Noviazgo cristiano
El noviazgo cristiano es un período de discernimiento y preparación para el sacramento del matrimonio, caracterizado por el crecimiento mutuo en la fe, el respeto y la castidad. A diferencia de una relación puramente social o emocional, el noviazgo cristiano busca establecer una base sólida para una unión duradera y fiel, en la que la pareja se entrega recíprocamente y se prepara para el don total de sí mismos en el matrimonio, reflejando el amor de Cristo por la Iglesia.
Tabla de contenido
El Propósito del Noviazgo Cristiano
El noviazgo en la tradición católica no es simplemente un tiempo de citas o de exploración romántica, sino una etapa crucial para el discernimiento vocacional y la preparación para el matrimonio1. Durante este período, los novios están llamados a conocerse profundamente en todas las dimensiones de su personalidad: humana, espiritual, intelectual y emocional2. Este conocimiento mutuo es fundamental para determinar si están llamados por Dios a unirse en el sacramento del matrimonio1.
El propósito central del noviazgo es construir una relación basada en la verdadera comunión personal, donde cada uno descubre la riqueza y las limitaciones del otro, fomentando un diálogo profundo y una apertura completa del corazón2. Es un tiempo para aprender a respetarse mutuamente y a crecer en la fidelidad, con la esperanza de recibirse el uno al otro como un don de Dios en el matrimonio3.
La Virtud de la Castidad en el Noviazgo
Un aspecto fundamental del noviazgo cristiano es la vivencia de la castidad en continencia3,2. La castidad es una virtud esencial para el amor en todas sus formas, que implica la integración exitosa de la sexualidad dentro de la persona, logrando el autodominio y la verdadera libertad en el ámbito sexual4. En el contexto del noviazgo, esto significa abstenerse de expresiones de afecto que pertenecen exclusivamente al amor conyugal dentro del matrimonio3.
La Iglesia proclama la castidad como una «aliada del amor», no como su negación2. Esta virtud enseña a las parejas a respetar la individualidad y la dignidad del otro, sin subordinarlo a los propios deseos2. Permite que la relación madure de manera gradual y profunda, evitando que la dimensión sexual-genital se convierta en el elemento principal o exclusivo de la unión, lo que podría oscurecer otros aspectos vitales de la relación2.
La castidad en el noviazgo ayuda a prevenir que la relación se centre en el uso físico de la otra persona, promoviendo en su lugar un diálogo más profundo y una apertura total del corazón. De esta manera, se facilita el crecimiento en la relación, la comunión personal y el descubrimiento de la riqueza y las limitaciones del otro2. La experiencia de la castidad en esta etapa prepara a los novios para el auténtico don de sí mismos que se vivirá durante toda la vida matrimonial, enseñándoles a ser fieles a la verdad de su amor2.
El Papa Francisco ha señalado que el amor es casto, y aunque esta virtud puede ser difícil, es el camino del amor genuino, un amor capaz de dar vida que no busca usar al otro para el propio placer4. La castidad se opone a la lujuria, que es un deseo desordenado de placer sexual separado del verdadero significado de la sexualidad y el amor conyugal4. En cambio, la castidad afirma a la persona en su totalidad, cuerpo y alma, por encima de sus cualidades sexuales, ayudando a reconocer la bondad y el profundo significado de la sexualidad humana ordenada al amor del hombre y la mujer en el matrimonio4.
Preparación para el Matrimonio Sacramental
El noviazgo cristiano es un tiempo de preparación cuidadosa para el matrimonio, un sacramento establecido por Cristo que refleja su amor por la Iglesia1. Esta preparación implica no solo un estudio teórico, sino una formación integral que, con la ayuda de la gracia y evitando el pecado, prepara a la pareja para entregarse a Cristo, quien sostiene, purifica y ennoblece tanto el noviazgo como la vida matrimonial5.
La preparación para el matrimonio debe ser un verdadero catecumenado, que incluya todas las etapas del camino sacramental: el tiempo de preparación, la celebración del matrimonio y los años inmediatamente posteriores6. Los pastores y las parejas cristianas comprometidas tienen la responsabilidad de ayudar a los jóvenes a reflexionar sobre estos temas esenciales a través de catequesis y un diálogo vivo y apropiado, haciendo brillar la profundidad y belleza del amor humano7.
Durante este período, es importante que los novios desarrollen una conciencia de la autodonación, que siempre está ligada al respeto mutuo y la abnegación que hacen crecer el amor8. La entrega recíproca implica cada vez más el intercambio de dones espirituales y apoyo moral para aumentar el amor y la responsabilidad8.
El Papa Juan Pablo II enfatizó que el amor y el compromiso de fidelidad para toda la vida requieren una preparación esmerada desde la infancia hasta el día de la boda1. El matrimonio es una decisión responsable y libre de unirse completamente «en las buenas y en las malas», un pacto inquebrantable de total autodonación mutua1.
El Papel de la Iglesia y la Familia
La Iglesia, a través de organismos como el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, promueve la pastoral del matrimonio y la familia, basándose en las enseñanzas del Magisterio9,10,11,12,13. Este dicasterio trabaja para asegurar el reconocimiento de los derechos y deberes de los cónyuges y las familias en la Iglesia y la sociedad9. Su competencia incluye la promoción de la vida y el apostolado de los fieles laicos, así como la atención pastoral a los jóvenes14,10.
El Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida también busca profundizar la reflexión sobre la relación entre hombres y mujeres en su especificidad, reciprocidad, complementariedad e igual dignidad15,16. Además, en coordinación con otros dicasterios, apoya el desarrollo de modelos para la transmisión de la fe dentro de las familias y anima a los padres a practicar su fe en la vida diaria17.
El Papa Francisco ha instado a los párrocos a implementar un verdadero catecumenado para los futuros esposos, destacando que el matrimonio no debe ser visto como una mera construcción social, sino como un verdadero sacramento que requiere una preparación prolongada6. La parroquia es el lugar por excelencia para la salus animarum (salvación de las almas) y debe ser un hogar del Evangelio, una casa de la verdad y una escuela del Señor6.
La familia cristiana, al ser un reflejo de la vida de la Santísima Trinidad, es un lugar donde se aprende y fortalece el amor mutuo18. Los jóvenes son animados a prepararse bien para las serias responsabilidades de la vida familiar, basándose en una conversación continua con Cristo y aprendiendo sobre el sacramento del matrimonio en la Iglesia18.
Desafíos y Perspectivas
En un mundo donde abundan diversas formas de relaciones sin calificaciones antropológicas o morales, la Iglesia propone el camino del progreso en una relación amorosa que pasa por el período del noviazgo y el ideal de la castidad7. La experiencia demuestra que las relaciones sexuales prematrimoniales tienden a dificultar, en lugar de facilitar, la elección del compañero de vida adecuado19.
El noviazgo cristiano es una oportunidad para cultivar formas de amor y ternura apropiadas a la provisionalidad de la relación de amistad, donde la capacidad de esperar y renunciar facilitará más tarde la consideración amorosa hacia el cónyuge19. Es un camino hacia el florecimiento humano, que requiere la gracia de Dios y la perseverancia con fortaleza para resistir la tentación y tomar decisiones correctas en circunstancias desafiantes4.
El noviazgo cristiano, por tanto, es un tiempo sagrado de crecimiento, discernimiento y preparación, que sienta las bases para un matrimonio cristiano que sea un testimonio de amor fiel, fructífero y permanente, reflejando el amor incondicional de Dios4,1.
Citas
Papa Juan Pablo II. 9 de junio de 1989: Santa Misa cerca de la antigua iglesia luterana de Uppsala, Suecia - Homilía, § 3 (1989). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6
II. Una propuesta concreta - Dos aclaraciones - C. Fase catecumenal - Primera etapa: Preparación próxima, Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida. Itinerarios catecumenales para la vida matrimonial, § 57 (2022). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8
Sección 2 los diez mandamientos, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2350. ↩ ↩2 ↩3
II. La belleza y vocación de la persona humana en Cristo, Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos. Crea en mí un corazón puro: Una respuesta pastoral a la pornografía, § II. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6
II. Las etapas o períodos de preparación - B. Preparación próxima, Pontificio Consejo para la Familia. Preparación para el sacramento del matrimonio, § 37 (1996). ↩
Papa Francisco. A los participantes en el curso sobre el proceso matrimonial (25 de febrero de 2017) (2017). ↩ ↩2 ↩3
A los obispos de la Conferencia Episcopal de Francia en su visita «ad limina», Papa Juan Pablo II. A los Obispos de la Conferencia Episcopal de Francia en su visita «ad Limina» (13 de febrero de 2004), § 6 (2004). ↩ ↩2
II. Las etapas o períodos de preparación - B. Preparación próxima, Pontificio Consejo para la Familia. Preparación para el sacramento del matrimonio, § 40 (1996). ↩ ↩2
V. Dicasterios - Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida - Art. 135, Papa Francisco. Praedicate Evangelium, §Art. 135 (2022). ↩ ↩2
V. Dicasterios - Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida - Art. 128, Papa Francisco. Praedicate Evangelium, §Art. 128 (2022). ↩ ↩2
Papa Francisco. Instituyendo el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida (2016). ↩
Papa Francisco. Carta Apostólica en forma de 'Motu Proprio' instituyendo el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida (15 de agosto de 2016) (2016). ↩
Papa Francisco. Estatutos del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida (2016). ↩
Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida. Estatuto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida (5 de septiembre de 2018), §Art. 1 (2018). ↩
V. Dicasterios - Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida - Art. 131, Papa Francisco. Praedicate Evangelium, §Art. 131 (2022). ↩
Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida. Estatuto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida (5 de septiembre de 2018), §Art. 9 (2018). ↩
V. Dicasterios - Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida - Art. 136, Papa Francisco. Praedicate Evangelium, §Art. 136 (2022). ↩
Papa Juan Pablo II. Encuentro con los jóvenes en Pitso Grounds de Maseru (15 de septiembre de 1988) - Discurso (1988). ↩ ↩2
Papa Juan Pablo II. A los jóvenes reunidos en la Parroquia de Santa María de la Consolación en Vaduz (8 de septiembre de 1985) - Discurso, § 6 (1985). ↩ ↩2