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Nicolaítas

Los nicolaítas fueron una secta herética mencionada en el Apocalipsis de san Juan (2:6-15), activa en las comunidades cristianas de Asia Menor durante el siglo I. Se les atribuye una doctrina de libertinaje moral, que permitía prácticas como el consumo de alimentos sacrificados a ídolos y la indulgencia en la fornicación, interpretadas como indiferentes para la salvación. La tradición patrística los vincula frecuentemente con Nicolás, uno de los siete diáconos del libro de los Hechos de los Apóstoles, aunque esta conexión es debatida y posiblemente legendaria. La Iglesia primitiva los condenó unánimemente, destacando su oposición a la pureza moral exigida por el Evangelio.1,2

Tabla de contenido

Origen y etimología

El término nicolaítas (en griego antiguo: Νικολαΐται, Nikolaitai) deriva probablemente del nombre propio Nicolás (Nikolaos, «victoria del pueblo») combinado con el sufijo -ites, que indica pertenencia a un grupo o secta. Esta denominación aparece exclusivamente en el Apocalipsis, lo que ha llevado a especulaciones sobre su significado literal o simbólico.1

Algunos Padres de la Iglesia, como Victorino de Petovio, describen a los nicolaítas como «falsos y molestos hombres» que, bajo el nombre de Nicolás, crearon una herejía que justificaba abusos morales.3 La etimología ha sido interpretada alegóricamente por exegetas antiguos, vinculándola a la figura bíblica de Balaam (Números 22-24), cuyo nombre hebreo se asemeja fonéticamente y cuya conducta se relaciona con la seducción moral de Israel hacia la idolatría y la impureza (Apocalipsis 2:14). Esta hipótesis simbólica sugiere que «nicolaítas» podría ser un juego de palabras para referirse a los «balaamitas», sin necesidad de un fundador histórico específico.1

Mención en el Apocalipsis

El Libro del Apocalipsis, escrito por san Juan hacia finales del siglo I, es la única fuente canónica que nombra a los nicolaítas. Cristo resucitado, en sus cartas a las siete iglesias de Asia Menor, elogia y reprende a las comunidades, mencionando explícitamente a esta secta en dos ocasiones.

En la iglesia de Éfeso (Apocalipsis 2:6)

En la carta a Éfeso, el Señor alaba a la iglesia por su fidelidad: «Pero esto tienes, que aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco» (Ap 2:6). Esta commendatio resalta el rechazo de Éfeso a las doctrinas nicolaítas, contrastando con su pérdida del «primer amor» (Ap 2:4). Victorino interpreta esto como un mérito que lleva a la promesa del «árbol de la vida» (Ap 2:7).3

En la iglesia de Pérgamo (Apocalipsis 2:15)

En Pérgamo, la reprensión es más severa: «Así tienes también a unos que retienen la doctrina de los nicolaítas, lo cual yo odio» (Ap 2:15), equiparándolos a los que siguen la enseñanza de Balaam, quien inducía a comer alimentos sacrificados a ídolos y a cometer fornicación (Ap 2:14). Esto indica que los nicolaítas promovían una antinomía práctica, similar a la herejía corintia (1 Corintios 8-10).1,3

Estas menciones subrayan la condena divina a su doctrina, asociada a la idolatría y la inmoralidad sexual, temas centrales en la persecución romana contra los cristianos.

Tradición patrística

Los Padres de la Iglesia del siglo II y III ampliaron la información apocalíptica, condenando a los nicolaítas como heréticos. Su testimonio unánime refleja la preocupación por preservar la disciplina moral en las comunidades emergentes.

