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Ofrenda

En el contexto católico, una ofrenda se refiere a los dones que los fieles presentan a Dios, especialmente durante la liturgia de la Eucaristía. Estas ofrendas no solo incluyen el pan y el vino que se transformarán en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, sino también otros dones como dinero o bienes para la caridad. La ofrenda es una expresión de la participación íntima de los fieles en el sacrificio eucarístico de Cristo, simbolizando su propia entrega a Dios y su colaboración con las necesidades de la Iglesia.

Tabla de contenido

Historia y Significado de la Ofrenda

La práctica de la ofrenda en la liturgia católica tiene raíces antiguas, remontándose a los primeros siglos del cristianismo. Desde sus inicios, los cristianos traían pan y vino para la Eucaristía, así como otros dones para compartir con los necesitados1. Esta costumbre es vista como una forma de unirse más estrechamente al Sacrificio Eucarístico, añadiendo un sacrificio personal y contribuyendo al sostenimiento de la Iglesia y sus ministros sagrados2.

El apóstol Pablo ya señalaba que quienes sirven al altar tienen derecho a vivir del altar (1 Cor 9, 13-14; 1 Tim 5, 18; Lc 10, 7). Las normas de los primeros siglos detallan cómo los dones voluntarios ofrecidos durante la celebración de la Eucaristía se destinaban a los pobres, a la mesa episcopal, a la hospitalidad, al culto y a los clérigos celebrantes o asistentes2. Estos dones eran considerados una recompensa, una limosna, y nunca un «precio de venta» por algo sagrado, lo cual sería un acto simoníaco2.

La Ofrenda en la Liturgia de la Eucaristía

La Ofrenda (u Ofertorio) es el rito por el cual el pan y el vino son presentados a Dios antes de su consagración3. Este momento litúrgico va acompañado de oraciones y cantos. La presentación de las ofrendas en el altar retoma el gesto de Melquisedec y entrega los dones del Creador en manos de Cristo, quien perfecciona todos los intentos humanos de ofrecer sacrificios con su propio sacrificio1.

Juan Pablo II destacó que la liturgia romana, especialmente después del Concilio Vaticano II, presenta el pan y el vino en el ofertorio como dones de Dios y fruto del trabajo humano, recordando la frase «Tibi ex tuis» («A ti de lo tuyo»)4. Esto subraya la conciencia de que todo lo que se ofrece a Dios proviene de Él4.

El Pan y el Vino

El pan y el vino son los elementos esenciales para la celebración eucarística, y su presentación simboliza la donación humana y el fruto del trabajo5. Al presentarlos, los fieles se preparan para el sacrificio y la transustanciación, para ser partícipes del sacrificio único de Jesús5.

Otras Ofrendas

Además del pan y el vino, los fieles pueden presentar otras ofrendas, como dinero o bienes, destinadas a la caridad hacia los pobres6,7. Estas ofrendas materiales son una expresión visible de un don más profundo que Dios espera: un corazón contrito y el amor a Dios y al prójimo, que nos conforma al sacrificio de Cristo6,7. Es importante que estas ofrendas se presenten de manera adecuada, y el dinero o las contribuciones para los pobres deben colocarse en un lugar apropiado, alejado de la mesa eucarística6,7. Preferiblemente, estas ofrendas, salvo una mínima porción simbólica, se realizan fuera de la celebración de la Misa6,7.

La Ofrenda como Sacrificio Personal

La ofrenda en la Misa no es solo un acto ritual, sino una invitación a una entrega personal y existencial. El Papa Juan Pablo II en una homilía en Castel Gandolfo, instó a los fieles a llevar «desde lo profundo de sus corazones y de nuestras existencias todo esto» como una ofrenda muy personal5. Esta ofrenda íntima es dirigida a Jesucristo, quien es el único que puede recibir este don existencial, a través de Dios Padre5.

La Iglesia, al aceptar la invitación de Cristo a la comunión en su Cuerpo y Sangre, responde ofreciéndose a sí misma: «Te ofrecemos lo tuyo de lo tuyo por todos y para todos»8. Esta entrega de sí mismo y del mundo entero, aunque todo pertenece a Dios, es posible porque Cristo vino a enseñar y a posibilitar esta ofrenda salvífica y libre8. Es el cumplimiento de su nuevo mandamiento y la esencia de la vida eterna, constituyendo un «culto racional» o «espiritual» como lo describe San Pablo en Romanos 12:1, al presentar nuestros cuerpos como un sacrificio vivo, santo y agradable a Dios8.

Conclusión

La ofrenda en la Iglesia Católica es un elemento central de la liturgia eucarística y de la vida de fe. Va más allá de la simple entrega de bienes materiales, representando la unión íntima de los fieles con el sacrificio de Cristo y su compromiso con la caridad y las necesidades de la Iglesia. Es una expresión de gratitud, de donación personal y de participación activa en el misterio de la redención.

Citas

  1. Sección II, los siete sacramentos de la Iglesia, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2.2. 2

  2. Dicasterio para el Clero. Decreto del Dicasterio para el Clero sobre la disciplina de las intenciones de Misa (13 de abril de 2025) (2025). 2 3

  3. Ofertorio, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Ofertorio.

  4. Papa Juan Pablo II. Saludos de Navidad a los miembros de la Curia Romana y de la Prelatura (21 de diciembre de 1993) - Discurso, § 1 (1993). 2

  5. Papa Juan Pablo II. 21 de julio de 1991: Celebración Eucarística para el personal de las Villas Pontificias de Castel Gandolfo - Homilía (1991). 2 3 4

  6. Capítulo III: La recta celebración de la Misa - 3. Las otras partes de la Misa, Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Redemptionis Sacramentum, § 70 (2004). 2 3 4

  7. Capitolo III - La retta celebrazione della santa messa - 3. Le altre parti della messa, Dicastery for Divine Worship and the Discipline of the Sacraments. Instruction Redemptionis Sacramentum (19 March 2004), § 70 (2004). 2 3 4

  8. Parte II - La oración de la Iglesia - II. La oración de la comunidad de la Iglesia - A. La divina liturgia — fundamento y cima de la vida de la comunidad cristiana - 3. La liturgia de la Eucaristía (liturgia de los fieles) - 3) ofrenda, Sínodo de la Iglesia greco-católica ucraniana. Catecismo de la Iglesia Católica Ucraniana: Cristo – Nuestra Pascua, § 380 (2016). 2 3