Nuevo Testamento

El Nuevo Testamento es la segunda parte de la Biblia cristiana, una colección de veintisiete libros que narran la vida y enseñanzas de Jesucristo, la fundación de la Iglesia, y la doctrina apostólica. Estos escritos, compuestos en griego koiné durante la segunda mitad del siglo I d.C., son la fuente principal para comprender los orígenes del cristianismo y la revelación de Dios en Cristo. La Iglesia Católica ha definido el canon del Nuevo Testamento, reconociendo la inspiración divina de cada uno de sus libros y pasajes, y los utiliza como fundamento de su fe, moral y liturgia, en continuidad con el Antiguo Testamento.
Tabla de contenido
Nombre y Significado
El término «Nuevo Testamento» proviene del latín testamentum, que traduce el griego diatheke. Originalmente, diatheke en el ámbito profano se refería a una disposición legal de bienes después de la muerte. Sin embargo, los traductores de la Septuaginta, la versión griega del Antiguo Testamento, lo emplearon para traducir el hebreo berith, que significa pacto o alianza, especialmente la alianza de Yahvé con Israel1.
San Pablo utiliza la expresión «nuevo testamento» para referirse a la alianza establecida por Jesucristo entre Dios y la humanidad, contrastándola con la antigua alianza mediada por Moisés (1 Corintios 11:25)1. Con el tiempo, el nombre «testamento» se aplicó a la colección de textos sagrados que contienen la historia y la doctrina de estas dos alianzas, dando origen a la distinción entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. La expresión «Antiguo Testamento» (he palaia diatheke) aparece por primera vez alrededor del año 170 en Melitón de Sardes, y el término latino «testamentum» ya era común en tiempos de Tertuliano1.
Descripción y Contenido
El Nuevo Testamento, tal como es aceptado en las Iglesias cristianas, consta de veintisiete libros atribuidos a ocho autores diferentes. Seis de estos autores son apóstoles (Mateo, Juan, Pablo, Santiago, Pedro, Judas) y dos son discípulos inmediatos de los apóstoles (Marcos, Lucas)1.
Los libros del Nuevo Testamento se pueden clasificar en tres categorías principales según su contenido y forma literaria:
Libros Históricos
Esta sección incluye los cuatro Evangelios y los Hechos de los Apóstoles1.
Los Evangelios (Mateo, Marcos, Lucas, Juan): Narran la vida, las enseñanzas, los milagros, la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo1.
Los Evangelios de Mateo, Marcos y Lucas son conocidos como sinópticos debido a sus narrativas paralelas1.
El Evangelio de Juan, en cierta medida, complementa los tres primeros1.
Los Evangelios reflejan las creencias sobre Jesús y su obra entre los cristianos en el último cuarto del siglo I, aproximadamente cuarenta o cincuenta años después de los eventos1.
La Iglesia ha sostenido siempre y en todas partes, sin duda, que los cuatro Evangelios tienen origen apostólico y que sus autores son aquellos cuyos nombres llevan: Mateo, Marcos, Lucas y Juan2.
Los Evangelios de Marcos y Lucas son considerados por muchos estudiosos como obras de los propios autores, mientras que el Evangelio de Mateo, escrito originalmente en arameo, se cree que fue traducido al griego, manteniendo una conformidad sustancial con el texto original3,1. El Evangelio de Juan se sitúa a finales del siglo I1.
Hechos de los Apóstoles: Relata la predicación y las labores de los Apóstoles, enfocándose en la fundación de las Iglesias en Palestina y Siria. Menciona a Pedro, Juan, Santiago, Pablo y Bernabé, dedicando dieciséis de sus veintiocho capítulos a las misiones de San Pablo entre los greco-romanos1. Lucas, el autor de los Hechos, busca mostrar cómo los eventos del cristianismo primitivo son la culminación de la historia de Israel4.
Libros Didácticos (Epístolas)
Estas cartas fueron escritas por los apóstoles para instruir y exhortar a las comunidades cristianas o a individuos1.
Epístolas de San Pablo: Son trece, o catorce si se incluye la Epístola a los Hebreos, según el Concilio de Trento1.
Se dirigen a Iglesias particulares (Romanos; 1 y 2 Corintios; Gálatas; Efesios; Filipenses; Colosenses; 1 y 2 Tesalonicenses) o a individuos (1 y 2 Timoteo; Tito; Filemón)1.
Las Epístolas Pastorales (1 y 2 Timoteo, Tito) y 2 Pedro son consideradas por muchos estudiosos como escritas por discípulos de los apóstoles, con una autoría atribuida al maestro apostólico para preservar auténticas tradiciones apostólicas3,5.