San Ireneo de Lyon

San Ireneo (c. 130-202), en su obra Adversus haereses, identifica a los nicolaítas como seguidores de Nicolás, diácono ordenado por los apóstoles: «Los nicolaítas son los seguidores de aquel Nicolás que fue uno de los siete primeros ordenados para el diaconato por los apóstoles. Llevan vidas de indulgencia sin freno». Los acusa de enseñar que es indiferente cometer adulterio o comer carnes sacrificadas a ídolos, citando directamente Apocalipsis 2:6.2

Tertuliano, Hipólito y Clemente de Alejandría

Tertuliano (c. 155-240) confirma la condena apocalíptica, describiendo sus doctrinas como «obscenas» y vinculadas a concupiscencias demoníacas.4 Hipólito de Roma (c. 170-235), en su Philosophumena, atribuye la herejía al diácono Nicolás, alegando que promovía el exorcismo de alimentos idolátricos y la absolución rápida tras la fornicación.1

Clemente de Alejandría (c. 150-215) defiende parcialmente a Nicolás, argumentando que sus palabras sobre maltratar la carne fueron distorsionadas por seguidores para justificar la promiscuidad.1 Esta disidencia introduce matices, sugiriendo una posible mala interpretación de enseñanzas ascéticas.

Otros autores como Eusebio de Cesarea señalan que la secta fue efímera.1

Nicolás el diácono y su relación con la secta

Nicolás de Antioquía, uno de los siete diáconos elegidos en Hechos 6:1-6, es tradicionalmente ligado a los nicolaítas. La Catholic Encyclopedia relata tradiciones del siglo II que lo acusan de celos por su esposa, liberándola para justificar el libertinaje, aunque su historicidad es dudosa.5

Ireneo y Hipólito lo presentan como fundador, pero Clemente lo exculpa. Críticos modernos, como los bolandistas, consideran esta conexión legendaria, posiblemente inventada por la secta para ganar credibilidad apostólica.5,1 La Iglesia católica no lo canoniza como santo, a diferencia de Esteban, Felipe y otros diáconos.

Doctrinas atribuidas

Las enseñanzas nicolaítas se centran en un libertinaje gnóstico incipiente:

Estas doctrinas contrastan con la moral evangélica, que exige pureza (Mateo 5:28) y rechazo a la idolatría (1 Corintios 10:14-22).

Interpretaciones en la tradición católica

La Iglesia católica interpreta a los nicolaítas como ejemplo de herejía moral, condenada en concilios y catecismos. El Catecismo de la Iglesia Católica (§ 2284-2287) rechaza el antinomismo, eco de Apocalipsis 2.

En la exégesis católica contemporánea, se enfatiza su carácter simbólico: representan toda doctrina que separa fe de moralidad.1 No hay evidencia de supervivencia post-II siglo, pero sirven de advertencia contra relativismos modernos.

Influencia y legado

Aunque efímeros, los nicolaítas influyeron en debates sobre matrimonio, ascetismo y clero. Su condena reforzó la disciplina eclesial, como en el Concilio de Tours (1163), que excluye a desertores monásticos.6 En la liturgia y arte católico, simbolizan la lucha contra el pecado en las iglesias asiáticas.

Para profundizar, véase el Apocalipsis comentado por santos Padres y la Catholic Encyclopedia.

Citas

  1. Nicolaítas, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Nicolaítas. 2 3 4 5 6 7 8 9 10

  2. Doctrinas de Cerinto, los ebionitas y los nicolaítas, Ireneo de Lyon. Contra las herejías - Libro I, §Capítulo 26. 3. 2 3

  3. Del segundo capítulo, Victorino de Poetovio. Comentario sobre el Apocalipsis, §Capítulo 2.6 (380). 2 3 4 5

  4. Capítulo 1. Primeros herejes: Simón el Mago, Menandro, Saturnino, Basílides, Nicolás. [la obra comienza como un fragmento.], Quinto Septimio Florente Tertuliano (Tertuliano). Contra todas las herejías, § 1 (210).

  5. Siete diáconos, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Siete Diáconos. 2

  6. Los Concilios de Tours. Acta (Los Concilios de Tours), § X. (1163).