pie de página (1999). 2

  19. Estima, alabanza y acción de gracias por la vida consagrada y la vida contemplativa de clausura, Papa Francisco. Vultum Dei quaerere, § 5 (2016). 2 3