Nuestra Señora de todas las Naciones

Nuestra Señora de todas las Naciones es una advocación mariana que surge en el siglo XX, vinculada a supuestas apariciones en Ámsterdam y a una profunda dimensión eclesial que la presenta como Madre de todos los pueblos y intercesora por la unidad y la paz del mundo. El culto ha sido objeto de atención papal, de oraciones oficiales y de un proceso doctrinal que culminó con la declaración de la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre la falta de carácter sobrenatural de las supuestas revelaciones, sin que ello anule la riqueza espiritual que la devoción ofrece a la Iglesia universal.
Tabla de contenido
Orígenes y desarrollo histórico
Apariciones de Ámsterdam y la devoción «Señora de Todas las Naciones»
En la década de 1940‑1950 surgieron en Ámsterdam (Países Bajos) supuestas apariciones y revelaciones vinculadas a la figura de la Virgen bajo el título Señora de Todas las Naciones. Estas manifestaciones dieron origen a una comunidad de fieles que promovió la oración a María como madre de toda la humanidad.
Declaración de la Congregación para la Doctrina de la Fe
El 27 de marzo de 1974 la entonces Congregación para la Doctrina de la Fe emitió un pronunciamiento que, aprobado por el Papa Pablo VI, declaró «constat de non supernaturalitate» y rechazó la apertura de una investigación posterior1. Esta decisión dejó claro que la Iglesia no reconoce las apariciones como sobrenaturales, aunque no impide la piedad popular asociada al título.
Título y espiritualidad mariana
Uso del título en documentos papales
El título Madre de todas las naciones ha sido empleado por varios pontífices para subrayar la dimensión universal del maternal de María:
San Juan Pablo II, en su discurso del 31 de mayo de 1993, invocó a María como «Madre y Reina de la Paz» y la encargó de «afianzar la paz en el mundo, especialmente en Europa», resaltando su papel como madre de los pueblos2.
San Pablo VI, en un mensaje radiofónico de 1965, pidió que la Virgen interceda «para que los pueblos de la tierra, de todas las razas y lenguas… sean felizmente congregados, con paz y concordia, en un solo pueblo de Dios»3.
En la Oración del Año Mariano (1987), Juan Pablo II dirigió a María la petición «Madre de los hombres y de las naciones», confiándole la guía de la humanidad hacia la libertad y la justicia4.
En una visita a Monte Grisa (1992) el Papa reiteró que María debe «acoger a las familias de los pueblos del Oriente y del Occidente, del Sur y del Norte», para que se reúnan en paz bajo la gracia divina5.
En una audiencia general de 1995, Juan Pablo II destacó que «la presencia de María en la Iglesia constituye un llamado a la unidad de todos sus hijos», enfatizando su deseo de «unir a toda la humanidad en un solo pueblo de Dios»6.
Significado teológico del título
El título refleja la madre universal que María ejerce sobre todos los hombres y mujeres, independientemente de su cultura o religión. La doctrina católica la reconoce como intercesora ante su Hijo, capaz de llevar las peticiones de los pueblos a Cristo y de promover la construcción de una civilización del amor (cf. Sollicitudo Rei Socialis, 49)7. Esta visión se alinea con la tradición mariana que la presenta como «Madre de la Iglesia y madre de todos los pueblos» (cf. Marialis cultus, 4).
Liturgia y oraciones asociadas
La oración de «Madre de todas las naciones»
El Mensaje de Fátima (2000) incluye una oración que invoca a María como «Madre de todos los hombres y mujeres, y de todos los pueblos», pidiéndole que «abrace con su amor a toda la familia humana» y que sea guardiana de la paz y la esperanza8. Esta oración se ha adoptado en numerosas liturgias y devociones marianas alrededor del mundo.
Uso en la oración pública y en el mes de mayo
El mes de mayo, tradicionalmente dedicado a María, ha sido señalado por varios pontífices como tiempo propicio para orar por la paz y la unidad de los pueblos bajo la intercesión de la Virgen (cf. Christi Matri, 11)9. En este contexto, la devoción a Nuestra Señora de todas las Naciones se incorpora a las novenas y rosarios comunitarios.
Recepción y situación actual
A pesar de la no autenticidad sobrenatural de las supuestas apariciones de Ámsterdam, la devoción persiste en comunidades laicales que encuentran en el título una expresión profunda del anhelo de unidad y reconciliación mundial. La Iglesia, a través de la Congregación para la Doctrina de la Fe, mantiene una postura de cautela doctrinal, invitando a los fieles a centrar su piedad en la intercesión mariana tradicional y en la participación sacramental (Eucaristía, adoración)10.
Significado pastoral y espiritual
La figura de Nuestra Señora de todas las Naciones sirve como modelo de maternidad universal que trasciende fronteras y diferencias culturales. En la enseñanza social de la Iglesia, María es invocada para:
Promover la paz entre los pueblos (cf. Ingravescentibus Malis, 18)11.
Fomentar la justicia y la dignidad humana (cf. Sollicitudo Rei Socialis, 49)7.
Acompañar a los cristianos en la misión evangelizadora, especialmente en contextos donde la fe es poco conocida (cf. Le Pèlerinage de Lourdes, 60)12.
Esta dimensión pastoral se refleja en la práctica de orar a María como madre de todos los pueblos, buscando su ayuda para superar el odio, la violencia y la división que fragmentan la humanidad.
Conclusión
Nuestra Señora de todas las Naciones representa una expresión contemporánea de la devoción mariana que, aunque no está basada en apariciones reconocidas, encarna el anhelo de la Iglesia por una humanidad unida bajo la protección materna de la Virgen. La tradición papal, los documentos eclesiales y las oraciones oficiales confirman la legitimidad del título como llamado a la paz, la justicia y la fraternidad universal, invitando a los fieles a confiar en María como madre y guía de todos los pueblos.
Citas
Dicasterio para la Doctrina de la Fe. Comunicado de Prensa sobre las Supuestas Apariciones en Ámsterdam de 1945 a 1959 (11 julio 2024) (2024). ↩
Papa Juan Pablo II. Celebración mariana en los Jardines Vaticanos para la conclusión del mes de mayo (Mayo 31, 1993) - Discurso (1993). ↩
Papa Pablo VI. Radiomensaje para los Congresos Mariológico-Marianos en Santo Domingo (Marzo 25, 1965) - Discurso (1965). ↩
Papa Juan Pablo II. Oración para el Año Mariano (Junio 6, 1987) - Discurso (1987). ↩
Papa Juan Pablo II. Visita al Santuario de María, Madre y Reina en Monte Grisa (Trieste, Mayo 1, 1992) - Discurso (1992). ↩
Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 22 noviembre 1995 (1995). ↩
VII. Conclusión, Papa Juan Pablo II. Sollicitudo Rei Socialis, § 49 (1987). ↩ ↩2
Introducción, Congregación para la Doctrina de la Fe. El Mensaje de Fátima (2000). ↩
Sobre las oraciones por la paz durante octubre - Conmemoración del 4 de octubre, Papa Pablo VI. Christi Matri, § 11 (1966). ↩
Conclusiones, Dicasterio para la Doctrina de la Fe. «La Reina de la Paz»: Nota sobre la Experiencia Espiritual Conectada con Medjugorje (19 septiembre 2024) (2024). ↩
Pío XI. Ingravescentibus Malis, § 18 (1937). ↩
Papa Pío XII. Le Pèlerinage de Lourdes, § 60 (1957). ↩