Las cartas de San Pablo son algunos de los primeros escritos cristianos, datando de los años 50-60 d.C., y fueron escritas por razones prácticas, no para crear un nuevo conjunto de «libros sagrados»6.
Epístolas Católicas: Son siete epístolas (Santiago; 1 y 2 Pedro; 1, 2 y 3 Juan; Judas), llamadas «Católicas» porque la mayoría están dirigidas a los fieles en general1.
La primera epístola de Pedro, de origen romano y dirigida a las Iglesias de Asia Menor, podría ser auténticamente petrina, escrita en nombre de Pedro por un discípulo como Silas5.
2 Pedro complementa 1 Pedro y coordina el legado teológico de ambos apóstoles5.
La Carta de Santiago busca resolver problemas de interpretación de la teología paulina para aquellos inmersos en la tradición del Evangelio de Mateo5.
La carta de Judas es un caso especial y parece ser una de las fuentes autorizadas de 2 Pedro5.
Libro Profético
Esta sección contiene un solo libro1.
- Apocalipsis de San Juan: Dirigido a las siete Iglesias de Asia Menor (Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardes, Filadelfia y Laodicea), contiene una visión que San Juan tuvo en Patmos sobre el estado interno de estas comunidades, la lucha de la Iglesia con la Roma pagana y el destino final de la Nueva Jerusalén1. Algunos críticos modernos lo datan alrededor del año 68 d.C., al final del reinado de Nerón1.
Origen y Formación del Canon
Los libros del Nuevo Testamento no fueron escritos simultáneamente. Aparecieron uno tras otro en un período de cincuenta años, durante la segunda mitad del siglo I1. Escritos en diferentes lugares y dirigidos a Iglesias particulares, tardaron en difundirse por toda la cristiandad y aún más en ser universalmente aceptados1.
La idea de un canon del Nuevo Testamento completo y bien definido desde los tiempos apostólicos no tiene fundamento histórico7. Sin embargo, desde el siglo III, o incluso antes, la existencia de todos los libros que hoy forman el Nuevo Testamento era conocida en todas partes, aunque no todos fueron universalmente admitidos como canónicos con certeza1. La uniformidad en Occidente se logró en el siglo IV, mientras que Oriente tuvo que esperar hasta el siglo VII para resolver todas las dudas al respecto1.
El proceso de formación del canon se estimuló por las disputas con los escépticos, tanto dentro como fuera de la Iglesia, y se vio retrasado por ciertas oscuridades y dudas naturales7. El Concilio de Trento definió dogmáticamente el canon en 15467.
Algunos hitos importantes en la formación del canon incluyen:
Fragmento Muratoriano (finales del siglo II): Este es el canon o lista más antiguo conocido de libros del Nuevo Testamento, compuesto en la Iglesia Romana. Menciona los cuatro Evangelios, los Hechos, las Epístolas de San Pablo (incluyendo Filemón, Tito y Timoteo, y rechazando las espurias a los Laodicenses y Alejandrinos), la Epístola de San Judas y dos Epístolas de San Juan. También cita los Apocalipsis de San Juan y San Pedro (con la salvedad de que algunos no permitían la lectura de este último en la Iglesia), y el Pastor de Hermas (que podía leerse, pero no en el servicio divino)8.
Concilio de Roma (382 d.C.) y el Decreto Gelasiano: Este sínodo, presidido por el Papa Dámaso I, elaboró un catálogo completo y perfecto del canon que ha sido el de la Iglesia Universal desde entonces. La sección del Nuevo Testamento refleja las opiniones de San Jerónimo7,9.
San Jerónimo (c. 394 d.C.): En su carta a Paulino, Jerónimo menciona los cuatro Evangelios (Mateo, Marcos, Lucas y Juan) como el «equipo de cuatro del Señor». También se refiere a las catorce epístolas de Pablo (incluyendo la de los Hebreos, aunque señala que no siempre se cuenta con las otras), los Hechos de los Apóstoles, las siete epístolas de Santiago, Pedro, Juan y Judas, y el Apocalipsis de Juan10.
Concilio de Trento (1546): Este concilio ecuménico defendió la integridad del Nuevo Testamento contra los ataques de los «pseudoreformadores». Lutero había descartado Hebreos, Santiago, Judas y Apocalipsis como incanónicos, y otros habían puesto en duda la canonicidad de ciertos libros7. El Concilio de Trento definió el canon católico del Nuevo Testamento, que no difiere en cuanto a los libros de las demás confesiones cristianas actuales7. Este canon incluye los deuterocanónicos del Nuevo Testamento (Hebreos, Santiago, 2 Pedro, 2 y 3 Juan, Judas y Apocalipsis) y pasajes disputados (el final del Evangelio de Marcos 16:9-20; los versículos sobre el sudor de sangre de Jesús en Lucas 22:43-44; y la Perícopa de la Adúltera en Juan 7:53-8:11). Desde el Concilio de Trento, no se permite a un católico cuestionar la inspiración de estos pasajes7.
Transmisión del Texto
Ningún libro antiguo ha llegado a nosotros exactamente como salió de las manos de su autor; todos han sido alterados de alguna manera1. Sin embargo, la crítica textual moderna ha permitido un conocimiento más profundo de las diferentes tradiciones textuales, como el texto Vaticano y el texto Occidental1.
Contenidos, Historia y Doctrina
El Nuevo Testamento es la fuente principal y casi única de la historia temprana del cristianismo en el siglo I1.
Continuidad con el Antiguo Testamento
Los escritores del Nuevo Testamento afirmaron la continuidad entre la revelación de Dios a Israel y la revelación de Dios en Jesucristo4. La revelación de Dios en Cristo está en continuidad con la revelación de Dios a Israel; la muerte de Jesús trae una nueva creación, no una ruptura con el pasado4. Los Evangelios y los Hechos de los Apóstoles buscan culminar la historia de Israel al narrar la historia de Jesús y de la Iglesia4.
La Pontificia Comisión Bíblica ha señalado que la relación entre el Antiguo y el Nuevo Testamento es compleja, variando desde un acuerdo perfecto en algunos puntos hasta una gran tensión en otros. El Nuevo Testamento reconoce la autoridad del Antiguo Testamento como revelación divina y no puede entenderse adecuadamente sin él y la tradición judía que lo transmite11.
Doctrina Fundamental
Los puntos fundamentales del dogma cristiano, tal como se enseñan expresamente en el Nuevo Testamento, incluyen:
Jesucristo como el Mesías y el Hijo de Dios: La divinidad de Jesús y su papel como salvador se enfatizan constantemente4.
La Resurrección de Jesús: Es un evento central y la base de la fe cristiana4.
El Amor a Dios y al Prójimo: Elevado a la altura del amor de Dios, viendo a Dios y a Cristo en todos los hombres1.
La Vida Eterna: Consiste en la posesión de Dios, visto cara a cara, y de Jesucristo, y se realizará plenamente después de la resurrección del cuerpo1.
Consejos de Perfección: La moralidad natural en el Evangelio se eleva mediante los consejos de pobreza y castidad, que implican el renunciamiento positivo a los bienes materiales de esta vida en la medida en que impiden una entrega completa al servicio de Dios1.
Estos dogmas no se encuentran recopilados en un solo libro, sino que fueron escritos a lo largo de un período que se extiende desde mediados del siglo I hasta principios del siglo II1. Estos textos nunca tuvieron la intención de prescindir de la tradición oral que los precedió, y sin este «comentario perpetuo», no siempre habrían sido comprendidos o incluso habrían sido malinterpretados1.
El Nuevo Testamento en la Liturgia Católica
Desde los primeros días de la Iglesia, la lectura de la Escritura ha sido una parte integral de la liturgia cristiana, heredada en parte del servicio de la sinagoga12,13. Cristo está presente en su palabra, pues es Él mismo quien habla cuando la Sagrada Escritura es leída en la Iglesia13.
La reforma litúrgica impulsada por el Concilio Vaticano II buscó ofrecer a los católicos un alimento más rico de la Biblia13,14.
Misa
El ciclo triple de lecturas dominicales da un lugar privilegiado a los Evangelios, iluminando el misterio de Cristo como principio de nuestra salvación13. Las lecturas del Evangelio y de la Epístola suelen ir precedidas por una lectura del Antiguo Testamento o, durante el tiempo pascual, de los Hechos de los Apóstoles, acentuando así el dinamismo del misterio de la salvación15. Esta disposición permite comprender la unidad del plan de Dios gracias a la interacción de las lecturas del Antiguo y Nuevo Testamento, donde Cristo es la figura central16.
El Leccionario ha sido enriquecido para proporcionar una lectura «más abundante, más variada y más adecuada» de la Sagrada Escritura13,14. Incluye una lectura prácticamente completa de cada uno de los cuatro Evangelios a lo largo de los años, así como textos de todas las partes del Antiguo y Nuevo Testamento14.
Liturgia de las Horas
La Liturgia de las Horas, con su disposición bienal, permite la inclusión de casi todos los libros de la Sagrada Escritura cada año, incluyendo pasajes largos y difíciles que apenas tienen cabida en la Misa. Todo el Nuevo Testamento se lee cada año, en parte en la Misa y en parte en la Liturgia de las Horas17.
Otros Sacramentos y Ritos
El Nuevo Testamento también se utiliza en otros sacramentos y ritos, como el Sacramento de la Penitencia, donde se proponen diversas lecturas de las Epístolas de San Pablo para la reflexión sobre la justificación, la reconciliación y la renovación de la mente18.
Valor Histórico
Los Evangelios reflejan las creencias sobre Jesús y su obra en la Iglesia del siglo I1. Las biografías de los Césares (Suetonio y Tácito) no estaban en una mejor posición para obtener información exacta1. Las Epístolas de San Pablo permiten un contacto inmediato con el pensamiento del propagador más influyente del cristianismo, un cuarto de siglo después de la Ascensión1. La fe del Apóstol representa la forma de pensamiento cristiano más victoriosa y extendida en el mundo greco-romano1.
La Iglesia, asistida por el Espíritu Santo y gobernada por los Apóstoles y sus sucesores bajo la autoridad de Pedro, enseña y propaga el Evangelio hasta los confines de la tierra1.
Conclusión
El Nuevo Testamento es un pilar fundamental de la fe católica, no solo por ser un registro histórico de Jesucristo y la Iglesia primitiva, sino también por ser la Palabra de Dios inspirada. Su estudio y proclamación en la liturgia son esenciales para la vida cristiana, ofreciendo la doctrina y la guía necesarias para la salvación y el crecimiento espiritual. La Iglesia, a través de los siglos, ha custodiado y transmitido estos textos, asegurando su fidelidad a la tradición apostólica y su relevancia para todas las generaciones.
Citas
El nuevo testamento, The Encyclopedia Press. Catholic Encyclopedia, §El Nuevo Testamento. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13 ↩14 ↩15 ↩16 ↩17 ↩18 ↩19 ↩20 ↩21 ↩22 ↩23 ↩24 ↩25 ↩26 ↩27 ↩28 ↩29 ↩30 ↩31 ↩32 ↩33 ↩34 ↩35 ↩36
Anthony Giambrone, O.P. La búsqueda de la Vera et Sincera de Jesu: Dei Verbum § 19 y la historicidad de los evangelios, § 31. ↩
Denis Farkasfalvy, O.Cist. Fundamentos bíblicos para una teología de la inspiración, § 11. ↩ ↩2
Richard B. Hays. Simposio del libro: El futuro de la exégesis bíblica católica: Una conversación constructiva, § 35. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6
Denis Farkasfalvy, O.Cist. Fundamentos bíblicos para una teología de la inspiración, § 18. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5
Denis Farkasfalvy, O.Cist. Fundamentos bíblicos para una teología de la inspiración, § 10. ↩
Canon del nuevo testamento, The Encyclopedia Press. Catholic Encyclopedia, §Canon del Nuevo Testamento. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7
Canon muratoriano, The Encyclopedia Press. Catholic Encyclopedia, §Canon Muratoriano. ↩
El canon de la sagrada escritura * - Del mismo decreto y de las actas del mismo sínodo romano, Heinrich Joseph Dominicus Denzinger. Las fuentes del dogma católico (Enchiridion Symbolorum), § 180 (1854). ↩
Eusebius Sophronius Hieronymus (Jerónimo de Estridón o San Jerónimo). Carta 53 - A Paulino, § 9 (394). ↩
Introducción, Pontificia Comisión Bíblica. El pueblo judío y sus escrituras sagradas en la Biblia cristiana (24 de mayo de 2001), § 1 (2001). ↩
Evangelio en la liturgia, The Encyclopedia Press. Catholic Encyclopedia, §Evangelio en la Liturgia. ↩
C. Uso de la biblia - 1. En la liturgia, Pontificia Comisión Bíblica. La interpretación de la Biblia en la Iglesia (1993). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5
Parte quinta - Vivir la palabra de Dios, Conferencias Episcopales Católicas de Inglaterra y Gales, y de Escocia. El don de la Escritura, § 74 (2005). ↩ ↩2 ↩3
Nuevo misal romano, Papa Pablo VI. El Misal Romano (Missale Romanum) (1969). ↩
Parte segunda: Verbum in ecclesia - La liturgia, ámbito privilegiado para la palabra de Dios - La sagrada escritura y el leccionario, Papa Benedicto XVI. Verbum Domini, § 57 (2010). ↩
Capítulo tercero. Las diversas partes de la liturgia de las horas - VI. La lectura de la sagrada escritura - B. La disposición de la lectura de la sagrada escritura en el oficio de lecturas, Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. La Instrucción General sobre la Liturgia de las Horas, § 146 (1971). ↩
Lectiones e novo testamento, Sagrada Congregación para el Culto Divino. Ordo Penitentiae (El Orden de la Penitencia), § 55. ↩